La plaga persistente... el lado sombrío de la revolución sexual
HAY quienes dicen que Cristóbal Colón es el culpable. Si éste es el caso, sus marineros quizás hayan llevado del Nuevo Mundo algo más que adornos de oro y cuentos increíbles. Puede que en su cuerpo hayan yacido ocultas las semillas de una plaga.
Pero no todos los investigadores aceptan esta teoría. Algunos hasta afirman que dicha plaga es casi “tan antigua como el hombre mismo”. Dicen que se encuentran vestigios de ella en las momias de Egipto. Ciertos escritos antiguos parecen describir los síntomas de ella gráficamente. Además, ellos preguntan: ¿Cómo podrían tan pocos marineros haber infectado a tantas otras personas?
Así, el origen de la plaga es materia de controversia erudita y tal vez siempre sea un misterio. Pero queda clara una cosa: Hacia fines del siglo XV (poco después del regreso de Colón) apareció repentinamente una plaga en Europa y se esparció como el fuego en un bosque. Miles —quizás millones— de personas murieron. Además, en medio del resultante pánico, víctimas de la plaga fueron desterradas, puestas en cuarentena, ahorcadas y hasta ahogadas.
No es de sorprender que las naciones angustiadas se hayan turnado en echar la culpa las unas a las otras. Dice el escritor Louis Lasagna: “Los ingleses y turcos la llamaron la enfermedad francesa; los persas echaron la culpa a los turcos; los flamencos y holandeses se refirieron a ella como la viruela española; los franceses la llamaron la enfermedad italiana o napolitana; los italianos echaron la culpa ya sea a los españoles o a los franceses; los portugueses la calificaron de enfermedad castellana [...] los rusos la consideraron un mal de origen polaco, y los polacos la atribuyeron a los alemanes”. Pero el emperador del Santo Imperio Romano, Maximiliano I, se ideó una teoría más elevada. En su edicto de 1495, proclamó que se trataba de un castigo por la blasfemia.
Apenas 35 años después, el poeta y médico Fracastoro elaboró un cuento acerca de un pastor que padecía de esta enfermedad. Puede que el poema se haya echado al olvido desde hace mucho tiempo, pero no se ha olvidado el nombre escalofriante que se dio al pastor, del cual se deriva el nombre de la enfermedad misma: Sifilo.
Rehúsa irse
Alguien podría creer que, en esta era de investigación médica en la que se usa el método CAT (siglas en inglés para temografía axil a base de computadora) y la cirugía con láser, plagas que hacen estragos, causan la muerte y dejan a sus víctimas tullidas estarían tan extintas como los dinosaurios. No obstante, la sífilis, junto con una serie de otras enfermedades devastadoras, ha llegado a estar tan arraigada en la vida del siglo XX como lo está la contaminación del aire. Los médicos solían referirse a esta plaga del día moderno como enfermedad venérea, término derivado del nombre Venus, antigua diosa romana del amor. Pero se ha hecho popular un nuevo término, uno que enfoca en la transmisión de la enfermedad más bien que en la adquisición de ella: STD (siglas en inglés) o “enfermedad transmisible mediante las relaciones sexuales”a. Así en inglés las siglas “STD” representan un término general para toda una serie de aproximadamente 20 enfermedades, cuyos nombres suenan siniestros... desde el herpe, que ha figurado en los titulares, hasta la enfermedad misteriosa llamada shigelosis. (Véase el recuadro.) La Organización Mundial de la Salud dice que dichas enfermedades (STD) constituyen una “epidemia mundial”.
Por eso las personas están examinando de nuevo la “revolución sexual”, de la cual se ha hecho tanto alarde. Muchos que al principio estaban cegados por el lustre y el encanto de ella están por primera vez entreviendo su lado sombrío: el alejamiento, el dolor y el sufrimiento humano.
“Un tiempo de ‘anarquía sexual’”
“Se está desarrollando actualmente en los Estados Unidos una era de enorme cambio tocante a la moralidad sexual. Hay quienes expresan el temor de que la nación quizás se esté dirigiendo hacia un tiempo de ‘anarquía sexual’.” Así pregonó la revista U.S.News & World Report allá en 1966. Pero lo que en aquel entonces sacudió a los lectores, ahora provoca poco más que un bostezo.
¿A qué se debe este cambio? Se debe a varios factores que se combinaron durante la década de los años sesenta. Un factor fue que la disponibilidad de la píldora para el control de la natalidad hizo que pareciera sencillo tener relaciones sexuales sin sufrir las consecuencias. El que ciertos países instituyeran leyes liberales en cuanto al aborto tuvo el mismo efecto. En el transcurso de los años, las contiendas económicas, sociales y hasta políticas resultaron en que las personas pusieran en tela de juicio los valores antiguos. Los apóstoles de la “nueva moralidad” tomaron la delantera... médicos, políticos, filósofos, escritores y hasta clérigos, que proclamaron que las “viejas” restricciones en cuanto a lo sexual eran opresivas y perjudiciales.
¿En qué ha resultado esto? En lo que se ha llegado a conocer como un “movimiento dramático hacia la tolerancia”. La gente quiso experimentar de primera mano la libertad sexual. “Yo anhelaba una nueva era de libertad sexual —recuerda la escritora Celia Haddon—. Estaba convencida de que en poco tiempo las relaciones sexuales entre hombres y mujeres serían más francas, más satisfacientes y más placenteras.”
No obstante, hay muchos que encuentran poco satisfacientes las experiencias sexuales pasajeras. Las altas expectativas que no concuerdan con la realidad simplemente producen nuevas ansiedades y frustraciones. Ahora están apareciendo informes, publicados extensamente, de que las enfermedades venéreas cunden por todo el mundo en proporciones epidémicas. Repentinamente, en el caso de las personas ‘sexualmente activas’ la posibilidad de contaminarse ya no parece remota, sino una probabilidad aterradora. ¡No es de extrañar, entonces, que hasta algunos apoyadores intransigentes del ‘amor libre’ estén corriendo asustados!
Y los que no estén asustados, deberían estarlo.
Las enfermedades mortíferas
La sífilis ya no causa la muerte a millones de personas como sucedió en los días de Colón, pero sigue siendo peligrosa. La ciencia médica dice que las bacterias de la sífilis de forma espiral (Treponema pallidum) exudan de heridas abiertas o de erupciones en las partes genitales de la víctima. La infección ocurre durante las relaciones sexuales. Una vez que está dentro de la nueva víctima, el T. pallidum se dirige al torrente sanguíneo y al sistema linfático, y, con el tiempo, si no se lo controla, infecta el cuerpo entero. Pero las bacterias de la sífilis engañan por su lentitud. Pasan entre 10 y 90 días antes que la víctima note las vesículas o ampollas características de la sífilis, las cuales aparecen donde el microbio penetró... generalmente en las partes genitales. Si no se trata el mal, el invasor puede causar daño irreparable a los órganos vitales, y hasta provocar la muerte.
Galeno, médico del segundo siglo, inventó el nombre de la vieja compañera de la sífilis... la gonorrea. El síntoma revelador es una sensación de ardor al orinar. Pero el Ministerio de Salubridad de los Estados Unidos dice: “En el caso de las mujeres [...] los síntomas quizás no basten para hacer que la paciente sospeche de qué se trata o se sienta impelida a procurar ayuda”. En el caso de los hombres, los síntomas generalmente desaparecen en un par de meses. No obstante, los médicos dicen que, con todo, el microbio puede llegar a la sangre e infectar los órganos vitales. Además, las mujeres son especialmente propensas a las complicaciones que resultan de la gonorrea. La publicación The Journal of the American Medical Association dijo: “La más severa de estas complicaciones es la enfermedad inflamatoria de la pelvis (PID, siglas en inglés) [...] Cada año, en los Estados Unidos, se trata a casi un millón de mujeres que padecen de PID”. ¿Cuáles son los resultados? “La infecundidad involuntaria [esterilidad], el embarazo ectópico y el dolor crónico en la pelvis.”
Pero es interesante que quizás la mayoría de los casos de PID resulten de una enfermedad acerca de la cual la mayor parte de las personas ni siquiera han oído hablar: chlamydia. Dicen los Centros para el Control de las Enfermedades (E.U.A.): “Hoy, en los Estados Unidos, las infecciones causadas por la Chlamydia trachomatis son las enfermedades más comunes entre las que se transmiten mediante las relaciones sexuales”. De igual manera, se informó en The Age que el aumento de infecciones asociadas con la clamydia presenta un “peligro insidioso” para los australianos. Los síntomas de la clamydia son lo suficientemente parecidos a los de la gonorrea como para engañar hasta a los médicos.
“Lamentablemente —dice el Dr. Yehudi M. Felman— muchos médicos aún consideran que la clamydia es una enfermedad de poca importancia” (Medical World News). Pero para los aproximadamente 2.500.000 a 3.000.000 de personas que están infectadas con la clamydia, en tan solo los Estados Unidos, la enfermedad está lejos de ser “de poca importancia”. Tampoco es “de poca importancia” para los infantes que en muchos casos padecen de pulmonía o hasta de ceguera por haber nacido de madres contaminadas con dicha enfermedad.
Así la sífilis y la gonorrea han perdido algo de su prominencia entre las enfermedades transmisibles mediante las relaciones sexuales. En Gran Bretaña, otras enfermedades además de la sífilis y la gonorrea (entre ellas algunas de las menos conocidas, como el chancroide y la granuloma inguinal) contribuyen al 84 por 100 de los casos de STD que requieren tratamiento. Pero, en primer lugar, ¿por qué permanece esta plaga en la escena?
“Ha pasado de la escena”
“Como resultado de la terapia antibiótica —dijo el Dr. John F. Mahoney en 1949— la gonorrea casi ha pasado de la escena como importante entidad clínica relacionada con la salubridad pública”. Estas palabras caracterizan la fe que los de la profesión médica —y el público en general— cifraron en las nuevas drogas milagrosas, como la penicilina. Convencidos de que la ciencia había dado un golpe de muerte a las enfermedades transmisibles mediante las relaciones sexuales, muchos médicos simplemente perdieron el interés en estudiarlas. En el África Central y Occidental, programas patrocinados por la ONU para eliminar la sífilis y otras enfermedades relacionadas parecieron tan eficaces que las autoridades hasta disminuyeron sus actividades de vigilancia.
Así los cambios que sucedieron rápidamente en la década de los años sesenta tomaron a casi todo el mundo por sorpresa. Entre ‘1965 y 1975 la cantidad de casos de gonorrea que se informaron en los Estados Unidos se triplicó’ (Centros para el Control de las Enfermedades). El aumento del turismo, que resultó del viajar en aviones de reacción, contribuyó a que la enfermedad se esparciera de país en país. Por lo tanto, una epidemia mundial de STD estaba amenazando, pero, según escribió Theodor Rosebury en Microbes and Morals: “Se hizo el asombroso descubrimiento de que los médicos jóvenes y los estudiantes jóvenes de medicina casi no sabían nada acerca de [STD]”.
Por eso a los médicos se les ha hecho difícil mantenerse al paso con el aumento epidémico de las enfermedades transmisibles mediante las relaciones sexuales, aunque afirman que existen curas eficaces para la mayor parte de ellasb. Simplemente sucede que las personas están contrayendo estas enfermedades con mayor rapidez de lo que los médicos pueden curarlas.
Aunque varias enfermedades transmisibles mediante las relaciones sexuales han plagado a la humanidad por muchos años, dos en particular han recibido mucha publicidad recientemente. Éstas son el herpe y el SIDA (o AIDS). En el siguiente artículo se considera lo que encierran estas enfermedades.
[Notas a pie de página]
a Estas enfermedades se pueden contraer por otros medios además de las relaciones sexuales, y, por lo tanto, tales enfermedades no siempre son prueba de promiscuidad sexual.
b La Organización Mundial de la Salud informa que variedades de gonorrea resistentes a la penicilina se han “esparcido a casi todas partes de la Tierra”. Se ha atribuido este hecho perturbador al “uso inapropiado de los antibióticos”. Aunque sí existen otras drogas eficaces, la OMS observó que debido a que hay variedades de gonorrea resistentes a la penicilina, “ocurrirán cada vez más fracasos en los tratamientos, lo cual resultará en períodos más extensos de contagiosidad de la enfermedad del paciente y un mayor riesgo de complicaciones relacionadas con la enfermedad, particularmente en el caso de las mujeres”.
[Comentario en la página 6]
“Se hizo el asombroso descubrimiento de que los médicos jóvenes y los estudiantes jóvenes de medicina casi no sabían nada acerca de [STD]”
[Ilustración en la página 5]
Los cambios que sucedieron rápidamente en la década de los años sesenta resultaron en la llamada revolución sexual y la liberalización de los códigos morales
[Recuadro en la página 4]
Lista parcial de enfermedades transmisibles mediante las relaciones sexuales
Sífilis Chlamydia trachomatis
Gonorrea Ureaplasma
Hepatitis B urealyticum
Herpe genital Verrugas genitales
Chancroide Sarna
Ladilla Granuloma inguinal
Linfogranuloma Tricomoniasis
venéreo SIDA
Fuente: Centros para el Control de las Enfermedades