¡Despertad! entrevista a un especialista en foniatría
Nuestro corresponsal entrevistó al Dr. Oliver Bloodstein, quien es una eminente autoridad en el problema de la tartamudez. A continuación presentamos algunas de las preguntas planteadas durante la entrevista.
—Dr. Bloodstein, ¿qué tiempo lleva usted dedicado a este campo de la medicina?
—Treinta y siete años.
—¿Puede uno hacerse tartamudo por estar rodeado de personas que tartamudean?
—Esa es una pregunta de importancia, puesto que muchas personas asumen que eso es cierto. De acuerdo con nuestros conocimientos, no existe tal peligro. El tartamudeo no se aprende por imitación.
—¿Sufren los tartamudos de inadaptación emocional?
—El público tiene cierta opinión estereotipada de que los tartamudos tienden a ser reservados, solitarios, introvertidos, nerviosos, tensos. Pero esta opinión no es el resultado de un examen de la personalidad de los tartamudos.
En un tiempo estuvo muy generalizada la creencia de que todos los tartamudos eran neuróticos, pero la ciencia que trata estos trastornos se ha apartado de esta teoría. La razón es que en los años treinta, cuarenta y cincuenta se efectuaron muchísimos exámenes de la personalidad de los tartamudos. Las investigaciones, en general, mostraron que la mayoría de los tartamudos se hallaban dentro de los límites de lo normal respecto a adaptación emocional; tampoco se pudo conectar con la tartamudez ningún tipo en particular de personalidad.
—¿Son los tartamudos tan inteligentes como los que no tienen este impedimento?
—¡Por supuesto que sí! De hecho, hubo muchos estudios que revelaron que, respecto al cociente de inteligencia, los tartamudos en la universidad sobrepasaban por varios puntos a las personas que no lo eran.
—¿Se puede recuperar alguien de tartamudear?
—Existe una tendencia definitiva a que el tartamudeo desaparezca entre la temprana infancia y la edad adulta. La mejor prueba de ello es que casi un 80% de los niños que tartamudean cesan de hacerlo antes de llegar a adultos.
—¿Quiere decir esto que si un niño tiene problemas con la tartamudez sus padres no han de preocuparse?
—Nosotros usualmente decimos que las probabilidades de que un niño —tartamudo desde temprano en su infancia— se recupere en poco tiempo son muy buenas. Pero no podemos predecir en el presente qué niño se recuperará y cual no. Por eso nuestra norma es: Si al padre le preocupa el tartamudeo de su niño, que lo lleve a un terapeuta para que se le examine y se determine si se le puede ayudar. Hasta donde sabemos, mientras más joven sea el niño, mayor es la probabilidad de que se recupere. Si el tartamudeo persiste, la probabilidad de recobro va disminuyendo progresivamente si no recibe ayuda.
—¿Qué clases de terapias se emplean en la actualidad?
—Hay dos clases. Una consiste en enseñar al tartamudo a disipar sus temores y ver más objetivamente su problema. La otra consiste en tratar directamente el tartamudeo.
Actualmente existen dos métodos —muy diferentes uno del otro— de tratar directamente el tartamudeo. El método más común desde el siglo XIX ha sido el de enseñar al tartamudo a hablar de una manera diferente a como lo hace por costumbre. Sabemos que tan pronto como los tartamudos adoptan cualquier manera de hablar que sea diferente a la que están acostumbrados —ya sea a manera de canto, con monotonía, lentamente, o alterando la respiración—, por lo general, su habla inmediatamente adquiere fluidez. Por lo tanto, ha sido muy tentador emplear este método en la terapia y, de hecho, es el método que más se usa en la actualidad. No obstante, hay ciertos inconvenientes. El más serio de estos es que el porcentaje de reincidencias varios meses después del tratamiento es muy elevado. Para algunos tartamudos los resultados de la ayuda que reciben es permanente, pero otra gran proporción reincide. Este método también obliga al tartamudo a vigilar constantemente su habla, lo cual resulta en un habla afectada y no natural.
—Usted dijo que existen dos métodos de tratar directamente el tartamudeo. ¿Cuál es el otro?
—El otro método consiste no en enseñar al tartamudo a hablar sino a tartamudear de manera diferente a como tiene por costumbre. Puede que esto suene raro, pero en los años treinta surgió un movimiento que todavía ejerce influencia. Se le decía al tartamudo: Para evitar tartamudear, no emplee trucos hablando en formas extrañas, tales como en son de canto o murmullo. Más bien, modifique su tartamudez haciéndola menos anormal, relajándola más, de manera que parezca ser solo una falta normal en la fluidez, error que cometemos todos en el habla.
Este es un método más gradual, pero también tiene sus desventajas. La mayor de estas es que el tartamudo rara vez alcanza completa fluidez en el habla. Con este método es más probable que ayudemos al tartamudo a atenuar la severidad de su impedimento más bien que a eliminarlo.
Lo que estoy diciendo en realidad es que no existe en la actualidad ningún método ideal para tratar la tartamudez. Pero a muchos tartamudos se les puede ayudar en gran manera.
—¿Vale de algo decirle a un tartamudo que hable más despacio y que respire profundo para hablar?
—Es difícil contestar esa pregunta categóricamente debido a que las personas difieren mucho unas de otras. A mí se me enseñó que era muy malo aconsejar a los padres que dijeran tales cosas a los hijos. Y por experiencia propia, creo que los padres pueden fácilmente empeorar el problema si lo hacen. Hemos visto casos en que los padres le han sugerido al niño que respire profundo antes de hablar, y al día siguiente aparece el niño no solo tartamudeando, sino también jadeando. Además esto no es tan sencillo, porque estoy seguro de que hay algunos niños que han sido ayudados a superar su tartamudeo por las cosas que sus padres les han sugerido que hagan. Por eso, la ayuda que se dé es algo muy individual en el caso de cada persona. Pero como padre, me cuidaría mucho de no instar constantemente al niño a que hable despacio, a que respire profundo y a que piense antes de hablar o cosas semejantes.
—¿Hay algo que pueda hacer el tartamudo para ayudarse a sí mismo?
—Creo que lo más importante que un tartamudo puede hacer es aprender, al mayor grado posible, cómo enfrentarse con su impedimento a situaciones en que tiene que hablar. Con eso quiero decir que el tartamudo no debe esconder su tartamudeo, debe aprender a hacer mención casual de su impedimento a otras personas y no tratar de pasar como alguien que habla normalmente, librándose de esa manera de la presión que ello usualmente supondría. Debería asegurarse de que todos sus conocidos sepan que él tartamudea, y en caso de que surgiera el tema en alguna conversación le pueden hablar del problema sin pena alguna.
El tartamudo hasta puede aprender a bromear acerca de su tartamudeo. A los tartamudos se les hace muy difícil hacer esto, pero conocí a uno que, siempre que se le trababan las palabras, decía: “Va a haber una breve interrupción entre las palabras”. Esto servía para aliviarle la tensión. O en otras ocasiones decía: “Habrá un pequeño retraso en la transmisión debido a dificultades técnicas”.
—¿Cómo puede el oyente ayudar a una persona que tartamudea?
—La mayoría de los tartamudos se resienten cuando quien les escucha voltea la cara si ellos comienzan a tartamudear. La mejor ayuda que el oyente puede dar al tartamudo es responder a lo que este dice y no a cómo lo dice. Esto significa que el oyente hará bien en refrenarse de ayudar al tartamudo a decir las palabras o diciéndole: “Tómelo con calma”.