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  • El delito... ¿hay solución?

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  • El delito... ¿hay solución?
  • ¡Despertad! 1985
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¡Despertad! 1985
g85 8/8 págs. 10-12

El delito... ¿hay solución?

PUESTO que el delito nos afecta a todos, directa o indirectamente, la pregunta restante es: ¿Hay solución? El juez Richard Neely, del Tribunal Supremo de Apelaciones de Virginia Occidental (E.U.A.), sugiere: “El llegar a las causas fundamentales del delito implica una reorganización de la sociedad de tal magnitud que pocos están dispuestos a emprender”. (Las cursivas son nuestras.) Sostiene que “no hay ni el conocimiento científico ni la voluntad política para eliminar las causas fundamentales del delito”.

¿A qué se debería esto? Él razona que las personas más afectadas por el delito, las que “viven en barrios pobres o vecindarios decadentes de la clase obrera”, son las que menos poder político directo tienen. El juez Neely declara: “Las víctimas del delito, debe notarse, no componen un grupo organizado que tiene un mismo interés”. Por consiguiente, ellas tienen poca o ninguna influencia política. Los que tienen poder político viven principalmente fuera de la esfera de actividades delictivas comunes... no usan transporte público ni viven en barrios bajos. Y en algunos casos —sostiene él—, la mayor aplicación de la ley pondría en peligro sus propios actos delictivos de oficina. Esto es básicamente así en la mayor parte del mundo. Así que las masas de personas de ingresos más bajos son con más frecuencia las víctimas del delito y la hipocresía política.

Pero hay otro factor vital que estorba el progreso de la lucha contra el delito... la naturaleza humana misma. “La lujuria, la avaricia, la agresión y el autoengrandecimiento forman inherentemente parte del carácter de la gente”, dice el juez Neely. Ese hecho se ha hecho patente desde que Caín asesinó a su hermano Abel. (Génesis 4:3-11.)

Sin embargo, el factor de la maldad en la naturaleza humana es un problema al cual la sicología moderna rehúsa enfrentarse. En una entrevista con un corresponsal de la revista ¡Despertad!, el doctor Samenow declaró: “En general, una enorme cantidad de personas en el campo de la salud mental no se ha enfrentado realmente al problema de la maldad”.

No obstante, muchos criminales y delincuentes no quieren dejar su ‘lujuria, avaricia y agresión’. Por eso rehúsan responder a la terapia y a programas de rehabilitación. Por ejemplo, en California los prisioneros han luchado contra todo enfoque terapéutico. “El argumento de los prisioneros es que la terapia es una ilusión debido a insuficiente conocimiento científico respecto a la rehabilitación [...] Prescindiendo de por qué dejen ellos [de ser criminales o delincuentes], dice el argumento, no habrá sido resultado de alguna terapia penitenciaria”. Ellos sostienen que “el objetivo de la cárcel es castigo, breve y agradable. En consecuencia, quieren que todo presidiario sepa cuánto tiempo exactamente tendrá que cumplir en la cárcel de modo que no tenga que jugar el juego de rehabilitación al estilo de Kafka [irracional]”. (Why Courts Don’t Work [Por qué no surten efecto los tribunales], juez R. Neely.)

¿Puede cambiar un criminal?

Con todo, algunos criminales y delincuentes han estado dispuestos a cooperar con programas de reforma. En el programa de los doctores Yochelson y Samenow se empleó un enfoque drástico. Ellos informan: “Dejamos bien sentado que desde nuestro punto de vista no debe conservarse nada del modo de vivir del criminal. Ponerse ropa nueva encima de ropa vieja y manchada no es suficiente; la ropa vieja se tiene que considerar contaminada y enfermiza, y entonces hay que desecharla y destruirla. El criminal tiene que eliminar sus viejos patrones y hacerse responsable en todo sentido”.

De igual manera, en la Biblia el apóstol Pablo aconsejó: “Desnúdense de la vieja personalidad con sus prácticas, y vístanse de la nueva personalidad, que va haciéndose nueva en conocimiento exacto según la imagen de Aquel que la creó”. (Colosenses 3:9, 10.)

El hecho de que se pueden efectuar cambios lo prueba el comentario que Pablo mismo hizo después de enumerar las clases de personas que no heredarán el Reino de Dios... fornicadores, ladrones, los que practican extorsión, y otros. Él dice: “Sin embargo eso es lo que algunos de ustedes eran. Mas ustedes han sido lavados [...] en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y con el espíritu de nuestro Dios” (1 Corintios 6:9-11). Hoy día hay casi tres millones de testigos activos de Jehová, la mayoría de los cuales ha tenido que hacer cambios en su modo de pensar. Algunos llevaban una vida delictiva hasta que cambiaron.

Uno de estos casos es el de un ex ladrón de diamantes cuya historia se publicó en el número del 8 de octubre de 1983 de la edición en inglés de ¡Despertad! Él había iniciado una carrera delictiva en Londres, Inglaterra. Cuando aceptó con el tiempo un estudio de la Biblia y se vistió de “la nueva personalidad”, se entregó a la policía y confesó sus delitos. Después de cumplir una sentencia de cinco años de cárcel, salió para llevar una vida reformada. ¿Se le hizo fácil? Él contesta:

“No fue fácil cambiar mi concepto de la vida. Aparte de pelear, el trabajo físico más fuerte que había hecho en toda mi vida era lavar mi automóvil. Ahora tenía que acostumbrarme a trabajar ocho horas diarias [...] Nunca me había molestado por tener una rutina en la vida. Ahora era importante tener un modo de vivir ordenado. Siempre había menospreciado orgullosamente toda clase de disciplina. Ahora necesitaba aceptar el hecho de que mi punto de vista tal vez no siempre era correcto”. (Compárese con “Cuadro de un criminal empedernido”, página 9.)

Pero él efectuó los cambios. ¿Valió la pena el esfuerzo? “No pretendo decir que ha sido fácil —contesta él—. Pero ciertamente ha valido la pena.”

Pero ¿por qué debería alguien querer cambiar su vida para amoldarse a los principios bíblicos? Debido a que hay un fuerte motivo... la oportunidad de alcanzar vida eterna en una Tierra paradisíaca. Esa es la promesa que Jesús hizo al delincuente que moría a su lado cuando Él dijo: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso” (Lucas 23:43). Claro, el malhechor no podría permanecer en el Paraíso terrestre como delincuente, sino únicamente como persona arrepentida, cambiada.

Pero prescindiendo de cuánto éxito pueda lograr cierto programa de reforma, aún sigue siendo cierto el viejo refrán en inglés que dice: “Usted puede llevar un caballo al río, pero no puede obligarlo a beber”. La mayoría de las personas que han emprendido una carrera delictiva o criminal no están interesadas en cambiar. Entonces, ¿significa eso que no hay solución alguna para el problema mundial del delito? Sí hay una solución... una drástica.

Cómo se pondrá fin al delito

La Biblia señaló que llegaría el tiempo en que habría un aumento de calamidades sobre la raza humana. Entre ellas Jesús incluyó el “aumento del desafuero” (Mateo 24:12). El apóstol Pablo profetizó que “en los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, [...] desobedientes a los padres, [...] desleales, sin tener cariño natural, [...] sin gobierno de sí mismos, feroces, sin amor de la bondad”. (2 Timoteo 3:1-5.)

Aunque la humanidad siempre ha estado aquejada de delito y maldad a un grado mayor o menor, es desde el año crucial de 1914 cuando las profecías bíblicas relacionadas con el fin del sistema de cosas corrupto del mundo han llegado a un cumplimiento sobresaliente. (Compárese con Mateo 24, Lucas 21, Marcos 13 y Revelación 6:1-8.) Por lo tanto, está cerca el tiempo en que el justo gobierno del Reino de Dios entrará en acción contra sus enemigos en la Tierra. Entre estos están los criminales y delincuentes que optan deliberadamente por el delito como modo de vivir, pues “los injustos no heredarán el reino de Dios”. (1 Corintios 6:9.)

De modo que si la persona no está dispuesta a cambiar, ¿cuál es la alternativa? La Biblia contesta: “Los malhechores mismos serán cortados [...] Solo un poco más de tiempo, y el inicuo ya no será”. Sí, pronto la Tierra será limpiada de todos los elementos delictivos y criminales... sean religiosos, políticos o sociales. La limpiadora guerra de Armagedón, procedente de Dios, dejará vivos en la Tierra solamente a “los que esperan en Jehová [...] los que poseerán la tierra. [...] Y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz”. (Salmo 37:9-11; Revelación 16:14, 16.)

Esta es la única manera, pues como declara la Biblia: “Aunque al inicuo se le muestre favor, simplemente no aprenderá justicia. En la tierra de derechura actuará injustamente” (Isaías 26:10). Los “nuevos cielos y una nueva tierra” de Dios, en los cuales “la justicia habrá de morar”, es la única solución viable para los problemas del delito y el pecado de la humanidad... y solo los que opten por la justicia morarán en ese sistema. (2 Pedro 3:13.)

[Comentario en la página 10]

“El llegar a las causas fundamentales del delito implica una reorganización de la sociedad de tal magnitud que pocos están dispuestos a emprender”

[Comentario en la página 11]

“Una enorme cantidad de personas en el campo de la salud mental no se ha enfrentado realmente al problema de la maldad”

[Comentario en la página 11]

‘No debe conservarse nada del modo de vivir del criminal. Él tiene que eliminar sus viejos patrones y hacerse responsable en todo sentido’

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