De nuestros lectores
Diseño en la naturaleza
Sus artículos sobre el diseño (8 de abril de 1983) son pura basura. Si un diseñador diseñó la naturaleza, ¿quién diseñó al diseñador? Si Dios se creó a sí mismo, ¿qué impide que la naturaleza se haya creado a sí misma? Si Dios es eterno, ¿por qué no puede ser igualmente eterna la naturaleza?
N. B., Escocia
Hay una abrumadora cantidad de pruebas de que existe diseño en la naturaleza. El hombre sabe por experiencia que no existe diseño si no hay inteligencia que cumpla algún fin determinado. El Creador, que diseñó todas las cosas, ha existido por toda la eternidad, y la creación muestra Sus cualidades (Salmo 90:2; Romanos 1:20). La desintegración progresiva de los materiales radiactivos prueba que la materia que existe tuvo principio.—La dirección.
Su artículo “El diseño en la naturaleza” me ha confundido profundamente. Sin duda, cuando el Dios Todopoderoso anunció que ‘a toda bestia salvaje de la tierra he dado toda la vegetación verde para alimento’, él quiso decir que había suministrado la vegetación verde como el fundamento de la secuencia alimentaria.
R. B., Inglaterra
He hallado que su artículo es convincente en lo que toca al principio de que el diseño requiere un diseñador. Pero en la página 11 ustedes hacen la declaración de que varios rasgos que ciertos animales emplean para tullir y matar evolucionaron al adaptarse a la nueva situación en Edén. ¿Pudiera decirse lo mismo del veneno que utilizan algunas culebras y arañas para matar su presa? ¿Qué hay de otros instrumentos ingeniosos de varios tipos de animales de rapiña? ¿Cómo llegaron a existir sino mediante la creación?
D. K., Alemania
No afirmamos que ciertos rasgos evolucionaron mediante la adaptación, sino que a los rasgos existentes se les dio un uso diferente del que originalmente se había pensado. No creemos que con observar el presente sea posible establecer con seguridad cómo eran las cosas en el pasado distante. Las circunstancias han cambiado. Pero sí tenemos una declaración clara del pasado, a saber, Génesis 1:29, 30: “Y pasó Dios a decir: ‘Miren que les he dado toda vegetación que da semilla que está sobre la superficie de toda la tierra y todo árbol en el cual hay fruto de árbol que da semilla. Que les sirva a ustedes de alimento. Y a toda bestia salvaje de la tierra y a toda criatura volátil de los cielos y a todo lo que se mueve sobre la tierra en que hay vida como alma les he dado toda la vegetación verde para alimento’”. Esto no significa que la vegetación era meramente el elemento fundamental del suministro de alimento mediante una secuencia de vida animal. Es patente que ése no fue el caso con los humanos, porque más tarde, cuando iban a comenzar a alimentarse en parte de carne animal, se les tuvo que hacer una concesión especial (Génesis 9:3). Además, durante el Diluvio de los días de Noé, ocho humanos y un sinnúmero de ‘criaturas volátiles y todos los animales movientes del suelo’ se vieron obligados a alimentarse exclusivamente de vegetación por más de un año (Génesis 6:17-21). Y el hecho de que en Isaías 11:6-9 y Isa 65:25 se declare específicamente que los que anteriormente eran animales de rapiña estarán en paz con otros animales, y que el león comerá paja tal como el toro, parecería confirmar que a los animales y los humanos se les creó para ingerir vegetación.
En relación con los muchos animales de rapiña que están adaptados a la caza y la matanza, ¿qué podemos decir de los humanos? Éstos han mostrado una aptitud extremadamente eficiente para atacar y matar a su semejante. ¿Demuestra eso que a los humanos se les haya diseñado así desde el principio? Cierto es que no podemos contestar todas las preguntas que surgen con relación a este asunto según lo que podemos observar hoy día, y el registro de la Biblia es bastante breve. Sin embargo, creemos que el hombre y los animales fueron diseñados originalmente para vivir en paz unos con otros y para obtener su alimento de la vegetación. Ese propósito original será restaurado durante el Reino Mesiánico. Habrá que esperar para ver cómo se cumplirán esas profecías.—La dirección.