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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 2014
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Cómo ayudar a quienes se han divorciado

Una cristiana consolando a una hermana cristiana divorciada

Es probable que usted conozca a alguna persona divorciada, quizás a más de una. Y es que el divorcio es muy común. Por ejemplo, un estudio realizado en Polonia reveló que los treintañeros que llevan casados entre tres y seis años son los que más probabilidades tienen de divorciarse, aunque de ningún modo el divorcio es exclusivo de ese grupo de edad.

De hecho, “por cada dos matrimonios que se producen en Europa se rompe uno”, informa el Instituto de Política Familiar de España. Y en otros países desarrollados, la situación es parecida.

UNA TORMENTA DE SENTIMIENTOS NEGATIVOS

¿Qué conlleva el divorcio? ¿Qué sentimientos provoca? Una experimentada consejera matrimonial de Europa del Este señaló: “El divorcio hace oficial lo que ya ha ocurrido: la ruptura de una relación y la consiguiente separación, algo que causa gran dolor emocional”. Y añadió que “después suele desatarse una tormenta de sentimientos muy intensos y poderosos, como ira, remordimiento, decepción, desesperación y vergüenza”. A veces, los afectados llegan a pensar en suicidarse. “Una vez terminado el proceso judicial, empieza la siguiente fase. Sintiéndose sola y vacía, la persona divorciada tal vez se pregunte: ‘Ahora que mi matrimonio se ha acabado, ¿quién soy exactamente? ¿Qué sentido tiene mi vida?’.”

Al recordar cómo se sentía hace unos años, Ewa dice: “Me sentí muy avergonzada cuando, ya finalizado el divorcio, mis vecinos y compañeros de trabajo me pusieron la etiqueta de ‘divorciada’. Estaba furiosa. Mi esposo me había dejado con dos niños pequeños, así que yo tenía que hacer de madre y padre a la vez”.a Adam, quien llevaba doce años siendo anciano de congregación, comenta: “He perdido mi autoestima hasta el punto de que a veces me siento furioso y quisiera alejarme de todo el mundo”.

LA LUCHA POR RECUPERAR LA ESTABILIDAD EMOCIONAL

Agobiados por las preocupaciones en cuanto al futuro, hay quienes siguen luchando por recuperar su estabilidad emocional incluso años después del divorcio. Tal vez piensen que nadie se interesa por ellos. Y como señala una periodista especializada en el tema, “ahora tienen que cambiar sus hábitos y aprender a enfrentarse por sí solos a los problemas”.

Stanisław recuerda: “Cuando nos divorciamos, mi ex no me dejaba ver a mis dos hijas pequeñas. Aquello me llevó a creer que ya no le importaba a nadie; me parecía que hasta Jehová me había abandonado. Perdí las ganas de vivir. Solo con el tiempo me di cuenta de lo equivocado que estaba”. Wanda, a quien también le preocupaba su futuro, dice: “Estaba segura de que llegaría un momento en que nadie, ni siquiera mis hermanos espirituales, se interesaría por mí o por mis hijos. Sin embargo, ahora veo cuánto nos cuidaron los hermanos y cuánto me apoyaron en mis esfuerzos por educar a mis hijos para que fueran siervos de Jehová”.

Como vemos, hay quienes tras su divorcio se hunden en un mar de pensamientos negativos. Quizás pierdan la autoestima pensando que valen poco y no merecen que nadie se preocupe por ellos. Además, tal vez comiencen a centrarse en las faltas de quienes los rodean y, como consecuencia, piensen que la congregación es fría o poco comprensiva. Pero, como les ocurrió a Stanisław y Wanda, quizás con el tiempo se den cuenta de que sus compañeros de creencia sí se han preocupado por ellos. De hecho, en muchos casos los han cuidado de formas extraordinarias, aunque esa ayuda haya pasado inadvertida al principio.

LOS SENTIMIENTOS DE SOLEDAD Y RECHAZO

Tengamos en cuenta que, por mucho que nos esforcemos, nuestros hermanos cristianos que están divorciados se seguirán sintiendo solos de vez en cuando. En particular, las hermanas divorciadas tal vez crean que nadie se interesa por ellas. Alicja reconoce: “Ya han pasado ocho años desde el divorcio, y a veces sigo sintiéndome inferior a los demás. En esos momentos tiendo a aislarme y me echo a llorar y a compadecerme de mí misma”.

Aunque estos sentimientos son comunes entre quienes se divorcian, la Biblia nos aconseja que no nos aislemos, pues eso podría llevarnos a rechazar “toda sabiduría práctica” (Prov. 18:1). Sin embargo, quien se siente solo debe entender que no es sabio buscar repetidamente el consejo o el consuelo de alguien del sexo opuesto. Si lo hiciera, podrían desarrollarse sentimientos impropios entre ambos.

Nuestros hermanos divorciados pueden sufrir un torbellino de sentimientos. Además de temer lo que traerá el futuro, quizás se sientan solos o hasta rechazados. En vista de que estos sentimientos son comunes y muy difíciles de superar, démosles todo nuestro apoyo, como lo hace Jehová (Sal. 55:22; 1 Ped. 5:6, 7). Sin duda, ellos nos lo agradecerán enormemente. Verán que en la congregación cuentan con amigos verdaderos (Prov. 17:17; 18:24).

a Algunos nombres se han cambiado.

Un punto de vista equilibrado del divorcio

Los siervos de Jehová vemos el matrimonio como un asunto muy serio, pues nos basamos en lo que dicen las Santas Escrituras. Por ejemplo, Malaquías 2:16 señala claramente que Dios odia el divorcio. La única base bíblica para divorciarse es que el cónyuge cometa inmoralidad sexual. Por lo tanto, sería un grave error darle vueltas a la idea de divorciarse sin base bíblica, quizás con la intención de casarse con otra persona (Gén. 2:22-24; Deut. 5:21; Mat. 19:4-6, 9).

Pero si un cristiano llega a divorciarse, tal vez porque su cónyuge le ha sido infiel, los hermanos de la congregación estarán ahí para ayudar. Por consiguiente, imitemos a Jehová haciendo todo lo posible por apoyar a “los justos” que por un tiempo se hallan “quebrantados de corazón” (Sal. 34:15, 18; Is. 41:10).

¿QUÉ PUEDE HACER PARA AYUDAR?

¿Cómo puede usted apoyar a alguien angustiado por los sentimientos mencionados en este artículo? Vea qué dice la Biblia y cómo han ofrecido ayuda práctica muchos cristianos leales.

Escúchelo con comprensión. (Prov. 16:20, 23)

Es comprensible que la persona no desee hablar de los detalles que llevaron al divorcio. Y el hecho es que dar rienda suelta a la frustración tal vez no sirva para aliviar la ansiedad y hasta puede ser contraproducente (Prov. 12:25; Rom. 12:15). Michał, que ayudó a Adam, mencionado antes, piensa que uno puede escuchar con empatía y comprensión sin tener que enterarse de todos los detalles: “He procurado que Adam comprenda que en un momento de debilidad, agobiado por sentimientos negativos, sin querer podría contarme algo que luego preferiría no haberme contado”. Por eso, Michał le dejó bien claro que no pretendía que le revelara todos los detalles. Aun así, escuchó como un verdadero amigo. A la persona divorciada puede hacerle mucho bien que, incluso antes o después de una reunión, le digamos algo así de sencillo: “¿Cómo te sientes? Me imagino que lo estás pasando mal, pero cuenta conmigo para lo que necesites”.

Demuéstrele interés sincero. (Filip. 2:4)

Mirosław nos cuenta: “Mi esposa y yo decidimos dedicar tiempo a ayudar a una hermana divorciada. Por ejemplo, le arreglamos la cerradura de la puerta y la llevamos al médico”. Puede que esos favores no parezcan gran cosa; pero fueron de mucha ayuda. Poco a poco, la hermana recuperó su fortaleza espiritual. De hecho, posteriormente se hizo precursora, y su hija de 11 años se bautizó.

Un matrimonio cristiano ayudando a una hermana divorciada

Asegúrele que Jehová entiende su situación.

Si la persona tiene baja autoestima, usted puede asegurarle que Dios le tiene cariño a cada uno de sus siervos. Sin duda, para él valemos “más que muchos gorriones”, pues somos únicos y preciosos a sus ojos (Mat. 10:29-31). “Jehová [examina] los corazones”, y por eso es capaz de entender a quienes están divorciados. Él no abandonará a ninguno de sus siervos fieles (Prov. 17:3; Sal. 145:18; Heb. 13:5). Por lo tanto, además de demostrarle su interés, confírmele a la persona que Dios valora su amor a la verdad y sus esfuerzos por apoyar la adoración verdadera (Filip. 2:29).

Anímelo a mantenerse unido a la congregación.

Asaltados por los sentimientos negativos, a algunos les cuesta ir a las reuniones; pero la verdad es que las necesitan, pues de ellas salimos fortalecidos, animados y edificados (Sal. 122:1; 1 Cor. 14:26). Por eso es tan importante que los ancianos estén pendientes de la persona. Wanda, mencionada antes, dice: “Aún recordamos el cariño con que nos cuidaron”.

Anímelo a fortalecer su amistad con Dios mediante la oración, el estudio y la meditación. (Sant. 4:8)

Aunque Jehová es todopoderoso y reside en el cielo, presta atención “al afligido”. Recuérdele esta verdad a la persona divorciada y recálquele la importancia de acercarse a Jehová orando y estudiando su Palabra (Is. 66:2).

Ofrézcase para salir a predicar con él o prepararse alguna reunión juntos.

Dos hermanos cristianos saliendo juntos al ministerio

Eso ayudará al cristiano divorciado a sentirse más seguro mientras sigue adelante con su vida. Marta, que ha ayudado a una fiel hermana que se sentía aplastada tras su divorcio, dice: “Salimos juntas a predicar. Nos alegra ver que alcanzamos las metas que nos ponemos. A veces nos preparamos juntas alguna reunión, y luego tal vez nos hacemos algo rico para comer”.

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