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  • ¿Cuáles son los síntomas?
  • ¿Hiperactividad, o falta de disciplina?
  • ¿Puede el régimen alimenticio cambiar la situación?
  • ¿Tiene algún efecto el azúcar?
  • La contaminación del ambiente... ¿es otra causa?
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g84 8/6 págs. 23-27

“¿Es hiperactivo mi hijo?”

Del corresponsal de “¡Despertad!” en Australia

“DESDE que nació, ella dormía solo unas cuantas horas, y no dormía profundamente; tenía terribles pesadillas, gritaba dormida, y se golpeaba la cabeza contra la pared. No podía quedarse de pie tranquila y tampoco era posible sostenerla en los brazos ni acariciarla. De noche solía gritar y patalear por horas. El médico le suministró unas mezclas para inducirle el sueño, pero no tuvieron efecto alguno.” Así se lamenta la madre de Deanne, niña en cuyo caso se diagnosticó la hiperactividada.

Dice a continuación: “Era obvio que ella era diferente de los demás, pero cuando empezó a asistir a la escuela, los niños y profesores se quejaban. Ella causaba desorden y era muy agresiva, siempre le entraba pánico si cualquier cosita salía mal, tocaba todo al pasar, rompía los dibujos de otros niños, y otras cosas, y rasguñaba o pellizcaba a alguien. Los profesores se quejaban de que ella no podía concentrarse en nada por más de unos minutos. Cuando ella estaba de mal humor, parecía tener algo por dentro que la volvía loca, pues solía rasguñarse y darse tirones”.

Las palabras en bastardillas indican algunos de los patrones de comportamiento que se asocian con el síndrome de la hiperactividad, la MBD (siglas en inglés para disfunción mínima del cerebro), la H-LD (incapacidad para el aprendizaje debido a la hipercinesia), la SLD (incapacidad específica para el aprendizaje), el ADD (desorden de deficiencia respecto a prestar atención). La palabra hipercinesia se deriva del nuevo latín y el griego, hyper, que significa “exceso” o “superioridad”, y kínesis, que significa “movimiento”. Se dice que aproximadamente 5 por 100 de la población de edad escolar sufre de este mal, y en algunas zonas se calcula que el porcentaje llega hasta 35 por 100. Por eso, muchos padres se preocupan al respecto y se preguntan: ¿Es hiperactivo MI hijo?

¿Cuáles son los síntomas?

Para determinar si su hijo tiene este problema, podría serle útil notar cuáles son algunos de los síntomas típicos de la hiperactividad. (Vea el recuadro.) Considere lo siguiente: ¿Está su hijo continuamente intranquilo, se mece o se golpea la cabeza o no puede quedarse quieto? ¿Se siente usualmente frustrado, es impulsivo o excepcionalmente torpe, de modo que no tiene ningún sentido del peligro, o está constantemente metiéndose con otros niños sin que parezca haber razón alguna para ello? ¿Se le hace difícil a él o a ella dormir, mostrar afecto o completar tareas que se le asignan? ¿Es incapaz de concentrarse en cualquier cosa por más de unos minutos? ¿Tiene ciertos problemas específicos relacionados con el aprendizaje? ¿Tiene una inteligencia superior a la del niño de término medio y, no obstante, le va mal en la escuela?

Si uno o más de estos síntomas aplican a su hijo, entonces posiblemente él sea hiperactivo. Pero recuerde que cada niño es diferente. También hay varios grados de hiperactividad... en algunos casos apenas se nota, mientras que en otros es severa y claramente discernible.

¿Hiperactividad, o falta de disciplina?

He aquí una advertencia, antes de que usted califique a su hijo de hiperactivo: Los padres deberían examinar el asunto para determinar si el comportamiento malo o delincuente de su hijo se debe a la propia negligencia de ellos mismos en lo que tiene que ver con suministrar disciplina de manera firme, consecuente y, no obstante, amorosa. Muchos niños se sienten frustrados e irritables, se ponen tercos y causan un disturbio cuando no pueden salirse con la suya. Una de las mayores autoridades del mundo en el comportamiento humano dijo: “Es solo natural que los niños obren de manera tonta e irreflexiva, pero una buena zurra les enseñará a comportarse bien”. (Proverbios 22:15, Today’s English Version, en inglés.)

No obstante, en el caso del niño hiperactivo puede que una zurra no sea la solución y tal vez hasta le provoque una rabieta peor, porque, según declara un médico: “Su comportamiento está más allá de su propio control”. Por eso, la manera como el niño responde a la disciplina puede ser otro indicio de su condición. Una madre cuyo hijo padece de este mal explica: “Otros me abordaban y me decían: ‘Su hijo hizo esto’, ‘su hijo hizo aquello’. El consenso general entre nuestras amistades era que él necesitaba una buena zurra. ¡Qué risa! El pobre chiquillo había recibido tantas que era un milagro el que las hubiera sobrevivido”.

Parece que los niños hiperactivos no responden a la disciplina como otros niños, sea que la disciplina consista en razonar con ellos, privarles de algo o darles una zurra. Suelen volver a hacer la misma cosa inmediatamente después que se les disciplina. Esto sale a luz fácilmente si los padres tienen varios hijos y suministran la misma disciplina a todos ellos. Por eso, la disciplina no es necesariamente la respuesta en el caso del niño hiperactivo.

He aquí una sugerencia que podría ayudar a los padres que tienen un solo hijo a determinar si éste es hiperactivo, o si simplemente necesita disciplina: Deje al niño por un día con una amiga, quizás una que tenga varios hijos, y después pídale a ésta que comente francamente respecto al hijo de usted. A veces algunos niños que son problemáticos cuando están en casa con mamá se muestran asombrosamente cooperativos y obedientes cuando se les deja con una amiga que los trate con firmeza, pero de manera amorosa. Si es así en el caso de su hijo, eso daría a entender que éste tal vez no sea hiperactivo. En vez de eso, puede que simplemente necesite ser disciplinado con firmeza, pero amorosamente.

¿Puede el régimen alimenticio cambiar la situación?

Si después de evaluar honradamente la cuestión de la disciplina usted aún cree que su hijo tal vez padezca de hipercinesia, algunos médicos sugieren que podría ser ventajoso cambiarle el régimen alimenticio. Dicho cambio de dieta, elaborado por el fallecido Dr. Ben Feingold, se basa en la teoría de que la hiperactividad resulta del consumir ciertas sustancias —algunas de ellas naturales, otras artificiales— que se supone que afecten a aproximadamente 50 por 100 de las personas hiperactivas. Básicamente dichas sustancias son tóxicas en el caso de algunas personas y trastornan ciertas funciones del cerebro que afectan el comportamiento.

De acuerdo con las investigaciones del Dr. Feingold, las sustancias culpables se encuentran en ciertas frutas y vegetales en su estado natural y también están presentes en forma más peligrosa en alimentos que contienen colorantes y esencias artificiales. Por eso el régimen alimenticio que se recomienda para las personas hiperactivas se ha formulado con el propósito de eliminar los compuestos potencialmente perjudiciales que tal vez contribuyan al comportamiento hiperactivo. Los informes indican que algunos padres han obtenido buenos resultados con este método. No obstante, el Dr. Feingold solo afirma que el cambio de dieta fue útil en el caso de aproximadamente 50 por 100 de los pacientes hiperactivos que él trató.

En el caso de Deanne, que se relata al principio de este artículo, se aplicó el método de cambiar el régimen alimenticio. Después de relatar que un médico diagnosticó la condición hiperactiva de Deanne, la madre pasa a decir: “Hace más o menos cuatro años, se nos habló del régimen alimenticio de Feingold. Se nos hizo difícil controlarlo, pero sí notamos una diferencia. Durante el pasado año ella ha cambiado enormemente. Está mucho más tranquila, puede sentarse a leer o a hacer una tarea por más o menos una hora. Además, puede jugar bien con otros niños, puede concentrarse en los asuntos y no reacciona de mala manera ante alguna molestia o dificultad. Es más paciente”.

¿Tiene algún efecto el azúcar?

Con relación a la dieta, se ha hallado que los niños que muestran indicios de hiperactividad, como la lasitud, la tensión, la nerviosidad, la fatiga, la irritabilidad, el desequilibrio emocional y el comportamiento incontrolable, podrían estar padeciendo, aun levemente, de hipoglucemia, o poco azúcar en la sangreb. La deficiencia de glucosa generalmente se atribuye a un exceso de insulina, la cual remueve la glucosa de la sangre más rápidamente de lo que se la puede reemplazar. El funcionamiento del cerebro depende de un suministro constante de glucosa sanguínea. La hipoglucemia perjudica la eficiencia del cerebro, y de esto resultan desórdenes relacionados con el comportamiento. El fuerte deseo de consumir alimentos amiláceos y dulces puede ser un indicio de que hay poco azúcar en la sangre.

En este régimen alimenticio para contrarrestar la hipoglucemia se eliminan no solo los colorantes y las esencias artificiales, sino también los azúcares, especialmente el azúcar de caña. El azúcar es peligroso para la persona que padece de hipoglucemia porque hace que el azúcar en la sangre aumente de manera súbita, y esto resulta en que se despida demasiada insulina para contrarrestar dicho aumento. El Dr. Allan Cott, en un artículo sobre “Treatment of Learning Disabilities” (El tratamiento de las incapacidades para el aprendizaje), declaró al respecto: “Los investigadores que evalúan la alimentación del niño han observado universalmente que la dieta alimenticia de éste consiste mayormente en azúcar, caramelos, dulces y alimentos hechos a base de azúcar. El eliminar dichos comestibles resulta en una disminución impresionante de la hiperactividad”. Por eso algunas autoridades en la medicina dicen que no es aconsejable que los niños hiperactivos consuman alimentos y bebidas hechos a base de azúcar.

Considere el caso de Beky, de cuatro años de edad... ella era impaciente e irritable y se sentía frustrada, especialmente hacia el fin del día. Se recomendó a su madre que le suministrara alimentos libres de azúcar, y la madre informa: “Esto exige más dominio de parte de los padres que de los hijos. Pero vale la pena tener una hija feliz y tranquila. ¡Es de beneficio para toda la familia! El simplemente dejar de consumir azúcar contribuyó a que mejorara el comportamiento de mi hija”.

La contaminación del ambiente... ¿es otra causa?

The Lancet, publicación médica de Gran Bretaña, declara: “Parece razonable concluir [...] que un aumento de los niveles de plomo (no necesariamente en la gama tóxica) por un período prolongado podría contribuir al daño cerebral mínimo que tal vez esté presente en casos del síndrome de la hiperactividad”. Hallazgos hechos posteriormente revelan esto también.

Por eso, la contaminación del ambiente, especialmente los altos niveles de plomo que se despiden a la atmósfera, principalmente como resultado de los gases que provienen de vehículos motorizados en zonas donde hay mucho tráfico, podría ser una causa del aumento de la hiperactividad entre los niños de las ciudades.

¿Pueden ciertas experiencias prenatales y natales causar la hiperactividad?

Ciertos niños no responden a las medidas relacionadas con el régimen alimenticio. Tiene que buscarse otra causa, aparte de las que ya se han mencionado. Ashley Montagu, autor del libro Life Before Birth (La vida antes del nacimiento), se refiere a la etapa crítica en la que es moldeada la criatura, y dice: “La vida no empieza con el nacimiento, sino con la concepción. Esto significa que la criatura que se va desarrollando está viva no solo en el sentido de que está compuesta de tejidos vivos, sino también en el sentido de que, desde el momento de ser concebida, le suceden cosas. [...] Los sucesos que ocurren antes de su nacimiento, y su manera de responder a ellos, influirán en él o en ella el resto de su vida”. Durante los primeros tres meses después de la concepción, cuando se están formando los órganos principales, las emociones de la madre, como el temor o un grado extraordinario de tensión y ansiedad, pueden afectar el desarrollo físico de la criatura.

También se ha considerado que lo que el infante experimenta inicialmente al nacer es un factor importante con relación a la hiperactividad. Un investigador escribió: “Los peligros a los que se enfrenta el feto llegan a un clímax durante las horas del parto. El nacer es una de las experiencias más peligrosas a las que se exponen la mayoría de las personas”. Los efectos neuróticos mayormente sutiles que tal vez se manifiesten posteriormente en la vida, cuando la persona se vea sometida a tensión adicional, se atribuyen a un nacimiento complicado y peligroso, acompañado de hipoxia, deficiencia de oxígeno.

Entonces, si se trata de daño cerebral mínimo asociado con la tensión prenatal o la falta de oxígeno durante el nacimiento, ¿pueden las drogas resolver el problema? Es cierto que se emplean drogas estimulantes para controlar casos severos de hiperactividad. Respecto al uso de las drogas en el tratamiento de la hiperactividad, un grupo de consejeros estadounidenses compuesto de 15 especialistas “concordó en que los medicamentos no ‘curaban’ la condición, pero podrían contribuir a que el niño se hiciera más accesible a los que se esfuercen por educarlo y aconsejarlo”. No obstante, dichos expertos también concluyeron que “los medicamentos estimulantes son provechosos solo en aproximadamente la mitad o dos terceras partes de los casos en los que se autoriza el uso de las drogas”. En cambio, el sicólogo James Swanson advierte que a 40 por 100 de las víctimas de hipercinesia no se les debería suministrar drogas en absoluto. Por lo tanto, es preciso que los padres ejerzan cautela al aceptar un tratamiento basado en drogas, que en realidad no cura la hiperactividad. Un padre cuyo hijo fue sometido a una terapia a base de drogas por seis meses, antes de someterse a un régimen alimenticio restringido, dijo: “Ahora nos damos cuenta de que las drogas no eran una varita mágica que mejoraría la capacidad de aprendizaje de Richard. Lo que se requería era que nosotros hiciéramos un sacrificio personal y dedicáramos tiempo para ayudarle”.

La terapia del comportamiento, en la que se hace hincapié en el dar ánimo, encomio y recompensas cuando se alcanzan metas razonables, tal vez sea un medio más lento pero más eficaz y duradero de ayudar a los niños que padecen de la hipercinesia. Es imprescindible que el ambiente familiar sea conducente a las metas que se desean lograr y que los padres procedan de manera consecuente. Es igualmente importante amar profundamente al hijo que sufre de dicho mal, pues sin esto cualquier terapia estaría destinada al fracaso.

En conclusión, entonces, ¿cuál es la respuesta? ¿Es hiperactivo su hijo? Posiblemente lo sea. Pero primero asegúrese de que la supuesta hiperactividad no se deba de hecho a la falta de disciplina. Ponga a prueba la disciplina firme y consecuente en un ambiente hogareño caracterizado por el amor y la unidad. Además, asegúrese de que su hijo no esté manteniéndose de comestibles de poco valor nutritivo ni comiendo alimentos que contengan colorantes, esencias artificiales y una gran cantidad de azúcar. Si estas medidas fallan, quizás sea necesario hacer pruebas médicas adicionales para determinar la causa precisa de la hiperactividad en el caso de su hijo.

[Notas a pie de página]

a Para una consideración más detallada de la hiperactividad y las dificultades relacionadas con el aprendizaje, vea ¡Despertad! del 8 de agosto de 1983, páginas 3-13.

b Para mayor información sobre la hipoglucemia, vea ¡Despertad! del 8 de enero de 1979, páginas 5-9.

[Comentario en la página 24]

¿Es su hijo hiperactivo, o necesita disciplina?

[Recuadro en la página 26]

ALGUNOS SÍNTOMAS DE LA HIPERACTIVIDAD

1) Constante movimiento e inquietud; durante la infancia, el mecerse en la cuna y golpearse la cabeza.

2) Comportamiento imprevisible; el sentirse fácilmente frustrado; el ser extremadamente exigente.

3) Dificultad para conciliar el sueño; un sueño poco profundo; terribles pesadillas.

4) Incapacidad para concentrarse por largo tiempo en cualquier actividad.

5) Comportamiento revoltoso y agresivo con otros; el querer tocar todo y a todos.

6) Obstinación hasta en actividades que sean perjudiciales para él mismo; el volver a hacer lo mismo aun después de ser disciplinado.

7) El comerse las uñas; el cortarse o rasguñarse.

8) Tendencias antisociales... mentir, robar, meterse en peleas, desobedecer, aislarse y comportarse de manera abusiva.

9) Incapacidad para controlar los patrones de su comportamiento.

(Esta guía se basa en The Feingold Handbook)

[Ilustración en la página 25]

Las tensiones durante el embarazo y el parto pueden causar hiperactividad en el hijo

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