Los jóvenes preguntan...
¿Cómo puedo lograr que mis padres me comprendan?
“PODÍA darme cuenta de que estábamos haciéndonos desdichados uno al otro”, reveló Vickie, de 17 años de edad. “Aunque estaba segura de que papá me amaba, sabía que nunca llegaría a comprenderme, y mamá, por su condición emocional, simplemente no podía hacer nada. Detestaba llegar a casa.” Vickie quería casarse... hacer cualquier cosa con tal de irse del hogar. “Mis padres no se daban cuenta de lo mucho que me esforzaba por hacer lo correcto. Se me hacía difícil tratar de comunicarme. No podía ir adonde quería ir ni ver a quienes quería ver. ¡Tenía que irme de casa!” Pero antes de hacerlo, habló con una amiga de mayor edad.
“Vickie, tan solo piensa en tus padres... carne de tu carne y sangre de tu sangre. Ellos te criaron”, dijo la perspicaz mujer de mayor edad. “Si no has podido mantener buenas relaciones con tus padres, ¿cómo podrás establecer buenas relaciones con alguien de tu propia edad que no te ha dedicado 17 años de amor? ¿Por qué no tratas de mejorar tu personalidad?” Esto hizo pensar a Vickie.
Si hubieras estado en el lugar de Vickie, ¿qué hubieras hecho? El proceder más fácil hubiera sido irse de la casa. Pero Vickie decidió seguir el proceder más difícil. Pensó: ‘Voy a poner todo mi empeño en hacer bien las cosas y en mejorar mi personalidad. Quizás entonces mamá y papá me comprendan mejor’. ¿Cómo han podido lograr Vickie y otros jóvenes que sus padres los comprendan?
Sé honrado con tus padres
Vickie llevaba, hasta cierto punto, una vida doble; contra la voluntad de sus padres, salía en secreto con un muchacho. Estaba segura de que sus padres sencillamente no comprenderían lo que ella sentía por su novio. Desde luego, el distanciamiento entre ella y sus padres aumentó.
Pero Vickie no es la única joven que ha desempeñado dos papeles. Sentimientos en conflicto o “deseos incidentales a la juventud” pudieran llenar el corazón del joven, de modo que se sienta atrapado entre tales emociones y lo que esperan de él sus padres (2 Timoteo 2:22). Por ejemplo, a la edad de 14 años, Ann comenzó a tener secretamente relaciones sexuales con muchachos que conocía en la escuela. Aunque se quejaba de que sus padres no eran comprensivos, admitió: “La vida que llevaba en la escuela era completamente diferente de la que llevaba en casa. Tenía una doble personalidad. En la escuela me dejaba llevar por los deseos de mi corazón y me comportaba como mis amigos, mientras que en casa aparentaba ser totalmente inocente”. A la edad de 15 años quedó embarazada.
“No me di cuenta de cuáles serían los resultados sino hasta que quedé embarazada. La vida de diversión y libertad que había llevado a espaldas de mis padres resultó en todo lo contrario”, explicó Ann. “Mientras hacía el papel de inocentona en casa, no le decía nada a mamá de lo que sentía por los muchachos, pues pensaba que ella no comprendería. Ahora que estoy criando un hijo ilegítimo, me doy cuenta de que ella sí comprendía. Yo era la que no podía ver lo equivocado que había estado mi corazón.” Ann comprendió —pero demasiado tarde— la verdad del proverbio bíblico (Pr 28:26): “El que está confiando en su propio corazón es estúpido, pero el que está andando con sabiduría es el que escapará”.
Por otro lado, Vickie hizo un examen honrado de sí misma. Pronto se dio cuenta de que sus padres estaban en lo correcto, y de que su propio corazón estaba equivocado. Comenzó a ‘andar con sabiduría’ y puso fin a la asociación con su novio, aunque se le hizo muy difícil. Éste fue el primer paso que dio para resolver el conflicto emocional que se había creado entre ella y sus padres. También pudo librarse de las consecuencias terribles que hubiera experimentado si hubiera cometido inmoralidad sexual.
Quizás tú también necesites ser honrado contigo mismo y con tus padres. El desempeñar dos papeles seguramente estorbará los esfuerzos de tus padres por comprenderte.
Aparta tiempo para hablar
“Los mejores momentos que haya podido pasar junto a mi padre”, dijo John acerca de un viaje que él y su padre hicieron a su cabaña de veraneo. “Nunca en la vida había pasado seis horas a solas con él. Seis horas de ida, y seis horas de vuelta. No teníamos radio en el automóvil. Realmente pudimos hablar. Fue como si nos hubiéramos descubierto uno al otro. ¡No lo conocía tan bien como creía! En aquel viaje trabamos amistad.”
¿Por qué no tienes por norma el sentarte regularmente con tu madre o con tu padre para tener una buena conversación? Ponlos al corriente de las actividades que llevas a cabo, y aprende de las experiencias de ellos. Pudiera parecerte difícil al principio. Eso le pasó a Vickie. “No tenía ninguna clase de afinidad con los mayores. Pero me propuse firmemente seguir los pasos a mis padres cuando se asociaban con otros adultos. Con el tiempo hice amistad con personas que tenían la edad de mis padres, y esto contribuyó a que tuviera un punto de vista más amplio. Se me hizo más fácil entablar conversaciones con mis padres. El ambiente en casa mejoró en gran manera.”
El asociarte con los que han adquirido sabiduría con el transcurso de los años evitará que adoptes un punto de vista estrecho y limitado en la vida, lo cual puede suceder si solo te asocias con jóvenes de tu edad. (Proverbios 13:20.)
Comunica tus sentimientos
“Voy a hablar con sinceridad y a decir francamente lo que pienso.” Esas palabras las dijo un joven que vivió hace más de 35 siglos... Eliú (Job 33:3, Versión Popular). Él habló ‘con sinceridad’ a Job, hombre de mayor edad. ¿Es así como hablas a tus padres? Esto puede ser extremadamente difícil.
Por ejemplo, Gregory, cuando era adolescente, creía que su madre era totalmente irrazonable. Su manera de manejar el candente conflicto era por medio de quedarse fuera de la casa tanto tiempo como podía. Pero finalmente la situación se hizo crítica. Así que pidió ayuda a los ancianos de la congregación en el Salón del Reino de los testigos de Jehová al que asistían él y su familia. Ellos lo instaron bondadosamente a conversar más a menudo con su madre, a hablar ‘con sinceridad’. (Santiago 5:14.)
“Por primera vez en la vida empecé a decirle a mamá lo que sentía”, dijo Gregory. “Le dije por qué quería hacer ciertas cosas y sencillamente no di por sentado que ella sabía las razones. A menudo le abría mi corazón y le explicaba que no estaba tratando de hacer nada malo, y que me sentía mal porque ella me trataba como si fuera un niñito. Entonces ella empezó a comprender y, poco a poco, las cosas mejoraron muchísimo.”
Gregory fue sincero. No estaba viviendo una vida doble ni trataba de engañar a su madre para salirse con la suya. No, verdaderamente le ‘dio su corazón’, y la reacción de ella fue desplegar mayor comprensión. Aunque parezca doloroso revelar a tu madre o a tu padre que eres vulnerable o que tienes ciertos problemas delicados, el hacerlo puede ser un paso gigantesco respecto a lograr que tus padres te comprendan. (Proverbios 23:26.)
¿Qué hay si no estás de acuerdo con algo?
Cuando tus padres y tú no estén completamente de acuerdo en algo, recuerda: habla, no pelees. “Todo su espíritu [impulsos] es lo que el estúpido deja salir, pero el que es sabio lo mantiene calmado hasta lo último” (Proverbios 29:11). El levantar la voz, ‘dejar salir todo tu espíritu’, no es la manera de conseguir que otros sean más comprensivos.
Demuestra que eres sabio, no estúpido, y considera calmadamente los méritos razonables de tu punto de vista. Limítate a considerar el punto en cuestión, más bien que argumentar: “¡Todos los demás lo hacen!”.
Pero tienes que enfrentarte al hecho de que a veces tus padres van a decir: No. Esto no quiere decir que ellos no te comprenden. Puede que vean que vas por mal camino o que estás desarrollando una tendencia mala, y desean protegerte. “Mi madre es estricta conmigo. Ella tiene experiencia”, reveló una joven de 16 años de edad. “Me molesta que me diga que no puedo hacer algo o que llegue a casa a cierta hora. Pero en el fondo, ella realmente se preocupa por mí.” Entonces, después de reflexionar sobre sus amistades, la joven siguió diciendo: “Ellos solamente vagan por las calles, hacen lo que quieren, y sus respectivas madres no se preocupan en realidad. Pero mi madre [...] ella cuida de mí”.
Esta muchacha fue una de las 920 jóvenes, entre las edades de 12 a 18 años, a quienes se entrevistó como parte de un estudio extenso que la Dra. Gisela Konopka, de la Universidad de Minnesota, llevó a cabo por todos los Estados Unidos, Alaska y Puerto Rico. En su libro Young Girls—A Portrait of Adolescence (1976) ella concluyó: “La mayoría de las muchachas no se resentían porque los padres fueran estrictos, sino por el hecho de que se las ‘humillara’, que se las tratara como si fueran niñitas. El que los padres fueran estrictos, en sí mismo, si se combinaba con el respeto, era algo que ellas agradecían”.
Sí, agradecimiento. Esto es lo que siente la mayoría de los jóvenes hacia los padres que los escuchan y les dan pautas firmes. De hecho, la Dra. Konopka informó: “Es sorprendente que, en la lista de personas que las comprendían, la gran mayoría de los adultos que ocuparon los primeros lugares eran miembros de la familia”. Según se informa, casi 75 por 100 de las jóvenes habían establecido excelentes relaciones con los adultos, y podían confiar en ellos.
No hay palabras que describan la seguridad y el afecto que trae a la familia la comprensión mutua. Ésta hace del hogar un refugio en tiempos de angustia. Vickie, Gregory y otros jóvenes descubrieron que así es. Pero hay que hacer un verdadero esfuerzo. Cumple con tu obligación. Si lo haces, entonces tú, también, podrás decir: ‘Logré que mis padres me comprendieran’.
[Ilustración en la página 18]
El comunicar tus sentimientos es una de las mejores maneras de contribuir a que tus padres te comprendan