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  • ¡Despertad! 1985
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¡Despertad! 1985
g85 22/5 págs. 8-10

La alimentación de los hambrientos del mundo... ¿qué perspectivas hay?

EN UNA bodega subterránea de Misuri, E.U.A., la cual mide 65 hectáreas (160 acres), hay reservas de 1.200 millones de kilos (2.600 millones de libras) de mantequilla, queso, y leche en polvo, que se extienden de una pared a la otra y desde el piso hasta el techo. Es parte de un almacenamiento nacional de alimentos excedentes que el gobierno compra de los granjeros a un costo de aproximadamente $3.000 millones (E.U.A.) al año. Cuesta otros $58.000.000 al año tan solo hacer funcionar las instalaciones de almacenamiento. Además, el gobierno gasta miles de millones de dólares cada año para dar subsidios a los granjeros, por lo cual ellos, en cambio, dejan hasta 20 por 100 de su tierra en barbecho a fin de disminuir la producción de sus granjas.

¿Da a entender este cuadro de abundancia que, si de algún modo se hallara un medio equitativo de distribuir el alimento, dicha abundancia resultaría en que ya no hubiera hambre en el mundo? ¿Pueden las naciones del mundo en que hay una deficiencia de alimento contar indefinidamente con este abastecimiento aparentemente ilimitado de alimento?

La respuesta a estas preguntas es de importancia vital, porque no solo las masas hambrientas del Tercer Mundo dependen de las pocas naciones en que hay un excedente de alimento, sino que hasta muchas naciones desarrolladas dependen muchísimo de lo que compran de estas naciones para su abastecimiento de alimento. De hecho, los informes muestran que son los países desarrollados, como la Unión Soviética, el Japón y algunos de la comunidad europea, los que están comprando la mayor parte del excedente, porque pueden darse el lujo de pagarlo. Siempre que las naciones en que hay el excedente de alimento puedan producir en exceso y exigir un buen precio por él, seguirá habiendo un abastecimiento. Pero hay indicios de que esta situación no va a durar para siempre.

Perspectivas amenazadoras

Al mirar hacia adelante, la mayor parte de los analistas prevén que la demanda excederá el abastecimiento. Muchos de ellos señalan que el abastecimiento de alimento mundial ha estado nivelándose durante la última década, mientras que la demanda ha estado avanzando progresivamente. Ven que se va cerrando la brecha entre el abastecimiento y la demanda. ¿Qué contribuye a esta disminución?

Es cierto que el mal tiempo es un factor. En los Estados Unidos, el largo verano caliente de 1980 y, en la Unión Soviética, el frecuente mal tiempo ciertamente han ocasionado graves fracasos en la cosecha. Sin embargo, los especialistas en el ambiente afirman que tales fracasos son en realidad el resultado de las campañas que se han hecho para aumentar el rendimiento y la eficiencia de las granjas. En tiempos pasados, cuando las granjas eran más pequeñas y menos eficientes, se plantaba una mayor variedad de cultivos, y los granjeros no dependían tanto del buen tiempo. Con el advenimiento de la agricultura comercial moderna, se planta el mismo cultivo en miles o hasta millones de hectáreas de terreno.

Con la agricultura intensiva se logra que la tierra produzca al máximo, pero se hace poco para restaurarla. Se trabaja la tierra año tras año con el mismo cultivo, sin reponer los alimentos y las materias orgánicas de la capa superficial del suelo, que es rica y oscura. Además, la erosión causada por el viento y el agua está arruinando la tierra de cultivo a un paso alarmante en las principales zonas productivas del mundo. Por ejemplo, en Iowa (E.U.A.), media hectárea (un acre) de término medio pierde diez toneladas, o 0,25 centímetro (la décima parte de una pulgada), de la capa superficial del suelo cada año. Un estudio efectuado por el Servicio para la Conservación del Suelo muestra que la erosión de 2,5 centímetros (una pulgada) de la capa superficial del suelo hace que disminuya la producción de maíz aproximadamente 6 por 100. Dicho estudio advierte que si no se interrumpe el paso actual de la erosión, la producción de maíz en los Estados Unidos podría disminuir hasta una tercera parte durante las próximas décadas.

La productividad está disminuyendo por otra razón. Están desapareciendo rápidamente las tierras de labrantío productivas. El aumento en el valor de los bienes raíces, el alto costo del combustible, las sustancias químicas, la mano de obra y el equipo, y el precio bajo de los productos agrícolas debido a la producción abundante de las granjas, todo ello se une para ejercer una tremenda presión sobre los granjeros que cultivan la tierra en pequeña escala para que vendan sus granjas. Esto ha resultado en que cada año en los Estados Unidos hasta 400.000 hectáreas (un millón de acres) de tierra cultivable se utilicen para viviendas, centros comerciales, represas y carreteras.

“Puesto que hay grandes excedentes, hambre a nivel mundial y falta de ganancia para los granjeros, queda perfectamente claro que el sistema actual no está funcionando”, dice un economista del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos.

¿Cuáles son las perspectivas?

Después de haber examinado ambas partes del cuadro —tanto la situación de las naciones del Tercer Mundo, donde falta el alimento, como la de las naciones desarrolladas, donde hay un excedente de alimento—, ¿qué podemos concluir acerca de las perspectivas de alimentar a los hambrientos del mundo? “De todos los males que afligen a la raza humana, ninguno parece más fácil de resolver —y a la misma vez más insoluble— que el hambre.” Ésta fue la conclusión a que llegó el periódico The New York Times en una extensa serie de artículos sobre el tema del hambre. El artículo señaló “la desigualdad de ingresos y la pobreza” como las verdaderas causas del hambre mundial y dijo a continuación: “Hasta que no se resuelvan estos persistentes problemas sociales y económicos, no se podrá eliminar el hambre mundial por más que se juegue con programas de alivio o control demográfico”.

Obviamente queda la pregunta: ¿Quién puede resolver estos “persistentes problemas sociales y económicos” y realizar una mejora genuina? ¿Hay algún científico, economista, granjero o líder político que sea tan sabio y poderoso que pueda traspasar todas las barreras sociales, económicas y políticas y eliminar la avaricia, el egoísmo y la ambición a fin de acudir en ayuda de los hambrientos del mundo? “Tenemos a la mano los medios de producir mucho más —dice dicho artículo del Times—. Pero nadie está seguro en cuanto a cómo hacerlo llegar a los que lo necesitan.”

Esta situación que causa perplejidad fue predicha por Jesucristo cuando dijo las siguientes palabras: “Habrá escaseces de alimento [...] en un lugar tras otro”, y “sobre la tierra angustia de naciones, no conociendo la salida” (Mateo 24:7; Lucas 21:25). Aunque Jesús no describió en detalles cómo y por qué habría dichas escaseces de alimento, las palabras de Jesús describen con exactitud la realidad tal como la vemos hoy.

Claro, una cosa es predecir dichas dificultades, pero es otra llegar a una solución factible. Como hemos visto, la solución para el problema del hambre no consiste simplemente en producir más alimento. Lo que se necesita es una administración justa y recta mediante un gobierno justo. Jesucristo enseñó a sus seguidores a orar por un gobierno de esa índole: “Venga tu reino”. (Mateo 6:10.)

Bajo aquel Reino justo, el potencial productivo de la Tierra será restaurado: “Pues en el desierto habrán brotado aguas, y torrentes en la llanura desértica. Y el suelo abrasado por el calor se habrá puesto como un estanque lleno de cañas, y el suelo sediento como manantiales de agua” (Isaías 35:6, 7). Esto resultará en que “la tierra misma ciertamente dará su producto”, y “llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia”. (Salmo 67:6; 72:16.)

Y nadie pasará hambre por no poder comprar alimento. Todos, ricos o pobres, podrán participar de la abundancia de la Tierra. Se extenderá a toda la humanidad la invitación que se expresa en Isaías 55:1, donde dice: “¡Oigan, todos ustedes los sedientos! Vengan al agua. ¡Y los que no tienen dinero! Vengan, compren y coman. Sí, vengan, compren y coman. Sí, vengan, compren vino y leche aun sin dinero y sin precio”.

¡Qué bendición será vivir en el Nuevo Orden de cosas de Dios, donde “la justicia habrá de morar”! (2 Pedro 3:13.)

[Fotografías en la página 10]

“La tierra misma ciertamente dará su producto”

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