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  • El dinero... un amo cruel
  • ¡Despertad! 1988
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¡Despertad! 1988
g88 22/4 págs. 4-6

El dinero... un amo cruel

LA PUBLICIDAD se vale de sutiles tácticas psicológicas para fomentar la sociedad de consumo. Persuade a la gente para que “compre cosas que no necesita con dinero que en realidad no tiene, a veces con el fin de impresionar a personas por las que, en el fondo, no siente simpatía”.

A muchos se les induce a que intenten ganar mucho dinero con la esperanza de que así tendrán seguridad. Pero, ¿conduce ese proceder al resultado deseado?

Con el tiempo, Liz, mencionada anteriormente, se casó con un hombre que gozaba de independencia económica. Ella dice: “Cuando nos casamos, teníamos una hermosa casa y dos automóviles; además, nuestra situación económica nos permitía la libertad de disfrutar de cualquier cosa que el mundo pudiese ofrecer en lo tocante a cosas materiales, viajes y diversión. Pero, por extraño que parezca, seguía preocupada por el dinero”. Liz misma explica el porqué: “Teníamos mucho que perder. Parece que cuanto más se tiene, menos seguro se siente uno. El dinero no me liberó de las preocupaciones y la ansiedad”.

Aunque la búsqueda del dinero es una marca distintiva de nuestros tiempos, raras veces resulta en verdadera satisfacción. “La obsesión del dinero puede parecer natural en la década de los ochenta, una época de materialismo —escribe David Sylvester en el Detroit Free Press—. Pero considero dicho materialismo simplemente como un síntoma de nuestro desasosiego.”

¿Comprar a crédito?

Aunque sus ingresos no le permitan comprar ciertos lujos, nuestra sociedad materialista quisiera hacerle creer que usted tiene el derecho de poseer esas cosas. Este énfasis que se da a disfrutar de posesiones materiales, aunado a la inflación, ha resultado en el auge del negocio de las tarjetas de crédito o, como algunos las llaman, dinero de plástico. La lógica que se sigue es que “no tiene sentido esperar para comprar, pues es seguro que después el precio será más elevado”.

Gran Bretaña, nación que cuenta con 22.600.000 tarjetas de crédito, ha sido calificada como la “mayor usuaria” de tarjetas de crédito de Europa, dejando empequeñecida la cantidad de 6.900.000 utilizadas en Francia. Aun así, se afirma que el mercado británico “todavía no está saturado”. ¡Cómo han cambiado los tiempos! “Hubo una época en que las deudas eran algo que había que evitar —comenta la revista The Listener—. Hoy en día a eso se le llama crédito, y a los consumidores se les recomienda por todas partes que lo utilicen.”

Como resultado, ha surgido una deuda global que ahora amenaza a las naciones más ricas del mundo. Y a nivel individual, la cantidad de deudas que hay que pagar con los ingresos es mayor que nunca. Esta situación de ninguna manera está limitada a un solo país o a un solo continente. “En el pasado, los negros nunca recurrían al crédito”, comenta un residente negro de Sudáfrica. Pero añade: “Es el crédito que se les concede lo que ayuda a muchas empresas, como las tiendas de muebles, a continuar con el negocio”.

El escritor David Sylvester, dedicado a cuestiones comerciales, comenta que “somos la generación del ‘pagaré’, que gasta demasiado, invierte demasiado poco y vive como si el mañana nunca fuese a llegar, y si llega, la seguridad social nos sacará del apuro”. ¿Puede decirse que este enfoque materialista de la vida haya producido felicidad?

Consecuencias dolorosas

En el periódico londinense The Daily Telegraph apareció un titular que decía: “La gente de altos vuelos ‘suaviza la presión con cocaína’”. Efectivamente: cada vez son más los hombres de negocios jóvenes con salarios elevados que, al encararse a tremendas presiones cuando negocian con el dinero, caen presas de una plaga cada vez más extendida: la drogadicción.

El distrito financiero de Nueva York, con su centro en Wall Street, sufre la misma epidemia. En un periódico se publicaron las siguientes palabras de un agente de la Federal Drug Enforcement Administration: “Los implicados son muy discretos. No se ponen simplemente a inhalar cocaína con descaro, pero sin duda alguna, el 90% de dicho distrito financiero acepta su uso. Esos jóvenes prodigios, agobiados por todas sus presiones, están muertos de miedo al pensar que no pueden hacer un trato a menos que estén drogados con algo”.

No obstante, la actividad criminal que actualmente mancha los mercados financieros no se limita solo a la drogadicción. Hay informes de fraude en gran escala y de tráfico de información confidencial.

“¿Cómo es posible que alguien que gana más de un millón de dólares anuales tenga tanta necesidad de dinero que esté dispuesto a violar las leyes con el fin de conseguir aún más?”, pregunta el psiquiatra Jay B. Rohrlich, de Wall Street. En respuesta a su propia pregunta, Rohrlich continúa: “Algunas personas se hacen adictas al dinero de la misma manera que otras se envician con el alcohol, la cocaína y otras drogas”. Para ellas, explica, “el dinero se convierte en el antídoto de la sensación de insuficiencia que experimentan”.

En nuestro mundo cada vez más materialista, el amasar una fortuna ya no es algo que se desapruebe. Una encuesta publicada en la revista francesa Le Figaro revela que el dinero ya no “huele mal”. Cuando se les preguntó qué pensaban que podía ofrecer el dinero, el 45% de los franceses encuestados dio una respuesta interesante: la felicidad. Pero, lamentablemente, lo cierto es justo lo contrario.

¿Puede hacerse algo para contrarrestar ese deseo desmesurado de conseguir dinero que ha resultado en tanta infelicidad?

Es necesario autoexaminarse

Es posible que usted no crea que es adicto al dinero. Pero piense: ¿Es el dinero o lo que este puede comprar uno de los temas principales de sus conversaciones? ¿Da mucha importancia al dinero? ¿Razona que su punto de vista no se sale de lo normal y, por lo tanto, justifica su anhelo por conseguirlo?

No cabe la menor duda, hay un peligro en dejarse atraer por los encantos del dinero: convertirse en su esclavo. Un sabio maestro de hace dos mil años previno del “poder engañoso” del dinero y asemejó el placer que produce tener mucho dinero a espinos que ahogan las plantas que están a su alrededor, haciéndolas infructíferas. (Mateo 13:22.) La Biblia también advierte que “el amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales” y que los que van tras él ‘se acribillan con muchos dolores’. (1 Timoteo 6:10.)

Indiscutiblemente, cuando el dinero domina a alguien, es un amo cruel. Sin embargo, el dinero desempeña un papel útil en el mundo de hoy... como siervo.

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