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  • He mantenido el béisbol en su lugar
  • ¡Despertad! 1986
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  • Se desarrolla mi interés en arbitrar
  • Otra necesidad para considerar
  • Un problema que tenía que resolver
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¡Despertad! 1986
g86 8/8 págs. 10-13

He mantenido el béisbol en su lugar

LOS deportes siempre ocuparon un lugar importante en la vida de nuestra familia mientras yo crecía en el estado de Oregón, E.U.A. Algunos de los deportes en los cuales participé durante mis años escolares fueron el béisbol, el fútbol americano, competencias de pista y la lucha libre.

Temprano en mi adolescencia aumentó mi interés en el béisbol cuando mi padre llegó a ser entrenador de este deporte. A medida que mi hermano y yo crecíamos, mi padre nos llevaba a ver los juegos de las ligas mayores de béisbol. Esto contribuyó a que se desarrollara en mí mayor interés en ese deporte.

Se desarrolla mi interés en arbitrar

Entonces, cuando tenía solo 15 años de edad, surgió una oportunidad que dio inicio a mi desarrollo en una carrera que yo pensaba que siempre ocuparía el primer lugar en mi vida. Debido a mi interés en el béisbol y a mi conocimiento de este deporte, se me pidió que sirviera de árbitro para los juegos de béisbol entre equipos compuestos de jugadores más jóvenes. Me ofrecieron dinero para arbitrar esos juegos. Aunque estaba contento de servir de árbitro, al principio rehusé aceptar el pago porque eso haría que perdiera mi posición de aficionado en los deportes. Si eso ocurría, entonces ya no podría competir en los deportes escolares.

Sin embargo, con el tiempo me di cuenta de que esto era lo que realmente quería hacer en la vida y, por lo tanto, comencé a servir de árbitro en los juegos de béisbol a nivel semiprofesional y a recibir dinero por hacerlo. Durante el verano arbitraba hasta 15 juegos por semana, empezando temprano por la mañana los fines de semana y trabajando en 3 ó 4 juegos al día, incluso doble partidos en los días de semana.

Debido a mi amor por los deportes, me di cuenta de que podría seguir una carrera deportiva como árbitro profesional de béisbol. Puesto que eso era lo que realmente deseaba hacer en la vida, abandoné la universidad después de haber estado tres años en ella y me matriculé en una escuela de árbitros para las ligas mayores en el estado de Florida.

Cuando me gradué de la escuela en 1957, solo tenía 21 años de edad. En ese tiempo yo era uno de los árbitros profesionales más jóvenes, aunque hoy día eso no sería considerado muy joven para comenzar. Entonces acepté un contrato con la Liga de Béisbol de Georgia-Florida, y así empecé mi carrera de árbitro de béisbol profesional.

Otra necesidad para considerar

Aprendí mucho durante mi primer año y verdaderamente disfrutaba de mi trabajo. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo también llegué a comprender gradualmente que tenía que haber algo más en la vida que tan solo trabajar, prescindiendo de cuánto disfrutara de hacerlo. Opinaba que también tenía que haber un aspecto espiritual en la vida.

Me parecía que la manera de satisfacer mi necesidad espiritual era mediante sencillamente asistir a un servicio religioso los domingos cuando mi horario de béisbol me lo permitiera. Me daba lo mismo asistir a cualquier iglesia, pero tengo que admitir que algunas personas en iglesias a las que asistí me hicieron sentir incómodo debido a que yo era del norte de los Estados Unidos.

Después que terminó la primera temporada de béisbol, regresé a Oregón a esperar la siguiente temporada. Estando allí me puse en contacto con los testigos de Jehová y tomé varios estudios bíblicos con ellos. Mientras más estudiaba, más atrayentes hallaba las verdades bíblicas, especialmente la promesa de un justo nuevo sistema que dentro de poco reemplazará a este decadente y poco satisfactorio viejo mundo.

Apreciaba lo que estaba aprendiendo, aunque me daba cuenta de que necesitaba aprender mucho más. Pero pude compartir lo que había aprendido sobre la esperanza bíblica para el futuro con algunos pasajeros en el autobús que tomé para ir al sur a otra escuela de árbitros, donde serviría de instructor. Eso fue en Carolina del Sur, en enero de 1958.

Después, durante el entrenamiento de primavera en Georgia, hice arreglos para bautizarme. Eso fue aproximadamente seis meses después de haber conocido a los Testigos. Y después del entrenamiento de primavera me bauticé en una asamblea de los testigos de Jehová en Florida. Eso simbolizó mi dedicación para hacer la voluntad de Dios desde entonces en adelante.

El que yo fuera árbitro significaba que estaría viajando mucho de ciudad en ciudad durante la temporada de béisbol de 1958. Siempre que era posible me ponía en comunicación con los testigos de Jehová de la ciudad y, si el tiempo me lo permitía, asistía a las reuniones en el Salón del Reino de la localidad. También hacía arreglos para participar en la obra de predicar junto con otros Testigos.

Un problema que tenía que resolver

Sin embargo, a medida que pasaban los meses, vi un problema que tenía que resolver. Yo sabía que el reunirme con otros cristianos no era únicamente algo que sería agradable de hacer. La palabra de Dios manda en Hebreos 10:24, 25: “Considerémonos unos a otros para incitarnos al amor y a las obras excelentes, sin abandonar el reunirnos, como algunos tienen por costumbre, sino animándonos unos a otros, y tanto más al contemplar ustedes que el día se acerca”.

Sí, el día del juicio de Dios contra este mundo corrupto se aproxima. Por lo tanto, el mandato de ‘no abandonar el reunirnos’ con otros compañeros cristianos es un mandato urgente. Pero ¿cómo podía hacer eso cuando a menudo las reuniones se celebraban a la misma hora en que se requería que yo estuviera sirviendo de árbitro en un juego de béisbol? Esta lucha con mi conciencia continuó durante toda la temporada.

Cuando terminó la temporada regresé de nuevo a mi hogar. Ahora sí pude participar en todas las actividades cristianas en que sabía que debía participar. También, informé a mis padres que ahora yo era testigo de Jehová. Esto no les agradó, pero finalmente lo aceptaron. Comprendieron que estaba llegando a ser la cosa más importante en mi vida, sí, aun más importante que el béisbol.

Duante el año siguiente, la temporada de 1959, ascendí a una liga mayor, la Liga Noroeste de Béisbol. Arreglé mi horario de tal manera que pudiera asistir a más reuniones y participar más en la actividad de predicar. Mi trabajo en aquella liga me llevaba a una ciudad diferente cada varios días, y cuando llegaba a esta hacía arreglos para participar en la obra de predicar con la congregación de los testigos de Jehová en la localidad. De esta manera, tuve el privilegio de asociarme con muchos cristianos de mayor edad y maduros. Aprendí mucho de ellos y fueron un gran estímulo para mí.

Aun así, no podía concentrarme realmente en el aspecto espiritual de mi vida. Mis viajes constantes a los juegos de béisbol seguramente serían un estorbo a mis actividades cristianas, y así sucedió. De modo que, sabía que mientras tuviera que viajar tanto, sería muy difícil establecerme en una congregación y contribuir aún más a la obra de predicar.

El deseo de hacer más

Después de la temporada de 1959, decidí hacer más en el ministerio cristiano, y por dos meses dediqué todo mi tiempo a esta obra. Siendo joven y soltero, también empecé a preguntarme respecto a la posibilidad de solicitar para servir en la sede mundial de los testigos de Jehová en Nueva York. Cuando consideré esto con un Testigo experimentado, me sentí animado a solicitar.

Por lo tanto, en diciembre decidí entregar mi solicitud para el servicio de tiempo completo en Betel, tal como se llama la sede mundial en Nueva York. Pero precisamente en ese tiempo, ¡recibí un nuevo contrato de béisbol! El presidente de la liga prometió adelantarme a una liga mayor —la Liga de la Costa del Pacífico—, si es que permanecía en el béisbol un año más. Esa era la clase de adelanto que tanto había deseado cuando comencé a servir de árbitro en los juegos.

¿Qué haría? No había ninguna duda en mi mente. Le di las gracias al presidente de la liga, pero abandoné el béisbol profesional. La vida encerraba mucho más que los juegos de pelota. Este era un tiempo crítico en la historia mundial y yo tenía que hacer algo mucho más importante con mi vida. Por eso, a principios de 1960 fue aceptada mi solicitud para trabajar en la sede de los testigos de Jehová y me mudé allí para empezar mi nuevo modo de vivir.

Aunque sí disfruté de participar del juego de béisbol, tengo que admitir que había ciertos aspectos de este que no eran placenteros. Por ejemplo, había ocasiones cuando se ponía muy tensa la situación, tal como cuando los jugadores y los apoderados —y los fanáticos— no estaban de acuerdo con algunas de mis decisiones. ¡Me lo dejaban saber abiertamente! También, en más de una ocasión tuve que recibir atención médica por incidentes que ocurrieron en el campo de juego. Tales aspectos del béisbol ciertamente no los echo de menos.

Ningún pesar

¿He sentido pesar en alguna ocasión por haber abandonado mi carrera de árbitro por el ministerio cristiano? De ninguna manera. De hecho, un incidente que tuvo lugar en 1963 reforzó mi decisión. En la ciudad de Nueva York está el famoso Estadio Yanqui, donde juega el equipo de béisbol de los Yanquis de Nueva York. Mientras yo servía de árbitro, ¡había sido mi sueño trabajar en las grandes ligas algún día y arbitrar un juego en ese estadio!

En efecto, en el verano de 1963, fui al Estadio Yanqui, ¡pero no para servir de árbitro en un juego de béisbol! Más bien, fui a una gran asamblea internacional de los testigos de Jehová que se estaba celebrando allí. Fue emocionante para mí estar en el estadio junto con decenas de miles de siervos de Dios. De hecho, hasta participé en una parte del programa, ¡y la plataforma donde estuve parado no estaba lejos de la base meta! Pensé: ‘¡Es muchísimo mejor estar así aquí en el campo de juego del Estadio Yanqui que estar arbitrando un juego de pelota!’. Tengo que admitir que aquella fue una ocasión muy satisfaciente para mí.

Durante mi estadía en Betel, conocí a Joanne, quien llegó a ser mi esposa. Ella servía en una de las congregaciones locales de los testigos de Jehová en Nueva York y participaba en el ministerio de tiempo completo. Así que en 1964, después de cuatro años de servicio en Betel, salí para casarme. Por algunos años, mi esposa y yo continuamos sirviendo en el ministerio de tiempo completo. Durante esos años llenos de sucesos interesantes, tuvimos el privilegio de ayudar en congregaciones del estado de Vermont así como también en Wyoming. Y ¡qué fortalecedor ha sido tener una esposa que comparte los mismos intereses míos!

Sin embargo, en 1969 tuvimos que regresar a Oregón para cuidar de mi padre, que estaba muy enfermo. Y al año siguiente nació nuestra hija Elise. A pesar de que ahora tengo que dedicar más tiempo al trabajo seglar para proveer para mi familia, hemos continuado sirviendo a nuestro Creador regularmente en el ministerio y también hemos entrenado a nuestra hija a respetar Sus leyes y propósitos. Además, de vez en cuando tengo la oportunidad de servir en otras capacidades en la congregación.

En 1984 tuve el privilegio de regresar al Betel de Nueva York para trabajar por dos semanas. Fui uno de los muchos voluntarios, que por lo general son hombres de familia, que tienen algún entrenamiento especial y que vienen a ayudar temporalmente en los enormes proyectos de construcción que están en progreso allí. Mi esposa alegremente cooperó y aceptó mi ausencia. Fue un privilegio trabajar en obras de expansión de la fábrica, las oficinas y las viviendas de Betel. El enorme complejo de edificios, con más de 2.500 voluntarios, se utiliza para apoyar las actividades de los testigos de Jehová por todo el mundo y para dirigir la gran expansión que se está llevando a cabo entre ellos. Esas dos semanas fueron inolvidables para mí.

No, nunca me ha pesado haber abandonado mi carrera en el béisbol... ¡ni por un minuto! Aunque todavía disfruto del béisbol, lo mantengo en su lugar. Estoy más convencido que nunca de que tomé la decisión correcta y de que hay algo mucho más importante en la vida que los deportes. Y es esto: el servir a mi Creador ahora, con la esperanza de servirle para siempre en su cercano nuevo sistema de justicia.—Según lo relató Richard DeChaine.

[Fotografía en la página 11]

¡No todos los jugadores estaban de acuerdo con mis decisiones como árbitro!

[Fotografía en la página 12]

Aprendiendo de la Biblia con mi esposa Joanne y nuestra hija Elise

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