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  • g82 22/8 págs. 13-16
  • ¿Le importan a Dios las mujeres?

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  • ¿Le importan a Dios las mujeres?
  • ¡Despertad! 1982
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¡Despertad! 1982
g82 22/8 págs. 13-16

¿Le importan a Dios las mujeres?

‘¡Sí!,’ contesta la que escribió esta experiencia de la vida real

“HACE unos años había llegado a un momento crítico en mi vida y veía que verdaderamente necesitaba la ayuda de Dios. Pero ¿podía acudir a él confiada de que él tendría suficiente interés en mí como para ayudarme? Debo confesar que tenía dudas. ¿Por qué? Porque soy mujer, y había llegado amargamente a la conclusión de que a Dios realmente no le importaba mucho lo que les pasara a las mujeres. ¿Qué me hizo tener un punto de vista tan negativo de Dios? Las experiencias que tuve mientras me criaba me llevaron a pensar de esa manera.

“Puede que usted sepa que en un tiempo el mormonismo, religión prominente de Utah, E.U.A., fomentó la práctica de la poligamia. Entonces, en 1890, hubo un cambio de política, y ya no se permitía la poligamia a los mormones en general. Pero no todos estuvieron de acuerdo con el cambio. Algunos fundamentalistas comenzaron a organizar sus propias sectas, y secretamente continuaron la práctica de tomar varias esposas.

“Así sucedió que, cuando yo era muy joven, mi padre se puso a investigar algunas de esas sectas fundamentalistas para ver si tenían la verdad. Como consecuencia de su investigación, decidió que la poligamia verdaderamente era la voluntad de Dios para la humanidad.

“¡Qué decisión fue ésa! Mi madre ya le había dado cuatro hijos y estaba esperando el quinto. Ella estaba confundida y amargada. Discutió y lloró, y cuando fue al hospital para dar a luz a su quinto hijo quería morir. De hecho, estuvo a punto de morir, pero finalmente se recuperó. Con el tiempo, llegó a creer que tal vez la poligamia era la voluntad de Dios, pero nunca creyó que mi padre era el hombre adecuado para vivir esta ‘alta ley de Dios.’

“A medida que mi padre se envolvía cada vez más en la poligamia, nos recordaba constantemente que él estaba haciendo ‘la voluntad de Dios.’ Aquellas palabras, ‘la voluntad de Dios,’ se grababan en mi mente cada vez que lo veía prepararse para una cita amorosa, cumpliendo ‘virtuosamente’ con su deber al salir con otras mujeres y no con mi madre. Cada vez que despertaba de noche y veía a mi madre sola en la cama porque mi padre estaba con otra mujer, no podía olvidar las palabras ‘la voluntad de Dios.’ Comencé a creer que Dios era muy injusto con las mujeres.

“Sí, culpé a Dios por la situación infeliz de nuestra familia. Por supuesto, ahora sé que no es la voluntad de Dios que el hombre tome varias esposas. La voluntad de Dios es que los hombres sean ‘esposos de una sola mujer,’ y que ‘los esposos deben estar amando a sus esposas como a sus propios cuerpos,’ y no estar causándoles aflicción ni inseguridad. (1 Timoteo 3:12; Efesios 5:28) No obstante, en aquel tiempo yo no conocía estas verdades. El que mi padre representara falsamente a Dios resultó en que semillas de amargura fueran sembradas en mi corazón.

“Mi madre sabía que la situación me molestaba, así que trató de consolarme. Ella razonaba así: ‘Después de todo, la poligamia es mucho mejor que el adulterio, y los hombres son polígamos innatos que no pueden quedarse solamente con una mujer. Parece que Dios los hizo así.’ Pero estas palabras solo hicieron que me sintiera desesperada. ‘¿Por qué hizo Dios a los hombres así?,’ me preguntaba. ‘¿Por qué tiene una mujer que compartir su esposo con otras mujeres? ¿Son las mujeres simplemente posesiones de los hombres que sirven para darles hijos?’ Creía en Dios. Pero aceptaba las enseñanzas de mi padre, y comencé a creer que me hallaba en una posición muy desventajosa por ser muchacha.

Un esfuerzo por separarme

“En la secta de mi padre era la costumbre que las muchachas se casaran muy jóvenes. Sin embargo, cuando llegué a la adolescencia no podía soportar la idea de entregarme a un hombre solo para llegar a ser una de sus varias esposas. Creía que sería mejor casarme con alguien que no tuviera creencia alguna. Mi padre estaba ocupado con sus otras esposas, o con sus esfuerzos por obtener más esposas, de modo que yo estaba libre para hacer lo que quisiera. Me mantuve lo más separada posible de los miembros de la religión de mi padre, y mi vida se hizo cada vez más impía. Adopté el estilo de vida hippie, y con el tiempo me casé con un joven que llevaba la misma clase de vida. Pero mis problemas no se solucionaron.

“Descubrí que los hombres pueden maltratar a las mujeres aun sin hacer la ‘voluntad de Dios.’ Me parecía que las mujeres estaban en una posición desventajosa, sin religión lo mismo que con ella. Mi nuevo esposo no abandonó su estilo de vida disoluto después de casarnos. Deduje que los hombres no solamente eran polígamos innatos, sino adúlteros innatos. Casi todo hombre que conocí engañaba a su esposa, así que creía que esto era algo que toda mujer tenía que tolerar tarde o temprano. Además, descubrí otras cosas relacionadas con los problemas físicos de ser mujer. Un penoso aborto, entre otras cosas, me hizo creer que a los hombres les tocaba todo el gozo de la cohabitación, mientras que a las mujeres les tocaban todos los problemas.

“Por un tiempo fui a las reuniones de un grupo interesado en el movimiento de la liberación femenina. Mediante este grupo me enteré de otras razones por las cuales estar resentida por la situación difícil de las mujeres, pero al poco tiempo dejé de asistir porque parecía que el grupo no estaba logrando nada que me fuera de verdadero valor. Seguí culpando a Dios de ser injusto con las mujeres. Sin embargo, pronto descubrí que yo era la injusta. Estaba juzgando la situación sin prueba suficiente. Al poco tiempo me enteré de que la situación tenía otro aspecto.

Un modo nuevo de ver los asuntos

“Necesitaba ayuda desesperadamente. Pero ¿adónde podía ir? Comencé a leer la Biblia por mi propia cuenta y a orarle a Dios. ¿Contestaría Dios mi oración a pesar de que yo era ‘solo una mujer’?

“Dentro de poco dos jóvenes cristianas me visitaron. Me ofrecieron los números más recientes de las revistas La Atalaya y ¡Despertad!, dos publicaciones que consideran el significado de la Biblia y las causas de los problemas con los que nos enfrentamos en este mundo. No tenía dinero, pero me dieron las revistas de todos modos. No las leí, tampoco leí los siguientes números que las jóvenes me trajeron. Pero con el tiempo convine en estudiar la Biblia con una de las jóvenes.

“Al principio el estudio no me interesaba mucho. Pronto, sin embargo, aumentó mi interés. Comencé a ver con otros ojos las historias de la Biblia que mi padre me había relatado para justificar sus acciones. Vi la razón por la cual la gente —tanto hombres como mujeres— sufre. Aprendí el punto de vista de Dios, que él no consiente en que los hombres opriman a las mujeres. No es la ‘voluntad de Dios’ que los hombres tengan varias esposas, ni que hagan otras cosas que les causen dolor o sufrimiento. Descubrí que, en verdad, ‘Dios es amor,’ y comencé a responder a su amor.—1 Juan 4:8.

“No obstante, todavía tenía dudas en cuanto a cómo Dios realmente considera a las mujeres. Oré para recibir más ayuda.

Un entendimiento más profundo

“Cierto día leí la historia de Jacob en el libro de Génesis. Anteriormente, siempre había evitado este relato porque tenía que ver con la poligamia. Sin embargo, ahora me puse a leerlo.

“Jacob estaba enamorado de Raquel, y había trabajado siete años para poder casarse con ella. No obstante, se le obligó con engaño a casarse con la hermana mayor de ésta, Lea. El padre de las dos muchachas, Labán, alegó que él había engañado a Jacob porque era costumbre que la hija mayor de la familia se casara primero. Siete días más tarde Jacob se casó con la muchacha que realmente amaba, Raquel... aunque tuvo que trabajar otros siete años para pagar el precio nupcial por ella. Entonces Lea empezó a sentir la angustia de ser una esposa que no era amada.—Génesis 29:16-30.

“A medida que leía la historia, ésta comenzó a cobrar significado nuevo. Dios no fue quien causó que Jacob tomara dos esposas. Un hombre, Labán, lo embaucó. Y ciertamente no fue Dios quien hizo que Lea fuera una esposa no deseada. De hecho, Jehová fue el único que la consoló en su tristeza. Lea reconoció repetidas veces que Jehová le había ayudado. No solo eso, sino que Jehová también ayudó a Raquel cuando ella se sintió desdichada.—Génesis 29:31-35; 30:22-24.

“Me conmovió profundamente leer acerca de la bondad que Jehová manifestó a estas dos mujeres y cómo se preocupó por ellas. El no trató los problemas de ellas como algo insignificante ni simplemente como ‘asuntos de emoción femenina,’ y por lo tanto sin verdadera importancia. La situación de ellas realmente le importaba.

“Después de eso hallé muchos otros relatos en la Biblia que mostraban fuera de duda que a Jehová Dios le importan las mujeres. Llegué a confiar en que, así como Dios había escuchado las oraciones de Lea y Raquel mientras éstas sobrellevaban una situación que estaba lejos de ser ideal, Dios también escucharía mis oraciones sinceras.

“Además, el relato de la creación de Eva me mostró el valor y la necesidad de la mujer en la escena terrestre. (Génesis 2:18) La mujer era un complemento del hombre. Por lo tanto, sus cualidades diferentes enriquecían a la raza humana. Devoré el consejo y estímulo que contiene la Biblia especialmente para las mujeres.—Proverbios 31:10-31; 1 Pedro 3:1-6; Mateo 26:6-13.

“Noté que, aunque la Biblia muestra que ‘la cabeza de la mujer es el varón,’ aconseja a los hombres que traten a las mujeres con respeto y consideración. (1 Corintios 11:3; 1 Pedro 3:7; Proverbios 5:18-21; Efesios 5:28-33) Y sobre todo me conmovió ver cómo Jehová recuerda a las viudas, quienes en la época primitiva —y a menudo hoy también — eran pobres y desamparadas.—Santiago 1:27.

“En otro tiempo había creído que los hombres tenían toda la diversión y las mujeres todo el sufrimiento en materia de sexo. Pero después de haber tenido tres hijos, llegué a ver el alumbramiento como una gran bendición que Dios ha dado a las mujeres. Aun en medio del dolor, muchas mujeres concuerdan en que esta experiencia es una de las más emocionantes que pudiera tener una mujer, un gozo del cual los hombres solo pueden admirarse, pero nunca realmente conocer.

“Eso no quiere decir que un sexo sea mejor o más importante que el otro. El apóstol Pablo resume el asunto muy bien: ‘Además, en lo relacionado con el Señor ni es la mujer sin el varón ni el varón sin la mujer. Porque así como la mujer procede del varón, así también el varón es por medio de la mujer; pero todas las cosas proceden de Dios.’—1 Corintios 11:11, 12.

“Así fue que vine a darme cuenta de que a Dios sí le importan las mujeres. Para las mujeres que se sienten oprimidas en este sistema de cosas, el mejor refugio es el estar con El. Quisiera invitar a todos a que investiguen la Biblia y al Dios imparcial de ésta, Jehová. En lo relacionado con la salvación, él es un Dios que ofrece ‘igualdad de oportunidades.’ Todos podemos amar a Jehová y ser amados por él.”—Contribuido.

Los publicadores de esta revista tendrían mucho gusto en ayudarle a responder a la invitación de esta persona.

[Comentario en la página 14]

“ ¿Son las mujeres simplemente posesiones de los hombres que sirven para darles hijos?”

[Comentario en la página 14]

“Dios no consiente en que los hombres opriman a las mujeres”

[Comentario en la página 15]

“Me conmovió profundamente leer acerca de la bondad de Dios”

[Comentario en la página 16]

Para las mujeres que se sienten oprimidas en este sistema de cosas, el mejor refugio es el estar con Dios.

“En lo relacionado con la salvación, Jehová es un Dios que ofrece ‘igualdad de oportunidades’

[Recuadro en la página 15]

“Mi padre me dijo que uno de los ejemplos que él seguía era el de Abrahán. Abrahán tuvo hijos de dos mujeres: de su esposa Sara y de una esclava llamada Agar. Sin embargo, la razón para esto fue que Dios le había prometido a Abrahán, quien no tenía hijos, que su prole llegaría a ser una nación grande. Cuando la esposa de Abrahán, Sara, envejeció tanto que no podía tener hijos, ella dio a su esposo su sierva Agar, pues pensaba que tal vez el hijo prometido nacería de ésta. Note que fue Sara quien dio a Abrahán la sierva de ella. Abrahán no estaba tomando más esposas. Y, según resultó, esto no fue cómo Dios tenía propuesto cumplir su promesa. Más tarde, Dios restauró milagrosamente la capacidad de Sara para tener hijos, y el hijo prometido nació por medio de ella.—Génesis 12:1-3; 16:1-4; 21:1-5.”

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