Comience a enseñar a su bebé a leer
El escritor de este artículo es un maestro profesional que tiene muchos años de experiencia tanto en escuelas públicas como en instrucción privada.
MIENTRAS su vista recorre estas palabras, usted está manifestando una habilidad que es la mismísima base de la educación: está leyendo. Mediante el uso de esta habilidad fundamental, la de sacar ideas de la página impresa, usted puede enterarse de lo que sucedió en el pasado lejano, lo que sucede en la actualidad y, como si estuviera leyendo los planos de alguna construcción posible, de lo que sucederá en el futuro. Pregúntese: “¿Qué sería la vida para mí si nunca hubiese aprendido a leer?”.
No obstante, ciertas investigaciones revelan que muchísimos estudiantes de escuela secundaria y de universidad no saben leer al nivel que les es esencial para que efectúen con éxito sus tareas académicas. Es lógico, entonces, que el dominio de una aptitud tan esencial en la vida deba procurarse con la mayor prontitud. Por lo tanto, para usted debería ser de importancia primordial enseñar a sus hijos a leer.
Muchos padres opinan, erróneamente, que la educación de los hijos empieza cuando éstos ingresan en el jardín de la infancia o en el primer grado de escuela elemental. El hecho es que el cerebro del niño, parecido a un ordenador o computadora, comienza a funcionar desde el momento del nacimiento, y simplemente está esperando que se le alimente con información que pueda almacenar y usar en el futuro. De modo que empiece a “programarlo” desde el nacimiento. Descarte la idea errónea de que solo un diplomado puede enseñar a otra persona a leer. Investigaciones extensas han mostrado que el grado de éxito que el niño alcanza en logros como los de aprender a hablar y leer está, “según se cree, estrechamente relacionado con la clase de interacción que exista entre los padres y el niño durante la tierna infancia de éste, el grado de interés que los padres le muestren, y el que ellos puedan animarlo a explorar por sí mismo en su ambiente”. (New York Times, 10 de enero de 1982, sección educativa, página 6.)
Por lo tanto, los padres tienen que reconocer el papel que desempeñan en ayudar al pequeñuelo a dominar la lectura, lo cual le ayudará a evitar muchos problemas que en años posteriores pudieran causarle frustración en la escuela. Si los padres empiezan con métodos sencillos y hacen de éstos parte rutinaria de la vida del pequeñuelo, éste irá aprendiendo a dominar las aptitudes que lo equiparán para leer antes de su ingreso en la escuela.
Por eso, lo ideal es empezar con la mayor prontitud. Empiece desde el nacimiento; hable constantemente con su bebé. Recuerde que él está tratando de aprender un “idioma extranjero” y necesita toda la ayuda que usted pueda darle. Tanto sus expresiones verbales de cariño como toda clase de comunicación vocal no solo darán al bebé seguridad de que usted lo ama, sino que también servirán para exponerle constantemente al idioma extranjero que con tanto empeño él está tratando de aprender.
Al principio, el proceso de aprender se efectúa principalmente mediante sonidos orales. A medida que el bebé adquiere conciencia de lo que le rodea, las ayudas visuales desempeñan un papel importante en comunicarle enseñanza. Los juguetes que usted selecciona para él contribuyen al éxito del proceso, puesto que el bebé se mantiene interesado por más tiempo si se le está entreteniendo. Durante los primeros meses, los objetos de vivos colores captan su atención. La forma del juguete le importa poco, sea forma de animal o de una letra del abecedario. Puesto que lo importante para él es que se le esté entreteniendo, ¿por qué no familiarizarlo desde temprano con los instrumentos que necesitará para aprender a leer, a la vez que se le entretiene?
Empiece con una o dos letras del abecedario, pintadas en colores vivos. Estas pueden conseguirse en muchas tiendas que las venden como juguetes que ayudan en la dentición. Úselas como usaría cualquier otro juguete, pero destáquelas un poquito más mediante referirse a ellas por nombre. A medida que el niñito crezca, añada más letras.
Para cuando la criatura esté dando los primeros pasos, podrá identificar muchas letras, aunque tal vez todavía no pueda hablar. Sus sentidos han estado expuestos a ellas por un año. Las ha visto, muchas veces ha oído a usted llamarlas por nombre, ha jugado con ellas y las ha mascado. Pronto el niño estará listo para empezar a utilizar estos instrumentos que para este tiempo han llegado a ser juguetes bien conocidos.
Una vez que el niño conozca todas las letras del abecedario, el paso siguiente consiste en presentárselas en el orden en que aparecen impresas en su idioma. Puesto que el español se lee de izquierda a derecha, será necesario orientar al niño en ese sentido. Al leerle algo, esté consciente de esto e indique las palabras con el dedo a medida que usted va leyendo, de modo que los ojos del niño vayan siguiendo el movimiento de izquierda a derecha. Cuando el niño pueda hablar, ponga ante él una serie de letras y haga que él las identifique por sus respectivos nombres, empezando con las que están a la izquierda y yendo hacia las que están a la derecha. Muéstrele ilustraciones de objetos que estén moviéndose hacia la derecha de la página. Las láminas deben mostrar sencilla y claramente la acción... un perro que está caminando hacia su comida, que, en la página, está a la derecha; un muchacho que está preparándose para patear una pelota de fútbol y lanzarla hacia la derecha.
Después que el niño domine el reconocer todas las letras y mover la vista de izquierda a derecha, empiece a construir palabras que le sean conocidas. Es bueno empezar con el nombre del niño. Usted tal vez pueda usar una ilustración que muestre a un niño que esté llamando a su amiguito para que éste salga a jugar con él. Lo que se representa en la lámina es obvio. El niño que está afuera tiene las manos acopadas alrededor de la boca y está mirando hacia la casa, de modo que hasta un pequeñuelo puede entender que está llamando a alguien. Tal vez usted pueda decir a su hijo que, como no podemos oír lo que él está diciendo, es necesario usar letras para saber los sonidos que el niño está emitiendo.
Diga: “Estas son las letras que usaríamos si él estuviera llamándote por tu nombre”. Entonces deletree el nombre de su hijo y háblele acerca de éste. Utilice esa palabra solamente, hasta que él pueda asociar con su propio nombre esa combinación particular de letras y pueda reconocerla al verla. ¡Tenga paciencia! Permita que el niño progrese a su propio paso. Convierta este ejercicio en juego y recuerde siempre encomiarlo por sus esfuerzos. En esta etapa usted simplemente está tratando de inculcar en el niño la idea de que las letras impresas equivalen a sonidos hablados (letras = sonidos).
Cuando el niño pueda reconocer su propio nombre al verlo, entonces gradualmente añada otras palabras. Por ejemplo: En una tarjeta escriba en grandes letras mayúsculas de molde la palabra SILLA. Coloque la tarjeta sobre una silla y explique: “Estas letras nos dan el sonido: SILLA”. Hable acerca de las letras que forman la palabra y permita que el niño identifique cada letra por su respectivo nombre, procediendo desde la izquierda hacia la derecha. Deje la tarjeta sobre la silla por varios días. Poco a poco siga poniendo tarjetas identificadoras sobre objetos conocidos.
Tenga presente que el niño no lee aún, sino que simplemente está aprendiendo que las letras impresas representan sonidos que han de usarse al hablar. Después de haberle mostrado varias palabras, a manera de juego, vea cuántas tarjetas él puede colocar junto a los objetos correspondientes. Cuando él logre eso, habrá dominado...
Los primeros tres pasos:
1. Reconocer cada letra del abecedario e identificarla por nombre.
2. Identificar las letras por nombre de izquierda a derecha.
3. Comprender que las letras impresas representan sonidos del habla.
Ahora el niño está listo para aprender lo que son las letras minúsculas. En muchos abecedarios esto se ilustra mediante animales adultos y sus crías, un método útil. Puede mencionarse también que un librito sencillo sobre cómo escribir en letras de molde puede ayudar a los padres a escribir las letras tal como el niño las habrá de ver escritas en la escuela. En esta etapa, no trate de enseñar al niño a escribir las letras. Recuerde que la meta de usted es enseñarle a leer. No lo cargue a la misma vez con una tarea que es aún más difícil. El, naturalmente, empezará a tratar de escribir, tal como ve que usted lo hace, y quizás de vez en cuando necesite que usted lo guíe un poco, pero no concentre usted los esfuerzos suyos en hacer que él escriba. Eso se hará después.
“Mi libro de historias bíblicas”
No puede fijarse ningún límite de edad para los pasos que se acaban de presentar, pero lo que se logre dependerá de la cantidad de tiempo y esfuerzo que se les dedique. Es de suponer que para este punto en el tiempo el niño haya sido expuesto a muchos materiales educativos, haya escuchado mucha lectura, tenga sus propios libros ilustrados, y esté familiarizado con muchas rimas infantiles. Además, muchos padres han hallado inestimablemente valiosa la publicación Mi libro de historias bíblicasa, que contiene muchas láminas. Todo esto es muy útil a medida que el pequeñuelo comienza a dominar lo que dice la página impresa.
Su primera lección consiste en palabras que rimen. Repase rimas infantiles que el niño sepa y permítale suplir las palabras que rimen. Por ejemplo:
Los pollitos dicen: pío, pío, pío
cuando tienen hambre, cuando tienen ———.
Cinco pollitos tiene mi tía:
uno que canta, otro que ——— .
Ayude al niño a comprender que las palabras que riman son palabras cuyas terminaciones tienen sonido similar, pero que empiezan con sonido diferente. Haga un juego con él por medio de darle una palabra y dejar que él trate de suplir otra que rime, como: GATA—LATA. Tal vez sea necesario que usted le dé varios ejemplos antes que él comprenda el sistema de la rima. Escriba en una tarjeta, en letras de molde, la palabra GANA y deje que el niño identifique cada letra por su respectivo nombre. Dígale: “Hemos nombrado las letras, ahora hay que leer la palabra. La palabra es GANA. Ahora léemela tú... GANA”.
Cuando el niño comprenda que la combinación de letras resulta en el sonido GANA, escriba en la tarjeta, en letras de molde, otra palabra que rime con ésa —LANA— y siga el mismo procedimiento. Indique que todas las letras, a excepción de la primera, son similares en apariencia y sonido. Ayúdele a ver la diferencia entre las dos palabras. Use frecuentemente el término LEE. “Lee esta palabra” (señale a la palabra GANA). “Ahora lee esta palabra” (señale a la palabra LANA). “Ahora voy a leer una palabra y tú vas a señalar cuál leí.” Estas lecciones no deben ser muy largas, puesto que exigen un gran esfuerzo intelectual por parte del pequeñuelo. No obstante, ahora que él piensa en términos de leer, continúe el programa a diario, si es posible.
En la segunda lección repase las dos palabras, GANA y LANA, y añada otras dos que tengan la misma terminación (rana, nana, sana, etc.) No añada nuevas palabras sino hasta cuando él pueda leer con facilidad cada palabra que ya se le ha enseñado. Esto requerirá varias sesiones, pero esta presentación básica es esencial para establecer un buen fundamento. La sencillez de este método le comunica eficacia. El niño está familiarizado con la rima, y tiene que fijarse solamente en la consonante inicial para efectuar el cambio de sonido. Al referirse a estas palabras, llámelas palabras “ANA”, y use únicamente palabras que por su sonido pertenezcan a este grupo, hasta que él pueda leer cualquier palabra que contenga la terminación “ANA”, ya sea que la palabra aparezca sola o en una oración. Por ejemplo: LA RANA SANA. ANA GANA LANA. No extienda la lección más allá de cuanto dure el interés del niño. Si la lección se le hace pesada, el niño pronto pierde el interés en aprender a leer.
Cuando el niño haya dominado por completo las palabras “ANA”, pase a palabras de cuatro letras que contengan la terminación “ATA” (gata, rata, pata, etc.). Siga el mismo procedimiento que siguió con el otro grupo de palabras, pero repase constantemente las del grupo “ANA”. Al presentar nuevos sonidos, presente los dos grupos en pares:
GATA RATA LATA NATA
GANA RANA LANA NANA
Haga que el niño lea el grupo de palabras de izquierda a derecha buscando las palabras que terminan con el mismo sonido, y que lea las palabras de arriba abajo buscando las que empiezan con el mismo sonido. Después, forme oraciones breves con palabras de ambos grupos. Haga que el niño identifique palabras que sean de uno u otro de los dos grupos.
LA NANA DA NATA A LA GATA.
Al principio, el niño leerá cada palabra para oír el sonido, sin prestar atención a la idea que las palabras presentan. Haga que él las lea varias veces y entonces pregúntele:
“¿Qué dice esta oración?”
“¿Crees que a la gata le guste la nata?”
“¿Crees que la nana quiera a la gata?”
Esto ayuda al niño a darse cuenta de que las palabras impresas comunican ideas y que el aprender a leer puede ser agradable. Recuerde siempre encomiarle por sus esfuerzos, sin importar hasta qué grado haya progresado.
Sería útil tener un cuaderno grande y poner en páginas separadas los diferentes grupos de palabras que se caracterizan por sonidos similares. Esto también es útil al repasar el material. He aquí un ejemplo de las páginas 1 y 2:
ANA
gana rana lana nana sana
la gana la rana la lana la nana
Da la lana. La nana sana. La rana gana.
La nana da la lana.
¿Sana la nana a la rana?
Da la lana a la nana.
ATA
gata rata lata nata bata pata
la gata la rata la lata la nata
bata la nata da la pata
da la lata a la gata.
(Ponga juntos sonidos ATA y ANA)
gata rata lata nata
gana rana lana nana
la nana ata a la gata.
la gata gana a la rana.
da la bata a la nana.
Continúe considerando varias páginas en que haya palabras que tengan la vocal A en combinación con diferentes consonantes, antes de pasar a la vocal E (me, ve, de, te, se; o sed, red, etc.). Puesto que el programa de lectura se empieza con la vocal A, es necesario pasar mucho más tiempo con palabras que contienen esta vocal, ya que en el comienzo todo el concepto de la lectura es nuevo para el niño. Sin embargo, al pasar usted a la vocal E hallará que al niño se le hace más fácil dominar la lectura y no habrá que dedicarle tanto tiempo, por lo cual usted podrá continuar rápidamente el programa pasando a las demás vocales: I, O, U. Tal vez pueda empezar a construir palabras de cuatro o más letras, usando las palabras de dos o tres letras que el niño haya aprendido (mete, vete, déte; o sedes, redes).
Al llegar a esta etapa, usted se alegrará al ver que su hijo lee palabras de otras fuentes. Para este tiempo él debería poder leerle a usted, tal vez con un poco de ayuda, algunos de los cuentos sencillos que usted en un tiempo le leía a él.
Aunque los pormenores de este programa de enseñanza se han abreviado aquí debido al espacio, este método ha resultado muy provechoso en el caso de muchos pequeñuelos. Muchos han podido leer material muy difícil, hasta textos bíblicos, a la edad de cuatro años.
En poco tiempo usted y su hijo verán la recompensa por todos sus esfuerzos. ¡Qué emocionante le será oír a su propio hijo leer! ¡Qué gozo verlo entretenido con un libro, más bien que verlo siempre frente a la televisión! Pero espere que llegue el día en que ustedes den un largo viaje y él esté acurrucado en el asiento de atrás del vehículo leyendo un libro. Cuando él no diga: “¿Falta mucho para llegar?”, sino que, más bien, diga: “¿Ya llegamos?”, entonces usted sabrá que realmente habrá “llegado” a la meta que se fijó.
[Nota a pie de página]
a Puede obtenerlo de los publicadores de esta revista.