¿Cómo ocurrió?
“¿CÓMO fue posible que un régimen bárbaro como el Tercer Reich nazi llegara al poder en uno de los países más avanzados económicamente y más sofisticados culturalmente en el mundo?” Esta pregunta que hace reflexionar la planteó el historiador J. Noakes al escribir para la revista History Today. Quizás se puede contestar con un poco de información sobre los antecedentes.
El partido nazi no lo fundó Adolfo Hitler. En 1919 Anton Drexler, cerrajero de Munich, fundó el Deutsche Arbeiterpartei (Partido Obrero Alemán). Un año más tarde, éste cambió de nombre a Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei (Partido Obrero Alemán Nacionalsocialista), y en 1921 Hitler se convirtió en su líder. Drexler se retiró del partido más tarde por su oposición a Hitler. La palabra “nazi” se derivó de la primera palabra del nombre del partido.
En 1923 Hitler y el partido fracasaron en una tentativa para derrocar el gobierno, y Hitler fue encarcelado. Durante ese tiempo escribió su libro Mein Kampf (Mi lucha). En éste expuso las metas y enseñanzas principales del partido y declaró como su meta suprema “la naturalización de las masas”. A fin de alcanzar esta meta, declaró que “ningún sacrificio social es demasiado grande”. El Estado tiene que demostrar que es “el defensor de un futuro de mil años”, escribió él.
Al principio no se tomó en serio a Hitler y su partido. Su estilo rimbombante de hablar llevó al escritor alemán Kurt Tucholsky a decir en aquel tiempo: “El hombre no existe; es solo el ruido que produce”. Tucholsky sin duda habló por muchas personas. Pero el hombre sí existía, y había de producir mucho más que ruido.
Factores de la toma del poder por los nazis
Los alemanes quedaron desilusionados después de su derrota en la I Guerra Mundial. Consideraron que las pesadas sanciones que se les impusieron mediante el Tratado de Versalles eran demasiado gravosas e injustas. No había un fuerte liderato político. La situación económica empeoraba de semana en semana. Una depresión mundial contribuyó a que millones de trabajadores quedaran sin empleo. Un ambiente cargado de desesperación y una sensación de inseguridad ahogaba el gozo de vivir.
Mediante una hábil campaña de propaganda, el movimiento nazi tuvo éxito en convertir las masas en un instrumento complaciente para llevar a cabo sus metas políticas. Sus grandiosas promesas respecto al futuro captaron el interés de la nación. Explotó para sus propios propósitos el temor que el pueblo tenía al comunismo. Proveyó al militarismo prusiano una nueva oportunidad de manifestarse. El partido ofreció a los jóvenes excitación, aventura, camaradería y la embriagadora sensación de participar personalmente en el renacimiento de una nación alemana más poderosa.
Tan solo seis años después de llegar al poder, Hitler, en un discurso que pronunció el 28 de abril de 1939, habló acerca de sus éxitos. Entre éstos estaban el restablecimiento del orden, el aumento de la producción, el fin del desempleo y el abandono de las restricciones del Tratado de Versalles. Luego añadió: “Las provincias que se nos robaron en 1919 yo las he devuelto al Reich [...] He restablecido la unidad histórica de mil años del pueblo alemán y he [...] logrado esto sin el derramamiento de sangre y, por lo tanto, sin someter mi pueblo u otros a las desgracias de la guerra”.
En el libro Anmerkungen zu Hitler (Comentarios acerca de Hitler), el escritor Sebastian Haffner explica que para los alemanes “Hitler era un prodigio... ‘alguien enviado por Dios’”. Así que los éxitos de Hitler, además de la propaganda astuta, permitieron al partido nazi adquirir tanto control sobre la gente que el movimiento comenzó a adoptar matices religiosos. El apoyo de las metas del partido se convirtió pronto en un deber “sagrado”.
Esto nos ayuda a entender mejor lo que escribió William L. Shirer en su libro The Nightmare Years: “El frenesí de las multitudes me fascinó aun más que mi primer vistazo al dictador [...] Cuando él apareció en el balcón por un momento y saludó con la mano, ellas se volvieron locas. Varias mujeres se desmayaron. Algunas personas, hombres y mujeres, fueron pisoteadas a medida que la muchedumbre se acercaba en tropel para mirar más de cerca a su mesías. Pues eso parecía ser para ellas”.
[Comentario en la página 5]
Los nazis convirtieron las masas en un instrumento complaciente
[Fotografía en la página 5]
Para muchos, Hitler fue “enviado por Dios”, dice un escritor alemán