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¡Despertad! 1982
g82 22/6 págs. 7-9

¿Hacia dónde va?

EN UN informe que se presentó al grupo Renovación Carismática Católica de los Estados Unidos, uno de sus líderes dijo: “Podemos ver que la renovación está aflojando el paso y/o está fragmentándose.” El informe añadió: “Con esa fragmentación ha surgido una dilución de la Palabra de Dios.”

El informe susodicho se citó en la revista evangélica y de renovación australiana Vision (mayo-junio de 1980) en un artículo intitulado “¿Qué le está pasando a la renovación?” El autor del artículo, que es “carismático,” informa sobre un discurso que él pronunció en una reunión carismática, donde habló de “la muerte de la renovación carismática.”

El presidente de la Conferencia Internacional de Luteranos Carismáticos analizó la fragmentación del movimiento carismático y alistó “siete grupos” que se han desarrollado tan solo en los Estados Unidos. Estos incluyen: grupos que giran en torno a líderes prominentes; grupos protestantes y católicos que están tratando de retener la renovación dentro de sus parroquias; y los llamados grupos “salud y fortuna” que enfatizan la curación y el éxito financiero como prueba de la aprobación de Dios.

Se ve, pues, que los líderes y observadores están preocupados en cuanto a la disminución del impulso, de que “no va a durar para siempre,” según lo expresó un “carismático.” (U.S. Catholic, feb. de 1980) Al seguir los asuntos como van, parece que resultarán o en la pérdida de entusiasmo o en el establecimiento de nuevas sectas de pentecostales carismáticos reunidas en torno a diferentes líderes.

La posibilidad de que tenga este resultado no carece de fundamento. De los pentecostales que aparecieron en la escena religiosa hace varias generaciones, la Encyclopaedia Britannica dice lo siguiente: “Al principio no tenían la intención de separarse de sus propias iglesias para formar otra confesión. Sencillamente querían ser agentes de la reforma y de la renovación para ayudar a sus iglesias a librarse del formalismo en la adoración, del modernismo en las creencias, del espíritu mundano en lo que practicaban, y se esforzaron por transformar sus iglesias en comunidades vibrantes y llenas de espíritu similares a las descritas en el libro de Hechos del Nuevo Testamento.” No obstante, con el tiempo, se fundó una confesión pentecostal por separado. Luego ocurrieron numerosas divisiones. En la actualidad hay más de 30 clases de pentecostales.

El parecido de la historia reciente de los “nuevos carismáticos” con lo descrito es asombroso. Pero al analizar lo que inició el movimiento moderno, esto realmente no causa sorpresa.

Lo que realmente sucedió

Por las historias que a menudo se relatan, llegaríamos a la conclusión de que el hablar en lenguas y la renovación surgieron repentinamente por cuenta propia... una obra espontánea del espíritu santo. Pero vale la pena mencionar que en 1959, en el desarrollo original de este movimiento entre protestantes de California, dos episcopales “recibieron el bautismo del Espíritu Santo mediante el testimonio de amigos pentecostales.” Ellos transmitieron la “experiencia” a aproximadamente una docena de otros miembros. El propio pastor de ellos se puso en comunicación aun con otros más y la “experiencia” se esparció entre muchas iglesias protestantes.

De manera similar, el desarrollo católico tampoco fue en realidad espontáneo. Aun antes de la ‘experiencia de Duquesne’ “hubo católicos que habían recibido individualmente la experiencia pentecostal... a menudo debido a la influencia de amigos pentecostales,” dice The New Charismatics.

¿Qué hay de la gente que participó en la experiencia de Duquesne, puesto que lo que sucedió allí parece haber provocado la rápida diseminación de la experiencia entre católicos? En agosto de 1966 ciertos amigos de miembros del cuerpo docente en la universidad les habían hecho conocer varias publicaciones que promovían el modo de pensar pentecostal. “Finalmente, el grupo decidió familiarizarse personalmente con cristianos de la localidad que tuvieron la experiencia pentecostal,” dice un escritor. Esta reunión llevó al “fin de semana de Duquesne.”

Así, lo que sucedió fue que ideas y experiencias que los pentecostales habían tenido antes penetraron en algunas iglesias principales. La mayoría de los que recibieron la experiencia o estaban buscando una manera más “dinámica,” emocionante y gozosa de adorar o fueron influidos por los que habían tenido la experiencia.

Sin embargo, desde que se realizaron estos esfuerzos, los resultados que ahora se ven no demuestran que haya habido una renovación genuina y espontánea por espíritu santo. En vez de eso, lo que hemos visto ha sido que se han introducido creencias y prácticas de un grupo en varios otros grupos, sin que haya alguien que dé dirección a los resultados o los concentre en metas que valgan la pena.

“¿Qué hay de lo que experimentamos?”

A pesar de que cada vez hay más pruebas que indican lo contrario, hay aquellos que creen que, a conciencia, no pueden negar lo que han experimentado. ¿No sintieron ellos el poder dentro de sí? ¿No vieron o sintieron ellos la curación? ¿No prorrumpieron de ellos palabras en lenguas que desconocían?

Aunque este haya sido el caso, es importante tener presente que la Biblia nos advierte de espíritus demoníacos engañosos. (1 Juan 4:1) Se dice que “obran prodigios,” y que extravían hasta a gobernantes poderosos. (Revelación 16:14, Versión Moderna) Pueden valerse de seres humanos para producir obras poderosas, pero los efectos visibles no prueban que éstas provengan de Dios. Alguien pudiera preguntar: “¿Ni siquiera cuando se hicieran en el nombre del Señor Jesús?” Jesús mismo dijo: “Muchos me dirán: ‘Señor, Señor, nosotros hablamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros.’ Pero entonces les contestaré: ‘Nunca los conocí.’”—Mateo 7:22, 23, Versión Popular.

Aun pentecostales del pasado se preocupaban por la influencia demoníaca. W. J. Seymour, pentecostal prominente de principios del siglo veinte, en cierta ocasión instó a su maestro a que viniera a Los Ángeles para que lo ayudara porque en sus reuniones se habían desatado “fuerzas hipnóticas y contorsiones carnales.” Pensó que necesitaba ayuda para “discernir entre lo que era verdadero y lo que era falso, y para desarraigar lo que no era de Dios.”

En cuanto a este asunto de que Satanás se disfraza de ángel de luz con el fin de engañar a otros (2 Corintios 11:14), un sacerdote jesuita que habla en lenguas hoy día declara: “El don de lenguas puede ser una experiencia que produzca histeria, o, según algunos, una experiencia diabólica.” Y un párroco episcopal que habla en lenguas dijo: “El diablo tiene muchas maneras de tratar de vencernos. Verdaderamente ataca cuando recibimos el bautismo del Espíritu Santo.”

También considere esto: Si estos dones especiales, como el don de lenguas, de curación y de profecías, son tan vitales hoy, ¿por qué escribió el apóstol Pablo lo siguiente: “Un día los hombres dejarán de profetizar, y ya no hablarán en lenguas”? (1 Corintios 13:8, VP) Las pruebas indican que cuando murieron los apóstoles y las personas a quienes ellos ‘les impusieron las manos,’ los dones milagrosos del espíritu santo cesaron.—Hechos 8:17; 14:3.

Hoy hay algo mucho más importante que los cristianos deben desplegar como indicación de que Dios está obrando por medio de ellos. Es algo que todos los siervos de Dios deben tener. La Biblia dice: “Tres cosas hay que son permanentes: la fe, la esperanza y el amor; pero la más importante de las tres es el amor.” (1 Corintios 13:13, VP) Puesto que éste es el caso, uno debe mirar más allá de cosas como el hablar en lenguas para hallar pruebas claras de lo que el espíritu santo está efectuando en nuestro día.

Ahora bien, ¿precisamente de qué manera puede uno identificar a los cristianos verdaderos que realmente despliegan este importantísimo amor? ¿Puede ver uno que ellos despliegan los frutos que produce el espíritu de Dios, lo cual indica que son semejantes a los cristianos del primer siglo? Para contestar estas preguntas, examinemos las pruebas.

[Comentario en la página 8]

Los resultados que ahora se ven no demuestran que haya habido una renovación genuina y espontánea por espíritu santo

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