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¡Despertad! 1984
g84 22/10 págs. 3-5

¿Se le está acabando el tiempo a este mundo?

POR todas partes del mundo, personas destacadas están, en efecto, llegando a la conclusión de que el tiempo se está acabando. Las fuerzas que empujan constantemente a las naciones hacia el borde de una guerra nuclear se reflejan en la mente de la gente como estridentes sirenas de alarma. El peligro de un derrumbamiento económico mundial y los muchos tipos de contaminación ambiental mortífera contribuyen al desasosiego de la gente. Las personas perciben que el tiempo se está acabando no solo en el caso de unas cuantas naciones, sino de todo el mundo. ¿Por qué? Porque ninguna de las naciones puede proponer soluciones que realmente surtan efecto.

La preocupación más grande de ellas es la amenaza de una guerra nuclear. Anteriormente este año, en armonía con el consejo de 47 científicos, incluso 18 ganadores del premio Nóbel, el mensuario Bulletin of the Atomic Scientists adelantó su “reloj del día del fin” un minuto... hasta tres minutos antes de la medianoche. El reloj representa lo cercano que ellos creen que está el mundo a una conflagración nuclear. “Es una expresión de alarma”, declaran ellos. ¡En 30 años, ahora es cuando el “reloj del día del fin” está más cerca de la medianoche!

Otras amenazas contribuyen a la intensidad de la alarma:

● El “club nuclear”, que en un tiempo se creía que era el campo exclusivo de seis naciones, puede que en realidad haya aumentado a nueve naciones. El profesor Daniel Yergin, de la Universidad de Harvard, estima que para 1985 habrá 40 naciones que fabriquen bombas nucleares.

● Ha llegado a ser una realidad la posibilidad de que el espacio sea un futuro campo de batalla, desde donde armas que estén en órbita despidan rayos láser que causen destrucción a través de la haz de la Tierra.

● Los estrategas militares proyectan la horrorosa idea de atacar primero, con la esperanza de ganar una guerra nuclear.

Estas cosas infunden miedo en la gente respecto a lo nuclear, ya que hacen que esté más cerca el umbral de una guerra nuclear y aumentan las posibilidades de que haya una destrucción nuclear mundial accidentalmente.

¿Puede desencadenarse una guerra nuclear accidentalmente? Harold Freeman, profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts (E.U.A.), escribió un libro titulado This Is the Way the World Will End—This Is the Way You Will End Unless. En éste declara que se registraron 151 indicaciones de un ataque inmediato durante los 18 meses que precedieron a octubre de 1980. “Cuatro resultaron en un estado de alerta para bombarderos del tipo B-52 y mísiles balísticos intercontinentales, como preparación para tomar represalias”, dice él. “Todos los errores se corrigieron a tiempo, pero en algunos casos faltó poco.” ¿Cuánto? El 9 de noviembre de 1979 —siguió diciendo él— “despegaron unos bombarderos en seis minutos y se prepararon para un contraataque nuclear”.

¿Dónde podemos escondernos? ¿Hay algún lugar seguro? ¡No! Una guerra nuclear limitada al hemisferio norte podría esparcir un manto de la mortífera lluvia radiactiva sobre el hemisferio sur, también, o producir un “invierno nuclear” mundial. La gravedad de la situación ha movido a los líderes de seis naciones —India, México, Tanzania, Suecia, Grecia y Argentina— a publicar una declaración que se conoce como la Iniciativa de Paz de Cuatro Continentes. Ésta declara: “Hoy, la supervivencia de la humanidad está en peligro”.

Pero muchas personas tratan de hacer caso omiso de sus temores. Piensan que hay poco o no hay nada que puedan hacer en cuanto a la situación, de modo que tratan de seguir viviendo como si nada fuera a pasar. No obstante, los que adoptan tal actitud no tienen en cuenta un hecho importante. ¿Cuál es?

[Recuadro en la página 4]

¿Qué futuro para la juventud?

Algunos jóvenes creen que la familia humana realmente tiene un porvenir. Muchos más opinan que es demasiado tarde para evitar un desastre mundial. “Ya he aceptado el hecho de que es muy posible que haya un ‘fin del tiempo’”, se lamentó cierto adolescente.

En el caso de algunos, el escepticismo y la confusión en cuanto al porvenir los ha llevado al suicidio. Hace mucho un sabio escribió: “Cuando no hay visión profética, el pueblo vive sin freno” (Proverbios 29:18, E. M. Nieto). Sin una “visión” confiable que dé esperanza en cuanto al porvenir, muchos jóvenes adoptan un modo de vivir amoldado a la filosofía de “comamos y bebamos, porque mañana hemos de morir” (1 Corintios 15:32). Algunos recurren al abuso de las drogas y la promiscuidad sexual, y así ponen en primer lugar el amor al placer, se refugian en mundos de fantasía y quieren tenerlo “todo” ahora porque tal vez no haya un “mañana”. Para ellos, “el planear parece inútil, y los valores e ideales comunes parecen ingenuos”, dicen el Dr. Beardslee y el Dr. Mack, dos siquiatras eminentesa.

Este sentido de desesperación engendra a los jóvenes de la nueva ola. Tal vez usted los haya visto con ropa estrafalaria, el pelo pintado de muchos colores y recortado en formas extrañas, la piel traspasada con imperdibles, y hombres que llevan pendientes. Son impelidos por un sentimiento abrumador de exclusión, y por eso no quieren tener nada que ver con la sociedad. “Algunas de las cosas que hacemos quizás parezcan escandalosas —dijo un joven de la nueva ola—, pero ésa es la única manera que nos queda de decir que no somos parte del mundo disparatado de ustedes.”

Otros jóvenes que oyen la alarma de una aniquilación nuclear se preocupan. A diferencia de algunos adultos que pueden hacer caso omiso de sus temores a una destrucción nuclear, los jóvenes, con su fecunda imaginación, no pueden hacerlo. He aquí lo que dicen:

● “No quiero morir y esfumarme”.—Vanessa, de 11 años de edad.

● “Cuando uno realmente se sienta y piensa en el asunto, éste infunde temor en uno. La cuerda de salvamento de uno está unida a un botón rojo que hace explotar a uno si se aprieta”.—Dexter, de 13 años de edad.

● “No tengo pesadillas acerca de una guerra nuclear, sino de que aquí no quede nada después”.—Stacey, de 14 años de edad.

Sin embargo, otros adolescentes, aunque se interesan en el asunto, no están preocupados. Son optimistas en cuanto a su porvenir.

● “Sí, tendré un porvenir.”—Pam, de 17 años de edad.

● “Es imposible que haya una destrucción nuclear mundial.”—Oliver, de 17 años de edad.

● “No tengo ese temor.”—Dashunta, de 18 años de edad.

● “Tengo la esperanza de vivir; estoy contenta de tener ese conocimiento.”—Elizabeth, de 15 años de edad.

¿Por qué están tan convencidos estos jóvenes? ¿Qué conocimiento tienen? Tienen conocimiento de la Biblia y sus profecías, así que saben por qué se le está acabando el tiempo a este mundo.

[Nota a pie de página]

a “El efecto de los desenvolvimientos nucleares en niños y adolescentes”, de Psychosocial Aspects of Nuclear Developments, publicación de la Asociación Siquiátrica Estadounidense.

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