El movimiento feminista logra cambios
DESDE los tímidos comienzos del Movimiento de Liberación de la Mujer, hace ahora más de veinticinco años, muchos países han abierto a la mujer las puertas del mundo laboral, del gobierno y de la vida de comunidad como nunca antes lo habían hecho.
Los primeros cambios
“El problema que no tiene nombre.” Así lo denominó la escritora americana Betty Friedan en su libro The Feminine Mystique, publicado en 1963. En aquel entonces ella identificó un malestar experimentado por mujeres de clase media que se sentían atrapadas al vivir su vida únicamente a través de su marido y su familia. Lo que se dijo en ese libro resonó, y todavía sigue resonando, en los oídos de muchas mujeres que sentían una frustración persistente, un resentimiento indefinible.
“Tenía la sensación de estar desaprovechando mi talento”, dijo una mujer canadiense llamada Lyn al hablar acerca del matrimonio que había contraído en la década de los setenta. También comentó a la revista ¡Despertad!: “Tenía dos hijos y a mi marido, pero todavía no me sentía realizada. Deseaba [...] hacer algo con mi vida”.
El descontento individual hizo surgir un movimiento social, que fue cobrando gran popularidad, cuyo objetivo era liberar a la mujer de la “dominación” masculina. Los principales campos del descontento eran la familia, a la que las feministas asemejaban a esclavitud doméstica, y el lugar de trabajo, donde la mujer tenía pocas oportunidades y normalmente recibía un salario inferior al del hombre.
Los cambios efectuados
El logro más significativo de este movimiento es que en muchos países ha modificado las corrientes de opinión de la sociedad. Ha logrado que se tome mayor conciencia de la problemática de la mujer, que haya más imparcialidad al escuchar sus reivindicaciones y un mayor reconocimiento de su contribución y sus posibilidades en muchos campos.
Los cambios en las corrientes de opinión se han traducido en reformas tangibles. Muchos trabajos que anteriormente era inconcebible que realizaran las mujeres, ahora son desempeñados tanto por hombres como por mujeres. Aunque en menores cantidades, las mujeres también están penetrando en baluartes tradicionalmente masculinos, y así han llegado a ocupar puestos directivos en algunas empresas. “Hoy tenemos más posibilidades de escoger”, dijo a ¡Despertad! una feminista.
En la actualidad, las mujeres ocupan algunos de los puestos políticos más encumbrados de muchos países, y algunas de las naciones más destacadas del mundo —como India, Israel y Gran Bretaña— han tenido o tienen como dirigente político a una mujer. La presidenta filipina, Corazón Aquino, comentó lo siguiente sobre la revolución “incruenta” de 1986 que la llevó al poder: “Fueron las mujeres las que estuvieron a la vanguardia de las actividades”.
Muchos de los cambios que se han producido han sido provechosos tanto para los hombres como para las mujeres. En todo el mundo se han cometido injusticias con las mujeres y se las ha tratado con falta de equidad. Es muy positivo que a la mujer no se la discrimine en el lugar de empleo, ni en ninguna otra parte, por el simple hecho de ser mujer. Ya era hora de que hubiera una mayor conciencia de las necesidades, los intereses y las aptitudes de la mujer. La mujer es tan humana como el hombre en lo que respecta a tener aspiraciones y sentir la necesidad de que se la reconozca y aprecie por lo que es.
Pero, ¿han sido solo ventajas lo que ha producido el movimiento feminista? Hay quienes se preguntan si en algunos casos los esfuerzos no habrán sido demasiado extremados o habrán ido demasiado lejos. Las mismas mujeres se preguntan: ¿Qué precio hemos pagado por la liberación? ¿Es ese movimiento una fuerza tan enérgica como lo fue en su día? ¿Y qué le espera en el futuro? El siguiente artículo analizará estas preguntas.
[Comentario en la página 4]
En todo el mundo se han cometido injusticias con las mujeres y se las ha tratado con falta de equidad. Es muy positivo que a la mujer no se la discrimine. Pero, ¿han sido solo ventajas lo que ha producido el movimiento feminista?