De nuestros lectores
Niños hiperactivos
Gracias por haber escrito el artículo sobre los niños hiperactivos (8 de junio de 1984). Tengo un hijo de 15 años de edad que es hiperactivo. Agradezco el que se haya considerado este tema, pues los que no viven en esta situación no pueden entender completamente al niño, y creen que él está mimado y debería ser disciplinado con mayor severidad. En mi caso, soy una madre sin esposo, lo cual contribuye a que se me haga más difícil enfrentarme al problema. Mi hijo ha superado algunos de los síntomas de la hiperactividad, pero todavía está luchando con otros, aunque ya no son tan graves como lo eran años atrás.
A. H., Nueva York, E.U.A.
Hijos de padres divorciados
Mi nombre es Claudia (de 13 o 14 años de edad) y leí en “¡Despertad!” (edición en italiano) que los hijos de padres que se han divorciado son muy desdichados (‘Te amábamos aun antes de que nacieras’, 8 de julio de 1984, en español). Mis padres están divorciados, pero yo no me siento como un “paquete postal”. Cada uno de ellos tiene otra familia y yo vivo con mi madre, pero los sábados y los domingos me quedo con mi padre. En primer lugar, estoy de acuerdo con la decisión de ellos tocante al divorcio; en segundo lugar, aunque a veces yo tenga que hacer sacrificios, los hago porque amo a mis padres. Quizás haya hijos que estén en una situación mucho peor que la mía, pero ¿creen ustedes que ellos estarían mejor si vivieran en un hogar donde sus padres siempre estuvieran discutiendo?
C., Italia
Te encomiamos por haber podido hacer frente a tu situación. Sin embargo, como tú misma das a entender, hay muchos hijos de padres divorciados que no están tan bien como tú. En efecto, el peso de la evidencia muestra que los hijos de padres divorciados tienen que contender con muchas más dificultades que aquellos cuyos padres se mantienen juntos. Nuestra posición en cuanto al divorcio se basa en las palabras de Jesús: “Yo les digo que cualquiera que se divorcie de su esposa, a no ser por motivo de fornicación, y se case con otra comete adulterio” (Mateo 19:3-9). No creemos que las únicas dos opciones para una familia sean o que los padres se divorcien, o que vivan juntos y estén peleándose siempre. Hay una tercera opción deseable: que los padres apliquen en su vida los principios de la Palabra de Dios relacionados con el matrimonio, que altruistamente hagan ajustes y se mantengan juntos, mientras se soportan el uno al otro en amor, y así edifican una familia feliz y unida.—La dirección.
Niños desaparecidos
Tengo nueve años de edad. Les escribo para felicitarles por el artículo “¡Mi hijo ha desaparecido!” (22 de abril de 1984). Me gustaron mucho los consejos en cuanto a qué hacer. Repasamos el artículo como familia, y el mismísimo día siguiente se me acercó un desconocido y me preguntó si quería dar un paseo en automóvil. No pude oírle porque estaba lloviendo y le dije: “¿Cómo?”. Me preguntó otra vez si quería entrar en el automóvil, y le dije: “¡NO!”. Él me miró enfadado y se fue en el automóvil. Corrí a casa y le conté a mi madre lo que había sucedido y ella llamó a la policía. Un policía vino a nuestro hogar y me pidió que describiera a la persona. Toda persona a quien le contábamos lo ocurrido se alarmaba. Pero quiero darles las gracias por salvarnos mediante las páginas de “¡Despertad!”.
A. R., Nueva Jersey, E.U.A.