Los jóvenes preguntan...
¿Por qué se han separado mamá y papá?
“Papá nos había dejado antes —dice Denny—. Pero siempre había vuelto.” Esta vez, sin embargo, ha sido diferente. Maurice, el hermano menor de Denny, recuerda: “Un día estaba en casa de la señora que me atendía, desde donde podía ver nuestro patio trasero. Vi a papá tratando de forzar la puerta de casa. Entonces me di cuenta de que ya no vivía con nosotros. Mamá había cambiado las cerraduras”.
Para Annette, la separación de sus padres no tuvo este carácter tan definitivo. “Desde que yo tenía ocho años, mis padres siempre se estaban separando —recuerda—. Pero nunca estuvieron mucho tiempo separados. Después de un par de meses, mamá llamaba a papá y le decía: ‘De acuerdo, te perdono’, y volvían a reconciliarse. Pero papá es alcohólico. Destrozaba totalmente el mundo de mamá, y entonces volvía, y ella le perdonaba. No me gustaba nada que ella hiciera eso.”
DIVORCIO. Separación. Tan solo en Estados Unidos, más de un millón de jóvenes cada año son testigos de la trágica desintegración del matrimonio de sus padres.
El divorcio duele. A menudo ocasiona una irrupción de vergüenza, ira, ansiedad, temor a ser abandonado, culpa, depresión, sentimientos de profunda pérdida e, incluso, un deseo de venganza. Los jóvenes citados arriba lo expresaron de este modo:
“Yo estaba disgustado. Me alegraba de que por fin hubiese paz en casa, pero nunca me alegraba de que papá se hubiera ido. ¡No creía que estuviera bien que papá se fuera!” (Maurice.)
“Estaba como dolido y avergonzado. Habíamos llegado al vecindario como una familia, y ahora estábamos divididos. Cuando la gente preguntaba: ‘¿Dónde está tu papá?’, yo daba algún tipo de excusa, pero nunca decía que mis padres estuvieran separados.” (Denny.)
“Me sentía rechazada y culpable. Mamá y yo siempre habíamos estado muy unidas, lo cual resentía a papá. Me preguntaba si no se hubieran llevado mejor sin mí.” (Annette.)
Cómo te afecta el divorcio
Si tus padres se han divorciado o separado recientemente, puede que tú también te sientas confundido y disgustado. Después de todo, nuestro Creador amoroso quería que fueras criado tanto por un padre como por una madre que te amasen. (Efesios 6:1-3.) Pero ahora has sido privado de la presencia diaria de uno de tus queridos padres. “Yo apreciaba mucho a mi padre y quería estar con él —se lamenta Pablo, cuyos padres se separaron cuando tenía siete años de edad—. Pero mamá obtuvo nuestra custodia.”
El ser criado por uno solo de los padres (generalmente la madre) con frecuencia supone algún tipo de privación económica. Eso es lo que les sucedía también a los huérfanos de padre en tiempos bíblicos. (Deuteronomio 10:17-19.) Keith, por ejemplo, recuerda las dificultades que siguieron a la ruptura de los dos matrimonios de su madre:
“Papá se fue cuando yo tenía cinco años de edad. Fue una pesadilla. La vida era tan inestable; nos mudábamos de vivienda cada seis meses. Mamá no tenía estudios ni empleo, nada. Nos trasladábamos de apartamento a apartamento, y a menudo nos echaban porque no podíamos pagar el alquiler.
”Entonces mamá se casó con un hombre muy agradable. A mí me gustaba. Por primera vez en mi vida tuvimos cierta estabilidad y no andábamos cambiando de vivienda todo el tiempo. Vivíamos en una casa, no en un apartamento, con un patio e, incluso, un perro. Pero pronto empezaron a pelearse, y mamá finalmente dijo que se quería marchar. ¡Yo intervine en la pelea gritando que quería quedarme! Pero no sirvió de nada. Fuimos a vivir a casa de una tía.”
Estas dificultades —como también el ser forzado a escoger entre dos personas a quienes amas, o ser separado de tus amigos— pueden causar en ti un amargo resentimiento por el divorcio de tus padres. El hecho de que sepas de familias que han pasado por lo mismo te sirve de poco consuelo. “¿Por qué les pasó esto a mis padres?”, te preguntas.
¿Por qué se separan los padres?
Puede que tus padres hayan peleado ocasionalmente delante de ti. Quizás lo hayan hecho con violencia. Aun así, es posible que ni siquiera te pasara por la cabeza el que ellos terminaran separándose. Algunos padres se las arreglan para mantener bien ocultos sus problemas. “No recuerdo que mis padres pelearan —dice Lynn, cuyos padres se divorciaron cuando ella era una niña—. Yo pensaba que se llevaban bien.” De hecho, las investigadoras sobre el divorcio Judith S. Wallerstein y Joan Kelly averiguaron que “tanto como una tercera parte de los niños [de padres divorciados] tenían una noción muy vaga de la infelicidad de sus padres”.
Aunque les ruegues a tus padres que te lo expliquen, puede que solo recibas una respuesta vaga o evasiva. En su estudio, Wallerstein y Kelly descubrieron también que “cuatro quintas partes de los hijos más jóvenes [de padres divorciados] no recibieron ninguna explicación adecuada ni ningún tipo de seguridad de que continuarían atendidos. En efecto, al despertarse una mañana se dieron cuenta de que uno de sus padres se había ido”.
Es comprensible, por lo tanto, que un divorcio, en cualesquier circunstancias, pueda suponer un golpe terrible. Aunque la Biblia aconseja “que la esposa no debe irse de su esposo” y “el esposo no debe dejar a su esposa”, las separaciones matrimoniales se han convertido en un doloroso hecho de la vida moderna. (1 Corintios 7:10, 11.) ¿Cuáles son las causas?
A veces, lamentablemente, uno de los padres es culpable de inmoralidad sexual. Cuando esto ocurre, Dios permite que el cónyuge inocente obtenga un divorcio. (Mateo 19:9.) En otros casos, la “cólera e ira y gritería y habla injuriosa” se convierten en violencia, lo cual hace que uno de los cónyuges tema por su integridad física y la de sus hijos. (Efesios 4:31.)
Hay que admitir que algunos divorcios se obtienen sobre bases poco convincentes, especialmente cuando la pareja no quiere seguir los principios bíblicos. Por ejemplo: en vez de solucionar sus problemas, algunos se divorcian egoístamente porque alegan que son “infelices, o no se han realizado, o ya no están enamorados”. Ni que decir tiene que este proceder desagrada al Dios que “ha odiado un divorciarse”. (Malaquías 2:16.) Jesús también indicó que algunos disolverían sus matrimonios debido a que sus cónyuges se harían cristianos. (Mateo 10:34-36.)
Por qué es difícil decírtelo
Puede que para ti sea un misterio la razón por la cual tus padres se han separado. Sin embargo, su silencio o sus respuestas vagas no significan que no te amen. El divorcio aturde a los padres. La investigadora Wallerstein dice que a una mujer le toma, como promedio, de “tres a tres años y medio” recuperar su equilibrio después de un divorcio. Y, aunque parece que los hombres se recuperan con más rapidez, el escritor Frank Ferrara (que también es divorciado) confiesa: “Es extraño el hombre que no se siente culpable, solo, enfadado, deprimido, con sensación de fracaso, abandonado”. Absortos en su propio dolor, puede que a tus padres se les haga difícil hablar acerca del divorcio. Como dice la Biblia: “¿Te has mostrado desanimado en el día de la angustia? Tu poder será escaso”. (Proverbios 24:10.)
Además, normalmente hacen falta dos para demoler una casa, y puede que tus padres hallen difícil y embarazoso admitir sus fracasos. (Compárese con Proverbios 14:1.) A veces incluso un padre cuyo cónyuge ha cometido adulterio se muestra remiso a revelar el mal cometido.
Lo que tú puedes hacer
Aunque el que no entiendas las razones puede hacer que te sientas frustrado, te hace poco bien responder con enfado y cólera. En vez de eso, usa tu capacidad de pensar y discernimiento para salvaguardarte de prejuicio emocional duradero. (Proverbios 2:11.) Trata de discernir el tiempo apropiado para considerar calmadamente tus preocupaciones con tus padres. (Proverbios 25:11.) Hazles saber lo triste y confundido que estás debido a la cuestión del divorcio.
Quizás tus padres te den una explicación satisfactoria. Si no, no te desesperes. Pregúntate: “¿Está realmente mal que mis padres retengan información de mí? ¿No retuvo Jesús de sus discípulos información que creyó que no estaban preparados para asimilar? (Juan 16:12.) Y ¿no tienen tus padres un derecho a la intimidad? Además, si uno de tus padres ha obtenido un divorcio sobre la base de inmoralidad sexual, ¿no está él o ella ejerciendo un derecho bíblico?
Ten presente, también, el estado emocional de tus padres. Si a ti te parece angustioso el divorcio —incluso catastrófico—, ¿no puedes darte cuenta de que es igualmente angustioso para ellos? ¿Sería realista esperar largas explicaciones de su parte en ese momento?
Finalmente, date cuenta de que el divorcio, cualquiera que sea la razón, es una disputa entre ellos, ¡no contigo! En su estudio de sesenta familias divorciadas, las investigadoras Wallerstein y Kelly hallaron que las parejas culpaban del divorcio a su cónyuge, a su patrono, a otros miembros de la familia y a amigos. Pero añadieron: “Nadie, lo cual es significativo, culpó a los hijos”. De modo que si tienes que vivir algún tiempo sin entender el problema de tus padres, consuélate con saber que el divorcio no es culpa tuya. Y que a pesar de los problemas que haya entre ellos, sus sentimientos hacia ti siguen siendo los mismos.
No, eso no va a eliminar el dolor que te causa su divorcio. Pero el esforzarte por entender de alguna manera lo que ha tenido lugar entre ellos puede ser el primer paso para encauzar de nuevo tu vida.
[Fotografía en la página 23]
El ver como se rompe el matrimonio de tus padres es una de las experiencias más dolorosas imaginables