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  • ¿Cómo puedo sobreponerme a un desengaño amoroso?

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  • ¿Cómo puedo sobreponerme a un desengaño amoroso?
  • ¡Despertad! 1988
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¡Despertad! 1988
g88 22/1 págs. 13-15

Los jóvenes preguntan...

¿Cómo puedo sobreponerme a un desengaño amoroso?

UNO simplemente sabe que es la persona con la que va a casarse. Ambos se encuentran a gusto juntos, comparten intereses comunes y sienten una atracción mutua. Entonces, de repente, la relación termina, explotando en un estallido de cólera... o deshaciéndose en lágrimas.

Hay pocas cosas en la vida que provoquen tanto dolor de corazón como un desengaño amoroso. En su libro The Young Person’s Guide to Love, Morton Hunt afirma: “Solo aproximadamente uno de cada cinco adolescentes se muestra indiferente ante un desengaño amoroso. La mayoría de los que no querían romper sus relaciones se sienten desgarrados, abrumados, muy enojados”. A menudo, cuando los jóvenes mantienen una relación romántica con otra persona mucho antes de estar preparados para el matrimonio, lo que hacen es buscarse disgustos.

No obstante, algunos adultos jóvenes quizás sí estén preparados para el matrimonio y hayan mantenido un noviazgo honorable y serio... solo para ver que sus relaciones fracasan y sufrir un desengaño amoroso. ¿Puede uno recuperarse de la intensa angustia que se siente al ver naufragar una relación amorosa?

El trauma de un desengaño amoroso

En su libro The Chemistry of Love, el doctor Michael Liebowitz asemeja el enamorarse a la euforia producida por una droga potente. Pero, al igual que en el caso de una droga, si ese amor muere, puede desencadenar terribles “síntomas de abstinencia”. El psicólogo David Goss cita algunas de las reacciones típicas que se producen al experimentar un desengaño amoroso: “Depresión, ansiedad, enfermedad física, pérdida del sentido de propósito en la vida y un período de profundo pesar”. Y tanto si se trata de un simple encaprichamiento como si lo que se siente es “amor verdadero”, las reacciones son casi las mismas. Ambos pueden crear una sensación exaltada de vivir en las nubes; pero, si la relación termina, producen un angustioso abatimiento.

El sentirte rechazado, herido y, tal vez, ultrajado, como consecuencia de un noviazgo roto puede agriar tu punto de vista sobre el futuro. Una cristiana dice que el que su novio la abandonara la dejó “marcada”. “Ahora únicamente me limito [con el sexo opuesto] a decir: ‘Hola, ¿qué tal?’ —comenta—. No permito que nadie se me acerque.” Cuanto más profundo es el compromiso que se siente para con cierta relación amorosa, más profundo será el dolor si esta se rompe. El que otros te digan que simplemente era un amor pueril o que “pronto te sobrepondrás” no sirve de mucho alivio.

Por qué se rompen los noviazgos

Lo que más se necesita en ese momento no son emociones irracionales, sino reflexión calmada. “La capacidad de pensar misma te vigilará, el discernimiento mismo te salvaguardará”, dijo Salomón. (Proverbios 2:11.) Cuando uno razona, se da cuenta de que, para disfrutar de la libertad de cortejar a quien uno desee, hay que pagar un alto precio: la posibilidad muy real de ser rechazado. Al fin y al cabo, ¿cuál es la única razón legítima para mantener una estrecha relación con alguien del sexo opuesto? ¿No es para ver si esa persona puede llegar a ser un buen cónyuge? El solo salir juntos para pasar un buen rato equivaldría nada menos que a jugar cruelmente con los sentimientos de la otra persona. (Compárese con Proverbios 26:18, 19.)

Pero, ¿no garantiza acaso el salir juntos o el cortejar, en cualquiera de sus formas, que con el tiempo brotará el amor verdadero y que los dos jóvenes se casarán? No necesariamente, ya que después de un tiempo pueden darse cuenta de que tienen metas contrarias, estilos de vida incompatibles o temperamentos encontrados. En tales casos, lo sabio quizás sea ¡dar por terminada la relación! “Sagaz es el que ha visto la calamidad y procede a ocultarse”, dice la Biblia. (Proverbios 22:3.)

Por lo tanto, si alguien empezó a cortejarte con intenciones honorables, pero después resuelve que no sería sabio casarse, eso no significa necesariamente que te haya tratado de manera injusta. El problema es que no hay ninguna manera de terminar una relación que no cause dolor. Sin duda tú preferirías que la persona te mostrase consideración cristiana y te explicase cara a cara por qué ha terminado su relación contigo. Pero, a menudo, la persona que rompe una relación no desea dar la cara. Por eso es posible que él o ella opte por salir del paso de una manera poco bondadosa: enviando tan solo unas líneas o, peor aún, simplemente desentendiéndose de ti, como si eso lograse eliminar el problema.

Aunque se dé por terminado un noviazgo con sumo tacto y bondad, todavía sentirás que se te ha herido y rechazado. No obstante, esa no es razón para perder tu amor propio. El simple hecho de que no fueses la persona “idónea” a los ojos de tu novio o novia no significa que no puedas serlo a los ojos de otra persona. Recuerda que ese no es el único joven o la única joven que hay en el mundo.

Otra manera de luchar contra la sensación de rechazo es intentar mirar fríamente la relación que mantuviste. ¿Encaja en realidad la muchacha a la que creías que amabas con la “esposa capaz” descrita en la Biblia? (Proverbios 31:10-31.) ¿Es el joven en quien habías puesto tu corazón uno que verdaderamente ‘amaría a su esposa como a su propio cuerpo’ o todavía manifiesta cierta medida de egoísmo? (Efesios 5:28.) Es cierto que posiblemente él o ella tenga muy buena presencia y un encanto irresistible. Sí, pero “los encantos son una mentira, la belleza no es más que ilusión”. (Proverbios 31:30, Versión Popular.)

El que la otra persona haya roto contigo tal vez hasta ponga de relieve sus aspectos negativos: inmadurez emocional, indecisión, inflexibilidad, intolerancia, falta de consideración por tus sentimientos. Esas difícilmente son cualidades deseables en un cónyuge. Al mismo tiempo, quizás te des cuenta de que tú también tienes unas cuantas cosas en las que trabajar antes de que puedas ser un cónyuge deseable.

“¡Pero yo no quiero romper!”

¿Qué hay, sin embargo, si solo es la otra parte la que quiere romper y tú estás convencido de que el matrimonio hubiera resultado bien? Ciertamente tienes el derecho de hacer saber a la otra persona lo que sientes. Sin embargo, recuerda que “el que es dulce de labios añade persuasiva”. (Proverbios 16:21.) Poco se logra enfadándose y vociferando. Por otro lado, es posible que una discusión calmada revele que solo se han producido algunos malentendidos. No obstante, si él o ella insiste en romper, no hay necesidad de que te humilles, rogando con lágrimas en los ojos el afecto de alguien que obviamente no siente nada por ti. Salomón dijo que hay “tiempo de buscar y tiempo de dar por perdido”. (Eclesiastés 3:6.)

Es verdad que quizás existan fuertes razones para sospechar que esa persona simplemente te ha utilizado, que desde el mismo principio nunca ha tenido un sincero interés en casarse contigo. “Descubrí que ella solo me prestaba atención para provocar los celos de otro hombre —recuerda Daniel con relación a una muchacha con la que salió hace años—. Fue muy doloroso. Pasaron años antes de que volviese a enamorarme.” Sería difícil que a alguien que jugase cruelmente con los sentimientos de otra persona se le pudiera considerar un cristiano ejemplar, y puedes tener la seguridad de que a Dios no le pasa inadvertida tal tortuosidad. Más tarde o más temprano esa persona tendrá que lamentar su proceder... sin que tú hayas tenido que tomar represalias. “La persona cruel está acarreando extrañamiento a su propio organismo.” (Proverbios 11:17; compárese con Pro 6:12-15.)

La vía a la recuperación

Por supuesto, aunque sepas que el haber roto ha sido lo mejor, eso no logrará que todos tus resentimientos desaparezcan. Es posible que de vez en cuando te atormenten la soledad o los recuerdos románticos. Si te sucede eso, ¡vuelve a la realidad lo antes posible! Ocúpate en algo, tal vez en alguna actividad física. Evita la soledad. (Proverbios 18:1.) Piensa en cosas que sean alegres y edificantes. (Filipenses 4:8.)

No tienes que ser como un héroe y reprimir tus sentimientos. El que confíes en tu Padre celestial sin duda te aliviará mucho. El que te ocupes en el ministerio cristiano también te ayudará. Igualmente te será de ayuda el confiar en un amigo íntimo. (Proverbios 18:24.) Y no olvides que tus padres a menudo pueden darte mucho consuelo, aun cuando pienses que ya tienes suficiente edad para ser independiente. (Proverbios 23:22.)

Un desengaño amoroso es una experiencia amarga. Pero uno puede derivar beneficios incluso de la angustia. “Heridas de magullamiento son lo que por estregadura purifica del mal”, dice Proverbios 20:30. Quizás ahora veas la necesidad de trabajar en ciertos aspectos de tu personalidad. Posiblemente sepas mejor que nunca lo que quieres de un cónyuge. Y al haber amado y no haber sido correspondido, tal vez decidas tratar el cortejo con un poco más de cautelaa si alguna vez vuelves a encontrar una persona que te guste... lo cual quizás es más probable de lo que piensas.

[Nota a pie de página]

a Un artículo futuro tratará este aspecto del cortejo.

[Comentario en la página 13]

“Ahora únicamente me limito a decir: ‘Hola, ¿qué tal?’. No permito que nadie se me acerque”

[Fotografía en la página 15]

Cuando es obvio que cierta relación amorosa no va bien, lo más bondadoso sería tratar el asunto cara a cara, explicando por qué se le debería poner fin

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