Cuando la tierra tembló, ellos respondieron
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Chile
EL SUELO temblaba cada vez más fuerte. Nos dirigimos a la entrada de nuestra habitación. Los que estaban en la cocina trataban de mantener cerradas las alacenas, mientras que en el piso superior caían al suelo libros, botellas, plantas domésticas, vasos, y envases de mermelada. Nos preguntábamos cuánto tiempo duraría.
Huelga decir que no calculamos la duración del temblor, pero el día siguiente los periódicos dijeron que duró dos minutos. Ahora bien, usted tal vez crea que dos minutos no son mucho tiempo, pero créame, ¡usted se sorprendería de cuán largos pueden parecer cuando el suelo debajo de los pies está temblando!
Eran las 7.47 de la noche del domingo 3 de marzo de 1985 cuando el terremoto azotó aquí en Santiago, Chile. Estábamos descansando en nuestra habitación de la sucursal de la Sociedad Watch Tower cuando ocurrió el terremoto. Otros miembros de nuestro personal estaban tomando una taza de té en la cocina.
El terremoto nos dejó sin electricidad por varias horas. Así que echamos mano a las linternas, las velas, y los radios de transistores. Según las noticias que se oían por el radio, las regiones costaneras y secciones antiguas de Santiago fueron azotadas severamente. ‘¿Cómo estarán nuestros hermanos cristianos de esas zonas?’, nos preguntábamos. No podíamos comunicarnos con ellos... las líneas telefónicas estaban sobrecargadas de llamadas, y además, las líneas telefónicas de aquellas regiones habían quedado interrumpidas. La primera llamada que recibimos fue del lugar donde se está construyendo nuestra nueva sucursal. ¡Qué alivio sentimos al oír que todo estaba bien y que el nuevo edificio de la fábrica había resistido! De hecho, ¡solo se había desplomado una pared de ladrillos que se había construido en la sección de oficinas aquella mañana!
Aquella noche muy pocos de nosotros pudimos dormir bien. Tan pronto estábamos por quedarnos dormidos, un temblor estremecía nuestra cama y nos despertaba. La mañana siguiente, los periódicos informaron sobre los daños y publicaron fotografías de la devastación del terremoto, el cual alcanzó 7,7 en la escala de Richter. Algunas ciudades quedaron sin agua potable ni electricidad. Varios puentes quedaron destruidos. Más de 140 personas murieron y unas 150.000 quedaron sin hogar. ¡Puede que haya habido $1.800 millones (E.U.A.) en daños! ¡Pues el terremoto se sintió en Buenos Aires, Argentina, a unos 1.350 kilómetros (840 millas) de distancia en la costa del Atlántico! El 3 de marzo de 1985 será recordado por mucho tiempo.
¡Se necesita ayuda rápidamente!
De inmediato hicimos arreglos para que diferentes miembros del personal de nuestra sucursal visitaran lugares como Machalí, Melipilla, Rengo, San Antonio, Valparaíso y Viña del Mar. ¿Por qué? Para averiguar cómo estaban nuestros hermanos cristianos y qué era lo que más necesitaban en lo que toca a socorro de emergencia.
Había escenas de desolación por todas partes. Aunque la mayoría de los daños ocurrieron en viejas estructuras de adobe, incluso algunos edificios modernos fueron afectados... como un edificio de ocho pisos de apartamentos en Reñaca, que fue sacudido tan fuertemente que después se inclinó como la Torre de Pisa. Este tuvo que ser demolido.
¿Y qué hay de nuestros hermanos cristianos? Aunque centenares de ellos perdieron sus hogares y bienes, ¡nos alegramos muchísimo de saber que ninguno de los 16.000 Testigos que viven en la zona afectada murió ni fue herido! Las congregaciones de los testigos de Jehová de Santiago y de tan lejos como Punta Arenas e Iquique comenzaron a llamar para preguntar en qué podían ayudar. Las noticias se esparcieron rápidamente, y en unas horas algunos comenzaron a llegar con alimento, ropa, mantas y otros artículos útiles. En poco tiempo nuestros dos camiones, que tienen un total de 5,5 toneladas de capacidad, ya estaban cargados e iban en camino. Para cuando regresaron tarde en la noche se habían recibido suficientes donaciones como para planear otro viaje. Y la situación siguió así por casi dos semanas.
El segundo fin de semana después del terremoto, 110 voluntarios de las congregaciones cercanas y del lugar de la construcción de la nueva sucursal viajaron a algunas de las ciudades más azotadas y construyeron 24 refugios de madera prefabricados. Para cuando se escribió este artículo, ya habíamos construido 69 refugios de ese tipo, y esperamos edificar más antes que comiencen las lluvias torrenciales.
Cierta congregación nos escribió para decir que la ayuda práctica y los refugios han demostrado visiblemente nuestra hermandad. “¡Los hermanos se pasaron!” De modo conmovedor, se nos recordó que somos parte de una hermandad internacional, pues, durante los días y las semanas después del terremoto, Testigos de Argentina, Alemania, Italia y los Estados Unidos llamaron para preguntar acerca del bienestar de sus hermanos cristianos aquí en Chile. Las llamadas telefónicas fueron seguidas de contribuciones generosas para ayudar a satisfacer las necesidades de nuestra “familia”.
Tiempo de autocrítica
El grito “¡Terremoto!” y el poder destructivo frecuentemente relacionado con este mueve a la gente a pensar en su relación con Dios. De hecho, unos minutos después del terremoto que hubo aquí en Chile, a muchos de nuestros Salones del Reino llegaron de visita vecinos que buscaban protección. Un Testigo de Melipilla, a quien la gente del vecindario conoce bien, recibió muchos visitantes aquella noche. Cada vez que había una sacudida, más vecinos iban a su casa buscando protección. En el patio de su casa se erigió una tienda de campaña, donde el Testigo pasó muchas horas hasta tarde en la noche considerando las palabras de Jesús acerca de los últimos días, cuando habría “terremotos en un lugar tras otro”. (Marcos 13:3-8.)
En Viña del Mar un señor había suspendido su estudio bíblico y había dicho que nunca regresaría al Salón del Reino. Pero ¿dónde se halló aquella noche después del terremoto? ¡Pues en el Salón del Reino! A él y su familia se les dio la bienvenida y alojamiento temporal. La afectuosa hospitalidad que se extendió a él y a su familia lo conmovió tanto que decidió reanudar su estudio bíblico.
Algunos de nuestros hermanos estuvieron a punto de perder la vida. Por ejemplo, en la congregación Vicuña Rozas, un hermano había regresado a su hogar recientemente del hospital y tenía que guardar cama. Aquella noche su esposa e hija habían ido a la reunión, de modo que él quedó a solas en el hogar. Apenas unos minutos antes que azotara el terremoto, él decidió hacer un verdadero esfuerzo y levantarse para dar una sorpresa a su esposa y a su hija al tener el agua lista para una taza de té cuando ellas llegaran a casa. Llegó hasta la cocina, y cuando estaba a punto de calentar el agua, se sintió el terremoto. Cuando regresó a su habitación, ¡halló su cama debajo de una pared de tres metros (9 pies) de altura que se había desplomado! ¡Qué agradecido estaba de que pensó en ir a la cocina a preparar una taza de té!
Fortaleció nuestra fe el ver la reacción de nuestros hermanos cristianos, quienes, aunque perdieron todos sus bienes, permanecieron optimistas. Como muchos comentaron: “¡Nuestros hogares se han derrumbado, pero nuestra fe no!”.