La ONU... ¿ha unido a las naciones?
“¿QUIÉN establecerá la paz duradera, y cuándo?” Los testigos de Jehová plantearon esa pregunta en un folleto titulado Paz... ¿será duradera? que se publicó en 1942. Debido a la II Guerra Mundial la Liga o Sociedad de Naciones se hallaba en un estado de suspensión momentánea de sus funciones, o ‘abismada’, como dice la Biblia. (Revelación 17:8.) De modo que también se planteó la pregunta: ¿Continuará la Liga en el abismo de inactividad?
Aun en fecha tan temprana, los Testigos habían hallado la respuesta en la Biblia. En medio de la II Guerra Mundial, el folleto Paz predijo: “De nuevo surgirá la asociación de las naciones del mundo”. ¿Se hizo realidad ese pronóstico?
En abril de 1945 se celebró una conferencia en San Francisco para adoptar una carta para las Naciones Unidas. En el libro The Great Design, Cornelia Meigs describe lo que sucedió cuando la reunión estaba por comenzar: “Se celebró un servicio grandioso e inspirador en la Catedral de Washington, para pedir en oración la ayuda de Dios en esta nueva empresa. [...] En la conferencia misma fue notable ver cuántos de los oradores principales, en sus discursos de apertura y de conclusión, invocaron la ayuda de Dios en este proyecto que estaban emprendiendo”.
Algunos querían que se mencionara a Dios en la Carta. Otros no querían. Las naciones no estaban unidas, de modo que se dejó fuera a “Dios”. Esta división de opiniones debió haber servido de advertencia temprana de lo que habría de suceder después. Sin embargo, las 51 naciones fundadoras firmaron la Carta de la ONU, y la difunta Sociedad de Naciones ascendió de sus cenizas.
¿En qué ha estribado la diferencia entre la Sociedad de Naciones y la ONU? Y ¿ha tenido esta más éxito que la primera en mantener la paz? ¿Ha unido realmente a las naciones?
El secretario general
El fundamento de una organización más fuerte y más efectiva lo pusieron Franklin D. Roosevelt, Winston Churchill, Josif (José) Stalin, y sus respectivos consejeros. Estos hombres representaban a los Tres Grandes —los Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Soviética— en conferencias que se celebraron en Moscú, Teherán, Yalta y Dumbarton Oaks (Washington, D.C.). De hecho, fue el presidente Roosevelt quien finalmente escogió el nombre Naciones Unidas.
La Asamblea General de la ONU celebró su primera sesión en enero de 1946. Para el 1 de febrero la ONU había nombrado a su primer secretario general, el noruego Trygve Lie. ¿Cómo consideraba él su nombramiento? “Ni más ni menos había sido lanzado a la posición de Secretario General de esta nueva organización internacional, para preservar la paz y promover el progreso en un mundo acosado por disturbios, pobreza y rivalidad entre las grandes potencias. Fue un desafío con el que ni remotamente había soñado; pero fue también una pesadilla. [...] Vez tras vez me preguntaba ¿por qué había recaído esta tremenda tarea sobre un abogado laborista de Noruega?”
Como sucedió con la antigua Sociedad, originalmente no se esperaba mucho del secretario de dicha organización. De acuerdo con el escritor Andrew Boyd, los fundadores de la ONU no percibieron hasta dónde llegarían los poderes del secretario general. Como el señor Boyd declara en su libro Fifteen Men on a Powder Keg (Quince hombres en un barril de pólvora): “Ellos [los Tres Grandes] ni siquiera percibieron la posibilidad de que el funcionario principal de esta nueva organización mundial hubiera de dirigir las fuerzas internacionales de esta”. Y agregó: “Lo consideraban como su creación, y una creación apocada, por cierto”.
Sin embargo, el artículo 99 de la Carta de la ONU dice claramente: “El Secretario General podrá llamar la atención del Consejo de Seguridad hacia cualquier asunto que en su opinión pueda poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales”. (Las cursivas son nuestras.) Como escribió Trygve Lie: “Este Artículo confiere al Secretario General de las Naciones Unidas responsabilidades políticas mundiales que ninguna persona, ni representante de una nación en particular, haya tenido antes”. Por consiguiente, él habría de ser una entidad con quien se tenía que contar.
De hecho, la influencia del secretario general como mediador aumentó al punto que durante la crisis del Congo en 1961 Dag Hammarskjöld, sucesor de Trygve Lie, reunió a 20.000 soldados y técnicos procedentes de 18 países para ayudar a poner fin a dicho conflicto. En 1964 U Thant, quien ocupaba entonces dicha posición, tuvo a su cargo tres contingentes simultáneos para el mantenimiento de la paz.
El actual secretario general, el peruano Javier Pérez de Cuéllar, está al mando de los contingentes de paz de la ONU que todavía están activos en Chipre y en el Oriente Medio. También dirige el Secretariado que al presente tiene un personal de unas 7.400 personas en la sede de la ONU en Nueva York. Aproximadamente otras 19.000 personas trabajan bajo los auspicios de la ONU en otros países. Sin embargo, con todos estos recursos humanos a su disposición, ¿ha podido la ONU prevenir efectivamente las guerras durante los pasados 40 años?
Ladra, pero no muerde
La respuesta a esa última pregunta tiene que ser sí, y sin embargo no. Veinte años después de ser fundada la Sociedad de Naciones en 1919, sufrió la agonía de la muerte cuando estalló la II Guerra Mundial. Cuarenta años después de haberse fundado, la ONU todavía está en pie. Pero aunque todavía no ha estallado una tercera guerra mundial, ciertamente se han peleado muchas guerras terribles y millones de personas han sufrido las consecuencias. Las guerras de Corea (1950-1953), del Oriente Medio (1948-1949, 1967, y 1973), y de Indochina y Vietnam (1945-1954 y 1959-1975) acuden a la mente inmediatamente. Lógicamente la pregunta es, ¿por qué no pudo la ONU prevenir esas guerras?
La respuesta que dan los funcionarios de la ONU es que dicha organización solo puede ser eficaz al grado que se lo permitan sus miembros. El señor Stefan Olszowski, ministro de asuntos exteriores polaco, declaró en una carta con fecha del 9 de mayo de 1985: “Aun las decisiones perfectas de la Organización no pueden producir los resultados prácticos esperados a menos y hasta que cuenten con la respuesta y el apoyo político de los Estados Miembros. Confío en que la humanidad tendrá éxito en detener e invertir el proceder que conduce al precipicio”.
Por lo tanto, la ONU solo puede ser una entidad que ejerce una fuerza de persuasión, pero no es una fuerza pública o de policía que tenga poderes para arrestar. Es en realidad una tribuna mundial, una arena para debates, en la que las naciones presentan sus quejas... si les conviene. Como escribió el ex secretario general Kurt Waldheim: “Si no están listos para traer un problema al Consejo [de Seguridad], es poco lo que las Naciones Unidas pueden hacer [...] El que se deje a un lado al Consejo de Seguridad o se haga caso omiso de él corroe el prestigio de este y debilita su posición [...] Considero que, potencialmente, esta es una de las tendencias más peligrosas en la historia de las Naciones Unidas”.
Sin embargo, cuando las naciones traen sus problemas a la ONU, a menudo es para hacer acusaciones y responder con otras acusaciones. La ONU se convierte en una tribuna para la propaganda política. Si ese es el caso, pudiera ser que usted se preguntara: ‘¿Cómo puede la ONU usar su influencia para lograr la paz?’.
La respuesta que dan los funcionarios de la ONU es que esta hace públicas las cuestiones y trata de influir en la opinión mundial para que los gobiernos respondan. Pero en sí misma, no puede tomar ninguna acción armada para prevenir o impedir una guerra. En tal caso, ¿qué hay de las propias fuerzas armadas de la ONU?
Una publicación de la ONU responde: “Estas fuerzas [si el Consejo de Seguridad o la Asamblea General les da autoridad para hacerlo] usualmente ayudan a prevenir que se reanude el combate, a restaurar y mantener el orden y a promover el retorno a las condiciones normales. Con este fin las fuerzas para el mantenimiento de la paz están autorizadas, según sea necesario, para negociar, persuadir, observar y determinar los hechos. [...] Aunque están armadas, pueden usar sus armas solo en defensa propia”. (Las cursivas son nuestras.) Por consiguiente, el propósito de ellas es disuadir a otros de que no se envuelvan en conflicto, y que lo eviten por sí mismos.
Así que, en realidad, ¿en qué convierte eso a la ONU? La convierte en un perro guardián al que se le permite ladrar, pero no morder. Pero por lo menos un perro que ladra avisa que hay algún problema. Entonces, ¿por qué parece ineficaz la ONU?
Dónde yace el verdadero poder
De acuerdo con el señor Andrew Boyd, los Tres Grandes hicieron que los problemas que aquejan a la ONU fueran inherentes a la Carta. Él explica: “Sin rodeos le dijeron a las naciones pequeñas que ellos ya habían determinado que la estructura de seguridad de la ONU habría de estar completamente controlada por las grandes potencias. [...] Roosevelt, Churchill y Stalin habían concordado plenamente en que la propuesta organización de las Naciones Unidas habría de ser un instrumento para la ejecución de decisiones hechas conjuntamente por los Tres Grandes (teniendo a la China y a Francia como sus asociados privilegiados)”.
El señor Boyd continúa diciendo: “Obviamente, un sistema que había sido diseñado por los Tres mismos no iba a ser uno que los comprometiera a entregar parte alguna de su vasto poderío militar al control del entero cuerpo de estados más pequeños; ni al del Secretario General de la ONU [...] ni a la Corte Internacional o a alguien más”. Así que ¿cómo protegieron su monopolio de poder y control?
El señor Boyd explica: “Los Tres no confiaban el uno en el otro. El veto había de ser su protección en contra de los otros y en contra del poder de la suma de los votos de los estados más pequeños”. ¿Qué es el veto? Es el derecho de impedir la realización de una decisión por medio de un voto negativo. Este se reserva a los 5 miembros permanentes (China, Francia, la Unión Soviética, el Reino Unido y los Estados Unidos) del Consejo de Seguridad compuesto de 15 miembros. Por consiguiente, para conseguir que se apruebe una decisión de importancia en el Consejo, la misma tiene que tener por lo menos nueve votos favorables, incluso el voto de aprobación de los cinco. Sin embargo, si uno de ellos se abstiene, esto no se cuenta como un veto.
Por consiguiente, con el veto como parte de ella, la Carta de la ONU “reflejaba que se preveía que las grandes potencias probablemente habrían de reñir”. Con esta clase de comienzo, las naciones “unidas” no comenzaron bien.
No obstante, aquí nos hallamos en 1985, y hasta ahora se ha evitado la III Guerra Mundial. La ONU todavía está desempeñando un papel activo en los asuntos mundiales. Por consiguiente, ¿es razonable pensar todavía que la ONU pudiera ser el camino de Dios a la paz?
[Recuadro en la página 6]
El secretario general de la ONU y algunos de sus problemas
Trygve Lie (1946-1953)----------- La guerra de Corea; del Oriente
Medio; el bloqueo de Berlín
Dag Hammarskjöld (1953-1961)---- La guerra del Congo; la
intervención soviética en
Hungría; el Oriente Medio
U Thant (1961-1971)-------------- La guerra de Vietnam; la guerra
civil de Nigeria/Biafra;
la crisis de Rhodesia; la guerra
entre India y Paquistán; la
intervención soviética en
Checoslovaquia; el Oriente Medio;
Chipre; la crisis cubana
Kurt Waldheim (1972-1981)-------- La guerra de Vietnam; de
Kampuchea (Camboya); de
Afganistán; el Oriente Medio
Javier Pérez de Cuéllar (1982-)-- La guerra del Líbano; de
Afganistán; de Irán e Iraq
[Fotografía en la página 4]
Trygve Lie preguntó: ‘¿Por qué ha recaído sobre mí esta tremenda tarea?’
[Reconocimiento]
Foto de la ONU
[Fotografía en la página 5]
U Thant estuvo al mando de tres contingentes simultáneos para el mantenimiento de la paz
[Reconocimiento]
Foto de la ONU
[Fotografía en la página 7]
Kurt Waldheim escribió acerca de “una de las tendencias más peligrosas en la historia de las Naciones Unidas”
[Reconocimiento]
Foto de la ONU
[Fotografía en la página 7]
Javier Pérez de Cuéllar dirige un personal de unas 26.000 personas
[Reconocimiento]
Foto de la ONU