El gerenuc: una gacela que se asemeja a la jirafa
Por el corresponsal de ¡Despertad! en Kenia
ACABÁBAMOS de entrar en el Parque Nacional de Samburu, situado al norte de Kenia. Recorríamos el paisaje con la vista, embebiendo el imponente espectáculo que ofrece la fauna, hasta que nos detuvimos a observar la simpática imagen de lo que parecía ser una pequeña jirafa que ramoneaba ávidamente las hojas de un árbol. Pero al observarla con más detenimiento, nos dimos cuenta de que no se trataba de una jirafa.
“Y eso, ¿qué es?”, le preguntamos a nuestro sonriente guía.
“Un gerenuc”, contestó. Entonces nos dijo que el nombre gerenuc viene del idioma somalí, y significa “con cuello de jirafa”. No obstante, en swahili se le llama swala twiga, que quiere decir “gacela jirafa”. El gerenuc es de poco más o menos el tamaño de un ciervo, y posee una elegante cornamenta curvilínea orientada hacia atrás.
Vimos como, para alimentarse, el gerenuc se levanta sobre sus patas traseras y apoya las delanteras en una rama de un árbol. No hay duda de que se asemeja a una jirafa cuando estira su cuello excepcionalmente largo, el cual le permite alcanzar alimento que se encuentra a unos dos metros del suelo. ¡Qué agradable resulta tan solo observar esta criatura, con su cabeza en forma de corazón, sus expresivos ojos y sus enormes orejas! Solo los machos, sin embargo, están provistos de cornamenta.
Un sibarita de cuello largo
Puesto que esta delicada gacela por lo general habita en parajes semidesérticos, uno pudiera pensar que tiene que sentir sed constantemente; pero lo curioso es que el gerenuc casi nunca bebe agua. Obtiene la que necesita de las hojas, brotes y tallos de los que se alimenta. Y puesto que el gerenuc se nutre de unas ochenta diferentes clases de arbustos y árboles, incluso de plantas perennes que casi ningún otro animal come, puede adaptarse con facilidad a las regiones más áridas.
En cierto modo, el gerenuc es un poco melindroso a la hora de comer, ya que solo consume las mejores partes de las plantas, que son, además, las más nutritivas. Curiosamente, el gerenuc se alimenta del mismo tipo de brotes y tallos que la jirafa y el dik-dik, un antílope mucho más pequeño, más o menos del tamaño de una liebre. Sin embargo, no compiten por el alimento. ¿Por qué? Por su diferencia de altura: las jirafas se alimentan a unos cinco metros del suelo; los gerenucs, a aproximadamente dos metros, y el pequeño dik-dik, a poco más de medio metro.
“Prohibido el paso”
A diferencia de los humanos, que a menudo guerrean para conquistar su territorio, normalmente los gerenucs mantienen relaciones pacíficas entre sí, pues respetan la propiedad ajena. Cada uno fija sus límites mediante la glándula preorbitaria, ubicada en el extremo de cada ojo. El gerenuc escoge una zona de algo más de un kilómetro cuadrado, y con esta glándula segrega una sustancia parecida al alquitrán que deposita sobre ramas y tallos. Esta sustancia despide un olor característico, y de esta manera el territorio del gerenuc queda delimitado para otros gerenucs vecinos.
¿Pero qué sucede cuando penetran en el territorio otros intrusos indeseables, como el guepardo, el leopardo o el león, que no respetan estas señales de “prohibido el paso”? El gerenuc debe recurrir entonces a sus secretos de supervivencia. Por ejemplo: tiene una sorprendente habilidad para quedarse totalmente quieto, vigilante, con sus grandes orejas caídas hasta el cuello. Gracias a sus bellos tonos marrones, se camufla perfectamente en sus alrededores naturales. Continúa así, sin hacer ningún movimiento, hasta que el peligro haya desaparecido.
En caso de ser descubierto, el gerenuc huirá rápidamente. Su conocimiento del terreno, así como su habilidad para escapar sorteando arbustos espinosos y matorrales, hace que a los depredadores les resulte muy difícil seguirle. Después de observar a este grácil y rápido animal, se puede entender fácilmente la exhortación bíblica de librarnos de un acuerdo imprudente con la rapidez de una gacela. (Proverbios 6:5.)
Cuidado maternal
Como al tiempo de nacer, el gerenuc carece de las aptitudes necesarias para sobrevivir, la madre se preocupa de que su cría sobreviva a los primeros días de vida. Cuando llega el tiempo para que la hembra dé a luz, busca un lugar solitario. Casi todas las crías nacen por la mañana, lo que les permite fortalecerse antes de las peligrosas horas nocturnas. Por asombroso que parezca, después de tan solo diez minutos de vida, la cría del gerenuc ya puede tenerse en pie sobre sus tambaleantes y huesudas patitas. Para cuando llega la noche, ya es bastante activa, y hasta distrae a su madre con sus travesuras.
En esta etapa temprana, el pequeño gerenuc es una presa bastante fácil. Por lo tanto, la madre lo limpia cuidadosamente para que esté libre de olores que podrían delatarlo. Además, su camuflaje natural le permite esconderse en un lugar seguro mientras su madre va a buscar comida. No obstante, de vez en cuando la joven gacela cambia de lugar. Puesto que no existe ningún olor que la madre pueda seguir como pista, recurre a la manera de comunicarse de los gerenucs: un balido bajo, de bastante alcance, aunque poco apreciable a los oídos humanos. La reacción de la cría será levantarse o contestar la llamada, y de ese modo revelará su paradero. Después de dos semanas, no es necesario que el joven gerenuc siga escondido, sino que ya va con su familia a ramonear hojas y tallos.
Se ha dicho que el gerenuc es “una de las criaturas más extrañas del este de África”. Y hay que reconocer que si nos fijamos solo en su apariencia, la gacela jirafa resulta bastante extraña. Pero además, nuestra amiga es grácil, ingeniosa y, a su manera, bella... un testimonio más de la sabiduría de nuestro magnífico Creador.
[Reconocimiento en la página 15]
Foto de Dino Sassi/Copyright—Kenya Stationers Limited