¿Cuánto tiempo desea usted?
A TODOS se nos está acabando el tiempo, sea que ello nos agrade o no. Según los patrones de vida actuales, la persona que nace en un país occidental puede esperar vivir, como promedio, unos 26.000 días. Eso no es mucho. Si cada uno de esos días fuera un dólar estadounidense, no servirían para comprar ni siquiera un hogar de tres dormitorios en la mayoría de las comunidades. Para cuando uno sale de la escuela y está listo para comenzar una carrera, le quedan 18.000 días de vida. Cuando uno llega a los 40 años de edad solo le quedan 11.000 días. Estos no se pueden guardar en un banco. Al momento indeseable de la muerte, no se pueden recobrar esos días con ninguna cantidad de dinero.
La mayoría de las personas prefieren no pensar en la corta duración de la vida, pues razonan: “¿De qué sirve pensar en ello? De todos modos no se puede hacer nada en cuanto a ello.” Pero sí hay algo que podemos hacer al respecto.
Podemos hacer algo
El que usted use su tiempo sabiamente ahora puede darle mucho más de 26.000 días de vida. De hecho, ¡usted puede llegar a tener más de 26.000 años de vida!
¿Imposible? ¿Por qué debería serlo? Los científicos admiten que el cuerpo humano está equipado para una vida mucho más larga que la vida de que disfruta actualmente. Un artículo de la revista Saturday Review declara lo siguiente con relación al cerebro y los sistemas corporales relacionados con éste: “Todavía es patente que estamos funcionando con solo una diminuta fracción de nuestras verdaderas capacidades. Al estudiar la naturaleza, hallamos que los sistemas han sido creados para recibir uso pleno. ¿Qué propósito tiene toda la capacidad humana sin uso?” Al comentar sobre la potencialidad del cerebro humano, el bioquímico Isaac Asimov declaró que el cerebro es “perfectamente capaz de encargarse de cualquier carga de aprendizaje y memoria que el ser humano probablemente haya de poner sobre él... y mil millones de veces más que esa cantidad, también.”
Esto concuerda muy bien con lo que dice la Biblia. Abra su Biblia y léala usted mismo. Vez tras vez la Biblia hace referencia a la perspectiva de vivir para siempre aquí en la Tierra. (Rev. 21:3, 4; Isa. 25:8; Juan 3:16) Entonces, ¿por qué morimos?
En el libro bíblico de Génesis, aprendemos que Dios hizo a Adán, el primer hombre, del polvo del suelo. Jehová Dios plantó un jardín en Edén, cerca de la cabecera del río Éufrates, e hizo crecer en este jardín una abundancia de árboles que eran gratos a la vista y buenos para alimento, y en este ambiente colocó al hombre. Adán tenía un cuerpo y una mente perfectos, y tenía ante sí la perspectiva de vivir para siempre. Pero el que tuviera una vida continua dependía de una condición. Tenía que obedecer a Dios. Como dice la Biblia: “Y también le impuso Jehová Dios este mandato al hombre: ‘De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho. Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo no debes comer de él, porque en el día que comas de él positivamente morirás.’”—Gén. 2:16, 17.
Si Adán hubiera sido obediente, sus hijos habrían nacido con la misma perfección y perspectiva de vida eterna que él tenía. Pero él desplegó una vergonzosa falta de aprecio para con su celestial Dador de Vida. El día en que Adán comió del fruto prohibido, Dios dictó sentencia de muerte contra él. Se le cortó de la Fuente de la vida, Jehová Dios, y comenzó a morir. Luego, después de haber engendrado hijos por medio de su esposa, Eva, Adán regresó al polvo del cual había sido tomado.
Todos nosotros hemos descendido del moribundo Adán, y así como de él todos hemos heredado brazos, piernas y ojos, también de él hemos heredado la muerte. (Rom. 5:12) El resultado ha sido que se ha limitado severamente el tiempo que a cada uno de nosotros se le ha hecho disponible al nacer, y, por consiguiente, la presión de querer acomodar dentro de los pocos años de vida que tenemos cuanto más podamos.
¿Podemos acaso hacer algo para mejorar nuestra situación? Bueno, no podríamos hacer retroceder el reloj e impedir que Adán cometiera el acto que nos acarreó muerte a todos. Tampoco existe en la actualidad nadie que esté capacitado para deshacer el daño que él causó. Pero, ¿significa esto que la situación es desesperanzada? ¡De ninguna manera!
La Biblia declara que, por bondad inmerecida de Dios, él envió a su propio Hijo, Jesucristo, a la Tierra para traer el alivio que de ninguna otra forma sería posible. Cristo ‘gustó la muerte por todo hombre.’ (Heb. 2:9) Como hombre perfecto, pagó la pena de muerte por nosotros. ¿Qué se requiere para que nos beneficiemos de esa provisión?
Primero es necesario que tomemos tiempo para aprender acerca de esta provisión. Luego, que ejerzamos fe en ella y vivamos de manera que demuestre esa fe. Escuche cómo Jesús mismo explicó el asunto: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo.” Y: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.” Dijo además que la persona discreta es la “que oye estos dichos míos y los hace.”—Juan 17:3; 3:16; Mat. 7:24.
¿Sería aburrido?
“Pero, ¿no sería aburrido vivir para siempre?” podrían preguntar algunos. ¿Por qué debería serlo? ¿Cuándo se ha sentido usted aburrido al estar haciendo algo de lo cual realmente disfruta? El aburrimiento no es el resultado de que alguien viva una vida larga, sino de que la vida carezca de calidad, de que se viva sin propósito. Una hora que se pase en una labor monótona es mucho más aburrida que un día entero que se dedique a hacer algo que a uno le agrada, es decir, una actividad que uno considere significativa.
Realmente, las personas que temen que serían infelices si tuvieran vida eterna revelan que no son felices con la clase de vida que están llevando actualmente. Se estremecen ante la idea de vivir de esa manera para siempre. Pero puede ser que deseen una vida mejor, más interesante y más profundamente satisfaciente.
¡Esto es precisamente lo que Dios promete! En vez de una prolongación de los ayes actuales del hombre, él predice un nuevo comienzo para la humanidad... unos nuevos “cielos” gubernamentales y una nueva “tierra,” o sociedad humana, junto con condiciones que serán una experiencia nueva para toda la descendencia de Adán. “Hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en éstos la justicia habrá de morar.” Y con relación a las condiciones que serán generales aquí en la Tierra, la Biblia dice: “‘Y él limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.’ Y El que estaba sentado sobre el trono [Dios mismo] dijo: ‘¡Mira! Estoy haciendo nuevas todas las cosas.’ También, dice: ‘Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas.’”—2 Ped. 3:13; Rev. 21:1-5.
¿Qué hará usted?
Usted indudablemente sabe que los testigos de Jehová gustosamente sacan tiempo para considerar la Biblia en los hogares de las personas que se interesan en ella. No se cobra nada por este servicio, y el amo de casa no está obligado a unirse a nada. Por todo el mundo, hay más de 1.200.000 personas que están aprovechando este servicio semanalmente con regularidad. Quizás usted haya pensado en hacerlo pero cree que está demasiado ocupado para sacar el tiempo necesario.
Esperamos que este número de ¡Despertad! le haya dado entendimiento en cuanto a por qué casi todo el mundo se siente como usted... bajo la presión del tiempo. Quizás este número de la revista le haya ayudado a ver la vida desde un punto de vista nuevo y le haya impulsado a preguntarse: “¿Estoy usando mi tiempo para las cosas de verdadera valía en la vida, o estoy permitiendo que éstas queden relegadas a un plano secundario?”
Si usted considera que el tiempo es precioso, es su responsabilidad investigar más acerca de lo que la Biblia dice sobre la promesa divina de la vida eterna. Al mismo tiempo, usted descubrirá que el estudio de la Biblia lo equipa con una abundancia de consejo práctico que puede ayudarle a mejorar la calidad de su vida ahora.
¿Por qué no se comunica con los testigos de Jehová de su área, o escribe a los publicadores de esta revista y solicita que una persona capacitada le visite? ¡Toma muy poco tiempo hacer esto, pero puede ser que usted descubra que llegará a tener más tiempo del que jamás se habría imaginado!