Bomba destruye Salón del Reino en Australia
“¡Nunca podría ocurrir en un país como Australia!” Pero sí ocurrió. El domingo 21 de julio de 1985, a las 9.35 de la mañana, David Winder comenzó su discurso bíblico en el Salón del Reino de los testigos de Jehová ubicado en Casula, Sydney. Veinticinco minutos después estalló una bomba que lo hizo salir volando por el techo, destruyó el salón, mató a un hombre y mandó al hospital a 46 de las 109 personas presentes. No podía ocurrir en Australia, pero sí ocurrió. Este informe de primera mano procedente de la sucursal de la Sociedad Watch Tower en Australia revela el horror y la tragedia de lo que ocurrió aquella mañana, pero también recalca la resolución y fe asombrosas de los Testigos allí para continuar reuniéndose y dando a conocer las buenas nuevas del Reino de Jehová.
LA POTENTE bomba —de un kilogramo (2,2 libras) de gelinita, según los cálculos de la policía— había sido escondida bajo la plataforma desde la cual hablaba el orador, y estaba regulada para estallar durante la conferencia bíblica. La explosión lanzó al orador a través del techo y fue a dar sobre un montón de escombros fuera del salón... sangrando, gravemente herido y con las dos piernas rotas.
Graham Wykes, que estaba sentado en la primera fila, murió instantáneamente. Su esposa y sus dos hijas sufrieron heridas graves. Sue Schulz, miembro del personal de la sucursal de la Sociedad, sufrió una fractura de la nariz y perdió la mayoría de los dientes. A una persona interesada en la Biblia que estaba presente se le tuvo que extraer de los ojos fragmentos arrojados por la explosión. Se tuvo que hospitalizar a un bebé de tres meses de edad que sufrió una concusión.
El domingo por la noche permanecían hospitalizados 14 de las 46 personas que sufrieron algún daño; a las demás se les permitió regresar a su hogar. La mayoría de ellas quedaron en estado de choque y sufrieron daño en los tímpanos. Otras personas no Testigos se sorprendieron de que no hubieran muerto más personas, puesto que el salón había quedado en ruinas.
Se da publicidad mundial
Por todo el país se interrumpían los programas regulares de radio y televisión para informar acerca de este atentado, y pronto se estuvieron transmitiendo las noticias por todas partes del mundo. Típico de los titulares que aparecieron en los periódicos es el del Telegraph de Brisbane: “¡UN MILAGRO! 110 sobreviven a explosión en una iglesia”. El diario nacional The Australian declaró: “La inocencia no es protección contra el terrorismo”. La primera plana del periódico Daily Sun, de Brisbane, anunció: “BOMBA CAUSA TERROR... atentado contra iglesia sacude a la nación”. The Sydney Morning Herald publicó la historia bajo el titular: “Sermón sobre la vida familiar; después uno yacía muerto y 49 heridos”. El artículo agregó: “Era sorprendente la calma que existía en la aturdida congregación. Algunas personas permanecían dentro atendiendo a los heridos, otras salían silenciosamente del salón de la mejor manera que podían. En pocos minutos la policía, las ambulancias y oficiales de la brigada de bomberos llegaron al lugar”.
La policía descartó rápidamente la posibilidad de que los perpetradores del acto hubiesen sido terroristas internacionales. Se informa que, hace poco, cuando ciertos terroristas hicieron estallar una bomba en el aeropuerto de Frankfurt, en la República Federal de Alemania, no menos de 60 personas y organizaciones dijeron que eran responsables del acto, lo cual es un procedimiento común de los terroristas. Sin embargo, nadie ha asumido responsabilidad por el ataque perpetrado en el Salón del Reino.
Quizás sea el editorial del diario The Australian del 22 de julio el que mejor resuma la conclusión a la que han llegado muchas personas pensadoras, pues dice, en parte: “Quienquiera que haya colocado las bombas y sean cuales fueren sus grotescos motivos, a los australianos se les ha recordado lo pequeño que ha llegado a ser nuestro mundo. No estamos inmunes a los horrores que han llegado a ser parte de la vida diaria de los habitantes de una parte cada vez más grande de nuestro planeta”.
En efecto, no hay parte del mundo que esté inmune a tales condiciones, ni lo está tampoco ninguna persona. El apóstol Pablo advirtió claramente acerca de esta situación en 2 Timoteo 3:1-4: “¡Recuerda esto! En los últimos días habrá tiempos difíciles. Porque las personas serán [...] despiadadas, calumniadoras, violentas, y crueles; odiarán el bien; serán traicioneras, temerarias, e hinchadas de orgullo”. (Today’s English Version.) ¿Y no advirtió Jesús mismo que, en este tiempo, ‘por el aumento del desafuero se enfriaría el amor de la mayor parte’? (Mateo 24:12.)
Desde el momento en que se conocieron las noticias, la sucursal de la Sociedad Watch Tower de Sydney recibió una gran cantidad de llamadas telefónicas de personas que expresaban su consternación y sus condolencias. Hubo un raudal de llamadas tanto locales como de ultramar.
Se recibieron muchos telegramas y cartas de condolencia de todas partes del mundo... algunas procedentes de políticos, líderes religiosos y personas en otros puestos prominentes. Se apreció muchísimo la carta del honorable señor Watson, magistrado del Tribunal Familiar del Commonwealth. El señor Watson mismo había sido víctima del estallido de una bomba en su hogar. Su carta decía en parte: “En estos momentos aciagos y angustiosos, muchos de entre ustedes, en particular la familia Wykes, percibirán la fortaleza cada vez mayor que proporcionan la familia, los amigos y la congregación. En esto hallarán no solo fortaleza, sino la paz que va más allá de la comprensión humana”.
Un taxista de Sydney expresó el sentir de muchas personas en una conmovedora carta dirigida a la redacción del diario The Sydney Morning Herald. Escribió: “Una de mis asignaciones ayer (21 de julio) fue recoger en el aeródromo Hoxton Park a los del equipo fílmico de la ABC y llevarlos lo más pronto posible al hospital de Liverpool. Lo que vimos allí era completamente horroroso. Se me pidió que los esperara, lo cual hice. Durante esos 20 minutos comenzaron a presentarse a la vista los verdaderos horrores de la vida. El dolor y el sufrimiento son parte de la vida, pero lo que vi allí era sencillamente innecesario. [...] Es inevitable que en lo más profundo de su ser uno comience a preguntarse ‘¿por qué, por qué, por qué?’. Afecta hasta a un humilde taxista... tan severamente que vomité. [...] Que nosotros —los que odiamos la violencia, el dolor y la bomba— no nos envolvamos en tales ideales insensatos y sigamos viviendo esta corta vida. [...] Por favor, basta ya”.
Dicho sea de paso, en ningún momento se hizo surgir la cuestión de las transfusiones de sangre... algo que todo el mundo sabe que los testigos de Jehová sobre la base de convicciones religiosas no aceptan. (Hechos 15:20, 29.) Un vocero del hospital de Liverpool dijo, según se le citó en el Daily Sun, de Brisbane, que ninguno de los pacientes había rechazado las transfusiones de expandidores de volumen sanguíneo. Se explicó que estas “hacen el trabajo de la sangre mientras dan al cuerpo la oportunidad de reponer sus propios suministros. Funciona a perfección aun en personas que tienen los más raros tipos de sangre, y los médicos no tienen que perder tiempo tratando de hallar sangre que sea compatible con la de pacientes de grupos sanguíneos raros. Además, la sangre sintética no es portadora de enfermedades... ciertamente es la respuesta a las protestas de grupos religiosos, quienes la han aceptado rápidamente”.
Se agradece profundamente las veintenas de mensajes y expresiones de condolencia que el público ha enviado a las víctimas de esta tragedia. Los miembros de la policía, equipos de ambulancia, brigadas contra incendios y el personal médico y de hospitales trabajaron incansablemente para prestar ayuda. Una de las enfermeras del hospital de Liverpool se emocionó muchísimo cuando tuvo que atender a los primeros heridos que llegaron desde el lugar de la explosión. Dijo a uno de los Testigos presentes: “Si no fuera porque estoy tan atareada estaría llorando. No puedo expresar cuánto compadezco a estas desafortunadas víctimas”. Personas que eran totalmente desconocidas de las víctimas han telefoneado y escrito para ofrecer alojamiento y ayudar en toda forma que les sea posible.
Los muchos telegramas con mensajes compasivos y animadores que enviaron testigos de Jehová de todas partes del mundo fueron especialmente valiosos y consoladores. También las víctimas derivan estímulo de lo que dijo el apóstol Pedro acerca de los ataques que Satanás lanzaba contra los cristianos de su tiempo. A los cristianos primitivos se les aconsejó que estuvieran ‘sólidos en la fe, sabiendo que las mismas cosas en cuanto a sufrimientos iban realizándose en toda la asociación de sus hermanos en el mundo’. (1 Pedro 5:9.)
La tragedia beneficia a la proclamación de las buenas nuevas
¿Podrían resultar bendiciones algunas de tal trauma? Quizás se pudiera entender mejor este asunto a la luz de lo que sucedió cuando el apóstol Pablo estuvo encarcelado en Roma. Al escribir a los cristianos de Filipos, dijo: “Ahora bien, deseo que sepan, hermanos, que mis asuntos han resultado para el adelantamiento de las buenas nuevas más bien que de lo contrario, [...] y la mayoría de los hermanos en el Señor, sintiendo confianza por motivo de mis cadenas de prisión, están mostrando tanto más ánimo para hablar sin temor la palabra de Dios”. (Filipenses 1:12-14.)
Ha habido una reacción semejante a esta a causa del violento ataque que se perpetró en contra de los inocentes miembros de la hermandad cristiana de la congregación Lurnea, que se hallaban reunidos aquella mañana en el Salón del Reino de Casula. Las congregaciones por toda la periferia de Sydney experimentaron un aumento poco común en la asistencia a las reuniones que se celebraron en sus Salones del Reino las noches después del incidente. Como Pablo dijo después a los filipenses, ellos verdaderamente están “firmes en un mismo espíritu, con una misma alma esforzándose lado a lado por la fe de las buenas nuevas, y en ningún sentido atemorizados por sus contrarios”. (Filipenses 1:27, 28.)
Pablo menciona otra bendición más en su carta: “Algunos están predicando al Cristo por envidia y rivalidad, pero otros también por buena voluntad. [...] Aquéllos lo hacen debido a un espíritu de contradicción, no con motivo puro, pues están figurándose suscitarme tribulación en mis cadenas de prisión”. Pablo dijo que sus cadenas de prisión se habían hecho “públicas” a todo el mundo. La enorme publicidad que se ha dado a la “tribulación” que se ha causado a los testigos de Jehová en este caso ha circundado el globo terráqueo. (Filipenses 1:13, 15, 17.)
Algunos opositores se aprovecharon de esta publicidad para descargar su odio contra los Testigos. Se hicieron muchas declaraciones falsas y engañosas, pues se ‘figuraban que suscitarían tribulación’ a los Testigos. En lugar de eso, hizo que el público que podía ver la verdad a pesar de las afirmaciones falsas respondiera de manera más compasiva.
¿Haría esta experiencia que los Testigos disminuyeran el paso en su predicación? Por el contrario, ha hecho exactamente lo que Pablo dijo que haría, a saber, “la mayoría de los hermanos en el Señor [...] están mostrando tanto más ánimo para hablar sin temor la palabra de Dios”. (Filipenses 1:14.) Ha sido muy tranquilizador escuchar las palabras sinceras de solidaridad e interés de parte de los amos de casa. Los Testigos están más ansiosos que nunca de salir a participar en el ministerio público y de hablar con ellos.
Mientras los sucesos del 21 de julio todavía estaban frescos en la mente de las personas, estuvieron dispuestas a que se les explicara cuál era la solución a estos problemas y las razones por las que cosas como estas ocurren. Les aguardan verdaderas bendiciones a los que responden a la Palabra de Dios y la examinan a fondo. Más de 21.000 personas o familias de Australia se están beneficiando de los estudios bíblicos semanales que ministros capacitados de los testigos de Jehová conducen en lo privado del hogar. En Australia, en los pasados cuatro años, más de 10.000 personas han emprendido el ministerio público.
Parece paradójico que el Maestro de gente pacífica y observante de la ley les haya advertido que, en este mundo hostil, podían esperar todo menos una respuesta pacífica. Él explicó que “todas estas cosas las harán contra ustedes por causa de mi nombre, porque ellos no conocen al que me envió”. (Juan 15:21.) Jesús había sido enviado por su Padre, Jehová, como su representante. Hombres mundanos, que no conocían a Jehová, le dieron muerte violenta. De modo que no nos sorprende que se emplee la violencia en contra de los seguidores de él hoy día. (Juan 15:20.)
¡Qué consolador es saber que la liberación está cerca!
Es consolador el saber que las cosas no continuarán así por mucho más tiempo. Están a punto de acontecer cambios radicales y dramáticos, que se asemejan a los acontecimientos del día de Noé. Este mundo lleno de violencia y odio se halla en la agonía de la muerte, y será reemplazado por uno nuevo donde “la justicia habrá de morar”. (2 Pedro 3:13.) Las mismísimas cosas que causan tanta tristeza a millones de personas pueden hacer que nos regocijemos cuando “leemos” correctamente la prueba, tal como uno leería un letrero de tráfico en una carretera para ver adónde se dirige. Jesús dijo: “Mas al comenzar a suceder estas cosas, levántense erguidos y alcen sus cabezas, porque su liberación se acerca”. (Lucas 21:28.)
[Recuadro en la página 12]
Los testigos de Jehová componen una amorosa hermandad mundial. Como ejemplo de esto, al enterarse mediante la prensa o la televisión acerca de la explosión y de los heridos, muchos Testigos de los Estados Unidos inmediatamente enviaron dinero para las víctimas del atentado. En pocos días se recibieron alrededor de un centenar de cartas que contenían dinero, con una suma que sobrepasaba los $7.000 (E.U.A)... donativos que iban desde los 27 centavos que envió un jovencito hasta los 1.000 dólares que envió un hombre. A continuación se hallan algunas porciones de estas cartas.
“Soy un hermano pobre, pero quisiera que aceptaran esta pequeña contribución [de $7] como ayuda.”
“Sírvanse enviar este dinero a la hermana que perdió a su esposo en la tragedia.”
“Sírvanse usar este donativo para pagar los gastos médicos de los hermanos y las hermanas que sufrieron daño. (Hechos 11:29.) Hemos oído que uno murió. Juan 5:28, 29 nos viene a la mente.”
“Quisiera contribuir $50 para la reconstrucción del Salón y $50 para sufragar los gastos de hospital.”
“Como asociado aprobado deseo ayudar. Por consiguiente les envío este giro bancario por $1.000.”
“Mi hijo y mi hija quisieran escribir a algunos hermanitos y hermanitas de esta congregación para animarlos.”
“¿Pudieran proporcionarme la dirección de la familia del hermano que murió?, pues quisiera enviarle una nota. [$50 adjuntos.]”
“Para demostrar nuestro amor fraternal, [los de una congregación] hemos recogido $161,55 para que lo utilicen de la manera que crean pertinente.”
“No es mucho [$3], pero es todo lo que tengo, y quizás ayude un poco.”
“Para ayudar a los hermanos y las hermanas allá, sea como contribución para la hermana que quedó viuda o para edificar un nuevo Salón del Reino.”
“En la actualidad no tengo empleo, pero aquí les envío $1. Si consigo más, se los envío.”
Lo que importa no es la cantidad que se envíe, sino la disposición con que se da. Después de observar a los ricos depositando sus dones en las arcas de la tesorería del templo, Jesús “vio a cierta viuda necesitada echar allí dos monedas pequeñas de ínfimo valor, y dijo: ‘En verdad les digo: Esta viuda, aunque pobre, echó más que todos ellos’”. (Lucas 21:2, 3.)
‘Dios ama al dador alegre. Si primero está allí la prontitud, es especialmente acepto según lo que tiene la persona. La dádiva de la mano de cada uno debe ser en proporción con la bendición de Jehová.’ (2 Corintios 9:7; 8:12; Deuteronomio 16:17.)
[Fotografía en la página 10]
Parte de atrás del Salón del Reino vista desde un lado
[Fotografías en la página 11]
Agujero creado en el piso de concreto
Almacén de literatura y revistas
[Ilustración en la página 13]
“Queridos hermanos:
Les envío 27¢. Es para los hermanos que fueron heridos en la explosión. Sydney, Australia. Gracias. Con amor,”