¡El prejuicio puede ser vencido!
LOS prejuicios, según el sociólogo Frederick Samuels, “llegan a ser una parte fundamental de la estructura de la personalidad de un individuo [...] comprenden su amor propio, el concepto que tiene de sí mismo [...] Sería tan difícil abandonar ciertas actitudes y los conceptos de un grupo como lo sería entregar un brazo o una pierna”.
Sin embargo, muchas personas se imaginan que si a las razas sencillamente se les pudiera poner a trabajar juntas y conocerse unas a otras, el prejuicio desaparecería de algún modo. Lamentablemente, esto, hasta cierto grado, surte mejor efecto en teoría que en la práctica. La integración a veces es contraproducente e intensifica las hostilidades raciales. Por otro lado, considere la situación de una escuela del sur de los Estados Unidos donde se practica la integración. Allí los estudiantes negros y los blancos estudian juntos en condiciones relativamente pacíficas. ¿Es ése el fin del prejuicio? Los autores de Desegregated Schools: Appraisals of an American Experiment comentan que los estudiantes todavía prefieren sentarse con miembros de su propia raza y participar casi exclusivamente con éstos en actividades sociales. Los investigadores califican esto de “segregación informal”.
Por consiguiente, la armonía racial es a menudo poco más que coexistencia pacífica. Si las diferentes razas han de aprender algún día a amarse y comprenderse mutuamente, se tendrá que hacer algo más que simplemente ponerlas en contacto unas con otras. Pero ¿qué? Las Naciones Unidas hicieron un intento poco eficaz al patrocinar la “Segunda Conferencia Mundial para Combatir el Racismo y la Discriminación Racial” (del 1 al 13 de agosto de 1983). Pero, como se esperaba, todo lo que resultó de ello fue más teorías y retórica altisonante.
Nuevas perspectivas sobre raza y nacionalidad
La gente no va a renunciar a sus actitudes y prejuicios profundamente arraigados, a menos que tenga una motivación poderosa para hacerlo. Y en el caso de muchos millares de personas, dicha motivación se ha desarrollado mediante el estudio de la Biblia. Ésta puede llegar al corazón y mover a la persona a obrar como ningún otro libro en el mundo puede hacerlo. “Porque la palabra de Dios es viva y ejerce poder” (Hebreos 4:12). Por ejemplo, suponga que usted guardara animosidad a cierta raza o nacionalidad. Si comenzara a estudiar la Biblia, pronto se daría cuenta de que ésta enseña que “Dios no se rige por la apariencia exterior del hombre”, “sino que en toda nación el que le teme y obra justicia le es acepto”. (Gálatas 2:6; Hechos 10:34, 35.)
El admitir que Dios “hizo de un solo hombre toda nación de hombres’’ seguramente hará que usted vuelva a evaluar sus ideas tocante a personas de otras razas (Hechos 17:26). ¿Cómo puede uno considerar inferiores a personas de diferente color de piel, textura de pelo y forma de ojos y narices que son características de diferentes razas, si uno ha entablado amistad con Dios, quien creó de un solo hombre toda nación de hombres?
Claro, las diferentes razas parecen tener notables rasgos de personalidad... buenos y malos. No obstante, la Biblia advierte: “Que guardes estas cosas sin prejuicio, no haciendo nada según una inclinación parcial” (1 Timoteo 5:21). El cristiano, pues, permite que cada uno “pruebe lo que es su propia obra” más bien que juzgar el mérito de un hombre por su color o raza. (Gálatas 6:4.)
Por ejemplo, el apóstol Pablo notó que los habitantes de Creta tenían la deshonrosa reputación de ser “mentirosos, bestias salvajes perjudiciales, glotones desocupados” (Tito 1:12). Sin embargo, esto no significaba que estos rasgos fueran en cierto modo inherentes o que existieran en todos los cretenses. Pues Pablo dio instrucciones a Tito para que buscara allá en Creta a hombres que se hubieran sobrepuesto a aquello y los nombrara para posiciones de responsabilidad en la congregación. (Tito 1:5.)
Es cierto que a veces uno se siente tentado a concluir que ciertos rasgos étnicos se llevan “en la sangre”. Por ejemplo, entre los miembros de cierto grupo racial tal vez haya varios ociosos y desempleados. ‘Sencillamente son perezosos’, concluyen a la ligera algunas personas. No obstante, el cristiano se compadece de la gente. Se da cuenta de que muchas personas están “desolladas y desparramadas” debido a este mundo depravado e indiferente (Mateo 9:36). ¡Pues en muchos países el prejuicio racial y las condiciones económicas privan a personas de empleos adecuados! De modo que lo que frecuentemente parece ser pereza resulta ser desesperanza y desesperación. Esas personas necesitan ayuda espiritual y comprensión... no crítica severa.
Esto trae a la memoria el consejo que el apóstol Pablo dio en cuanto a hacerlo todo “considerando con humildad de mente que los demás son superiores a ustedes” (Filipenses 2:3). El aceptar este consejo quizás requiera que uno cambie radicalmente su modo de pensar. Como en el primer siglo, muchas personas se creen “superiores” porque han recibido educación seglar o tienen una alta posición social. Sin embargo, Pablo recordó a los cristianos del primer siglo que “Dios escogió las cosas necias del mundo [...] y las cosas menospreciadas” (1 Corintios 1:26-28). Aquellos modestos tenían una humildad y sinceridad que a los ojos de Dios los hacía “superiores”. ¿Puede una persona tener prejuicios si adopta este punto de vista piadoso acerca de otros?
El lado opuesto
Por otra parte, puede que por mucho tiempo usted haya sido víctima del prejuicio y se haya dado cuenta de que en realidad pocas personas tratan alguna vez de vencer sus prejuicios. La Biblia puede ayudarle a comprender que es inútil esperar justicia en el actual orden social torcido. “Lo que se hace torcido no se puede hacer derecho”, dijo Salomón (Eclesiastés 1:15). Por tanto, Dios ha prometido erradicar con el tiempo todas las injusticias, ¡y el saber esto puede ser una verdadera fuente de consuelo para usted! (Salmo 37:1-11; 72:12-14.)
No obstante, mientras tanto, tal vez usted tenga que hallar maneras de hacer frente al prejuicio. En respuesta a la intolerancia, algunas personas desarrollan un prejuicio propio y concluyen que todos los de otra raza tienen prejuicios. Llegan a ser demasiado susceptibles y a ofenderse por los comentarios más inocentes que se hagan. Con todo, la Biblia advierte en Eclesiastés 7:9: “No te des prisa en tu espíritu a sentirte ofendido”. Aprenda a dar a otros un margen de confianza y se ahorrará mucha irritación.
Recuerde, también, que Jesús a menudo fue objeto del rechazamiento de sus coterráneos judíos. Sin embargo, animó a sus discípulos a abordar a la gente de modo optimista. “Dondequiera que entren en una casa —dijo Cristo— digan primero: ‘Tenga paz esta casa’.” (Lucas 10:5, 6.) Sin duda, es mejor abordar a la gente con la esperanza y el deseo de tener paz que armarse emocionalmente para un conflicto.
No obstante, ¿qué hay si usted es víctima de la injusticia, como una pareja nigeriana cuyo posible arrendador en Inglaterra falló a una promesa de alquilarle un apartamento? (La gente se quejó de que no quería tener vecinos de la raza negra.) ¡Qué afrenta para la dignidad de una persona! Sin embargo, la Biblia advierte contra “obligarse unos a otros a tener una confrontación” (Gálatas 5:26; nota al pie de la página de la New World Translation con referencias [1984]). Esto por lo general solo sirve para establecer el prejuicio y el odio de manera más profunda. Y el reaccionar con ira generalmente solo empeora una situación mala.
Jesús dio este consejo: “No resistan al que es inicuo; antes al que te dé una bofetada en la mejilla derecha [obre de modo insultante para contigo], vuélvele también la otra”. Pablo añade: “No devuelvan mal por mal a nadie [...] Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, sean pacíficos con todos los hombres. [...] No te dejes vencer por el mal, sino sigue venciendo el mal con el bien” (Mateo 5:39-44; Romanos 12:17-21). El responder al odio con bondad requiere verdadera fortaleza moral. Pero al no permitir que la intolerancia lo llene de resentimiento, usted se sobrepone a ella.
Busque la ventaja de otros
Una jamaicana recién casada aprendió aún otra lección con relación a vencer el prejuicio. Cuando la familia africana de su esposo la excluyó hasta cierto punto del trato social, ella comenzó a considerar los asuntos desde el punto de vista de ellos. Recuerda: “Comprendí que a mí también se me podía culpar de tener prejuicio. Rehusaba ponerme ropa como la de ellos, tenía aversión a su comida y no hacía ningún esfuerzo por aprender su idioma. Así que decidí tratar de aprender algunas expresiones en su idioma. Siempre que decía algo en su idioma, ellos respondían con entusiasmo: ‘¡Ah, estás llegando a ser una de los nuestros ahora!’”.
Sí, uno no pierde nada y gana mucho al honrar los aspectos sanos de la cultura de otras personas. Así, si usted es originario de un país donde la gente tiende a ser expresiva, haga algunos ajustes si se muda a un país donde la gente tiende a ser reservada. La Biblia dice apropiadamente: “Que cada uno siga buscando, no su propia ventaja, sino la de la otra persona” (1 Corintios 10:23, 24, 31-33). Recuerde, el egoísmo y la intolerancia son a menudo la raíz del prejuicio.
¡El prejuicio es vencido!
Por lo tanto, la Biblia está llena de consejos prácticos que pueden ayudar a las personas tanto a vencer el prejuicio como a hacerle frente. El hacerlo no es siempre fácil, ni siquiera para los cristianos devotos. Considere lo que sucedió hace algún tiempo durante un intermedio de una asamblea de los testigos de Jehová. Una señora que llevaba una bandeja con alimentos tropezó con una silla y derramó su bebida sobre las piernas de otra señora. Esto pudiera haber parecido insignificante, excepto por un hecho: una señora era negra; la otra, blanca.
El breve pero airado intercambio de palabras que siguió reveló animosidad racial reprimida. En circunstancias comunes, ¡no hubiera ni que pensar en pedir disculpas! Con la ayuda de un observador, a estas dos señoras se les recordó que eran cristianas. Ellas sabían que el prejuicio racial es incorrecto y que no podían conservar el favor de Dios si no hacían la paz una con otra (1 Juan 4:20). Fue ciertamente conmovedor ver a estas dos señoras abrazarse y disculparse mutuamente con lágrimas en los ojos. Más importante aún, ellas dejaron de lado el incidente y conversaron como viejas amigas.
Así, los testigos de Jehová han dado grandes pasos para eliminar el prejuicio. Véalo usted mismo. Hay literalmente millones de ellos que son testimonio viviente de que la Palabra de Dios ciertamente tiene poder... suficiente poder como para vencer hasta el prejuicio.
[Comentario en la página 8]
¿Cómo puede usted considerar inferiores a personas de diferentes razas, si Dios “hizo de un solo hombre toda nación de hombres”?
[Comentario en la página 10]
El responder al odio con bondad requiere verdadera fortaleza moral
[Comentario en la página 10]
Al no permitir que la intolerancia lo llene de resentimiento, usted se sobrepone a ella
[Ilustración en la página 9]
El estudio de la Biblia obliga a la persona a volver a evaluar sus sentimientos hacia personas de diferentes razas