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  • ¿Cómo puedo sacar mayor provecho de las reuniones cristianas?
  • ¡Despertad! 1988
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Los jóvenes preguntan...

¿Cómo puedo sacar mayor provecho de las reuniones cristianas?

“UNA importante disminución de la asistencia muestra que la Iglesia no está logrando captar y mantener la atención de su gente joven.” Eso dijo el arzobispo y cardenal católico Emmett Carter. Y por todo el mundo se oyen declaraciones similares.

Sin embargo, el anterior número de ¡Despertad! mostró que miles de jóvenes se están dando cuenta de que las reuniones que se celebran en el Salón del Reino de los testigos de Jehová de su localidad son diferentes de los insulsos servicios religiosos que tienen lugar en las iglesias. Estas reuniones hacen posible que uno se desarrolle en sentido espiritual. Sin embargo, para beneficiarse realmente de ellas, hay que hacer más que solo asistir.

Por ejemplo: un joven que asistió por primera vez a un Salón del Reino dijo que aunque le gustó la gente que conoció, “no entendió nada de lo que se había hecho en la plataforma”. Y si las reuniones son algo nuevo para ti, expresiones como “Armagedón”, “gran muchedumbre” y “resto” puede que te resulten tan extrañas como un idioma extranjero. La Biblia misma reconoce la diferencia, pues compara las verdades de Dios a “un lenguaje puro”. (Sofonías 3:9.)

Aun si este “lenguaje” te parece extraño al principio, no te desanimes. Janet, una joven de quince años de edad que recientemente empezó a asistir a las reuniones del Salón del Reino, dijo: “Primero pensé: ‘¿De qué hablan?’. Pero gradualmente me fui familiarizando con las expresiones”. Sí, aprender un nuevo idioma no es fácil. Un curso de un idioma extranjero dice que se necesita “paciencia y constancia en el estudio” si se desea dominar una nueva lengua. Incluso recomienda “práctica diaria”. De manera similar, para dominar el lenguaje puro de las verdades de la Biblia, es natural que uno tenga que ir a donde se habla, es decir, a las reuniones cristianas.

Sin embargo, la asistencia regular a las reuniones es solamente el principio. A fin de que te beneficies al máximo de ellas, recomendamos que sigas tres sencillos pasos.

Primer paso: prepárate

Poco antes de la muerte de Jesús, sus discípulos le preguntaron: “¿Dónde quieres que preparemos para que comas la pascua?”. Él se lo dijo. De modo que obedecieron e “hicieron como Jesús les ordenó, y prepararon las cosas para la pascua”. (Mateo 26:17-19.) Aunque esta era una reunión muy especial, lo mismo es cierto en cuanto a las reuniones semanales que se celebran en el Salón del Reino. Para beneficiarte de ellas al máximo, también tienes que ‘prepararte’ y ‘preparar las cosas’. ¿Cómo puedes hacerlo?

“He apartado períodos de tiempo fijos para estudiar los libros que usamos en las reuniones”, dice una joven de dieciséis años de edad llamada Anita. Malene, de once años, añade: “Antes de las reuniones, le pregunto a mi madre el significado de las palabras difíciles de La Atalaya”. Esta revista, basada en la Biblia, se estudia regularmente en las reuniones de los testigos de Jehová. Anne, de trece años de edad, también recibe ayuda. “Todos los viernes mi padre considera conmigo medio estudio de La Atalaya —explica—. Y luego, los sábados, estudiamos la segunda mitad.” ¿Cuál es el resultado? Van a las reuniones equipados con un esquema mental. Durante la reunión pueden rellenar el esquema con los detalles. “De ese modo —dice Anne—, uno se hace partícipe y el aprendizaje resulta más fácil.” (Compárese con Proverbios 14:6.)

La preparación puede incluir más. “Ensayo los cánticos que cantamos en la reunión —explica Simeón, un muchacho de catorce años—. Pongo las casetes de los cánticos en casa y canto. Algunas veces mi hermano menor ensaya conmigo. Luego, en la reunión —añade—, puedo cantar a voz en cuello.” (Salmo 105:2.) ¿Hay otras cosas que ‘preparar’? “Sí —continúa Simeón—. El día antes de la reunión, pongo en mi cartera mi Biblia, el cancionero y el libro de estudio, de modo que al día siguiente, todo lo que tengo que hacer es llevármela.”

Segundo paso: participa

Cuando contaba doce años de edad, Jesús no demostró ninguna pasividad en lo que respecta a la adoración de Dios. La Biblia dice que se le halló en el templo de Jerusalén ‘escuchando, interrogando y dando respuestas’. (Lucas 2:46, 47.) La participación es otra de las claves para beneficiarse de las reuniones. Pero requiere esfuerzo.

Para poner un ejemplo, hablemos de escuchar. “Prestar atención a un discurso a menudo es más difícil que pronunciarlo”, observó un escritor. Por una parte, podemos pensar unas cuatro veces más deprisa de lo que puede hablar una persona de término medio. ¿Cuál es el resultado? Joseph, de once años de edad, confiesa: “Hay veces que me despisto durante las reuniones y empiezo a pensar en mis deberes escolares”. Eso nos pasa a todos de vez en cuando. De modo que puedes usar un método muy antiguo para que no te ocurra. Los cristianos del primer siglo solían llevar a las reuniones pedazos de alfarería. “Cuando oían la lectura de las Escrituras [...] —explica la publicación Ayuda para entender la Biblia— podían escribir la información con tinta sobre fragmentos de alfarería.”

Hoy las libretas han reemplazado a los fragmentos de alfarería, pero el tomar notas aún es útil. Anita dice: “Apunto los textos que se mencionan durante el discurso; de este modo, puedo repasarlo en casa”. Michael, de dieciséis años de edad, añade: “Anoto los puntos principales; así no pierdo el hilo”. Ciertamente, el tomar notas ayuda a ‘prestar más de la acostumbrada atención a las cosas oídas’. (Hebreos 2:1.)

Como se mencionó antes, cuando Jesús era joven, hizo preguntas y también las contestó. De igual modo, muchos jóvenes participan en las reuniones. En Surinam, por ejemplo, una encuesta reciente mostró que de cada diez jóvenes de edades comprendidas entre los doce y los veinte años que asisten a las reuniones del Salón del Reino, siete participan en las sesiones semanales de preguntas y respuestas.

Como Jesús, intentan dar respuestas que evidencian su entendimiento. No solo las leen de los libros de texto que se usan, sino que las expresan en sus propias palabras. Algunos las escriben en una libreta, y en la reunión leen la respuesta que ellos mismos han preparado. Después de un poco de práctica, ya no utilizan la libreta y, para gozo de todos los presentes, se expresan desde el mismo corazón. Anil, de trece años de edad, explica: “De este modo, al igual que yo, los demás también se benefician en mayor medida”. (Proverbios 15:28.)

Es verdad que puede que pienses como Anita, quien dijo: “Tenía miedo de expresarme”. Pero pronto estarás de acuerdo con el comentario que ahora hace Michael: “¡Me gusta contestar!”. Proverbios 15:23 declara: “El hombre tiene regocijo en la respuesta de su boca”.

Tercer paso: usa lo que aprendes

El paso final es asegurarte de que lo que aprendes esté “obrando” en ti. (1 Tesalonicenses 2:13.) Eso significa que uses lo que aprendes. Tammy, una joven americana, explica: “Desde que asisto a las reuniones, he cambiado muchísimo”.

Puede que tus compañeros de clase noten este cambio y comiencen a hacerte preguntas. Es la oportunidad de compartir con ellos la educación que recibes en las reuniones. Esto requiere valor, pero trae recompensas. Una joven canadiense llamada Susan dice: “Realmente me gusta testificar a mis compañeros del colegio”. (Proverbios 3:27.) Sí, el usar lo que aprendes en las reuniones te ayudará a derivar más gozo del estudio.

Un último consejo: pon en práctica estos pasos con regularidad. Prepárate para las reuniones. Participa. Y, luego, usa lo que aprendes. Si lo haces, disfrutarás plenamente de las reuniones del Salón del Reino. Sobre todo, como en el caso de Jesús, haz que la asistencia a las reuniones sea tu “costumbre”. (Lucas 4:16.)

[Ilustración en las páginas 12, 13]

La clave para disfrutar de las reuniones es prepararse, participar y practicar lo que uno aprende

[Recuadro en la página 11]

¿Deberes escolares y reuniones?

“Suelo llegar a casa cargada de deberes escolares. En esos momentos me siento tentada a pensar: ‘No iré a la reunión y me pondré a hacer los deberes’”, dice Anita. Puede que a veces te enfrentes a la misma tentación. De modo que, ¿cómo están actuando otros jóvenes cristianos en estas situaciones?

“Hago parte de mis deberes antes de la reunión y el resto cuando vuelvo a casa —dice Wanita—. Esos días —añade— me acuesto más tarde que de costumbre, pero he puesto la reunión en primer lugar.” (Mateo 6:33.) Simeón dice también: “Me gusta hablar después de las reuniones y quedarme hasta el final. Pero cuando tengo deberes, me marcho en seguida para hacerlos”.

“Pero, ¿no afectará a mis notas el que asista a las reuniones?”, puede que te preguntes. Sí, pero no negativamente. Un profesor de Escocia observó que los hijos de los testigos de Jehová “van bien en la escuela [...] debido a que, desde temprana edad, se les enseña a sentarse y escuchar, y a aplicar lo que aprenden”.

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