¿Por qué está dividida mi Iglesia?
LAS divisiones en el seno de la iglesia católica son tan ostensibles que seguramente habrá muchos católicos sinceros que se sientan como el apóstol Pablo cuando escribió a los cristianos corintios, que se hallaban divididos entre sí: “He sabido [...] que existen discordias entre vosotros. [...] ¿Está dividido Cristo?”. (1 Corintios 1:11, 13, Biblia de Jerusalén.)
Muchos católicos practicantes saben muy bien que el cristianismo no debe ‘dividirse’. Los católicos, más que la mayoría de otras personas que se consideran cristianas, son conscientes de la unicidad de la verdadera religión cristiana. Ellos han creído que en la iglesia católica ha existido la clase de unidad propia de la adoración verdadera. Han considerado que el protestantismo es una mezcla confusa de religiones contradictorias. La iglesia católica ha sido para ellos el símbolo de la estabilidad y, sobre todo, de la unidad. Pero ahora están confusos.
¿Por qué está dividida la Iglesia?
La iglesia católica se divide hoy en el ala izquierda progresista, la derecha tradicionalista y la corriente mayoritaria que emana del Concilio Vaticano II. Muchos católicos del ala izquierda liberal predican hoy diversas teologías de liberación que justifican la revolución política. Algunos están muy próximos a adoptar los puntos de vista marxistas y hasta justifican la revuelta armada. Sin embargo, el fundador del cristianismo les dijo a sus discípulos: “No sois del mundo, porque yo al elegiros os he sacado del mundo”. “Mi Reino no es de este mundo.” (Juan 15:19; 18:36, Biblia de Jerusalén.)
Los tradicionalistas defienden las tradiciones de concepción humana y una liturgia latina que no tuvo su origen en tiempos bíblicos, ya que el idioma que hablaron los cristianos primitivos fue el griego, no el latín. Además, ¿acaso su misma intolerancia y agresividad no desmienten su pretensión de ser cristianos? Henri Fesquet, ex columnista religioso del diario francés Le Monde, escribió: “El espectáculo de los cristianos [católicos] satirizándose unos a otros y peleando entre sí por apoderarse de los lugares de culto es un testimonio adverso que solo puede volverse contra ellos. ¿De qué sirve predicar la luz en nombre del evangelio si nuestros actos desmienten nuestras palabras?”.
Jesús les dijo a los fariseos: “Habéis anulado la Palabra de Dios por vuestra tradición”. (Mateo 15:6, Biblia de Jerusalén.) Hay muchos católicos sinceros que piensan igual respecto a los tradicionalistas de la actualidad.
Tanto los progresistas como los tradicionalistas (por razones opuestas) creen que el Concilio Vaticano II ha convertido a la gran mayoría de los católicos en una masa insulsa y displicente. En una entrevista al filósofo católico francés Jean Guitton, miembro de la Academia Francesa, los autores Puyo y Van Eersel resumieron las impresiones del filósofo en estos términos: “El credo católico, la esencia de la Iglesia, se está rompiendo en pedazos de signo contradictorio: los fieles más celosos se dedican ahora exclusivamente a la política, los jóvenes cristianos [católicos] tienen relaciones sexuales premaritales sin preocuparse, nadie sabe cómo aplicar las conclusiones del Concilio [Vaticano II] correctamente y todo el pueblo de Dios va a la deriva”.
Se entiende, por lo tanto, por qué los católicos sinceros se preguntan: “¿Por qué está dividida mi Iglesia?”. La respuesta es: porque ninguno de sus varios segmentos reconoce la Biblia como la autoridad única y auténtica que define la posición que los cristianos verdaderos deben adoptar en toda materia. En consecuencia, están divididos por diversas teologías e interpretaciones de la tradición.
¿Qué pueden hacer los católicos sinceros?
En 1981 un grupo de católicos tradicionalistas irrumpió en un servicio religioso ecuménico que se estaba celebrando en una iglesia de París. El arzobispo de París, Lustiger (ahora cardenal), dijo a los que habían permanecido en la iglesia después del incidente: “Nos hemos reunido aquí para solicitar los dones del espíritu que hacen posible reunificar de nuevo a los hijos dispersos [de la Iglesia]. Hemos visto, en cambio, el reflejo de las divisiones que existen entre los cristianos, el espectro de Babel”.
Babel fue el lugar donde Dios confundió las lenguas de quienes practicaban la adoración falsa. (Génesis 11:1-9.) Algún tiempo después llegó a ser el emplazamiento de la ciudad de Babilonia, donde tuvo su origen un confuso panteón de deidades. En la Biblia, Babilonia ha llegado a ser el símbolo del sistema religioso mundial en confusión. La obra Theological Wordbook of the Old Testament (Diccionario teológico del viejo testamento) dice: “Incluso en una época tan posterior como el primer siglo de la era común, [el apóstol] Juan se refirió al sistema religioso, Babilonia, con la expresión ‘la madre de las rameras y de las cosas repugnantes de la tierra’ (Revelación 17:5)”.
Al referirse a esta Babilonia simbólica o imperio mundial de la religión falsa, la Biblia invita a toda persona sincera a actuar rápidamente, al decir: “Salid de ella, pueblo mío, no sea que os hagáis cómplices de sus pecados y os alcancen sus plagas”. (Revelación 18:4, Biblia de Jerusalén.)
Muchas personas sinceras están abandonando el sistema religioso de la cristiandad. Por ejemplo: un francés alpino que había sido católico acérrimo escribió de propia iniciativa a la sucursal francesa de los testigos de Jehová, diciendo: “De acuerdo con la milenaria tradición de la iglesia católica, al nacer fui bautizado en esa fe. Por unos cincuenta años he sido un católico activo. Hacia el año 1980 llegué a convencerme de que la iglesia católica estaba en un error. Me sentía desmoralizado y profundamente perplejo. Había tenido muchas discusiones con sacerdotes que no respetaban sus votos. También, por varios años había oído hablar de los testigos de Jehová, aunque generalmente en términos desfavorables. Después de un largo período de reflexión, les abrí la puerta. Ellos me ayudaron a ver que la Biblia contiene las respuestas a nuestras preguntas. También pude darme cuenta de que, después de cincuenta años de servicio activo en el seno de la iglesia católica, no sabía nada de la Biblia, aunque la tenía. Fueron los Testigos los que me ayudaron a ‘descubrir’ la Biblia”.
Ginette, quien vive cerca de París, también era una católica incondicional. De hecho, cuando su esposo comenzó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová, hizo cuanto pudo para evitarlo, y mantuvo su oposición por varios años. ¿Qué la hizo cambiar? Ella dice: “Perdí mi confianza. La Iglesia ya no me hacía ningún bien. Para empezar, arreglé una entrevista cara a cara entre un sacerdote y los Testigos. Pero pronto pude ver que el sacerdote era incapaz de contestar sus preguntas”. Ginette aceptó un estudio de la Biblia con los Testigos. Ahora, tanto ella como su esposo se hallan sirviendo felizmente a Dios junto a la unida familia internacional de los testigos de Jehová.
Si usted está confuso y preocupado debido a las divisiones que existen en su Iglesia, le invitamos a que solicite más información del Testigo que le ha proporcionado esta revista o que escriba a sus editores. Con gusto los testigos de Jehová le ayudarán a hallar la amorosa familia internacional de cristianos que está verdaderamente unida en su adoración y servicio a Dios.
[Comentario en la página 11]
“¿De qué sirve predicar la luz en nombre del evangelio si nuestros actos desmienten nuestras palabras?” (Diario francés “Le Monde”.)
[Comentario en la página 12]
“Hemos visto [...] el reflejo de las divisiones que existen entre los cristianos, el espectro de Babel.” (Cardenal Lustiger, de París.)