La música fuerte y el cuerpo
EN UN trabajo escrito intitulado “La mente y el sonido,” Martin Polon de la Universidad de California, en Los Ángeles, advierte que personas que se exponen a continuos niveles de presión de sonido, como las que asisten a conciertos en los cuales se toca música del tipo llamado “nueva ola” y la que en inglés se llama “punk rock” (de más o menos 130 decibelios), corren el peligro de sufrir otros efectos adversos además del daño al oído. Polon afirma que los niveles de hormonas en la sangre que se asocian con la tensión pueden aumentar el doble o el triple después que uno ha estado expuesto por largo tiempo a sonidos fuertes. También se dice que es posible que sean afectados adversamente los sistemas endocrino, reproductivo, circulatorio y nervioso. La tensión fisiológica que producen los niveles de presión de sonido extremadamente altos puede hacer subir la presión sanguínea y elevar los niveles del colesterol y de los triglicéridos, lo cual contribuye a la degeneración de las arterias y del músculo cardiaco.
Polon enumera otros efectos indeseables del exponerse excesivamente y por largos períodos a sonidos extremadamente altos, entre los cuales están los trastornos en las funciones sexuales y reproductivas, la epilepsia en el caso de personas sensibles, el inicio de episodios sicopáticos, mareos, vértigo y movimientos incontrolables de los ojos. Las mujeres embarazadas deberían notar que también se menciona entre los efectos indeseables los peligros que corre el feto que se está desarrollando. Aunque probablemente sea necesario llevar a cabo más investigaciones para determinar si son válidas o no las afirmaciones de Polon, es evidente que mientras tanto sería prudente no exponerse a niveles de presión de sonido continuamente altos que puedan evitarse.