Los jóvenes preguntan...
¿Cómo puedo mejorar mis hábitos de estudio?
“¿CUÁNTO trabajo escolar tienen que hacer en casa?”, preguntó uno de los redactores de ¡Despertad! a un grupo de jóvenes de edad escolar. La respuesta de los jóvenes fue inmediata y casi al unísono: “¡DEMASIADO!”. Una joven expresó esta queja: “Después de haber pasado varias horas en la escuela, ¿por qué no nos dejan descansar cuando regresamos a casa?”.
Pero si tú quieres tener buenas calificaciones (o notas) y destrezas que te beneficien por el resto de tu vida, se requerirá tiempo y esfuerzo de tu parte. ‘Lo que uno siembra, eso siega’ (Gálatas 6:7). No obstante, ¿cómo puedes utilizar con mayor eficacia el tiempo que pasas estudiando y en la escuela?
En la sala de clases
“Siempre me pasaba soñando despierta —dijo Ronda—. Ése era mi mayor problema. Por eso obtenía muy malas notas. Solía estar pensando en otra cosa. Siempre estaba distraída.” El no escuchar es algo tan común que en algunas escuelas se ofrecen clases para enseñar a escuchar. Sin embargo, quizás todo lo que en realidad se necesite sea tener una fuerte motivación y estar dispuesto a hacer algún esfuerzo adicional.
El autor de How to Study in High School dice: “El tiempo que se pasa en clase es tiempo para aprender. Cuando estés en clase, escucha atentamente las explicaciones del maestro, las discusiones y otras lecciones”. De joven, Jesús se aprovechó de la oportunidad de aprender. A la edad de 12 años llegó a estar en la compañía de maestros de la Biblia. ¿Estuvo soñando despierto? No, pues sus padres “lo hallaron en el templo, sentado en medio de los maestros y escuchándoles e interrogándoles” (Lucas 2:41, 46). ¿Por qué no haces tú lo mismo?
El ambiente en que estudias
No obstante, a muchos jóvenes se les hace difícil realizar los trabajos o deberes escolares. Con todo, el Dr. William Glasser señala que muchos estudiantes “están en circunstancias que distan mucho de ser ideales para estudiar en casa”. La mayoría de nosotros necesita un lugar tranquilo que se haya apartado para estudiar. Si compartes una habitación, o el espacio es limitado en tu casa, ¡improvisa! Quizás puedas dar a conocer que la cocina, o el dormitorio de alguien, es tu área de estudio por una hora más o menos cada noche. O, como último recurso, intenta estudiar en una biblioteca pública o en casa de un amigo.
De ser posible, estudia en un escritorio o una mesa que tenga mucho espacio sobre el cual esparcir tu trabajo. Mantén a la mano los materiales, como lápices y papel, para que no tengas que estar levantándote constantemente. Sería mejor quitar de la vista cuadros que distraigan o recuerdos que haya sobre el escritorio. Y, sentimos mucho tener que decirlo, el tener encendida la TV o la radio generalmente impide que uno se concentre. Lo mismo sucede en el caso de llamadas telefónicas o visitas. Como dice el escritor Eugene Schwartz: “El estudiar es asunto serio... completamente serio”.
Asegúrate, también, de que haya buena iluminación que no relumbre (al menos 100 vatios). La buena iluminación reduce el cansancio que produce el estudiar, y protege la vista. Y no te olvides de examinar la ventilación y la temperatura de la habitación. El ambiente de estudio es más estimulante en una habitación fresca que en una calurosa.
¿Qué hay si te encuentras pensando: ‘Es que no estoy de humor para estudiar’? Recuerda, el estudiar es asunto serio, y la vida rara vez nos permite el lujo de ceder a nuestro humor. Probablemente tus padres tengan que realizar sus diversas labores estén o no estén de humor apropiado para ello. Por lo tanto, los deberes escolares se pueden considerar como un ejercicio de autodisciplina, un ensayo para la futura experiencia de trabajo. En un empleo seglar, tendrás que empezar a trabajar a la misma hora todos los días. Y los patronos aprecian a los trabajadores en quienes se puede tener la confianza de que trabajen por sí solos. Así que sé serio y metódico con relación a tus deberes. Cierto educador dice: “De ser posible, se debe estudiar en el mismo lugar y a la misma hora cada día. De ese modo, el estudio regular se convertirá en un hábito, y [...] reducirá tu resistencia a estudiar”.
La rutina de estudio que debes seguir
En Filipenses 3:16 Pablo animó a los cristianos a ‘seguir andando ordenadamente en esta misma rutina’. Por supuesto, Pablo hablaba del derrotero de la vida cristiana. Sin embargo, una rutina, o hábito de hacer las cosas, es útil en otros aspectos de la vida también... como el estudiar. Trata de organizar lo que vas a estudiar. Evita estudiar en secuencia dos asignaturas similares (como dos idiomas extranjeros diferentes). Planea tomarte descansos breves entre una asignatura y otra, especialmente si tienes que hacer muchas tareas escolares.
Si la tarea escolar requiere que leas mucho, pudieras probar el siguiente método. En primer lugar, EXAMINA la información que vas a estudiar. Echa un vistazo al material asignado y observa los subtítulos, las tablas, y así por el estilo, para que tengas una visión global de la información. Luego, hazte PREGUNTAS que se basen en los títulos de los capítulos o en las oraciones temáticas al comienzo de los párrafos. (Esto te permite concentrar el pensamiento en lo que lees.) Ahora LEE y busca las contestaciones a las preguntas que te has hecho. Al terminar cada párrafo o sección, RELATA, o di de memoria lo que has leído, sin mirar el libro. Y cuando hayas terminado toda la tarea, haz un REPASO recorriendo con la mirada los encabezamientos y comprobando lo que recuerdas de cada sección. ¡Hay quienes afirman que este método ha ayudado a estudiantes a retener hasta 80 por 100 de lo que leen!
El pensar en lo que lees te ayudará a retenerlo. Un educador dice: “Es importante hacer que el estudiante se dé cuenta de que un hecho no existe por sí solo, sino que siempre está relacionado con otra información”. Trata, por lo tanto, de hallar una relación entre lo que estudias y lo que ya sabes y has experimentado. Así, los hechos comienzan a tener significado para ti; tu conocimiento se convierte en entendimiento. Y como observó Salomón: “Al entendido el conocimiento es cosa fácil”. (Proverbios 14:6.)
‘Habrá un examen de esto la semana que viene’
Estas palabras no tienen que causarte inquietud innecesaria. La rutina regular de estudio que sigues te da una ventaja enorme sobre el estudiante que trata de prepararse apresuradamente a última hora. No obstante, hay que tener presente unos cuantos puntos.
En primer lugar, trata de que tu maestro te diga qué tipo de examen será. ¿Será en forma de ensayo? ¿Será del tipo en que hay que escoger la respuesta correcta entre las que aparecen? También, durante los días o las semanas que pasen antes del examen, escucha atentamente lo que el maestro diga para que tengas una idea de lo que va a aparecer en el examen. (“El siguiente punto es muy importante”, o: “Asegúrense de recordar que”, son pistas típicas, dice la revista Senior Scholastic.) Entonces puedes empezar (con varios días de anticipación, si es posible) a repasar los apuntes que hayas tomado, los libros de texto y las tareas escolares que hayas recibido.
Ahora bien, las tareas escolares son un asunto muy personal, y sería inútil, incluso falto de honradez, que de algún modo convenzas a un amigo para que las haga por ti. Sin embargo, probablemente uno de tus padres se alegraría de ejercitarte por medio de preguntas o escucharte mientras relatas el material dado en clase. “Con hierro, el hierro mismo se aguza. Así un hombre aguza el rostro de otro”, nos recuerda Salomón. (Proverbios 27:17.)
La noche antes del examen, relájate y trata de dormir suficiente. “¿Quién de ustedes por medio de inquietarse puede añadir un codo al largo de su vida?”, dijo Jesús (Mateo 6:27). Es interesante notar que hay estudios que indican que una de las causas principales de nerviosidad antes de un examen es falta de preparación de antemano. ¡Supera esa inquietud cultivando buenos hábitos de estudio!
¡Haz cuanto puedas!
Una muchacha dijo: “Me siento sumamente defraudada cuando salgo mal en un examen [...] Aunque en verdad haya estudiado mucho, todavía pienso que no estuve a la altura de lo que esperaba”. Pero no hay razón para que te sientas defraudado si en realidad has hecho cuanto has podido. Y si los esfuerzos que has hecho por estudiar han resultado en que hayas adquirido conocimiento utilizable del tema —aunque tus calificaciones en los exámenes no parezcan reflejar eso—, tus esfuerzos no han sido en vano.
Las calificaciones son meramente un modo de medir el progreso académico. No son el criterio final para determinar tu valía como persona. No obstante, aprovecha el tiempo que estés en la escuela y aprende cuanto puedas. Generalmente ese esfuerzo se reflejará en calificaciones que te harán —al igual que a tus padres— feliz.
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El ambiente en que estudies tendrá a menudo un efecto poderoso en lo que aprendas y en tus calificaciones
[Ilustración en la página 15]
El tener buenos hábitos de estudio te permitirá enfrentarte a los exámenes con más confianza