El diseño en la naturaleza... ¿de qué es prueba?
A TODOS nos maravillan las cosas bien diseñadas. Tal vez se trate de una habitación decorada con gusto, una flor o un computador u ordenador. El buen diseño atrae.
Con relación al diseño, un argumento que se usa a menudo para probar la existencia de Dios es que el diseño indica la existencia de un Diseñador. Y muchas personas opinan que los descubrimientos científicos de hoy día han fortalecido este argumento. ¿Por qué? Porque nos ayudan a comprender cuán complejo es el mundo natural, y la ingeniosidad que refleja.
Considere lo que se ha descubierto en el mundo de una sola célula viva. Hace un siglo se consideraba que la célula era una masa protoplásmica envuelta en una membrana sencilla. Hoy sabemos que esta membrana exterior misma es una maravilla, puesto que regula los materiales que entran en la célula y los que son expulsados de ella. Y dentro de la célula hay un asombroso arreglo de materias que obran en reciprocidad. Hay proteínas, enzimas, el DNA con el plano maestro de construcción, y una gran cantidad de otras materias extremadamente complejas.
El patrón
Sea que examinemos detenidamente el pequeñísimo mundo de los átomos y las células, o el inmenso universo con sus miles de millones de estrellas y galaxias, podemos ver un patrón preciso. Observamos orden, inteligencia... ¡sí, diseño!
Siempre que vemos diseño en algún aspecto de la vida diaria, no titubeamos en atribuirlo a seres humanos inteligentes. Cuando vemos una casa, reconocemos que la construyó un edificador inteligente. Reconocemos que el reloj de pulsera que quizás llevemos puesto es la obra de un relojero. Cuando vemos un fotocalco de planos sobre una mesa, sabemos que un delineante los trazó. Cuando miramos pinturas en una galería de arte, sabemos que alguien tiene que haberlas pintado. Pues hasta en el caso de una mesa, una silla, un cepillo de dientes o un lápiz, hay seres humanos que los diseñan y fabrican. Por eso, ¿qué pensaría usted si preguntara a alguien: ‘¿Quién hizo todas estas cosas?’, y esa persona le contestara: ‘Nadie, pues llegaron a existir por sí mismas’? Sin embargo, estas cosas son relativamente simples en cuanto a diseño y función al compararlas con los átomos, las células vivas, las plantas, los animales, los seres humanos y el universo. Si las cosas relativamente simples tienen que haber tenido un diseñador y hacedor, ¿es razonable concluir que las cosas que son mucho más complejas no lo hayan tenido?
En cada nivel de observación respecto a estas cosas, muchas personas se sienten impelidas a concordar con el apóstol Pablo, quien dijo sobre Dios: “Sus cualidades invisibles se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por medio de las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad, de modo que son inexcusables”. (Romanos 1:20.)
Sin embargo, algunos preguntan: Si este argumento es tan lógico, ¿por qué hay tantas personas que dudan de la existencia de un Diseñador, Dios?
[Ilustración en la página 3]
Tanto en el pequeño mundo de los átomos como en el inmenso universo vemos diseños parecidos