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¡Despertad! 1986
g86 22/6 págs. 24-25

¿Dejar una propina, o no?

LAS luces son tenues, la música es suave y la comida es deliciosa. Pero ese ambiente tranquilo al cenar en un restaurante excelente puede convertirse en uno de perplejidad cuando llega la cuenta. ‘¿Debo dejar una propina al camarero?’ ‘¿Cuánto debo darle?’ A menudo la confianza que muchas personas tienen en sí mismas se ha derretido ante la imaginaria mirada fija de un camarero que espera.

Algunas personas que van a restaurantes se oponen firmemente a dar propina alguna por motivos puramente filosóficos. No dejan ni un centavo. Por otra parte, otros opinan con la misma firmeza que es necesario y apropiado dejar una propina. Son generosos. Pero lo que algunas personas no consideran es que en ciertos países se espera que se dejen propinas y gratificaciones. Se las considera parte de la cuenta.

¿Por qué dar propina?

“¡Sin las propinas, me moriría de hambre!”, esta es la queja que generalmente presentan los camareros y los taxistas. Por eso, en algunos países, como por ejemplo en los Estados Unidos, el dar una propina es más que una muestra de agradecimiento por servicios adicionales que se hayan rendido. Es la parte principal de los ingresos de una persona.

Oscar, camarero en un famoso restaurante de la ciudad de Nueva York, tiene esposa y tres hijos a quienes alimentar, vestir y suministrar albergue. ¿Por qué son importantes para él las propinas? Él dice: “Si no recibiera suficiente dinero en propinas, tendría que conseguir un trabajo adicional”. Oscar, al igual que muchos camareros y camareras en los Estados Unidos, recibe el salario mínimo, apenas lo suficiente para mantener a una persona, mucho menos a cinco. Además, el camarero no se queda con toda la propina. Él explica: “Tenemos que dividirla entre el ayudante de camarero, el cantinero y el jefe de comedor”. Oscar reconoce que el aumento en el costo de la comida en los restaurantes contribuye a que los clientes dejen menos propina, no obstante, dice él: “Las cuentas que yo tengo que pagar siguen aumentando también”.

Además de los camareros, hay otras personas como los botones, los porteros, los conserjes, las camareras de hotel, los guardarropas, los que atienden los cuartos de baño, las peluqueras y los taxistas que también dependen de las propinas para su subsistencia.

Considere el caso de Judith, una joven que vive en un pequeño pueblo de Alemania. Ella trabaja media jornada como especialista en un instituto de belleza para mantenerse en su carrera de ministra. Ella dice: “Nuestros salarios son muy bajos debido a que los patronos esperan que los clientes nos den propinas”. Debido al aumento del costo de vida, ella ha notado que la gente está dejando propinas cada vez más pequeñas, y muchos ni siquiera dan propina. Judith explica: “La mayoría de las personas nos dan propina porque hemos sido amigables con ellos, sin darse cuenta de que en realidad dependemos de las propinas para subsistir”.

Es interesante el hecho de que el gobierno de los Estados Unidos da por sentado el que los clientes dejan cierto porcentaje de la cuenta como propina en los restaurantes y otros lugares. Los camareros y otras personas que proveen servicios personales tienen que pagar impuestos al gobierno basándose en un cálculo de esas propinas ¡sea que las reciban o no!

Qué hacer cuando se está de visita

Al visitar un país extranjero, es sabio tener presente el tipo de cambio, como también la inflación. Una persona que anteriormente había vivido en Brasil regresó de visita después de muchos años. No estaba al tanto del poco valor adquisitivo de la moneda local, la cual había devaluado como un 200% anualmente durante su ausencia. Sin pensarlo, le dio a un hombre un billete de 500 cruzeiros de propina, lo cual era una buena propina cuando ella salió de Brasil. El hombre frunció el ceño. De modo que para ser generosa ella le dio un billete de 1000 cruzeiros. El hombre, decepcionado, dijo: “¡Olvídelo!”. ¡Imagínese la vergüenza que sintió cuando después se enteró de que la propina que había ofrecido equivalía a unos diez centavos en moneda estadounidense!

Lo que la propina dice de usted

El dejar propina ciertamente puede ser un asunto complicado. Pero cuando tenga dudas respecto a cuánto dejar de propina, haga como Hugh, de Nigeria. Él dice: “Pregunte. Yo pregunto en las oficinas de información en los aeropuertos y los hoteles para que me den sugerencias”.

Hay buenas razones para seguir este consejo. ¿Por qué? Considere esto: Si usted estuviera de gira con un grupo de personas, o en una asamblea, lo que usted haga personalmente afecta a todo el grupo. Las personas juzgarán al entero grupo por el comportamiento de usted. Por eso, prescindiendo de sus puntos de vista personales acerca del dejar propinas, cuando usted esté con un grupo, si usted da una propina pequeña o no da ninguna, otras personas pueden llegar a la conclusión de que todo el grupo es tacaño y carece de cortesía social.

También, el recordar la siguiente máxima bíblica antigua le ayudará a encararse a las complejas costumbres relacionadas con el dar propinas: “Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos”. Póngase en el lugar de la otra persona. ¿No apreciaría usted una propina apropiada si esa es la costumbre donde usted vive? (Mateo 7:12, El libro del Pueblo de Dios, la Biblia.)

Finalmente, el saber cómo, cuándo y cuánto dar de propina hará que usted se sienta más cómodo. Además, no hay duda de que producirá una sonrisa en el rostro de la persona que la recibe. Una camarera que se enorgullece de dar un servicio bueno y cortés dice: “Significa mucho para mí”. Cuando una comida concluye de manera tan agradable, ¡qué deleitable es para todos!

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