La polémica de las guarderías
Es un lugar muy agradable. Las salas donde juegan los niños están pintadas de colores alegres y adornadas con pósteres, dibujos y demás trabajos manuales de los pequeños. Los juguetes y los juegos están bien colocados en estantes. Por todo el recinto resuena la algarabía de los niños.
“Cuidamos a unos ciento treinta niños”, dice Bernice Spence, una maternal mujer que dirige esta guardería. Y ¿de dónde proceden estos? “En su mayoría son hijos de padres que trabajan y que viven en las cercanías. ¿Nuestro personal? Varios son maestros titulados.”
UNA guardería bien dirigida cuyo personal sea competente y se interese en los niños deja una buena impresión. Los padres se sienten tranquilos cuando sus hijos son atendidos en un lugar así. No obstante, las guarderías son el foco de grandes polémicas. ¿Por qué? Por una parte, no es común que los centros sean siempre de calidad. Algunos están mal cuidados, la administración es deficiente, no cuentan con suficiente personal cualificado y tienen a los niños apiñados como si fuesen ganado.
Las guarderías estatales de la ciudad de Nueva York suelen ser buenas. Pero, tan solo en 1987, esos servicios le costarán a la ciudad 201 millones de dólares, ¡más de 4.800 dólares por niño! En países como Suecia, donde el gobierno ha asignado generosos presupuestos al servicio de guarderías, dicho servicio también se destaca por su alta calidad. Pero en el Tercer Mundo, y hasta en algunas poblaciones de Estados Unidos, los fondos públicos para el cuidado de los niños son insuficientes. ¿Con qué resultado? Los niños no recibirán el cuidado debido.
Guarderías privadas
Esto está sucediendo hasta con las guarderías privadas. Hay que reconocer que existen muchas que son excelentes. Sin embargo, algunos de esos centros recortan gastos mediante asignar menos personal a una cantidad mayor de niños. O economizan pagando a los trabajadores un sueldo que apenas supera el salario mínimo, lo que hace que los profesionales más capacitados no acepten ese puesto de trabajo.
Es cierto que muchos trabajadores se conforman con sueldos escasos simplemente porque les gustan los niños. Pero, ¿qué sucede cuando falta ese incentivo? Samuel y su esposa lo descubrieron. Juntos dirigían una guardería en Lagos (Nigeria)... hasta que se vieron obligados a cerrarla. Samuel recuerda: “Cada vez que mi esposa tenía que ir de compras o ausentarse por otras razones, cuando regresaba, se encontraba con que los ayudantes no habían estado cuidando a los niños”. (Véase la página 6.)
En Estados Unidos los centros privados tienen que superar el escrutinio de las agencias que conceden los permisos. Pero la revista Newsweek informa: “La mayoría de los requisitos para conceder un permiso no son muy estrictos, y las agencias estatales no tienen el dinero ni la mano de obra para regular las guarderías”.
Guarderías en domicilios particulares
Algo parecido al servicio de guarderías son los domicilios particulares donde se cuidan grupos reducidos de niños. Al no ser tan caros como los centros especializados, en muchos lugares gozan de gran aceptación. Muestra de ello es que aproximadamente tres cuartas partes de los niños estadounidenses que son atendidos fuera del hogar van a ese tipo de guarderías. La mujer que cuida a los niños suele ser, a su vez, madre también.
Un establecimiento de ese tipo puede ofrecer al pequeño un ambiente más hogareño, los cuidados de una mujer que se interesa en él y la compañía de un grupo reducido de niños. Pero a menudo es poco lo que se hace para controlar esos establecimientos. Por eso, el periódico de Toronto Globe and Mail informa que la calidad de ese tipo de guarderías en Canadá va de “excelente a pésima”. El 10% de las casas no reunían las condiciones básicas de seguridad para los niños.
¿Cómo afecta la guardería a los niños?
En vista de que las guarderías difieren tanto en la calidad de sus servicios, los investigadores han tenido dificultades a la hora de determinar exactamente cómo estas afectan a los niños. Es cierto que algunos de los que abogan por las guarderías hablan con bastante optimismo. En su libro Daycare (Guardería), Alison Clarke-Stewart dice: “Las buenas noticias de todos estos estudios —realizados en Canadá, Inglaterra, Suecia, Checoslovaquia, Estados Unidos— son que los cuidados recibidos en una buena guardería no parecen producir efectos perjudiciales en el desarrollo intelectual de los niños”. Algunos estudios hasta indican que los niños de familias con ingresos reducidos se benefician del estímulo intelectual recibido en la guardería.
No obstante, los investigadores Belsky y Steinberg dan esta advertencia: “La investigación sobre las guarderías ha sido llevada a cabo, casi en su totalidad, en centros universitarios que cuentan con suficiente personal para los niños y con programas bien planeados. [...] Sin embargo, la mayor parte de las guarderías de las que pueden disponer los padres de este país ciertamente no son de este tipo y posiblemente no sean de esta calidad”. ¿Cómo les va, entonces, a los niños cuyo cuidado ha sido confiado a guarderías más representativas? Belsky y Steinberg llegaron a esta conclusión: “Sabemos demasiado poco del impacto que produce la guardería en los niños”. (La revista Child Development [El desarrollo de los niños], volumen 49, páginas 929, 930.)
Aún es menos lo que se sabe del efecto que producen los domicilios particulares donde se cuidan niños, el tipo de guardería más común. No obstante, parece ser que una madre que, además de a los suyos, atiende a otros niños, puede hacer poco para estimular el crecimiento intelectual y emocional de estos; posiblemente su interés se limite a alimentar a la criatura e impedir que haga travesuras hasta que regrese su madre. Por eso, en ese tipo de guardería muchas veces se encuentra a los niños tumbados frente al televisor.
También es poco lo que se sabe en cuanto a cómo afecta la guardería los lazos emocionales entre la madre y el niño, o hasta qué grado se sienten los niños demasiado apegados a los que les cuidan. Sin embargo, algunos estudios demuestran que, si se les da a escoger entre su madre y el personal de una guardería, la mayoría de los niños sigue prefiriendo a su madre.
Los problemas del contacto con otros niños
Un beneficio de la guardería es que los niños aprenden a llevarse mejor con otros de su edad. Pero hay otro lado en esta cuestión. Un adagio bíblico dice: “Las malas compañías echan a perder los hábitos útiles”. (1 Corintios 15:33.) Estudios realizados en Estados Unidos y Europa muestran que los niños a los que se cuida en guarderías tienden a ser ‘más agresivos, menos cooperadores con los adultos, más arrogantes, menos conformistas y menos impresionables ante el castigo que los niños que se crían en casa’.
Alison Clarke-Stewart afirma que ese comportamiento realmente “refleja una mayor madurez y competencia social, más bien que ser algo de lo cual preocuparse”. Pero esto puede servir de poco consuelo a los padres que escuchan a una tierna criatura empezar a soltar palabrotas, especialmente si esos padres están tratando de inculcar principios bíblicos en su hijo. (Efesios 4:29.)
Riesgo de contraer enfermedades
En las guarderías también existe el riesgo de contraer enfermedades. El organismo Centros de Control de Enfermedades, de EE.UU., menciona “una creciente necesidad de controlar enfermedades infecciosas que con frecuencia afectan a los niños en las guarderías”. Entre las enfermedades llamadas “de la guardería” están la hepatitis A, la disentería bacilar (trastorno intestinal altamente infeccioso) y el bacilo de Pfeiffer tipo B (infección bacteriana). Los síntomas comunes son la diarrea y la fiebre. Las enfermedades suelen surgir como resultado de tener muy juntos a niños pequeños que tienden a llevarse todo a la boca y que aún no han aprendido hábitos apropiados a la hora de hacer sus necesidades.
No obstante, un buen centro toma en serio las precauciones sanitarias. “Enseñamos a los niños a lavarse las manos después de hacer sus necesidades —explicó la consejera Delores Alexander—. Y no aceptamos a sabiendas a niños enfermos.” Bernice Spence, directora del centro Willoughby House, añadió: “Si un niño se pone enfermo durante el día, solemos llamar a la madre y le decimos que se lo lleve a casa”. Otras medidas preventivas importantes son los chequeos médicos regulares, tanto del personal como de los niños.
Sin embargo, la investigadora Clarke-Stewart admite: “Los niños que van a la guardería tienen más gripes, erupciones, resfriados y tos que los que se crían en casa. [...] Que el niño moquee puede ser el precio que las madres estén dispuestas a pagar para que una guardería les cuide a sus hijos mientras ellas trabajan”. Pero en vista de lo mencionado hasta aquí, parece ser que las guarderías implican riesgos de mayor trascendencia que una nariz que moquee. ¿Qué significa todo esto para las madres que creen que tienen que trabajar?
[Fotografía en la página 5]
¿Cómo afecta la guardería los lazos emocionales entre la madre y el niño?
[Recuadro en la página 6]
La guardería y los abusos deshonestos
Recientemente se ha dado mucha publicidad a los escándalos de abusos deshonestos de menores por personal de guarderías. ¿Son esos centros un refugio para pedofílicos y pornógrafos de niños?
Semejante pregunta ofende mucho a algunos profesionales en el campo del cuidado de los niños fuera del hogar. “Eso me molesta muchísimo —dijo Bernice Spence, administradora de una guardería—. No resisto que se deje a las guarderías en mal lugar. La mayoría de las personas que conozco en este campo son personas dedicadas... personas que se interesan en los niños.”
No obstante, los administradores responsables han tomado firmes medidas al respecto. ¡Despertad! habló con Doby Flowers, viceadministradora de la Agencia para el Desarrollo de los Niños de la ciudad de Nueva York. Tiene bajo su supervisión a más de 40.000 niños inscritos en guarderías. La señorita Flowers dijo: “Seleccionamos cuidadosamente a todo nuestro personal. Nos aseguramos de que no tengan antecedentes delictivos o de abuso de menores. Y desde 1984 se les toman las huellas dactilares a todos”.
¿Se sienten atraídos a trabajar en guarderías personas inclinadas a los abusos deshonestos de menores? La señorita Flowers respondió: “Existen pedofílicos en las órdenes religiosas, en el campo legal y en el educativo. La figura del pedofílico se encuentra en todos los estratos económicos, laborales, raciales y étnicos”. No obstante, según las palabras del doctor Roland Summit, psiquiatra especializado en tratar a niños que han sufrido abusos deshonestos, “el riesgo de explotación de un niño aumenta tan pronto como a este se le aleja del cuidado de su madre biológica”.
¿Qué deberían hacer entonces los padres que tienen a sus hijos en una guardería? “¡Escuche a su hijo! —dice Doby Flowers—. Siéntese y hable con él. Fíjese si experimenta cambios en su comportamiento o demuestra síntomas de inquietud, tales como enuresis nocturna o una repentina renuencia a ir a la guardería.” El que los padres vigilen y eduquen personalmente al niño es la mejor protección contra los abusos deshonestos de menores. (Véase el número del 22 de enero de 1985 de esta misma revista, titulado: “El abuso sexual de menores. Usted puede proteger a sus hijos”.)