De nuestros lectores
Moralidad sexual
Acabo de leer el artículo sobre la revolución sexual en el número del 8 de septiembre de 1984 de ¡Despertad! Sé lo que es tener herpes. Cuando me enteré de ello, quise huir y oír a alguien decir que yo no tenía esa enfermedad. Es muy dolorosa y nunca desaparece. No obstante, he hecho un cambio en mi vida y he dejado de practicar la fornicación. Disfruté muchísimo de su artículo.
D. G., Misuri, E.U.A.
¡Nunca en la vida había leído un artículo tan lleno de prejuicio! Esta promiscuidad sexual, como ustedes la llaman, es el afecto mutuo que sienten dos personas y no debería llamársele conducta descarriada. No se hace ninguna mención en la Biblia de que haya habido una ceremonia nupcial entre Adán y Eva, sino que Adán dijo que Eva era su esposa, y Eva dijo que Adán era su esposo. En cuanto a los homosexuales, Jehová mira el corazón (1 Samuel 16:7). Nuestro Creador proveyó las relaciones sexuales como medio de expresar amor profundo, y a toda persona no le atrae ser heterosexual. Mientras los homosexuales tengan ese amor y respeto mutuos, ¿no estarían siguiendo todavía los principios bíblicos? Hay quienes se adhieren a los principios piadosos de la manera que les parece que Dios aprueba, no del modo que los aprueba el hombre por medio de artículos parciales como ése.
D. J., Nueva York, E.U.A.
Cuando a Adán le presentaron a Eva, él reconoció que se pertenecían uno al otro con la siguiente expresión: “Esto por fin es hueso de mis huesos y carne de mi carne”. Y no podía haber nada que fuera más unidor que la mismísima declaración oficial de Dios: “Es por eso que el hombre dejará a su padre y a su madre y tiene que adherirse a su esposa y tienen que llegar a ser una sola carne” (Génesis 2:23, 24; Mateo 19:5). Lo que Dios aprueba no lo determinan los sentimientos de individuos, sino que lo determina lo que él ha declarado específicamente en su Palabra. En Hebreos 13:4 se declara: “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea sin contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros”. El que Dios condena los actos de homosexualidad se puede ver claramente en Levítico 20:13; Romanos 1:27, 32 y 1 Corintios 6:9, 10.—La dirección.
Tratamiento de quemaduras
Mientras comíamos fuera en un restaurante local, mi hija menor se quemó con agua hirviendo. Debido al conocimiento que había adquirido al leer ¡Despertad! (8 de noviembre de 1966; 8 de agosto de 1980; 8 de octubre de 1980) sobre cómo tratar quemaduras, inmediatamente eché agua fría sobre las quemaduras cubiertas por la ropa, puse una compresa de hielo sobre la piel expuesta y llevé de prisa a mi hija al hospital de la localidad, que está como a una milla (1,6 kilómetros) del restaurante. En el hospital, el personal médico nos preguntó cómo sabíamos que aquél era el mejor tratamiento al que se podía recurrir en el momento. Les expliqué que pude tomar acción sin demora porque leo ávidamente ¡Despertad!
F. D., California, E.U.A.