De nuestros lectores... “Cuando muere un ser amado”
EL NÚMERO del 22 de abril de 1985 de ¡Despertad! presentó una serie de cuatro artículos principales, intitulada “Cuando muere un ser amado”. Muchos lectores han escrito en muestra de aprecio por la información. Nos gustaría dar a conocer algunos de sus comentarios.
“Gracias por hacerme saber que soy una persona normal”
La mayor parte de los que escribieron quedaron agradecidos al llegar a comprender que sus sentimientos no eran anormales. Comentaron:
“Nuestro hijo, Mark, murió en un accidente en junio pasado. No hay palabras que puedan expresar el sentimiento de una madre. Él era mi amigo, y además mi hijo. La revista ¡Despertad! me ayudó a comprender que lo que ahora siento es algo normal”.
—A. D., Nebraska, E.U.A.
“Un par de semanas después de haberse publicado este artículo murió mi padre. Yo no sabía por qué me sentía tan alterada emocionalmente, ni cómo controlarme. Entonces leí aquellos artículos y pude reconocer que mis sentimientos no eran anormales. Cuando me siento triste, sencillamente busco esa revista ¡Despertad! y la leo varias veces. Al hacerlo, me consuelo y puedo seguir adelante”.
—D. R., Pensilvania, E.U.A.
“Mi esposo murió en octubre de 1983. Me sumí en un sentimiento de culpa por la clase de impulsos que me sobrevenían. Ahora puedo comprender —aunque no me siento orgullosa de tales impulsos— que estos no eran extraños ni anormales. Muchísimas gracias por esa consoladora información”.
—L. B., Nebraska, E.U.A.
Una lectora, cuyo hijo de 15 años murió hace unos años, expresó sus sentimientos de esta manera: “Gracias por hacerme saber que soy una persona normal”.
—L. A., Connecticut, E.U.A.
Otros comentarios esclarecedores
Algunas cartas han ofrecido comentarios que permiten profundizar aún más en los sentimientos y necesidades de las familias desconsoladas.
“En mis cuatro años de viudez, no he oído mencionar a las viudas en las oraciones. Créanme, ahora siempre incluyo en mis oraciones a las viudas y a cualquier persona que haya sufrido la pérdida de un ser amado, pues esa es una experiencia sumamente aplastante.”
—L. B., California, E.U.A.
“En marzo, mi hijo David murió de una hemorragia cerebral masiva. El doctor me dio unas pastillas para que las tomara tres veces al día... y un somnífero para la noche. Aunque sé que me las dio por bondad y compasión, al poco tiempo descubrí que solo estaba pendiente del reloj, deseando que llegara la hora de tomarme la próxima pastilla. Esto era horrible, así que no tardé en confesarle a mi esposo la situación en que me hallaba. Seguí su consejo de librarme de las pastillas. Los artículos de ¡Despertad! fueron de gran ayuda tanto para mi familia como para mí. ¿Tendrían ustedes la bondad de escribir algo, más adelante, que advierta contra el peligro de tomar pastillas para vencer la tensión y el desconsuelo?”
—I. S., Inglaterra.
“Lo que más me gustó de los artículos fue el que se mencionara el papel de otras personas, lo que deberían y no deberían hacer. En la congregación, muchos se habían alejado de mí debido a la manera negativa como yo había reaccionado. ¡Esto fue muy duro para mí, y para ellos también! Por eso, espero que ahora los artículos les ayuden, para que ellos puedan ayudarme.”
—R. W., Colombia Británica.
“Sentimientos que yo no quería sentir”
No es raro que una persona reprima el dolor, como lo han confirmado muchas otras cartas.
“Alguien a quien yo amaba muchísimo murió, y reprimí todos mis sentimientos de dolor. Los artículos de su revista reavivaron los sentimientos que había reprimido durante 15 años, desde que él murió. Eran sentimientos que yo no quería sentir, por el profundo dolor que me causarían. Ahora reconozco que es necesario expresarlos abiertamente, cuando una persona amada muere.”
—R. M., Ohio, E.U.A.
“Mi padre murió en octubre de 1984, y no fue sino hasta que leí esta revista cuando puse de manifiesto lo que sentía. Las siguientes dos noches, cuando me acostaba, le oraba a Jehová y lloraba hasta que no podía más. Tengo que dar gracias a Jehová y al ‘esclavo fiel y discreto’ por el alivio que siento ahora. ¡Gracias!”
—K. B., Ohio, E.U.A.
Algunos han reprimido el dolor porque creían que era incorrecto que un cristiano se lamentara. Escriben:
“Antes de leer los artículos, yo pensaba que el lamentarme hubiera reflejado falta de fe en la promesa de Jehová Dios respecto a la resurrección. Aunque tengo la esperanza de volver a ver a mi madre, los artículos me ayudaron a comprender que no es incorrecto el que un cristiano se lamente”.
—T. M., Kansas, E.U.A.
“Algo que me ayudó fue el saber que uno puede lamentarse. Yo creo firmemente en la resurrección, y por eso pensaba que sería incorrecto reflejar mi dolor delante de otras personas, pues creía que eso les daría razón para dudar de que mi esperanza fuese firme. El último artículo me hizo ver que nuestra esperanza no elimina el dolor; más bien, hace que sea más fácil soportarlo”.
—C. B., Nueva Jersey, E.U.A.
El hecho de que no es anticristiano lamentarse se puede ver por el propio ejemplo de Jesucristo, quien “cedió a las lágrimas” cuando su apreciado amigo Lázaro murió. ¡A pesar de que en breve lo levantaría de entre los muertos! (Juan 11:33-44.)
La ayuda que otros pueden dar
Muchos lectores han expresado aprecio por las sugerencias sobre cómo ayudar a las personas que se hallan en desconsuelo.
“Hace unas semanas el padre de una íntima amiga mía murió repentina e inesperadamente en su hogar. Le envié a ella una tarjeta para que viniera a visitarme. Mientras tanto, pensaba en lo incómoda que sería la situación si ella hablaba de su padre. Días antes de su visita, al mirar la correspondencia, ¡allí estaba la revista ¡Despertad! con el artículo: ‘La ayuda que otros pueden dar’! ¡Lo leí varias veces! Siguiendo sus sugerencias, hice lo que pude. Tuvimos una tarde calmada, y hablamos tranquilamente acerca de su padre y de cosas que recordábamos. Hasta nos reímos. ¡Muchísimas gracias por esas palabras al tiempo apropiado!”
—K. E., Indiana, E.U.A.
Los que se sienten desconsolados aprecian el que otros tomen la iniciativa, como lo muestra esta conmovedora carta de una lectora cuyo esposo había muerto.
“Muchos dicen: ‘Si puedo ayudarla en algo, no vacile en decírmelo’. Sin embargo, una hermana cristiana no preguntó. Fue directamente al dormitorio, quitó las sábanas sucias de la cama y las lavó. Otra, con un cubo de agua y detergentes, lavó la alfombra donde mi esposo había vomitado. Estas eran amigas verdaderas; jamás las olvidaré. Unas semanas más tarde, uno de los ancianos vino en ropa de trabajo y con herramientas, y dijo: ‘Sé que debe tener algo que necesite repararse. Dígame qué es’. ¡Aprecio de corazón a ese hermano por haber reparado la puerta que colgaba de una bisagra, y una instalación eléctrica que necesitaba reparación!”
—E. L., Puerto Rico.
Lo que sienten los padres
En realidad, uno de los golpes más trágicos es la muerte de un niño. Algunos lectores han confirmado lo entristecedor que puede ser eso.
“Muchísimas gracias por el número del 22 de abril de ¡Despertad! Ha sido un gran consuelo para mí. Pues, el 19 de abril me enteré de que el niño que llevaba en mi vientre estaba muerto. Esto me produjo gran conmoción. Aún tengo que someterme a una intervención para que me extraigan el bebé. Pero por lo menos sé que las reacciones que he experimentado son normales, gracias a la organización de Jehová.”
—J. H., Virginia, E.U.A.
“Hace seis años perdí a mi segundo hijo de siete semanas; nació con defectos múltiples. Esos artículos mostraron exactamente cómo yo me sentía, y me hicieron ver que hay personas que realmente comprenden lo que sufrí. Muchísimas gracias por poner en palabras lo que yo misma sentía pero no sabía expresar.”
—M. S., Nueva York, E.U.A.
“Quisiera darles las gracias, en especial, por el artículo: ‘Cuando muere un ser amado’. Mi hijo Ricky fue atropellado por un automóvil el 28 de septiembre de 1984, y murió. Sólo tenía cinco años de edad. Cuatro semanas después del accidente comencé a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. Esto me ha ayudado en momentos extremadamente difíciles. Pienso en Ricky a diario, y aún hay días en que me siento a llorar por lo mucho que lo echo de menos. Pero ahora, con la guía amorosa de Jehová Dios y por el conocimiento exacto que adquiera de la Biblia, tengo la esperanza de que algún día volveré a ver a Ricky. A quienquiera que haya perdido un ser amado en la muerte, quisiera decirle: ‘Acuda a un testigo de Jehová para que le ayude mientras está en esa situación’.”
—F. P., Minnesota, E.U.A.
Está claro que la muerte de un ser amado es una de las tragedias más grandes de la vida. El solo saber que lo que uno siente no es algo anormal puede ser en sí tranquilizador. Además, el expresar los sentimientos y no reprimirlos, también puede ser de ayuda. Y, como lo expresan muy bien las cartas supracitadas, se obtiene un gran consuelo de la esperanza bíblica que afirma: “viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán [la voz de Jesús] y saldrán”. (Juan 5:28, 29.)
[Recuadro en la página 27]
Agrupación de ayuda contra el cáncer halla provechosa la revista ¡Despertad!
Con motivos de la serie de artículos de ¡Despertad! bajo el tema “Cuando muere un ser amado”, se recibió la siguiente carta de la directora de un programa de ayuda contra el cáncer.
“CancerShare (Acción contra el cáncer) es un programa de ayuda voluntaria mutua para enfermos de cáncer y sus familias. A menudo recibimos llamadas telefónicas de personas que se lamentan por la pérdida de un ser amado, y procuramos ayudarles enviándoles alguna publicación sobre el tema de la aflicción y remitiéndoles a agrupaciones que dan apoyo a los desconsolados.
”En el número del 22 de abril de 1985 de ¡Despertad! aparecen cuatro artículos que podrían ser sumamente provechosos para personas afligidas: ‘Cuando muere un ser amado’, ‘Lo que sienten los padres’, ‘La ayuda que otros pueden dar’ y ‘Cómo hacer frente a la situación’. ¿Podría CancerShare utilizar estos artículos, o parte de ellos —acreditando a la Sociedad Watchtower Bible and Tract como la fuente—, para ayudar a personas afligidas?”
Tratándose de un caso como este, se concedió el permiso con gusto.