Una visión rechazada
“DICHA Sociedad existe, pero ¿qué ha de ser? ¿Ha de ser una realidad, o un fraude?” Esta pregunta la hizo surgir el lord británico Robert Cecil, presidente del Comité Ejecutivo de la Unión de la Sociedad de Naciones. Sí, aunque a muchas personas se les hizo creer que esta Sociedad garantizaría la paz, otras expresaron graves dudas al respecto.
El conocido autor inglés Jerome K. Jerome escribió: “La Sociedad de Naciones ha llegado al mundo como un bebé que nace muerto. [...] Sus patrocinadores [...] nos invitan a su bautismo. [...] Esperaban a un nuevo Mesías. Parecen haberse convencido de que a fuerza de gritar mucho y postrarse pueden levantarlo de entre los muertos”. El Standard, de Londres, declaró: “Una Sociedad de Naciones en la que nadie cree, pero a la cual todos rinden servicio de labios, es simplemente un engaño, un engaño sumamente peligroso”.
Una voz disidente
En cambio, hemos visto cómo el clero acogió a la Sociedad de Naciones. Pero en medio del clamor religioso a favor de esta, en mayo de 1920 la revista La Atalaya en inglés publicó una denuncia inequívoca respecto a esta Sociedad, en la que se declaró: “Esta ha sido aclamada en el exterior como la gran emancipadora de la humanidad [...] Pero necesariamente tiene que fracasar”.
¿Por qué estaba destinada al fracaso la Sociedad de Naciones? ¿Era puramente por razones políticas, debido a que los Estados Unidos no se habían unido a ella? No, los testigos de Jehová veían todo el asunto respecto a la Sociedad de Naciones como un mero incidente en el escenario de un drama mucho mayor... el conflicto universal entre el Señor Soberano, Jehová, y el fundador de la rebelión universal, Satanás. (Job, capítulos 1 y 2; Juan 8:44.) Así que la Liga o Sociedad de Naciones, que los políticos apoyaban y el clero alababa, era en realidad un remedio falso que Satanás estaba usando para apartar la atención de la gente de la única solución verdadera para los males de la humanidad... el Reino de Dios en manos de Cristo. Desde el punto de vista de Dios, dicha Sociedad era verdaderamente un “engaño” y un “fraude”. (Compárese con el Salmo 2.)
Por lo tanto, La Atalaya que se citó arriba dijo a continuación: “Aunque los Estados Unidos hubieran adoptado la Sociedad de Naciones, uniéndose a los demás países del mundo, ella no podría haber logrado el propósito que se expresó debido a que es de hechura humana, ideada por hombres egoístas; y debido a la razón adicional de que es contraria a la manera de obrar de Dios”.
Se hizo una denuncia aun más enérgica en una asamblea de los testigos de Jehová que se celebró en Cedar Point, Ohio (E.U.A.), el 10 de septiembre de 1922. Allí se declaró en una resolución pública:
“Que todas las conferencias internacionales y los acuerdos o tratados derivados de la Liga [o Sociedad] de Naciones, incluso la misma Liga y todo otro pacto de igual naturaleza, tienen que fracasar porque Dios lo ha decretado de tal manera”.
También denunciaron el apoyo que el clero había dado a la Sociedad de Naciones y declararon “que además de eso, ellos [los clérigos] repudiaron al Señor, y a su Reino, mostrando su falta de lealtad al unirse voluntariamente con la organización de Satanás, y al anunciar atrevidamente al mundo que la Liga [o Sociedad] de Naciones es la expresión política del reino de Dios en la Tierra, anuncio que ellos dieron en pleno desacuerdo y pasando enteramente por alto las palabras de Jesús y de los apóstoles”.
¿Por qué adoptaron los Testigos una posición tan enérgica en contra de dicha Sociedad a una fecha tan temprana? Porque habían llegado a la conclusión, debido a su estudio de la Biblia, de “que 1914 marcó el fin del viejo mundo, y que en esa fecha Cristo, como legítimo Rey, tomó el poder como rey en tal capacidad;
”Que el Señor Jesucristo está ahora presente, invisible a los hombres, y procediendo con su tarea de establecer Su reino, por el cual enseñó a sus seguidores a que oraran”. (Mateo 6:9, 10.)
Por lo tanto, los Testigos consideraron a la Sociedad de Naciones un sustitutivo de hechura humana para el Reino de Dios. Como tal, tenía que fracasar. (Jeremías 10:23; Daniel 2:44.) De hecho ¿qué sucedió a la Sociedad de Woodrow Wilson? Para hallar la respuesta, repasemos los sucesos entre 1920 y 1946.
[Fotografías en la página 8]
Las esperanzas del mundo se centraban en la Sociedad de Naciones, ubicada en Ginebra, Suiza
[Reconocimientos]
Naciones Unidas
Archivos Nacionales de E.U.A.