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  • Encárese a los hechos: el tabaco hoy día
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  • ¿Podrá el mundo librarse del hábito?
  • Enfrentándose a los hechos
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¡Despertad! 1986
g86 8/4 págs. 8-10

Encárese a los hechos: el tabaco hoy día

SORPRENDIDO de que el cigarrillo haya podido generar una demanda tan grande, el editor de la Carta de la Salud de la Escuela Médica de Harvard pregunta: “¿Cómo es que un vicio decadente, sujeto en buena medida al oprobio de la mentalidad victoriana de la época [durante la década de los setenta del siglo pasado], pudo restablecerse tan repentinamente por sí mismo?”. Como se alardea en un eslogan publicitario dirigido a la mujer fumadora: “Has recorrido un largo camino, nena”. Los historiadores dicen que la adicción, la publicidad y las guerras han contribuido a que el público acepte el tabaco. Según un informe reciente de un investigador, “después de la adicción, la industria más poderosa en la lucha por influir en la mente y el corazón del fumador es la publicidad”. Pero ¿es eso todo?

La historia tras la historia

Para los estudiantes de la Biblia la importancia de la era del cigarrillo no puede tratarse a la ligera. ¿Por qué no? Porque en esta era —especialmente a partir de 1914— se han cumplido profecías. Primero, en 1914 se ‘levantó nación contra nación’ en una guerra mundial. Luego, tal como Jesucristo predijo que ocurriría después, la sociedad humana sería trastornada por el ‘aumento del desafuero’. La guerra arrebató la ilusión de la gente y destruyó sus valores ‘victorianos’, con lo que allanó el camino para una aceptación sin precedente del hábito de fumar cigarrillos. (Mateo 24:7, 12.)

A partir de 1914 el mundo entró en una era de ansiedad y la industria del cigarrillo prosperó. Muchos fumadores llegaron a aficionarse al hábito como un medio de combatir la tensión causada por lo que la Biblia llama “tiempos críticos, difíciles de manejar”. El poder seductor de la publicidad y la adicción a la nicotina ayudaron a conformar el nuevo ambiente de la sociedad haciéndolo permisivo. La Biblia predijo con exactitud cómo sería la gente en los últimos días: “Amadores de placeres más bien que amadores de Dios”. (2 Timoteo 3:1-5.)

Todo esto debería ayudarnos a percibir la urgencia de nuestros tiempos. En lugar de ‘no hacer caso’ como, según dijo Jesús, hizo cierta generación humana en un tiempo de crisis, podemos aprender una lección de la historia. La Biblia nos anima a poner la esperanza en el Reino de Dios, no en campañas inútiles con el fin de reformar el mundo ni en sueños vanos confiando en que algún día las naciones se desharán de sus malos hábitos. (Mateo 24:14, 39.)

¿Podrá el mundo librarse del hábito?

No parecen muy esperanzadoras las perspectivas de que el mundo logre deshacerse del hábito del tabaco. En 1962 el Real Colegio Británico de Médicos previno por primera vez en contra del hábito de fumar, pero en 1981 los británicos compraron unos 110.000 millones de cigarrillos. En 1964, el inspector general de sanidad de los Estados Unidos advirtió por primera vez respecto a los peligros para la salud implícitos en el hábito. Pero al siguiente año se alcanzaron nuevas marcas de venta. Para el 1980, los estadounidenses compraron, por término medio, 135.000 millones de cigarrillos más anualmente que en 1964, ¡esto a pesar de la advertencia del inspector general de sanidad que aparece en cada cajetilla! El hecho es que el mundo ahora compra 4 billones de cigarrillos al año.

Prescindiendo de que usted personalmente fume o no, el dinero que arrastra el negocio del tabaco en estos días dice por sí mismo que los gobernantes y los políticos no están muy inclinados a dar fin a este comercio. En los Estados Unidos, por ejemplo, aunque mueren 350.000 personas al año debido al hábito de fumar cigarrillos, el tabaco recauda 21.000 millones de dólares en impuestos. También proporciona empleo, directa o indirectamente, a unos 2.000.000 de personas. Además, las compañías tabacaleras son grandes inversionistas. Invierten mundialmente 2.000 millones de dólares anuales en publicidad, cantidad que hace palidecer la suma combinada de 7.000.000 de dólares que dedican la Sociedad Americana contra el Cáncer y la Asociación Americana Pulmonar a campañas de educación en contra del hábito de fumar.

O considere la situación embarazosa y contradictoria respecto al punto de vista tocante al tabaco en la que se hallan dos agencias de las Naciones Unidas: La OMS (Organización Mundial de la Salud), anunció recientemente que había que detener la “epidemia del hábito de fumar” en los países del Tercer Mundo, lo cual “podría lograr más en pro del mejoramiento de la salud y la prolongación de la vida [...] que cualquier otra iniciativa independiente en todo el campo de la medicina preventiva”; mientras que la OAA (Organización de Alimentación y Agricultura) sostiene que “el cultivo del tabaco genera puestos de empleo a gran escala en las áreas rurales” del Tercer Mundo. La OAA describe el tabaco como “una fuente muy importante y fácilmente aprovechable para la recaudación de impuestos”, si se les suministran a los granjeros “fuertes incentivos para el cultivo del tabaco” y los gobiernos “estimulan su cultivo y manufactura”.

Enfrentándose a los hechos

En efecto, el fenómeno del cigarrillo, especialmente desde 1914, exige que nos encaremos a algunos hechos contundentes. Hay quienes dicen, ‘Si te sienta bien, hazlo’. Pero los hechos que relacionan el hábito de fumar tabaco con las enfermedades pulmonares y del corazón descartan un punto de vista tan miope. Se dice que en Inglaterra el hábito de fumar ocasiona ocho veces más muertes que las que se producen por accidentes de tráfico. Por todo el mundo, el hábito “ha ocasionado más muertes que todas las guerras de este siglo”, según se informó en la revista Manchester Guardian Weekly.

¿Y qué puede decirse acerca de la adicción? La cruda realidad es que la nicotina crea un estado de dependencia. Además, muchas personas que piensan seriamente en el problema opinan que no se puede pasar por alto el daño moral y espiritual relacionado con el hábito de fumar.

Objeciones morales

Los cristianos consideran que las objeciones morales y bíblicas respecto al uso del tabaco son de más importancia que las advertencias médicas o las relacionadas con la salud. El empleo del tabaco se originó con el animismo, el espiritismo y la adoración de dioses hechos por el hombre, todo lo cual se condena en la Biblia como prácticas degradantes que alejan a la persona del Creador. (Véase el comentario, “La hoja sagrada que se popularizó”, página 4.) (Romanos 1:23-25.) Fumar es un hábito sucio, peligroso y contrario a las normas cristianas. (2 Corintios 7:1.) Pero es más importante aún reconocer que, por ser adictivo, este hábito queda encuadrado en el campo de la “droguería”: un término condenatorio que la Biblia usa para calificar las prácticas supersticiosas y que ocasionan daño espiritual. (Véase la nota sobre Revelación 21:8; 22:15, que aparece al pie de la página en la nueva Biblia con referencias, en inglés.)

Por consiguiente, existen implicaciones morales serias relacionadas con un hábito que satisface los sentidos a costa de la salud, contamina el aire que nuestro prójimo respira e influye en jóvenes impresionables que comienzan a hacer lo mismo. Después de dedicar alguna reflexión a este asunto y tal vez después de una dolorosa reevaluación, muchos fumadores deciden abandonar el hábito... para su propio bien y para el bien de sus amados.

Invirtiendo el proceso

Para romper con la adicción al tabaco, usted ha de encararse a las presiones de su propio cuerpo y de su entorno. Como fumador, su cuerpo ha desarrollado dependencia de la nicotina. Usted experimenta la misma ansia que han experimentado los fumadores a lo largo de un siglo desde que empezaron a inhalar el humo del cigarrillo. La publicidad en los carteles y en revistas presentan ante usted el hábito de modo atractivo, relacionándolo con el placer, la libertad, la aventura, la belleza y el lujo. Sus compañeros, también fumadores, ven el hábito como algo normal, seguro, inocente, placentero, elegante y sofisticado. Usted ha dado lugar a que la idea de fumar se asiente.

Resumiendo, para que usted se ‘zafe’ del hábito tiene que, personalmente, invertir el proceso por el que la gente ha quedado enviciada. En esta página hallará varias sugerencias prácticas que le ayudarán a resistir la tendencia del mundo; sin embargo, el primer paso es crucial: Sepa por qué debe usted abandonar el hábito. Como dijo el Dr. C. F. Tate en la revista American Medical News, “la decisión tiene que tomarse desde lo más profundo de nuestro ser. Una vez que ha sido tomada, la mayor parte de la batalla habrá terminado”.

¿Y qué hay de los que al parecer no pueden ni desean hacer el cambio que usted personalmente ha decidido hacer? No, es poco probable que la sociedad humana esté dispuesta a dar fin por sus propios esfuerzos a prácticas autodestructivas como su amor al tabaco. Pero podemos tener la seguridad de que Dios cumplirá su promesa de “arruinar a los que están arruinando la tierra”. (Revelación 11:18.) Y el medio que Dios ha dispuesto para lograrlo —el gobierno celestial del Reino— es nuestra única esperanza, a fin de ver algún día restaurados por toda la Tierra la salud espiritual, moral y física. (Isaías 33:24.)

[Diagrama/Ilustración en la página 9]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

El presupuesto de $2.000 millones anuales que se dedican a la publicidad sobre el tabaco hace palidecer los $7.000.000 que se presupuestan para campañas educativas en contra del hábito de fumar

Publicidad sobre el tabaco

2.000 millones

Educación contra el hábito de fumar

7.000.000

(cada recuadro equivale a un millón de dólares)

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