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  • ¿Vale la pena orar?
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¡Despertad! 1981
g81 22/2 págs. 10-12

¿Vale la pena orar?

DIOS siempre ha aprobado oraciones como ésta: “Enséñame tus disposiciones reglamentarias.” (Sal. 119:68) Numerosos ejemplos de tiempos modernos demuestran que él se interesa muchísimo en contestar oraciones de esa índole.

Una anciana japonesa hacía ofrendas de arroz, agua e incienso diariamente en su kamidana, es decir, su repisa dedicada a un ‘dios’ de la religión sintoísta. Un día, juntando las palmas de las manos, pensó: “Si hay un Dios verdadero, enséñame quién eres antes de que yo muera.”

Apenas había completado su oración cuando se abrió la puerta (en el Japón se acostumbra abrir la puerta y llamar a la persona que esté dentro) y una voz llamó: “¡Permiso, por favor!” Cuando la anciana llegó a la entrada de su casa, la visita le dijo de manera cortés que había venido para hablarle acerca del “Dios verdadero.” ¡La oración de la anciana había sido oída y contestada! Ella comenzó a estudiar la Biblia y ahora ha aprendido mucho acerca de Jehová, el Creador viviente y Oidor de la oración.

No es raro que Jehová Dios conteste una oración sincera por conocimiento acerca de Él aun antes de que la persona que esté orando haya completado su petición. En Europa un hombre estaba en su apartamento haciendo tal petición fervorosamente, cuando oyó un golpe a la puerta. Corrió a la puerta y, apresuradamente, la abrió del todo. Alguien había golpeado accidentalmente la puerta con un maletín al pasar, y había seguido caminando.

El amo de casa llamó a los dos hombres que vio en el pasillo. Él no hablaba con fluidez el idioma local, pero los dos hombres hablaban el idioma de él. Además, ¡impartían conocimiento bíblico! Estaban en el edificio para visitar a otra persona, pero no la habían hallado en casa aquel día. El amo de casa se llenó de gozo e hizo arreglos en aquel mismo momento para empezar a participar en un estudio bíblico que había de efectuarse con regularidad. Su oración para recibir conocimiento acerca de Dios ciertamente había sido contestada. No todas las oraciones reciben una contestación tan rápida, pero Dios sí escucha a las personas que sinceramente quieren conocimiento de él y de sus requisitos, y contesta sus oraciones.

¿Ha querido usted saber más acerca del Dios verdadero, el Creador de todas las cosas? ¿Estaría dispuesto a hacer Su voluntad si alguien se la revelara? Bien puede ser que esta mismísima revista sea la respuesta a las oraciones de usted. Por medio de comunicarse con los publicadores de ésta, o con cualquier testigo de Jehová, usted también puede hacer arreglos para obtener las respuestas a sus preguntas acerca de Dios.

Otro tipo de oración que Dios aprueba es la oración en la cual uno pide ayuda para hacer la voluntad de él. El salmista David da testimonio de que sus oraciones fueron contestadas. “Encarecidamente esperé en Jehová, y por lo tanto inclinó a mí su oído y oyó mi clamor por auxilio.” ¿Por qué? Note qué deseo tenía David: “En hacer tu voluntad, oh Dios mío, me he deleitado.”—Sal. 40:1, 8.

Un empleado asalariado necesitaba recibir tiempo libre de su trabajo para poder asistir a una escuela de entrenamiento para ancianos de congregación cristianos. Esto surgió en un tiempo en que había mucho trabajo en la compañía donde él estaba empleado y a él le parecía que iba a ser imposible conseguir permiso para ausentarse del trabajo, pero oró a Jehová Dios, pidiéndole Su guía, y se presentó en la oficina del gerente con su petición. Grande fue su sorpresa y su gozo cuando el gerente le dijo: “Sí, usted puede tomar tiempo libre; el arreglo me parece bueno.”

En Hokkaido, Japón, a un cristiano que era carpintero experimentado le pareció que podría hacer la voluntad de Dios por medio de ayudar a efectuar un trabajo cristiano de construcción. Había gran necesidad de carpinteros para este proyecto en aquel tiempo, pero el hombre tenía muchas obligaciones de familia. El ánimo que le dio su esposa lo impulsó a orar a Jehová para que Él le ayudara a arreglar sus asuntos.

Este hombre tenía un negocio de familia de hacer y entregar tofu (un cuajado de soja que es muy popular en el Japón). Mientras él estuviera fuera de la ciudad ayudando en el trabajo de construcción, ¿quién entregaría el tofu a los clientes? Este problema se resolvió cuando un hombre llegó a la casa y preguntó si la familia sabía dónde podría conseguir empleo. Se le preguntó si tenía licencia para conducir. El hombre contestó que sí, y se le dijo: “Entonces tiene empleo aquí mismo.”

Pero, ¿quién supervisaría el trabajo de preparar y empaquetar el tofu? Los tres hijos del dueño del negocio aunaron sus esfuerzos e hicieron tofu temprano por la mañana durante la ausencia de su padre. Aun el hijito de cinco años de edad ayudó por medio de transferir a bolsas plásticas las tortas flotantes del cuajado de soja. De hecho, él empaquetó unos cuantos centenares de tortas sin romper una sola, ¡cosa que podría resultar difícil hasta para un adulto con experiencia!

La esposa de aquel hombre había estado preocupada por ciertos problemas de salud, pero éstos desaparecieron durante la ausencia de su esposo. En resumidas cuentas, a medida que este hombre fue orando por hacer la voluntad de Dios y obrando en armonía con sus oraciones, se le fueron allanando todos los obstáculos.

Respuestas a sus oraciones

¿Están siendo contestadas las oraciones suyas? ¿Le parece que realmente ha llegado a conocer a Dios? ¿Tiene su vida el profundo sentido de propósito y significado que debería tener? ¿Ha orado a Dios pidiendo que le ayude a conocer y hacer la voluntad de él? Si así es, sus oraciones sí serán contestadas.

Pero, ¿qué hará usted, a su vez? Es una cosa orar a Dios para que él le guíe. Es otra cosa aceptar su guía cuando él le contesta la oración. Jesús ilustró esto cuando relató acerca de cierto padre que dijo a su hijo: “Hijo, ve, trabaja hoy en la viña.” El hijo respondió: “Iré, señor,” pero no fue.—Mat. 21:28-32.

Muchas personas hoy en día sirven a Dios de dientes afuera, pero realmente no quieren hacer la voluntad de él. Quieren que Dios les sirva, pero ellas no están interesadas en servir a Dios. Quieren recibir dinero, o buena suerte, o ayuda en sus exámenes, no para servir mejor a Dios, sino simplemente por razones egoístas. (Sant. 4:3) Prefieren pasar por alto las respuestas que Dios sí les da en armonía con la voluntad de él.

En cambio, si usted está entre la minoría de personas que hoy en día realmente desean conocer a Dios, agradarle, ver que se haga la voluntad de él por toda la Tierra... entonces puede tener la certeza de que él sí contestará favorablemente sus oraciones. Los testigos de Jehová le ayudarán con gusto a aprender más acerca del Dios verdadero, el Oidor de la oración. Y, si usted le permite a él hacerlo, él le demostrará que sí vale la pena orar.

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