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  • El verdadero camino a la liberación para las mujeres

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  • El verdadero camino a la liberación para las mujeres
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1974
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  • ALCANZANDO BUEN ÉXITO MUNDANO
  • ¿A QUÉ SE DEBE EL MOVIMIENTO DE LIBERACIÓN DE LA MUJER?
  • FORMANDO EL MOVIMIENTO
  • ¿QUÉ PASÓ?
  • EFECTO SOBRE LA FAMILIA
  • UNA FUENTE INESPERADA
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1974
w74 15/11 págs. 675-682

El verdadero camino a la liberación para las mujeres

“¡MUJERES, ÚNANSE! ¡LA HERMANDAD ES PODEROSA!” Este fue el lema de las manifestantes en la protesta contra el Concurso de Belleza de Miss América en 1969 en Atlantic City. Estuve allí a fin de efectuar el reportaje de la manifestación para las Noticias de la Radio CBS. La asignación, recibida solo por casualidad, resultó ser un punto de viraje en mi vida.

Yo no era una reportera regular. Mi puesto entonces era el de representante de la prensa, o publicista, para las Noticias de la CBS. Sin embargo, las manifestantes rehusaban hablar con hombres reporteros, de modo que se me pidió que efectuara el reportaje, puesto que entonces la CBS no tenía reporteras asignadas en Nueva York.

En ese tiempo solo sabía un poco acerca del movimiento de liberación de la mujer, y mucho de lo que sabía parecía exagerado. Pero a medida que investigué, me sorprendí al saber que yo era del mismo parecer en cuanto a los asuntos que ellas.

Cierto, estaban encolerizadas. Tenían quejas. Pero me parece que cualquier persona razonable convendría en que ellas discernían correctamente algunos problemas y deseaban mejorar las cosas.

Antes de ir al Concurso, entrevisté, por la Radio CBS, a Robin Morgan, una de las organizadoras del movimiento. Ella explicó: “El entero concepto de la mujer presentado por el Concurso es una especie de ‘objeto sexual’ sin mentalidad. La concursante está allí para sonreírse un poco, quedarse callada, y exhibirse en un traje de baño. . . . Creemos que la entera noción de desfilar de un lado a otro, más o menos como en una feria regional, ante jueces que juzgan la carne, es depravada y es un ritual inhumano.”

Mientras más escuchaba yo, más me identificaba con estas mujeres y con aquello por lo que luchaban. Parecían realmente sinceras; me pareció que no solo pensaban en ellas mismas, sino que estaban tratando de establecer relaciones mejores, más equilibradas con los hombres.

Como explicó Robin, los hombres estaban oprimidos también por las definiciones culturales de “masculinidad” y “feminidad”: “Los hombres están oprimidos por lo que llamamos la mística de Hemingway —que si uno golpea a las mujeres, mata animales indefensos y bebe mucho— entonces es un verdadero hombre.”

¿Odiaba ella a los hombres? Yo quería saber.

“Odio al tipo estereotipado a la John Wayne,” contestó. “De modo que en ese sentido odio a los hombres. Pero no, en términos generales, no odiamos a los hombres. Me parece que queremos aprender a amarnos, y aprender a amar a la gente.”

Esto era diferente de lo que se me había dicho que quería el movimiento de liberación de la mujer. Era lo que yo quería. De modo que no pasó mucho tiempo antes que yo estuviera completamente entregada al movimiento, y con el tiempo vine a ser una luchadora por la liberación de la mujer.

Todavía me parece que tanto las mujeres como los hombres necesitan liberación, y puedo decir con verdad que estoy trabajando más duro ahora que antes para mostrar a otros la solución al problema de la opresión de la humanidad.

No todas las mujeres simpatizan con todas las metas del movimiento de liberación de la mujer. Por eso quizás usted se pregunte: ¿Qué clase de mujer se envuelve en el movimiento? Mi propio relato es ilustrativo.

ALCANZANDO BUEN ÉXITO MUNDANO

Fui criada en Connecticut, en un suburbio opulento de la ciudad de Nueva York, y fui a una escuela de niñas privada. Mi familia era una familia intelectual con una tradición literaria y un vivo aprecio al desarrollo de la mente.

Me casé a los dieciocho años de edad y tuve un hijo. El matrimonio terminó en divorcio cuando tenía yo veintitrés años. Eso me dejó buscando trabajo, con un hijo que sostener.

Se me ofrecieron trabajos de secretaria, que rehusé, pues razonaba que si empezaba de secretaria jamás pasaría de eso. Tendría yo que empezar más allá de eso para llegar más allá de ello, siendo lo que es la discriminación contra la mujer en los trabajos. Yo sabía que tenía ciertas habilidades, pero no se me había dado la consideración seria que se me hubiera dado si hubiera sido hombre. Esta experiencia fue un golpe muy duro para mí, y abrió mis ojos a los problemas de la mujer en el mercado de los trabajos.

Finalmente, casi por casualidad, encontré a una persona dispuesta a arriesgarse a darme trabajo como escritora de publicidad para la revista The Reporter, una revista política. Esto condujo a mi puesto de publicista en las Noticias de la CBS. Con el tiempo llegué a ser gerente de la Publicidad Noticiera de la CBS para la entera unidad noticiera nacional, la primera mujer que ocupó ese puesto.

Como ejecutiva, tenía una secretaria y un cuerpo de escritores bajo mis órdenes. Y conocía a todos en la CBS, desde el presidente hasta abajo. Veía a Walter Cronkite casi todos los días, puesto que escribía relatos acerca de él como si él mismo los hubiese escrito. Él repasaba un relato y lo aprobaba. Entonces lo transmitíamos a editores en diferentes ciudades a través del país que lo imprimían como si ellos personalmente hubieran obtenido una entrevista con Cronkite o como si él hubiera escrito el artículo solo para ellos.

Este era un trabajo de categoría. Yo tenía prestigio. Tenía dinero. Tenía juventud y era atractiva. Puesto que yo tenía todo lo que la cultura le enseña a uno a que quiera, ¿por qué, quizás pregunte usted, me hice luchadora en pro de la liberación de la mujer?

¿A QUÉ SE DEBE EL MOVIMIENTO DE LIBERACIÓN DE LA MUJER?

Aunque yo pude obtener un buen trabajo, sabía que relativamente pocas mujeres tienen tan buen éxito como los hombres, debido a la discriminación contra ellas en asunto de empleo. De modo que me hice luchadora en pro de la liberación de la mujer porque un propósito principal del movimiento era corregir esta situación.

Otra razón por la cual se desarrolló la liberación de la mujer, y por qué me atrajo, tenía que ver con el costo ascendente de la vida y el estilo de vida actual. Esto quería decir que las esposas tenían que trabajar para ayudar a sostener la familia, y luego venir a casa y cocinar y limpiar y dirigir también la casa. Los esposos por lo general rehusaban salirse de su llamado papel “masculino” para ayudar, puesto que consideraban esos quehaceres “trabajo de mujer.” Nos parecía que esta pesada carga física sobre las mujeres no era justa, y el movimiento de liberación de la mujer quería cambiar esto.

Dentro del arreglo de la familia, también, el papel de la mujer ha cambiado. No estamos, como algunas de nuestras abuelas, criando quince hijos, haciendo nuestra propia tela, ordeñando vacas, cociendo nuestro propio pan, etcétera. Hoy la familia de término medio quizás tenga dos o tres hijos, y eso significa que para cuando la mujer cumple sus cuarenta, sus hijos ya no la necesitan tanto como antes. De modo que precisamente a la edad en que su esposo está alcanzando el máximo de su carrera, ella está en casa, a menudo no sabiendo que hacer consigo.

Aun con todo esto, la porción de la mujer podría haber sido soportable si no fuera por el cambio en actitudes sexuales en los años sesenta. Sabíamos, como mujeres, que una proporción grande de hombres eran tradicionalmente infieles a sus esposas. Pero ahora los hombres estaban haciendo abiertamente y sin pedir disculpas lo que anteriormente habían hecho en secreto, y estaban presionando a las mujeres a adoptar actitudes libres como las de ellos respecto al sexo. Sin embargo la mujer de término medio tiene una fuerte aversión a la infidelidad como modo de vivir. Es contrario a la inclinación de ella. De modo que la promiscuidad franca de los hombres llevó a muchas mujeres directamente al movimiento de liberación de la mujer.

También estábamos cansadas de que se nos considerara como objetos sexuales. A las mujeres les es odioso el que sus patronos, con poder para emplearlas y despedirlas, traten de obligarlas a relaciones sexuales. Este es un problema extenso para la mujer en el mundo del trabajo.

Fui despedida en 1971, y me pareció que fue debido a que había rehusado concertar una cita con mi patrono en la CBS. Cuando presenté el asunto a la atención de uno de los vicepresidentes, en vez de estar indignado, como yo, me dijo: “Este es un asunto cotidiano.”

Tenía razón. La proposición era común. Mi respuesta no lo era. Presenté una demanda de dos millones de dólares, con el cargo de discriminación en el empleo.

Todos éstos, y más, son problemas verdaderos que arrostra la mujer. Es claro que necesitan ser resueltos. Pero ¿cómo? Las mujeres empezaron a buscar soluciones.

FORMANDO EL MOVIMIENTO

Fue el libro de Betty Friedan The Feminine Mystique, publicado en 1963, el que enunció la indisposición que la mujer sentía con cada vez más frecuencia debido a la manera en que los cambios del mundo moderno habían afectado adversamente su vida. El efecto de este libro podría asemejarse a un incendio de matorral. Las mujeres en todos los Estados Unidos empezaron a darse cuenta de que no eran las únicas que estaban descontentas.

En 1966 Friedan formó la Organización Nacional para la Mujer, con el propósito de trabajar como organización para terminar con la discriminación contra la mujer. Pronto se formaron organizaciones similares. La base de estos movimientos que se desarrollaron era lo que se llamaba “grupos de crítica mordaz.” Estos grupos, cada uno de ocho a diez mujeres, decidían reunirse semanalmente para considerar los problemas de la mujer. Estos grupos aparecieron de repente por todas partes.

Estas fueron ocasiones de alborozo para mí y para muchas mujeres que acababan de descubrir el movimiento de liberación de la mujer. Pasábamos muchas horas analizando lo que sentíamos en cuanto a ser mujeres, compartiendo experiencias y desarrollando teorías. Muchos de los resentimientos que teníamos sumergidos ahora se expresaban abiertamente y, a medida que todas compartíamos nuestras experiencias infelices a manos de los hombres, nos encolerizábamos cada vez más. Pero, al mismo tiempo, quedábamos más estrechamente unidas como mujeres.

Este sentimiento de solidaridad, de confianza, de amor, que llamábamos “hermandad,” era nuevo para todas nosotras, y hermoso. Todas habíamos crecido considerando a las otras mujeres como posibles rivales por la atención de algún varón. Ahora tratábamos de vernos unas a otras como amigas y co-víctimas que necesitábamos depender unas de otras.

A menudo estos “grupos de crítica mordaz” se convirtieron en organizaciones más grandes. Por ejemplo, mi “grupo de crítica mordaz,” compuesto en gran parte de mujeres del ramo del periodismo, formó el núcleo de lo que vino a ser el Intermedio Femenil de Nueva York. Este grupo obtuvo mucha publicidad cuando llevó su protesta hasta las oficinas del Ladies’ Home Journal demandando cambios en el contenido de los relatos y en la norma del personal a fin de elevar el concepto de la mujer que proyectaba la revista.

El movimiento de liberación de la mujer revolucionó las actitudes para con las mujeres. En el empleo, en la educación, en los deportes, la discriminación contra las mujeres ha menguado a un grado considerable.

También, las demandas judiciales tuvieron un tremendo impacto en las oportunidades de trabajo para las mujeres, como mi propia demanda contra la CBS. Cuando yo trabajaba en la CBS, solo había una reportera en el personal noticiero nacional para todo el mundo. En el transcurso de unos cuantos meses después de presentar mi demanda, tenían cinco reporteras.

Aunque se habían obtenido logros de considerable importancia, pronto vi problemas serios dentro del movimiento mismo y éstos empezaron a perturbarme.

¿QUÉ PASÓ?

Los ideales del movimiento de liberación de la mujer me parecieron hermosos en teoría, sin embargo no estaban surtiendo efecto en la práctica. Por ejemplo, la hermandad entre las mujeres —uno de nuestros conceptos más acariciados— se desintegró tan pronto como las mujeres empezaron a paladear el poder. La teoría no había tenido en cuenta el egoísmo humano.

Presencié varias luchas enconadas por poder en los grupos de las mujeres en las cuales las mujeres “se apuñalaban” traidoramente con tanta saña como cualquier hombre que jamás he visto. En el Intermedio Femenil de Nueva York, como en el movimiento en conjunto, muchas mujeres inequívocamente manifestaban una mentalidad de “buscavidas”... querían ser famosas y tener buen éxito, y usaban el movimiento como su escalón personal.

A medida que se hacía patente que las teorías idealistas no estaban apegadas a la realidad, los elementos radicales empezaron a encausar el movimiento por nuevas y, para mí, aterradoras direcciones.

Por ejemplo, nos concentramos fuertemente en la violación como una cuestión. ¿De qué manera pueden protegerse las mujeres? La solución a la que llegó el movimiento fue karate y judo. Acepté esto y fui entrenada en karate, porque estaba determinada a que jamás estaría a merced de algún hombre.

Recuerdo que un grupo de nosotras celebró una sesión para forjar planes a fin de considerar el salir y mutilar o hasta matar a hombres que se sabía que habían violado o golpeado a mujeres. Hablábamos en serio. Pero ¿habría sido moralmente correcto? Para mí no era correcto... violaba todo lo que yo quería ser como persona. Parecía que el movimiento estaba perdiendo su empuje moral. Estaba dispuesto a exigir por fuerza el cambio, prescindiendo de los medios. Otro tema dominante del movimiento me disgustaba más que la violencia... ése era el lesbianismo. Descubrí, con el tiempo, que muchas de las mujeres que había admirado y que estaban asumiendo el acaudillamiento del movimiento eran lesbianas. En realidad, el movimiento mismo servía para estimular a las mujeres a hacerse lesbianas. Por supuesto, ése no fue el propósito original del movimiento, pero esto es lo que resultó.

La meta del movimiento de liberación de la mujer originalmente había sido el edificar mejores relaciones entre los hombres y las mujeres, fundadas en el respeto mutuo. Realmente habíamos creído que tan pronto como los hombres supieran nuestros motivos de queja, reconocerían la validez de ellos y cambiarían. En vez de eso, los hombres estaban reaccionando al movimiento de liberación de la mujer con hostilidad, mofa y aferramiento de actitudes.

Por lo tanto muchas mujeres estaban descubriendo que la liberación significaba perder a su hombre. Muchos hombres simplemente las abandonaban y hallaban a mujeres más “femeninas.” A su vez, las mujeres que ellos abandonaban a menudo renunciaban a tratar de relacionarse con hombres. De modo que cuando sus hombres se iban, ellas también se iban... a otra mujer.

Sin embargo, para mí el lesbianismo era perversión y una práctica repugnante. Yo no iba a luchar por el derecho de la mujer de ser lesbiana.

EFECTO SOBRE LA FAMILIA

Como madre, llegué a estar perturbada por otro aspecto que se desarrollaba en el movimiento... el modo de ver a los hijos y a la familia. Se estimulaba el divorcio. Las mujeres que se casaban y llegaban a estar embarazadas eran despreciadas como anticuadas y burguesas. A la esterilización voluntaria se le consideraba una acción “liberada,” comunidades solo para mujeres llegaron a ser el estilo de vida que se estimulaba, y los bebés de probeta el sueño del futuro.

Animadas por tales puntos de vista, muchas mujeres empezaron a huir de sus familias. Recientemente leí algunas estadísticas por Tracers Company of America, expertos en hallar a personas extraviadas. A principios de los años sesenta la proporción de esposos para con esposas que abandonaban a sus familias era de 300 por una. Para fines de los sesenta, había llegado a ser de 100 por una. ¡Hoy es de uno por una! Ahora las mujeres están haciendo la mismísima cosa por la cual odiaban a los hombres.

Pero yo amaba a mi hijo y me era un gozo estar con él. Una fuente crónica de desconsuelo para mí era el hecho de que mi trabajo requería que me alejara tanto de él. Me preocupaba en cuanto a lo que él resultaría ser si fuera criado por una serie de niñeras, y deseaba poder tener otra alternativa. El movimiento de liberación de la mujer simplemente no estaba contestando las preguntas básicas: ¿Qué les sucede a los hijos si ambos padres trabajan? Y, más profundamente, ¿qué les pasa si ambos padres rehúsan ser padres ya debido a que la paternidad impide su búsqueda personal de felicidad?

Estaba desorientada y desilusionada. El movimiento de liberación de la mujer no proporcionaba las respuestas. Pero lo que en particular me entristeció fue que yo había luchado tan duro para envolver a otras mujeres en un movimiento que estaba teniendo efectos tan malos sobre sus relaciones tanto con los hombres como con sus familias.

Sin embargo, claramente se necesitaba liberación. Nosotras, las mujeres, habíamos identificado correctamente problemas reales que contribuían hacia el hacer desdichada la vida para millones. ¿Cuáles, entonces, eran las soluciones? No renuncié a la búsqueda.

UNA FUENTE INESPERADA

Una amiga sugirió que la Biblia tenía las respuestas. Yo era exageradamente escéptica. Para una partidaria del movimiento de liberación de la mujer la Biblia solo es un libro escrito por un montón de hombres... que refleja las actitudes negativas de los hombres para con las mujeres. Pero decidí investigar por lo menos. Sabía que muchos habían representado en falsos colores aquello de que se trataba el movimiento de liberación de la mujer. Por lo tanto comprendí que no sería justo dar un dictamen sobre la Biblia sin primero estudiarla.

Nunca antes había leído la Biblia. De modo que un día tomé un ejemplar y por casualidad lo abrí en Isaías, capítulo 54 cincuenta y cuatro, donde empecé a leer: “‘Porque tu Magnífico Hacedor es tu dueño marital, Jehová de los ejércitos por nombre . . . Porque Jehová te llamó como si fueras una esposa dejada por completo y herida en espíritu, y como una esposa del tiempo de la juventud que fue entonces rechazada,’ ha dicho tu Dios.” ¿Cómo podía saber este Dios Jehová acerca de tales sentimientos femeninos? me preguntaba. La delicadeza del cuadro me impelió a querer averiguar más en cuanto a qué clase de Dios es éste.

La persona que me dirigió a la Biblia, aunque no era testigo de Jehová, dijo que ellos eran los únicos que enseñaban la Biblia como debía enseñarse. De modo que en mayo de 1971 me puse en contacto con un Salón del Reino local de los Testigos de Jehová e hice arreglos para que una Testigo estudiara conmigo. Las respuestas que recibí gradualmente empezaron a tener sentido.

El énfasis que pone la Biblia en el amor y en la necesidad de considerar el valor del prójimo verdaderamente me interesó. Por ejemplo, estos textos solo son una muestra de muchos que me impresionaron:

“Háganse bondadosos los unos con los otros, tiernamente compasivos, libremente perdonándose unos a otros así como Dios también por Cristo libremente los perdonó a ustedes.” No hagan “nada movidos por espíritu de contradicción ni por egotismo, sino considerando con humildad de mente que los demás son superiores a ustedes.” “En cuanto a mostrarse honra los unos a los otros lleven la delantera.”—Efe. 4:32; Fili. 2:3; Rom. 12:10.

Nada se dice en cuanto a que este consejo solo aplica a mujeres; no, así es como la gente, varones y hembras, deben considerarse y tratarse los unos a los otros. ¡Estaba yo completamente de acuerdo con eso!

Había llegado a hacérseme muy repugnante la opinión del mundo de que los hombres “tenían que” volar de flor en flor como abejorros... dándose a entender que la inmoralidad era natural para ellos. Ahora descubrí que la Biblia dice: ‘¡No! ¡No hagan eso! ¡El matrimonio ha de mantenerse honorable!’ Además, Romanos, capítulo uno, condena el comportamiento homosexual, llamándolo “obsceno.” ¡Qué alivio!

ESPOSOS Y ESPOSAS

“Pero,” seguramente muchas mujeres preguntarán: “¿qué hay en cuanto al texto que dice: ‘Que las esposas estén en sujeción a sus esposos como al Señor, porque el esposo es cabeza de su esposa’”? (Efe. 5:22, 23) Cuando lo leí por primera vez, se me hizo desagradable a mí también. Me preguntaba: ¿Cómo es posible que el tener a un esposo como cabeza no sea esclavizante para la esposa? Sin embargo, la persona con quien yo estudiaba me instó a considerar todo el cuadro y a no juzgar el principio que se declara en este texto por lo que yo había visto entre los hombres del mundo.

Se me mostró que los esposos cristianos, también, tienen una cabeza a quien están en sujeción y que están bajo órdenes de tratar a sus esposas tal como Jesús había tratado a sus seguidores terrestres. (1 Cor. 11:3) Efesios, capítulo 5, dice acerca de esto: “Esposos, continúen amando a sus esposas, así como el Cristo también amó a la congregación y se entregó a sí mismo por ella.” Pensé para mí misma: Si los esposos realmente hicieran esto, si amaran a sus esposas tanto que voluntariamente murieran por ellas, ¡jamás habría habido un movimiento de liberación de la mujer!

También, se me mostró donde la Biblia manda a los esposos que asignen honra a sus esposas. (1 Ped. 3:7) Ahora esta idea de jefatura empezó a hacérseme un poco más aceptable.

Pero, todavía me preguntaba, si así es como Dios, el inventor del matrimonio, quería que los esposos fueran, ¿cómo llegó a estar todo tan revuelto? Aprendí en mi estudio que cuando el hombre pecó en el jardín de Edén, se acarreó una multitud de problemas, incluso enfermedad y muerte. Pero, al leer el relato en la Biblia, quedé consternada por el castigo que recibió Eva: “Tu deseo vehemente será por tu esposo, y él te dominará.”—Gén. 3:16.

¡Qué idea más repugnante! ¿Quiso decir esto que a fin de aceptar la Biblia tendría que aceptar dominación como porción de la mujer? No, a medida que estudié más profundamente aprendí que Dios se propone empezar muy pronto la restauración del hombre y la mujer a su estado perfecto original. El pecado, la enfermedad y la muerte serán removidos para siempre. (Rev. 21:3, 4) ¿Significaba esto, entonces, que esta dominación por hombres pecaminosos también terminaría?

Sí. Gozosamente aprendí que aunque subsistirá el principio de la jefatura amorosa, cesará la dominación egoísta por los hombres. Considerado en este contexto, ¿no sería agradable el tener un cabeza marital tan amoroso como Cristo?

No solo eso, aprendí que no tenía que esperar a que Jehová Dios transformara la Tierra en un Paraíso. Se supone que los varones cristianos, los cristianos verdaderos, están esforzándose por vivir en armonía con las normas justas de Dios ahora mismo. ¿Están haciéndolo?

¿SOLO TEORÍA?

Se me instó a que asistiera a las reuniones de los testigos de Jehová con regularidad y me asociara con ellos y sus familias, y viera por mí misma. Quedé asombrada. Realmente practican lo que la Biblia enseña. Luego empecé a discernir por qué.

Cada uno de ellos cree que la Biblia es la verdad... que el Creador del universo realmente inspiró a los humanos a escribirla. De modo que los Testigos sinceramente tratan, al límite de sus habilidades, de vivir en armonía con la Palabra de Dios. Como resultado ciertamente tratan a otros bondadosamente y compasivamente, y los esposos ciertamente procuran dar más atención a amar y honrar a sus esposas.

Además, vi que cuando oran a Dios: ‘Padre nuestro que estás en los cielos, venga tu reino,’ realmente creen que el gobierno de Dios gobernará la Tierra. Realmente creen la Biblia cuando dice: “El Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. . . . Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos.”—Dan. 2:44.

LIBERACIÓN POR LA QUE VALE LA PENA LUCHAR

Pude ver que los testigos de Jehová creen que se acerca el aplastamiento por Dios de este sistema y que ya pronto los de la humanidad que lo merecen serán preservados para entrar en un justo nuevo orden. A medida que pensaba en ello, se me hacía razonable a mí también. ¡Pues ciertamente el Creador ha de estar consternado por el craso egoísmo e inmoralidad que prevalecen en todas partes de este mundo! Y estaba convencida de que los humanos por sí mismos no pueden corregir esta situación.

Al continuar estudiando la Biblia, quedé más convencida de que lo que Dios efectuará será muchísimo más de lo que nosotras en el movimiento de liberación de la mujer jamás pudiéramos haber esperado lograr. Pues bajo el reino de Dios no solo se resolverán los problemas de la mujer, sino que el Creador se encargará de que toda la humanidad sea liberada de toda forma de opresión, incluso hasta de la enfermedad y la muerte. Esto es lo que él ha prometido en su Palabra, y hay toda razón para creer que cumplirá con su promesa.

De modo que todavía lucho por la liberación tanto de las mujeres como de los hombres, pero de manera diferente. En vez de pasar muchas horas semanalmente en “sesiones de crítica mordaz” o de luchar jurídicamente por mejorar los derechos de la mujer, uso mi tiempo para mostrarle a la gente que su única esperanza verdadera para el vivir feliz se halla en aplicar en su vida los excelentes principios de la Palabra de Dios. Este es el único camino que conducirá a la liberación verdadera en la “nueva tierra” paradisíaca bajo el justo gobierno del Reino de Dios. (2 Ped. 3:13)—Contribuido.

[Comentario de la página 676]

‘Una razón por la cual se desarrolló la liberación de la mujer tuvo que ver con el costo ascendente de la vida y el estilo de vida actual.’

[Comentario de la página 677]

“La promiscuidad franca de los hombres llevó a muchas mujeres directamente al movimiento de liberación de la mujer.”

[Comentario de la página 678]

“La hermandad entre las mujeres —uno de nuestros conceptos más acariciados— se desintegró tan pronto como las mujeres empezaron a paladear el poder.”

[Comentario de la página 679]

“Yo no iba a luchar por el derecho de la mujer de ser lesbiana.”

[Comentario de la página 680]

“El énfasis que pone la Biblia en el amor y en la necesidad de considerar el valor del prójimo verdaderamente me interesó.”

[Comentario de la página 681]

“Se me mostró donde la Biblia manda a los esposos que asignen honra a sus esposas.”

[Recuadro de la página 675]

● Por siglos la mujer ha sido oprimida y maltratada por hombres de muchas naciones. Ahora cada vez más mujeres están demandando libertad e igualdad.

● ¿Aprueba la Biblia estos movimientos de liberación de la mujer?

● Lea cómo una luchadora por los derechos de la mujer descubrió el único modo verdaderamente satisfactorio de lograr la liberación que necesitan las mujeres.

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