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  • Rechazaron el nazismo... ¿quiénes?
  • ¡Despertad! 1985
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¡Despertad! 1985
g85 8/6 págs. 8-12

Rechazaron el nazismo... ¿quiénes?

“¡HEIL Hitler!” era el saludo obligatorio durante el Tercer Reich de Hitler. Pero —según el periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung— muchas personas “combinaron los conceptos míticos, y hasta religiosos con la persona del Führer”. Así, el saludo llegó a significar mucho más que solo mostrar el debido respeto a un gobernante. (Véase Romanos 13:7.)

Además, Hitler se jactó al decir: “El Reich Nacionalsocialista durará mil años”. De ese modo se puso a competir con el Mesías del cual habla la Biblia, pues Jesucristo había prometido un gobierno que gobernaría la Tierra por mil años. (Véase Revelación 20:4, 6.)

En el estado policíaco de Hitler era peligroso expresar desacuerdo con las metas nazis públicamente. Solo cuando la política y los abusos del régimen se hicieron manifiestos, y especialmente cuando llegó a ser evidente que se había perdido la guerra, el desacuerdo se convirtió en oposición.

Esa oposición llegó a su punto culminante el 20 de julio de 1944, cuando se atentó contra la vida de Hitler. Algunas de las personas implicadas en el atentado habían concordado originalmente con el nazismo o lo habían apoyado activamente. Justamente 40 años más tarde, el 20 de julio de 1984, Hitler apareció una vez más en los titulares cuando el canciller de la República Federal de Alemania habló en cierta ceremonia que honraba a los que fueron ejecutados o fueron víctimas de otras represalias después del fallido atentado de asesinato.

¿Qué hay de la oposición clerical?

¿Qué hay de los líderes religiosos de Alemania en aquel tiempo? ¿Se opusieron ellos a Hitler y al nazismo? ¿Cuál fue la actitud del clero católico? Respecto al obispo católico Konrad Graf Preysing, de Berlín, el periodista Klaus Scholder explica: “Graf Preysing, que en aquel tiempo todavía era obispo de Eichstätt, fue uno de los muy pocos que, desde el mismo principio, vio el Tercer Reich como un régimen desastroso y criminal”. (Las cursivas son nuestras.) Su oposición fue franca. Pero otros miembros de la Conferencia Alemana de Obispos Católicos, incluso su presidente, el cardenal Bertram, no quisieron hablar claro en contra del nazismo. En vez de eso, le dieron su apoyo. Así, Scholder sigue diciendo: “Mirando hacia el pasado, puede que una persona halle esta lealtad [a Hitler y al nazismo] inexplicable, sí, hasta intolerable”.

Entre los protestantes, a menudo se señala al pastor Martin Niemöller como inquebrantable opositor del régimen nazi. Pero el escritor H. S. Brebeck dice que “la única cuestión que lo separaba de las metas políticas de Hitler era: ‘¿Quién gobierna la Iglesia? ¿La Iglesia misma, o el Partido?’. No obstante, en sentido político, lo apoyaba sin reserva”. Cuando Niemöller murió en 1984, el Frankfurter Allgemeine Zeitung comentó: “Al igual que casi todos los líderes protestantes de Alemania, él originalmente se alegró por el anhelado renacimiento alemán bajo el liderato de Hitler”.

Es igualmente informativo un reportaje del periódico Deutsches Allgemeines Sonntagsblatt (reimpreso en inglés en The German Tribune) acerca de la conferencia de la Federación de Bautistas Europeos que se celebró en Hamburgo, Alemania, en 1984. El artículo declara: “Por primera vez se dijeron palabras aclaratorias sobre la conducta de la Iglesia Bautista durante el Tercer Reich. Hasta ahora, las parroquias no habían querido abordar este problema delicado. No obstante, en el congreso, el cabeza de la sección nacional hizo una ‘confesión’ [...]: ‘No nos unimos públicamente a la lucha [contra el nazismo] [...] y así no opusimos resistencia inequívoca a las violaciones de los mandamientos de Dios. Estamos avergonzados porque nuestra sección alemana sucumbió a la tentación ideológica de aquellos días y no desplegó mayor valor para luchar por la verdad y la justicia’”.

Los hechos prueban que solo una pequeña minoría de clérigos declaró su rechazo del régimen de Hitler. Y aun los que hicieron eso fueron movidos generalmente por la desilusión o por la política eclesiástica más bien que por razones puramente bíblicas. La verdad es que la mayoría de ellos no vieron nada contradictorio en tratar de adherirse al Mesiazgo de Jesucristo por un lado, y por otro lado gritar “Heil” a un falso mesías político y su “reinado de mil años”. El ejemplo despreciable, impío y antibíblico de ellos lo siguieron sus feligreses... para su pesar en común. (Compárese con Mateo 15:14.)

Los que no transigieron

Sin embargo, en Alemania hubo un grupo de personas que defendieron valerosamente los principios cristianos. Ese grupo fue los testigos de Jehová. A diferencia del clero y sus seguidores, los Testigos rehusaron transigir ante Hitler y los nazis. Rehusaron violar los mandamientos de Dios. No quebrantarían su neutralidad cristiana respecto a asuntos políticos. (Véase Isaías 2:2-4; Juan 17:16; Santiago 4:4.) No atribuyeron Heil, o salvación, a Hitler, como lo hizo la abrumadora mayoría de los clérigos y sus feligreses.

En lugar de hacer eso, los testigos de Jehová se unieron al apóstol Pedro al decir acerca de Jesucristo: “No hay salvación en ningún otro, porque no hay otro nombre debajo del cielo que se haya dado entre los hombres mediante el cual tengamos que ser salvos”. (Hechos 4:12; véase también Salmo 118:8, 9; 146:3.) Ninguno de ellos se manchó de sangre las manos en actividades militares a favor de Hitler, pues rehusaron servir en las fuerzas armadas de él. (Juan 13:35; 1 Juan 3:10-12.)

Debido a su intransigente posición en contra de Hitler y el nazismo, los testigos de Jehová fueron perseguidos y luego enviados por millares a campos de concentración. La socióloga polaca Anna Pawełczyńska, quien sobrevivió al infame campo de exterminio de Auschwitz, comenta acerca de la fe firme y la integridad de ellos ante la crueldad inhumana. En su libro Values and Violence in Auschwitz, ella declaró que los testigos de Jehová eran “una firme fuerza ideológica y ganaron su batalla contra el nazismo”. Los calificó de “isla de incansable resistencia que existía en el corazón de una nación aterrorizada”. Y añadió: “Con ese mismo espíritu impávido desempeñaron su función en el campo de Auschwitz. Se las arreglaron para ganarse el respeto de sus compañeros de prisión [...], de los funcionarios de la prisión, y hasta de los oficiales de la SS. Todo el mundo sabía que ningún testigo de Jehová ejecutaría un mandato que estuviera en contra de sus creencias y convicciones religiosas”. Ella concluyó: “Los testigos de Jehová emprendieron una resistencia pasiva por su creencia, que iba en contra de toda guerra y violencia”.

No, los testigos de Jehová no transigieron ante Hitler y su Tercer Reich. No cifraron su confianza y esperanza en el nazismo ni en ningún otro sistema político de este mundo. Rechazaron la gobernación humana por algo mejor. Así, a diferencia del clero y sus seguidores, los Testigos no llegaron a ser las víctimas espirituales del nazismo.

Algo mucho mejor

De la misma manera hoy día, los testigos de Jehová no cifran su confianza y esperanza en ideologías políticas de ninguna clase. Rechazan esas ideologías por algo mucho mejor que Dios ha prometido: un gobierno que Él ha formado y que introducirá un justo nuevo sistema, uno que resolverá todos los problemas de la humanidad. Este único gobierno para toda la Tierra es el Reino de Dios, ya establecido en los cielos bajo su Mesías, Cristo Jesús. (Mateo 6:9, 10; 2 Pedro 3:13.)

El 1 de febrero de 1933, Hitler pronunció su primer discurso por radio. Después de jactarse de cómo cambiaría él a Alemania, concluyó pidiendo a sus oyentes que les dieran tiempo a él y su partido, y luego los juzgaran según los resultados. Doce años más tarde, su “reinado de mil años” terminó en desgracia. Se pronunció la sentencia contra su gobernación: Fue un desastre, pues hacia fines de la guerra había dejado a su pueblo, su país y al mundo casi irreconocibles, con cicatrices profundas.

¡Qué diferente al Reinado de Mil Años del Mesías bíblico, Cristo Jesús! Al final de este reinado, los humanos y la Tierra —al compararlos con su estado degenerado de hoy día— serán difíciles de reconocer. Sírvase leer la descripción que de él da la Biblia en Revelación 21:4, 5. ¡Luego imagínese a personas perfectas disfrutando de la vida a plenitud en una Tierra paradisíaca, completamente libres de cualquier ataque terrorista, guerra, ideología perjudicial, o cualquier otra cosa que pudiera estropear su felicidad! ¡Entonces dése cuenta de que usted, también, puede hallarse entre los que estén en esa maravillosa escena! (Isaías 35:1-7; 65:17-25; 1 Juan 2:17.)

[Comentario en la página 9]

La mayoría de los clérigos católicos y protestantes no quisieron hablar claro en contra del nazismo

[Comentario en la página 12]

El verdadero Reinado de Mil Años vendrá mediante el Reino de Dios

[Fotografías en la página 9]

El clero se manchó de sangre las manos a favor de Hitler

[Ilustraciones en la página 11]

Miles de testigos de Jehová (incluso Johannes Harms, a quien se ve arriba) fueron enviados a campos de concentración por no transigir ante el nazismo, y muchos murieron, como lo prueba este certificado de defunción

Fiscal principal del Tribunal Militar del Reich

Johannes Harms [...] fue juzgado el 7/11/1940 por el Tribunal Militar del Reich por desmoralización de las Fuerzas Armadas y fue sentenciado a muerte [...] La sentencia fue ejecutada el 8/1/1941.

Sello del Tribunal Militar del Reich

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