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  • Lo que hace el prejuicio
  • ¡Despertad! 1984
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¡Despertad! 1984
g84 8/11 págs. 4-7

Lo que hace el prejuicio

Un investigador preguntó a un señor lo que opinaba de cierto grupo étnico. “Ellos son malhumorados y propensos a irritarse —contestó él—. Lo llevan en la sangre.”

“¿Ha conocido usted a alguno de ellos [...] personalmente?”, preguntó el investigador.

‘Sí, a uno. Fue el presidente de nuestra clase en la escuela secundaria.’

‘¿Correspondía este “presidente de la clase” al concepto que usted tiene de ellos?’

“No —reconoció él—, él era tranquilo y simpático.”

‘Entonces no podría haber llevado realmente el “mal humor y la irritabilidad” “en la sangre”, ¿no es cierto?’.

Después de una pausa, el señor contestó: “Él era una excepción”.

EL TENER prejuicios (el “prejuzgar”) significa juzgar a otros sin darles el beneficio de un juicio justo. Así, a una persona totalmente desconocida se le califica sumariamente de “perezosa”, “descarriada” o “peligrosa” sin ninguna prueba de ello, solo por una idea preconcebida. Esto se debe a que la persona parcial no ve a otros individualmente, sino como grupos. Para ella, los miembros de un grupo étnico son “todos iguales”, clones, sin individualidad. Y al igual que en el ejemplo de arriba, la persona que tiene prejuicios suele defender su parcialidad hasta el final, aunque los hechos prueben que está equivocada. Como se comentó en la revista Psychology Today, las personas con prejuicios “tienden a notar y recordar las maneras como [una] persona parece corresponder al estereotipo, mientras se oponen a la evidencia que contradice el estereotipo”.

El prejuicio se alimenta con prejuicio. Las personas cortadas por un patrón desfavorable pierden con tanta frecuencia el amor propio que de hecho viven de acuerdo con lo poco que se espera de ellas. O resulta lo que dice la Biblia en Eclesiastés 7:7: “Porque la mera opresión puede hacer que un sabio se porte como loco”. Las víctimas de la opresión pueden llegar a estar carcomidas por el rencor. Pueden llegar a ser tan susceptibles al prejuicio que a veces reaccionen de manera extrema y vean prejuicio cuando en realidad no lo hay. A cualquier persona de otra raza se le considera con desconfianza indebida o como una posible enemiga. De modo que la intolerancia no caracteriza a una sola raza o nacionalidad.

Una vez que el prejuicio se apodera del modo de pensar de una persona, ésta puede hallar que tiene aversión a casi todo grupo étnico. En cierta ocasión se pidió a unos estudiantes universitarios que expresaran sus sentimientos para con 32 naciones y razas verdaderas, además de 3 grupos imaginarios (“danierenses”, “pirineanos” y “valoneses”). Aunque parezca extraño, los estudiantes que tenían prejuicios contra ciertos grupos étnicos verdaderos hallaron que los “danierenses”, “pirineanos” y “valoneses” eran igualmente desagradables.

El prejuicio... ¿cómo se manifiesta?

La persona con prejuicios no es necesariamente hostil. Tampoco es necesariamente como el hombre que hipócritamente declara que ‘algunos de sus mejores amigos’ son de este grupo o de aquel grupo, pero le repugna la idea de tener a dichas personas como vecinos... o parientes políticos. Hay diversos grados de prejuicio. La persona con prejuicios pudiera tener realmente amistades de otra raza, pero revelar de modos muy sutiles sentimientos persistentes de superioridad. Puede que ponga a prueba la paciencia de ellas al hacer comentarios de mal gusto relacionados con algún aspecto racial. O en vez de tratarlas de igual a igual, tal vez se dé aires de protector y obre como si les estuviera confiriendo un favor al tenerlas como amistades.

Otra manera como una persona revela prejuicio es al exigir que ciertas personas se conformen a una norma más elevada en el desempeño de sus funciones, aunque les dé menos reconocimiento. Y si tales personas fracasan, quizás tienda a atribuir el fracaso a factores raciales. O puede que censure cierta conducta en el caso de una raza y la tolere en el caso de la suya. No obstante, tal persona tomaría furiosamente a mal cualquier insinuación de que ella tiene prejuicios; a tal grado ha llegado a engañarse a sí misma. Como dijo en cierta ocasión el salmista: “Porque ha sido demasiado meloso para consigo mismo a sus propios ojos para descubrir su error para odiarlo”. (Salmo 36:2.)

“Para cuando tienen cuatro años de edad”

Sin embargo, ¿por qué llega a tener prejuicios la gente? ¿Cuán temprano en la vida se adquiere el prejuicio? El sicólogo social Gordon W. Allport, en su obra clásica titulada The Nature of Prejudice, señaló que la mente humana tiende a “pensar con la ayuda de categorías”. Esto es evidente hasta en los pequeñuelos. En poco tiempo ellos aprenden a discernir entre hombres y mujeres, perros y gatos, árboles y flores... y aun entre “negro” y “blanco”. Contrario a la idea de que los pequeñuelos no distinguen los colores, los investigadores concuerdan en que los niños que están expuestos a una variedad de razas empiezan pronto a notar “diferencias en atributos físicos como color de piel, facciones del rostro, tipos de cabello, y así por el estilo. Los niños [...] generalmente se dan cuenta a plenitud de [la existencia de] grupos raciales para cuando tienen cuatro años de edad”.—Revista Parents, julio de 1981.

Pero ¿crea prejuicios en los niños el simplemente notar esas diferencias? No necesariamente. No obstante, un estudio reciente, del cual se informó en Child Development, afirmó que “niños de 5 años de edad comienzan en la escuela de párvulos con preferencias claras a obrar recíprocamente con compañeros del mismo color”. Fue aun más perturbador observar que “la tendencia a escoger compañeros de juego del mismo color aumenta durante el año en que asisten a la escuela de párvulos”. (Las cursivas son nuestras.) Otros investigadores han concluido igualmente que los pequeñuelos a menudo se dan cuenta no solo de las diferencias raciales, sino también de las repercusiones de éstas. En cierta ocasión una niñita de cuatro años de edad, llamada Joan, hizo la siguiente declaración escalofriante: “Las personas blancas pueden subir. Las personas de color marrón tienen que bajar”.

Para los investigadores es un enigma cómo desarrollan los niños ese prejuicio. Sin embargo, se sospecha firmemente que se debe a la influencia de los padres. Es cierto que tal vez pocos padres ordenen directamente a sus hijos que no jueguen con niños de otra raza. No obstante, si el niño observa que sus padres tienen prejuicio en contra de alguien de otra raza o se sienten simplemente molestos con dicha persona, puede que él mismo también adopte actitudes negativas. Las diferencias culturales, la influencia de los compañeros y de los medios de información, y otros factores pueden combinarse luego para reforzar dicho prejuicio.

Malas experiencias

En el caso de algunas personas, no obstante, parece que el prejuicio es una manera extremada de reaccionar a una mala experiencia. Cierta joven alemana acompañó a su esposo al África, quien iba a efectuar un proyecto relacionado con su trabajo. Allá ella se topó con problemas. Le parecía que algunas de las personas tenían prejuicios contra ella como mujer y como europea. Las actitudes de algunas fueron una sacudida para la susceptibilidad de ella debido a su crianza europea. ¡El cavilar sobre los problemas que causaron solo unas cuantas personas resultó en que ella llegara a tener aversión a toda persona de la raza negra!

Algo parecido pasó en el caso de un estudiante antillano que vivía en los Estados Unidos hace unos 20 años. Aunque estaba vestido nítidamente y había sido cortés, se le negó el servicio en cierto restaurante y se le dijo: “No servimos a personas como usted aquí”. Puesto que nunca antes había estado expuesto a la discriminación racial y no estaba al tanto de las tensiones raciales que existían en aquel entonces, trató de exigir que se le sirviera... ¡lo cual resultó en que fuera arrestado inmediatamente! Aunque el alcalde de la ciudad mandó que se le pusiera en libertad, y censuró a la policía, este incidente dejó amargado al estudiante antillano. Años después, aún guarda animosidad contra las personas blancas.

En otros casos, como se señala en The Nature of Prejudice, el humillar a otros parece satisfacer el hambre insaciable que el hombre tiene de tener una posición social. Es ‘pensar más de sí mismo de lo que es necesario’ (Romanos 12:3). También puede que se desarrollen mitos de superioridad racial para “justificar” la opresión de cierto grupo. Por ejemplo, durante los años de la infame trata de esclavos en los Estados Unidos, era popular que se declarara que los negros eran mentalmente inferiores, o infrahumanos. Estas creencias eran tan comunes que hasta el presidente estadounidense Thomas Jefferson, crítico francoa de la esclavitud, expresó en cierta ocasión la “sospecha” de que “los negros [...] son inferiores a los blancos en sus dones mentales y físicos”. Aunque la ciencia ha probado que tales ideas son insostenibles, el racismo subsiste.

¿A qué se debe esto? La razón fundamental se muestra claramente en la Biblia, au que los investigadores la pasan por alto: “Por eso es que, así como por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo y la muerte por medio del pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado” (Romanos 5:12). El pecado heredado ha deformado el modo de pensar del hombre y su manera de considerar los asuntos. El hombre, en vez de quedar intrigado por las diferencias o deleitarse en ellas, responde con temor e inseguridad. Y hasta del corazón imperfecto de un pequeñuelo puede salir una espantosa serie de “razonamientos inicuos” que se convierten en prejuicios destructivos (Mateo 15:19). ¿Es posible, entonces, vencer el prejuicio?

[Nota a pie de página]

a Jefferson fue autor de la Declaración de Independencia estadounidense, donde se declara que “todos los hombres son creados iguales”. En cierta ocasión dijo que la esclavitud era “un conjunto de horrores”, pero él mismo era dueño de esclavos.

[Comentario en la página 6]

¡El cavilar sobre los problemas que causaron solo unas cuantas personas resultó en que ella llegara a tener aversión a toda persona de otro color!

[Ilustración en la página 5]

El prejuicio puede hacer que las personas desconfíen unas de otras

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