La lucha contra un enemigo implacable
“ESTA ha sido la prueba más dura de mi vida —dijo Elizabeth—. Es maravilloso estar en pie otra vez. Me siento como si hubiese recobrado la vida. ¡Ahora puedo percibir de nuevo el perfume de las rosas!” Esta mujer de cuarenta y dos años de edad había vencido a un enemigo del cual se dice que ha causado más sufrimiento que cualquier otro trastorno mental: la depresión.
Alexander no fue tan afortunado. A los treinta y tres años de edad llegó a estar muy deprimido, perdió el apetito y quería estar solo. “Se sentía como si el mundo entero se hubiese colapsado y no hubiese nada por lo que valiera la pena seguir viviendo —dijo Esther, su esposa—. Pensaba de sí mismo que no servía para nada.” Convencido de que jamás se repondría, Alexander se arrojó al vacío, suicidándose.
Tanto Elizabeth como Alexander se hallaban entre los cien millones de personas de todo el mundo que, según se informa, presentan cada año un grado de depresión clínicamente diagnosticable. Uno de cada cuatro estadounidenses y uno de cada cinco canadienses sufre de, al menos, un trastorno depresivo grave durante su vida. También se informa que la depresión es una enfermedad común en África, y que está en alza en la República Federal de Alemania. De modo que es muy posible que usted tenga un amigo o un pariente que haya sido o sea víctima de la enfermedad.
La esposa de Alexander, quien hizo cuanto estuvo a su alcance por ayudarlo, comenta: “Cuando alguien dice que está deprimido y que siente que no sirve para nada, tómelo en serio”. La depresión grave es algo más que un desánimo pasajero o simple melancolía. Puede ocasionar la muerte; es un enemigo implacable que puede lisiar y mutilar emocionalmente. De reconocer esto puede depender la vida o la muerte.
“Un tormento en mi cerebro”
Todos estamos sujetos a la pérdida de un ser querido, a frustraciones y a desengaños. La tristeza es una reacción normal. En sentido emocional, es como si uno echase el cierre y lamiese sus propias heridas; gradualmente uno comienza a encararse a la realidad de una situación que ha cambiado. Uno confía en que mañana será otro día, y pronto comienza a disfrutar de nuevo de la vida. Pero es distinto cuando se trata de una depresión crónica.
“Durante ocho meses, ni el ir de compras ni ninguna otra cosa me hizo sentir mejor”, dijo Elizabeth. Carol, otra afectada, añadió: “Era como un tormento en mi cerebro, como tener sobre la cabeza una espesa nube. Ni un millón de dólares que me hubiesen dado, hubiera podido disipar aquel horrible sentimiento”. Cierta persona dijo que ‘uno se siente como si llevara gafas ahumadas... las cosas pierden a la vista todo su atractivo. Además, es como si las gafas tuviesen aumento, de manera que cualquier problema parece aplastante’.
La depresión presenta un amplio espectro de estados emocionales, que van desde la tristeza hasta la desesperación y el suicidio. (Consúltese el recuadro de la página 4.) La cantidad de síntomas, su intensidad y su duración son factores que contribuyen a determinar cuándo se pasa de un estado melancólico a una depresión crónica.
No siempre es fácil su diagnóstico
Con frecuencia resulta difícil diagnosticar la depresión debido a que, tal vez, el paciente también presente síntomas de trastornos físicos. “Me escocían las piernas, y en ocasiones tenía dolores por todo el cuerpo. Fui a muchos doctores —explicó Elizabeth—. Estaba convencida de que los médicos no daban con mi enfermedad y de que me iba a morir.” Como en el caso de Elizabeth, un 50% de los pacientes deprimidos que buscan ayuda médica se quejan de trastornos físicos, y no emocionales.
Según escribió el doctor Samuel Guze, jefe del Departamento de Psiquiatría de la universidad de Washington, de San Luis, “por lo general se quejan de dolor de cabeza, insomnio, anorexia, estreñimiento o agotamiento crónico, pero no dirán nada de sentirse tristes, desesperados o desanimados. [...] Algunos pacientes deprimidos parecen no darse cuenta de su depresión”. El dolor crónico, la pérdida de peso o su incremento y la atenuación del deseo sexual también son síntomas clásicos.
El doctor E. B. L. Ovuga, que ejerce en el Hospital Umzimkulu, de Transkei (Sudáfrica), informa que aunque los africanos deprimidos rara vez hacen referencia a sentimientos de culpa o de inutilidad, sí se quejan de hiperactividad, introversión y dolor corporal. Un informe de la Organización Mundial de la Salud publicado en 1983 indicó que la gran mayoría de las personas deprimidas que habían sido objeto de estudio en Suiza, Irán, Canadá y Japón presentaban los mismos síntomas básicos de pérdida de la alegría, ansiedad, falta de vitalidad y una sensación de insuficiencia.
Hay quienes tratan de enmascarar los sentimientos depresivos por medio de recurrir al alcohol y a las drogas, así como a la promiscuidad sexual, por solo mencionar algunas tendencias. Sí, “aun en la risa el corazón puede estar con dolor”. (Proverbios 14:13.) Esto es particularmente cierto en el caso de los jóvenes. “Si un adulto está deprimido, se le nota; pero si entra un niño deprimido, no se le notaría nada —dijo el doctor Donald McKnew, del NIMH (Instituto Nacional de la Salud Mental), al ser entrevistado por ¡Despertad!—. Es por eso por lo que la depresión infantil ha pasado inadvertida durante tanto tiempo. Pero tan pronto como les hablas sobre el problema, dan salida a su depresión.”
Sin embargo, la década de los ochenta ha visto importantes avances en la comprensión y el tratamiento de la depresión. Los misterios de la química cerebral están siendo descifrados. Se han desarrollado pruebas para identificar ciertos tipos de depresión. Se ha ganado terreno en la lucha por medio del empleo de fármacos antidepresivos y de nutrientes, como ciertos aminoácidos. Además, se han empleado tratamientos de corta duración, a base de conversaciones con el médico, que han dado buen resultado. Según los investigadores del NIMH, entre el 80 y el 90% de todos los enfermos pueden ser ayudados sensiblemente por medio de la aplicación del tratamiento adecuado.
Pero, ¿qué ocasiona estos trastornos emocionales que inhabilitan a la persona?
[Recuadro en la página 4]
El amplio espectro de la depresión
Melancolía Depresión crónica
Estado de ánimo
Tristeza, aflicción normal Enorme desesperación
Autocompasión, desánimo Sentimiento de inutilidad
Autoinculpación y sentimiento Sentimiento destructivo de culpa
de culpa y autoinculpación
Capaz de hallar algún placer No halla placer en nada ni le importa
Pensamientos
Remordimiento o pesar Pensamientos de suicidio
Dificultad en concentrarse
Duración
Corta duración (pocos días) Duración prolongada (dos semanas o más)
Síntomas físicos
Funcionamiento normal Agotamiento constante; dolores inexplicables
Ligeros trastornos físicos Alteración en los hábitos de alimentación
(temporal) y descanso
Incapacidad para permanecer quieto; anda
de un lado a otro; se retuerce las manos
Habla despaciosa o movimientos lentos