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  • El asombroso acueducto de Segovia
  • ¡Despertad! 1987
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¡Despertad! 1987
g87 8/12 págs. 22-23

El asombroso acueducto de Segovia

SOLEMOS maravillarnos ante los logros del hombre moderno. La ciencia y la tecnología han hecho posible las maravillas del vuelo espacial y han revelado los secretos del átomo. Pero usted quedaría asombrado si visitara en España la antigua ciudad de Segovia. A medida que uno conduce en dirección al barrio viejo de la ciudad, le atrae la atención una antigua maravilla de la arquitectura y la ingeniería: el acueducto de Segovia. Desde tiempos antiguos este acueducto ha traído agua desde la cercana sierra de Fuenfría hasta Segovia.

En la plaza del Azoguejo los arcos del acueducto se elevan hasta una altura de unos 28 metros sobre el nivel de la vieja plaza del mercado. Puesto que el acueducto se extiende por más de 915 metros, sus 166 arcos forman un delicado diseño de hilera doble, simulando una cortina que le invita a pasar a la antigua Segovia para ver cómo la historia se va descubriendo poco a poco ante usted. El mismo acueducto es historia: fue construido por los romanos, bajo el emperador Augusto (27 a. E.C.–14 E.C.), según algunos, bajo el emperador Trajano (98–117 E.C.), según otros.

Los arquitectos modernos están impresionados por esta estructura, y más aún cuando consideran que los romanos la construyeron sin cemento o cal. Las piedras fueron diseñadas, cortadas y colocadas con tanta precisión que han resistido los rigores de casi dos mil años, y los esbeltos pilares se yerguen tan orgullosos como siempre. Los arcos se construyeron sobre un armazón de madera, y entonces la piedra clave se colocó en su lugar para fijar en posición el resto del arco. Finalmente se removió el armazón de madera.

En el siglo XVII al acueducto se le dio el nombre de El Puente del Diablo. ¿A qué se debió esto? Una leyenda dice que el Diablo construyó este puente, y que confundiría a cualquiera que tratase de contar sus arcos. Incluso hoy hay alguna controversia en cuanto al número exacto de arcos, puesto que algunos pueden estar escondidos. En la actualidad se han contado 166.

Los romanos eran muy conscientes de la importancia que tenía un suministro de agua potable para sus ciudades. Por ejemplo: según una fuente de información, a la antigua Roma la abastecían once acueductos principales, que suministraban diariamente unos 318 millones de litros de agua. Una gran porción de la ruta que seguían estos acueductos no era por medio de puentes, sino, más bien, mediante túneles que atravesaban colinas y montañas. Los romanos eran muy diestros en construir estos túneles de tal modo que tuvieran suficiente pendiente para que el agua fluyera. También construyeron conductos de ventilación para evitar burbujas obturadoras y permitir la inspección y el mantenimiento.

Incluso hoy, esparcidos a lo largo y ancho de Europa, “es probable que sobrevivan los restos de más de doscientos de estos antiguos acueductos romanos, muchos de los cuales tienen arcos más imponentes que los que están en Roma”. (The New Encyclopædia Britannica.) Y uno de ellos es el asombroso acueducto de Segovia.

[Fotografías en la página 23]

Lo construyeron los romanos hace casi dos mil años

El acueducto, construido sin mortero, tiene 166 arcos

Vista parcial desde la ciudad

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