¿Rige en su vida la astrología?
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en La India
“Guía diaria para septiembre de 1981”
“1. Mart. Bueno para que los pacientes se den el primer baño después de recuperarse de alguna enfermedad.
“2. Miérc. Bueno para probar instrumentos.
“3. Juev. Bueno para comprar vacas y perros, para arar el huerto, para conducir vehículos nuevos, para tomar medicinas, para estrenar ropa, para nombrar miembros de personal, para cavar pozos.”
ASÍ empieza su guía astral de cada mes cierta revista astrológica popular de la India.
Por todo el mundo hay mucha literatura popular que presenta tablas astrológicas que ofrecen a millones de lectores consejo y dirección para su vida diaria. ¡Y muchas personas realmente consultan las tablas con avidez! Pero, ¿es verdaderamente cierto que los planetas y los astros ejercen influencia sobre la vida de la gente?
Las características y el origen de la astrología
La astrología ha llegado a nuestro adelantado siglo veinte desde un oscuro y distante pasado caracterizado por la superstición. Ha provenido de una época en que los antiguos creían que los planetas eran dioses, y que estas deidades orbitales dominaban los asuntos diarios y las decisiones de las masas. En aquellos días se acostumbraba consultar las constelaciones al tiempo de los nacimientos, los casamientos y en toda ocasión de angustia o triunfo familiar.
En la India, la mayoría abrumadora de los habitantes todavía cree que las estrellas y los planetas dominan su vida entera. Muchos creen que algunos planetas son masculinos, otros femeninos, y otros bisexuales.
Los astrólogos de la India dividen una zona de los cielos estrellados en los doce signos del zodíaco y asignan treinta grados a cada uno. Cada signo está dividido en dos partes iguales de quince grados, y así los cielos constan de veinticuatro divisiones. Cada división se llama una hora, palabra griega del mismo significado que la española. Los astrólogos dicen que estas horas son dominadas alternativamente por el Sol y la Luna, y que el cambio en el orden del control depende del signo del zodíaco, si éste es par o impar. Puesto que el Sol es varón, su influencia es masculina y cruel, y porque la Luna es hembra, su control es femenino y apacible.
Un astrólogo célebre de la India dijo recientemente: “Sin duda se aclama a Parasara como el padre de la astrología en la actual era inicua.” ¿Quién fue Parasara? Una autoridad dice: “Parasara. Nombre de un antiguo astrónomo indio, autor de la Parasaratantra. Se dice que recibió de la Luna instrucción acerca de la astronomía, y luego comunicó esa instrucción a los yavanas (griegos).”
¿Cree usted que la Luna puede comunicar instrucción a los humanos en la Tierra? O posiblemente usted crea que la astrología occidental es diferente. Note lo que dice la Encyclopaedia Britannica acerca del origen de la astrología occidental y la india:
“La astrología griega fue transmitida a la India en los siglos segundo y tercero A.D. mediante varias traducciones sánscritas. ... Por eso, no sorprende la semejanza que existe entre las técnicas de la astrología india y las de su equivalente helenística. ... Últimamente, sin embargo, en Occidente la astrología ha recobrado una gran cantidad de seguidores entre la gente en general, aunque no parece que se haya hecho esfuerzo alguno por restablecer una base teórica firme para ella. La astrología griega influyó tanto en la astrología india como en la occidental. Evidentemente los indios hicieron con el zodíaco griego lo que los romanos hicieron con el zodíaco babilónico. Una historia moderna dice lo siguiente sobre el origen del zodíaco:
“Los caldeos progresaron mucho en el estudio de la astronomía al esforzarse por descubrir el futuro en los astros. Llamamos ‘astrología’ a este arte. ... Por primera vez se trazó un mapa de los grupos estelares que actualmente llevan el nombre de ‘Doce signos del zodíaco,’ y los planetas Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno eran conocidos. ... Nos referimos a estos planetas por sus nombres romanos, pero los romanos habían adoptado los términos babilónicos y simplemente los habían traducido a sus equivalentes en Roma. Así, el planeta de Istar, la diosa del amor, llegó a ser Venus, y el del dios Marduc fue cambiado a Júpiter.”
Por eso, cuando a las tablas astrológicas que salen en las publicaciones populares se les respeta o considera de valor, ¿no equivale eso, en realidad, a respetar y estimar a los antiguos dioses de Babilonia? ¿Querría usted que dioses de la superstición rigieran su vida?
Otros pueblos de la antigüedad adoraban a las estrellas y contaban con ellas para dirección, pero no el pueblo de Dios, porque a éste Dios le mandó: “No caigas en la tentación de adorar y servir a lo que ves en el cielo... el sol, la luna y las estrellas.” A los babilonios se les censuró por el modo severo como trataron al pueblo de Jehová, y se les advirtió que no les serviría de nada el consejo que recibieran de sus astrólogos: “No tienes poder a pesar del consejo que recibes. Que se presenten tus astrólogos y te salven... los que estudian las estrellas, que trazan el mapa de las zonas de los cielos y que de mes en mes te dicen lo que te va a suceder. ¡Serán como briznas de paja, y un fuego los consumirá! Ni siquiera podrán salvarse a sí mismos.”—Deuteronomio 4:19; Isaías 47:13, 14, Today’s English Version. (Vea también la Versión Popular.)
El origen y propósito de los cuerpos celestes
En una descripción del origen y propósito de las estrellas y los planetas, la Biblia dice: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y pasó Dios a decir: ‘Llegue a haber lumbreras en la expansión de los cielos para hacer una división entre el día y la noche; y tienen que servir de señales y para estaciones y para días y años.’ Y procedió Dios a hacer las dos grandes lumbreras, la lumbrera mayor para dominar el día y la lumbrera menor para dominar la noche, y también las estrellas.”—Génesis 1:1, 14, 16.
Así se ve que el Sol es para dominar el día y la Luna es para dominar la noche, ¡pero ni un astro ni el otro es para dominar o regir a los humanos! Más bien, han de servir para el bien del hombre.