El juego ayuda al desarrollo
Para esta niña, el juego es el modo de investigar su entorno. Motivada por su viva curiosidad, agarra y tira todo lo que está a su alcance. Si no vive en una casa a prueba de niños, mamá gritará constantemente: “No, no”, y le dará en las manitas, con lo que también estará reprimiendo su curiosidad... la misma curiosidad que puede ayudarla después a tener éxito en los estudios y en su vida adulta. Los hijos necesitan protección, pero no demasiada. Al aire libre, en un parque, los niños disfrutan de más libertad. Un tubo puede convertirse en un túnel que atraviesa una montaña o en una cueva donde viven Mamá Osa y su osezno.
Unos cuantos años después florece la imaginación. Una caja para embalaje se convierte en una casita para jugar, una silla es el asiento del conductor de un automóvil, el palo de una escoba llega a ser un brioso corcel que galopa para rescatar a alguien. Un cajón de arena con cacharritos y un cubo de agua ofrece un sinfín de posibilidades. Aunque es importante que los padres supervisen los juegos, estos deben responder al estado de ánimo del momento y no deben ser demasiado organizados o elaborados. Sin apenas pensarlo, los niños pequeños imaginan que son vaqueros, aviones que se elevan, médicos y enfermeras, papás y mamás, astronautas y ruidosas excavadoras... todo en menos de media hora.
El juego es esencial para el desarrollo de los niños. Si se priva a un niño del tiempo que necesita para jugar y de los medios para hacerlo, se limitará su crecimiento mental y corporal, sus emociones y su espíritu.