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¡Despertad! 1984
g84 22/10 pág. 24

¿Prender fuego por tradición?

“¡RECUERDEN, recuerden, el cinco de noviembre!” ¿Cuál es la razón de este pregón popular todos los años en Inglaterra?

Todo comenzó en el año 1605, cuando ciertos conspiradores católicos romanos tramaron matar por medio de una explosión al rey protestante Jaime o Jacobo I de Inglaterra —el rey que se hizo famoso por la traducción de la Biblia que lleva su nombre— junto con todos sus ministros de estado. Se descubrió la pólvora en los sótanos del Parlamento y se dio muerte a la mayoría de los conspiradores, incluso Guy Fawkes, el primero a quien se arrestó. A partir de esa fecha, el 5 de noviembre se recuerda el aniversario de la conspiración de la pólvora, conocida como la noche de Guy Fawkes, con un despliegue de hogueras y fuegos artificiales por todo el país.

¡A los niños les encanta! Pero también les encanta a los padres, quienes todos los años gastan £20.000.000 en 100.000.000 de dispositivos pirotécnicos, tan solo para perpetuar esta costumbre nacional.

Un espectáculo común es la quema de la efigie de Guy Fawkes, un monigote relleno de paja que por lo general se coloca prominentemente en lo alto de una pira. Sin embargo, en Lewes, pequeña población y mercado del sur de Inglaterra, también se queman efigies de políticos prominentes y dignatarios locales junto con las de estrellas de música popular y otros personajes conocidos. Cada una de las cinco principales Asociaciones para Hogueras que hay en el pueblo compiten entre sí por presentar el espectáculo más impresionante. Pero La Asociación Cliffe para Hogueras, una decidida organización protestante, se distingue de las demás. Portando su estandarte de “abajo el papismo”, todavía insiste en quemar la efigie del papa Paulo V, contemporáneo de Guy Fawkes y quien muchos creen que tuvo algo que ver con la conspiración de la pólvora.

A pesar de las súplicas del concejo municipal, los organizadores se mantienen intransigentes en su postura de que no se debe perder esta tradición. Señalan al luminoso monumento de los mártires, que se halla en una colina cercana. Dicho monumento conmemora la muerte de 17 protestantes de Lewes que, a causa de su fe, murieron quemados fuera de la antigua posada Star durante el reinado de la reina católica romana María Tudor.

El presidente del Concilio de Iglesias de Lewes y del Concilio regional, quien es clérigo de la Iglesia Anglicana, ha censurado categóricamente dicha práctica calificándola de “anticuada y ofensiva a los cristianos contemporáneos”. De igual manera, según van pasando los años, los sacerdotes católicos romanos de la localidad insisten con cada vez más locuacidad en que se ponga fin a “estos venenosos sentimientos anticatólicos”, ya que éstos son “un insulto público a la religión católica”; pero todo ha sido en vano.

“¡Quémenlo! ¡Quémenlo!” Los insistentes gritos de la muchedumbre van intensificándose a medida que se prepara la efigie del papa para su destino final. Puesto que está rellena de cartuchos para fuegos de artificio, tarda en estallar en un despliegue verdaderamente espectacular, una apoteosis pirotécnica.

Al acercarse la medianoche, ya quemadas todas las efigies, junto con 6.000 antorchas, y agotados los fuegos de artificio, la fiesta llega a su fin. Las 12 bandas llenas de colorido carnavalesco que serpentearon por las callejuelas de este antiguo pueblo durante las primeras horas de la noche se dispersan, junto con los 50.000 celebrantes que vinieron de todas partes. Se guardan cuidadosamente los miles de disfraces que se usaron, y los organizadores de la fiesta se retiran a planear en secreto una celebración aun más espectacular para el año próximo.

Para el visitante que va de paso todo esto resulta ser sumamente desconcertante, totalmente inesperado. El que los ingleses, que son de carácter serio y formal, manifiesten tal fervor religioso es en sí mismo un hecho extraordinario. Pero la intolerancia de Roma, siglos atrás, encendió lo que muchos defensores ardientes del ecumenismo hoy día consideran una reacción de fanatismo, que está de más en este siglo XX. ¡Las tradiciones tardan en desaparecer... especialmente en Inglaterra!—Por el corresponsal de “¡Despertad!” en las Islas Británicas.

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