La credibilidad de las fechas bíblicas es irrebatible
¿CÓMO afectan a nuestro entendimiento de la Biblia los resultados de la datación científica? Eso depende de nuestro punto de vista. Si hemos aceptado la interpretación fundamentalista de que la Tierra, el Sol, la Luna y las estrellas —no solo la humanidad— fueron creados en solo seis días de 24 horas, tenemos que admitir que la evidencia científica es perturbadora.
Por otra parte, si entendemos que los días mencionados en Génesis fueron largos períodos de miles de años, y que se requirieron miles de millones de años para la formación del planeta Tierra, entonces no hay problema.
No obstante, surge un conflicto cuando varias fechas determinadas por métodos radiocarbónicos indican que hace más de 6.000 años hubo hombres que encendían fogatas, fabricaban herramientas o edificaban casas. Tales fechas contradicen la cronología bíblica. ¿Cuál deberíamos creer?
Desde que Adán fue creado, la Biblia suministra una cuenta del tiempo, año tras año, que está enlazada con historia seglar confiable de hace unos 25 siglos. Los años eran marcados por la marcha anual del Sol desde el solsticio de verano al solsticio de invierno y de regreso nuevamente, una señal que Dios puso en el cielo con ese propósito. Hombres inteligentes observaron y anotaron los años sucesivos que transcurrían desde un acontecimiento histórico hasta el siguiente. Los registros fueron incorporados en los primeros libros de la Biblia y más tarde conservados como parte de la tesorería sagrada del pueblo judío mientras ellos continuaron existiendo como nación. Esta historia de incomparable exactitud y autoridad indica que la humanidad ha estado en la Tierra por solamente unos 6.000 años.
En contraste con esta autoridad definitiva y positiva, considere la teoría del radiocarbono. Se basa en suposiciones que han sido puestas en tela de juicio, revisadas y modificadas; muchas todavía están envueltas en gran incertidumbre. ¿Cómo puede esta teoría presentar un desafío serio a la cronología histórica de la Biblia?
¿Qué podemos concluir, entonces? Hemos visto que los geólogos generalmente hallan buen apoyo para sus teorías sobre la historia de la Tierra en la datación radiométrica, aunque muchas de esas fechas están lejos de ser exactas.
Los paleontólogos, muchos de los cuales están predispuestos a favor de la teoría de la evolución por su educación y sus asociados, siguen buscando el apoyo de la datación radiométrica para sus alegaciones de que supuestos fósiles de hombres-monos tienen millones de años de edad. Pero quedan frustrados en su búsqueda.
Por un lado, los relojes geológicos de uranio y potasio no son adecuados, pues funcionan muy despacio. Por otra parte, el reloj de radiocarbono, el cual funciona bastante bien al medir objetos de solo unos cuantos miles de años de antigüedad, se enreda desesperanzadamente en dificultades al pasar de ese límite. Aun así, la arrolladora mayoría de las fechas determinadas por métodos radiocarbónicos caen dentro del período bíblico de 6.000 años. Las pocas fechas más antiguas a las cuales se aferran desesperadamente los evolucionistas son todas dudosas.
Otros métodos científicos de datación, entre los cuales la racemización de aminoácidos llevaba la delantera en el ataque contra la historia bíblica de la creación del hombre, les han fallado miserablemente a los evolucionistas.
Podemos confiar en este hecho: La cronología de la Biblia permanece irrebatible frente a toda datación científica.