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¡Despertad! 1982
g82 8/12 págs. 12-15

El guía que tiene credenciales impresionantes

¿Hará usted de él su guía?

EL SOL que calienta nuestra Tierra es tan solo uno de los miles de millones de soles que hay en nuestra Vía Láctea. Nuestra Vía Láctea es solo una de los miles de millones de galaxias que hay en el universo. Todos estos billones de estrellas viajan en el espacio a gran velocidad, pero cada una se queda en su órbita asignada y cada una se atiene a un horario que es exacto hasta una fracción de segundo. ¿Pueden los hombres guiar las estrellas? No. Este es un hecho que Jehová Dios llamó a la atención de Job, al preguntar: “¿Puedes tú hacer salir la constelación Mazzarot a su tiempo fijo? Y en cuanto a la constelación Ash al lado de sus hijos, ¿puedes tú conducirlos?”—Job 38:32.

Hay aves que emigran miles de millas, volando día y noche, sin tener mapa ni compás, en un viaje que nunca habían hecho, y, sin embargo, llegan a su destino a salvo y a tiempo. ¿Puede el hombre guiar a las aves para que realicen sus vuelos migratorios? No. De nuevo, Dios preguntó a Job: “¿Se debe al entendimiento tuyo que el halcón se remonte, que extienda sus alas al viento del sur?”—Job 39:26.

Jehová guía las estrellas mediante sus leyes de movimiento y gravitación. El hombre no puede guiarlas. Jehová guía a las aves migratorias por medio de darles sabiduría instintiva. (Proverbios 30:24) El hombre no puede guiarlas. El hombre ni siquiera puede guiarse a sí mismo. Una mirada a la condición de los asuntos de este mundo prueba eso. “No le pertenece al hombre que está andando,” dijo el profeta Jeremías, “siquiera dirigir su paso.” (Jeremías 10:23) Las estrellas obedecen las leyes de Dios. Las aves migratorias siguen Su guía. Pero la gente no acepta la guía que él provee mediante Sus preceptos. Como la Palabra de Dios dice: “Hasta la cigüeña, en el cielo, conoce sus estaciones; la tórtola, la golondrina y la grulla tienen en cuenta el tiempo de sus migraciones. ¡Pero mi pueblo no conoce el derecho del Señor!”—Jeremías 8:7, Levoratti-Trusso.

Dios, que puede guiar las estrellas por la ley natural y a las aves por instinto, tiene credenciales impresionantes como guía del hombre mediante Su Palabra. Como dice el salmista inspirado: “Tu palabra es una lámpara para mi pie, y una luz para mi vereda.”—Salmo 119:105.

La Biblia sirve de guía sana en asuntos matrimoniales. Ordena que haya limpieza moral: “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea sin contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros.” (Hebreos 13:4) La relación entre los casados ha de ser amorosa y respetable: “Que cada uno de ustedes individualmente ame a su esposa así como se ama a sí mismo; por otra parte, la esposa le debe tener profundo respeto a su esposo.” (Efesios 5:33) Aquí se hace referencia a la clase de amor que se define en 1 Corintios 13:4-8: “El amor es sufrido y bondadoso. El amor no es celoso, no se vanagloria, no se hincha, no se porta indecentemente, no busca sus propios intereses, no se siente provocado. No lleva cuenta del daño. No se regocija por la injusticia, sino que se regocija con la verdad. Todas las cosas las soporta, todas las cree, todas las espera, todas las aguanta. El amor nunca falla.” Tampoco fallará o fracasará un matrimonio que tenga como fundamento esta clase de amor.

La Biblia suministra guía sana en cuanto a asuntos de familia. “Hijos sean obedientes a sus padres en unión con el Señor, porque esto es justo. ... Y ustedes, padres, no estén irritando a sus hijos, sino sigan criándolos en la disciplina y regulación mental de Jehová.” (Efesios 6:1-4) Recomienda que se mantengan abiertas en todo momento las líneas de comunicación entre padre e hijo, especialmente al dar instrucción en cuanto a devoción piadosa: “Tienes que inculcarlas en tu hijo y hablar de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino y cuando te acuestes y cuando te levantes.”—Deuteronomio 6:7.

La Biblia es una guía para los que ejercen gobernación sobre otros. Por ejemplo, el rey de Israel había de tener una copia de la ley de Dios, y ‘ésta tenía que continuar con él, y él tenía que leer en ella todos los días de su vida, a fin de que aprendiera a temer a Jehová su Dios para guardar todas las palabras de esta ley y estas disposiciones reglamentarias por medio de ponerlas por obra; para que no se elevara su corazón sobre sus hermanos y para que no se desviara del mandamiento a la derecha ni a la izquierda.’ No había privilegios especiales para los gobernantes. Tampoco sobornos: “No debes ser parcial ni aceptar soborno, porque el soborno ciega los ojos de los sabios y tuerce las palabras de los justos. La justicia... la justicia debes seguir.” (Deuteronomio 17:19, 20; 16:19, 20) La condición de los gobernados es reflejo de las cualidades de los gobernantes. “Cuando gobiernan los justos, el pueblo se alegra; cuando domina un malvado, el pueblo gime.”—Proverbios 29:2, LT.

Hay muchos otros campos en los que la Biblia ofrece guía. Suministra guía tocante al comer, no tanto sobre lo que comemos como sobre cuánto comemos, pues prohíbe la glotonería. Aconseja tocante al beber, no tanto sobre lo que bebemos como sobre la cantidad que bebemos, puesto que prohíbe la borrachera. La Biblia contribuye a que haya menos riñas, pues aconseja que una respuesta suave aparta la furia. Pondría coto a muchas cosas malas en sus mismísimos comienzos puesto que nos dice que no devolvamos mal por mal, sino que venzamos el mal con el bien. Prohíbe la actividad de ese gran perturbador de las relaciones humanas, el chismoso y soplón. El aplicar el consejo que la Biblia da eliminaría las distinciones de clase y el prejuicio racial que ahora deshonra a la humanidad, puesto que dice que todos descendemos de un solo hombre, que con Dios no hay parcialidad, y que en su reino “no hay ni judío ni griego, no hay ni esclavo ni libre, no hay ni macho ni hembra; porque todos ustedes son una persona en unión con Cristo Jesús.”—Gálatas 3:28; Proverbios 15:1; 23:21; Romanos 12:17, 21; 1 Timoteo 5:13; Santiago 2:4; Hechos 10:34; 17:⁠26.

Cristo Jesús resumió de manera sencilla los principios guiadores de la Palabra de Dios: “’Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente.’ Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo, semejante a él, es éste: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.’” Y en el Sermón del Monte Jesús dio lo que ha llegado a conocerse como la regla áurea: “Por lo tanto, todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos; esto, de hecho, es lo que significan la Ley y los Profetas.”—Mateo 22:37-39; 7:12.

¿Son estos principios pautas prácticas? Está claro que el seguir un derrotero opuesto a ellos no ha resultado práctico. Es cierto que los humanos, quienes son imperfectos, no siempre pueden aplicar perfectamente estas pautas divinas, pero mediante un esfuerzo sincero se pudiera eliminar el grueso de los problemas de la humanidad. Eso es lo que ha sucedido en el caso de muchas personas hoy, tal como sucedió en el caso de los cristianos primitivos: “Ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos contranaturales, ni hombres que se acuestan con hombres, ni ladrones, ni avarientos, ni borrachos, ni injuriadores, ni los que practican extorsión heredarán el reino de Dios. Y sin embargo eso es lo que algunos de ustedes eran. Mas ustedes han sido lavados.” (1 Corintios 6:9-11) Entonces, en la nueva tierra paradisíaca bajo el reino de Dios, todos los que vivan alcanzarán la perfección en lo que toca a aplicar estas pautas divinas.

Ese reino será un gobierno procedente de Dios, por Dios, y para los adoradores de Dios, y no perecerá de la faz de la Tierra, sino que continuará por tanto tiempo como brille el Sol y resultará en abundancia de paz por tanto tiempo como dure la Luna. El Rey, Cristo Jesús, habrá juzgado previamente entre muchas personas y habrá reprendido a naciones fuertes, y las espadas habrán sido batidas en rejas de arado y las lanzas en podaderas, y naciones no levantarán más espada contra nación, ni aprenderán más la guerra. Este reino será un reino eterno, y su dominio durará por todas las generaciones. Entonces, él abrirá la mano y satisfará el deseo de toda cosa viviente, porque entonces toda cosa que viva y respire alabará a Jehová Dios el Creador. Él hará que haya buena salud y curación para la gente, y les limpiará toda lágrima de los ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Nada causará daño ni destrucción en todo aquel nuevo orden lleno de bendiciones, porque las cosas anteriores del actual viejo mundo habrán pasado y se habrán olvidado, pues para entonces Jehová habrá hecho nuevas todas las cosas.—Salmo 72:7; 145:13; 150:6; Isaías 2:4; 11:6-9; Revelación 21:3-5.

A fin de alcanzar vida eterna en ese paraíso terrestre que Dios hará, ¿quiere usted ser guiado con la misma seguridad que las estrellas en sus órbitas? Entonces haga del guía de ellas el guía de usted. ¿Quisiera ser guiado de manera tan segura como son guiadas las aves en sus vuelos migratorios? Eso es posible. Haga del guía de ellas el guía de usted. ¿Quisiera usted recibir guía al hacer sus preparaciones para pasar a través del simbólico invierno de Armagedón de modo tan seguro como la reciben aves, animales e insectos en las preparaciones que ellos hacen para pasar inviernos literales? Es sencillo. Haga del guía de ellos el guía de usted. El guía que ellos tienen goza de credenciales impresionantes, de éxitos asombrosos. Cuéntese entre estos éxitos. Procure la guía de Jehová Dios y de su Palabra, la Biblia, durante estos últimos días revueltos de este viejo sistema de cosas.

[Comentario en la página 14]

Billones de estrellas viajan en el espacio a gran velocidad, cada una en su propia órbita, y se atienen a un horario que es exacto hasta una fracción de segundo. ¿Pueden los hombres guiarlas? No

[Comentario en la página 14]

El hombre ni siquiera puede guiarse a sí mismo. Una mirada a la condición de los asuntos de este mundo prueba eso

[Comentario en la página 15]

¿Quisiera tener la guía para alcanzar vida eterna en un paraíso terrestre del mismo modo como son guiadas las estrellas en sus órbitas y las aves cuando emigran? Entonces haga del guía de ellas el guía de usted

[Ilustración en la página 13]

Hay aves que emigran miles de millas, volando día y noche, sin tener mapa ni compás, y, sin embargo, llegan a su destino. ¿Pueden los hombres guiarlas? No

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