Los jóvenes preguntan...
¿Puedo arreglármelas mejor con ayuda de la bebida?
DE ADOLESCENTE, Daniel era extremadamente tímido. Se le hacía muy difícil entablar siquiera una conversación sencilla con otras personas. Pero entonces Daniel descubrió que las bebidas alcohólicas podían cambiar la situación. “Después de unas cuantas copas, me sentía relajado.” Así que pensó que la bebida podía ayudarlo a vencer la timidez.
La experiencia de Daniel no es poco común. Muchos jóvenes toman bebidas alcohólicas por razones similares. ¿Qué vas a hacer tú? ¿Vas a beber? De ser así, ¿por qué vas a beber? Antes de que contestes estas preguntas, hay una serie de factores que querrás considerar.
Querrás pensar en tus padres, pues a ellos les afecta lo que haces. También querrás tomar en consideración las leyes del país donde vives... si, según la ley, tienes edad suficiente para beber. Algo más: Se ha dicho que toda decisión que se toma tiene alguna consecuencia. Por eso, al decidir si vas a beber o no, y cómo y cuándo lo harás, también querrás pesar las consecuencias de la decisión que tomes, pues el abusar de las bebidas alcohólicas puede tener efectos a largo plazo en que quizás no hayas pensado.
La necesidad de equilibrio
No se puede negar que el uso moderado de las bebidas alcohólicas produce algunos beneficios. Hasta la Biblia reconoce que el vino puede alegrar el corazón o realzar el sabor de una comida (Eclesiastés 9:7). También hay prueba de que los vinos naturales y ligeros tienen ciertas ventajas para la salud (1 Timoteo 5:23). Esto parece ser así particularmente en el caso de las personas de edad avanzada.
Sin embargo, con toda franqueza, ¿dirías que la mayoría de los jóvenes que beben lo hacen moderadamente, para realzar el sabor de una comida o por las ventajas que la bebida tiene para la salud? “Uno francamente no puede imaginarse a un grupo de jóvenes de 15 años de edad sentados alrededor de una mesa, mientras beben martinis a sorbos y tienen una conversación agradable”, dice Pedro, adulto joven que de adolescente había bebido excesivamente. Añade: “Muy a menudo los jóvenes beben para achisparse”.
Por supuesto, no todos los jóvenes abusan así de las bebidas alcohólicas. No obstante, cuando un corresponsal de ¡Despertad! entrevistó a un grupo de jóvenes, ¡bastantes de los que antes se habían dado a la bebida sí admitieron que su propósito principal al hacerlo era achisparse o hasta emborracharse! Algunos reconocieron también que bebían para hacer frente a los problemas, para armarse de valor o, como Daniel, para que los ayudara a ser más sociables. ¿Pudiera haber algunos peligros a largo plazo por abusar así de las bebidas alcohólicas?
También tu mente necesita ejercicio
No hay mejor maestro que la experiencia. O al menos eso es lo que has oído decir. Aunque puede que la experiencia no sea necesariamente el mejor maestro, ciertamente es un maestro. En otras palabras, a medida que vas creciendo, una manera importante de aprender es mediante la experiencia. A medida que experimentas la vida y sus problemas, aprendes a enfrentarte con situaciones difíciles. Esto es muy importante para tu propio desarrollo emocional.
Pudiéramos ilustrarlo de la siguiente manera: Tu cuerpo necesita ejercicio. Cuando hace ejercicio, crece más fuerte y saludable, ¿no es cierto? Pues bien, lo mismo le sucede a tu mente. Ella, también, necesita ejercicio. ¿Cómo hace ejercicio la mente? Al experimentar problemas y tratar con ellos. Pero tal como tu cuerpo crecerá fláccido si lo privas de ejercicio, así tu mente, también, se desarrollará fláccida si no hace ejercicio. Ésta estará mal equipada para enfrentarse con los problemas diarios de la vida. Por eso es muy peligroso usar las bebidas alcohólicas como medio de escapar de los problemas y las situaciones desagradables.
Daniel, el joven que mencionamos al principio, descubrió que eso es verdad. Explica: “Creo que muchos jóvenes beben para aliviar la presión que se ejerce sobre ellos, para echar a un lado sus problemas. De modo que realmente nunca aprenden a tratar con problemas. Puedo ver que eso fue lo que me pasó a mí”. ¿De qué manera?
Recuerda que Daniel pensaba que las bebidas alcohólicas podían ayudarlo a vencer la timidez. Como dijo él: “Después de unas cuantas copas me sentía relajado”. Pero ¿lo ayudó en realidad la bebida a vencer la timidez? “Cuando desaparecían los efectos del alcohol, volvía a meterme en mi concha”, contesta Daniel. ¿Qué hay del presente, años después? Daniel sigue diciendo: “Nunca aprendí realmente a comunicarme con la gente por mi propia cuenta, de modo natural. Creo que estaba atrofiado en ese sentido”.
Lo mismo sucede cuando uno se enfrenta a la tensión en general. Si usas bebidas alcohólicas ahora para tratar con la tensión, tal vez descubras que cuando llegues a adulto se te hará difícil arreglártelas cuando sufras tensión.
Considera como ejemplo el caso de Juana, que de adolescente usaba bebidas alcohólicas como una especie de escape. ¿Tuvo aquello algún efecto a largo plazo en ella? Juana, que ya tiene casi veinte y tantos años, explica: “Recientemente, mientras me hallaba en una situación en que sufría de tensión, pensé: ‘¡Qué bueno sería tomarme una copa ahora mismo!’. Una piensa que puede encargarse mejor de la situación si ha tomado una copa”.
Los comentarios de Daniel y Juana concuerdan con los comentarios de L. Hennecke, doctor en filosofía, y S. E. Gitlow, médico, que se publicaron en New York State Journal of Medicine: “Cuando las drogas [incluso las bebidas alcohólicas] se convierten en el medio de aliviar situaciones difíciles —académicas, sociales o interpersonales—, se elimina la necesidad de aprender habilidades sanas para arreglárselas. Puede que los efectos no se sientan sino hasta la vida adulta, cuando el establecer estrechas relaciones personales a menudo resulta ser difícil, lo cual deja al individuo emocionalmente aislado”.
¡Es mucho mejor enfrentarse y tratar directamente con los problemas y las situaciones difíciles!
“Él rehusó tomarlo”
Al respecto, no hay mejor ejemplo que puedas imitar que el de Jesucristo mismo. Durante la última noche de su vida terrestre, Jesús aguantó una prueba terrible. Después de ser traicionado y arrestado, Jesús fue sometido a juicio ante los líderes religiosos judíos. Fue llevado ante Pilato, después ante Herodes, y luego de vuelta ante Pilato. Finalmente, después de haber estado despierto toda la noche, Jesús fue entregado para que fuese fijado en un madero. (Marcos 14:43–15:15; Lucas 22:47–23:25.)
¿Qué hay si, precisamente en aquel momento, a Jesús le hubieran ofrecido algo que le hubiera embotado los sentidos, una sustancia que le alterara el humor y le facilitara enfrentarse con aquella situación sumamente difícil? ¡Eso fue exactamente lo que pasó! La Biblia explica: “De modo que lo llevaron al lugar de Gólgota, que, traducido, significa Lugar del Cráneo. Aquí trataron de darle vino mezclado con mirra, pero él rehusó tomarlo” (Marcos 15:22, 23). Jesús quería tener pleno dominio de sus facultades. Quería enfrentarse cara a cara con aquella situación difícil. ¡No era de los que evaden la realidad!
Por supuesto, el vino que le ofrecieron a Jesús estaba mezclado con droga, y por eso él lo rechazó. Posteriormente, cuando evidentemente se le ofreció una cantidad moderada de vino que no estaba mezclado con droga, Jesús aceptó. ¿Por qué? Simplemente para mitigar la sed y para cumplir una profecía bíblica. (Juan 19:28-30; Salmo 69:21.)
En comparación, tus problemas, presiones o tensiones son insignificantes. Pero aun así puedes aprender de Jesús una lección valiosa. En vez de usar sustancias que alteran el humor (como las bebidas alcohólicas) para salir adelante cuando tengas problemas, presiones y estés en situaciones desagradables, es mucho mejor que te enfrentes con ellos. A medida que hagas frente a más y más problemas en la vida, te encargarás cada vez mejor de ellos. Crecerás hasta tener un temperamento emocional saludable.
El tomar una decisión, basada en hechos, sobre si vas a consumir bebidas alcohólicas o no, y cuándo y cómo lo harás, es una responsabilidad seria. Si decides que no vas a beber, no te sientas mal por ello. No tienes que pedir disculpas a nadie por no beber. Tienes derecho a que otros te respeten por la decisión que tomes. Por otro lado, si, según la ley, tienes suficiente edad para beber y prefieres hacerlo, entonces, sin falta, bebe de manera responsable... con moderación.
[Comentario en la página 22]
A medida que hagas frente a más y más problemas en la vida, te encargarás cada vez mejor de ellos
[Ilustración en la página 20]
Tal vez unas cuantas copas te ayuden a relajarte, pero solo temporalmente
[Ilustración en la página 21]
El que depende de la bebida puede que jamás aprenda realmente a hacer frente a la timidez