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  • ¿Por qué tengo que hacer todas esas tareas?

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  • ¿Por qué tengo que hacer todas esas tareas?
  • ¡Despertad! 1989
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¡Despertad! 1989
g89 8/1 págs. 19-21

Los jóvenes preguntan...

¿Por qué tengo que hacer todas esas tareas?

“¿Ordenar mi habitación? ¿Por qué? No vale la pena que me moleste en hacerlo. De todas formas, volverá a estar igual en un par de días.” (Stéphanie, de quince años.)

“Cuando las tareas que me asigna mi madre me ocupan toda la tarde, creo que he trabajado mucho. Luego me detengo y pienso. Mamá trabaja sin parar todo el día, y lo hace todos los días. Me doy cuenta de que no es fácil para ella.” (Steven, de quince años.)

LA REACCIÓN de los adolescentes hacia las tareas domésticas es muy variada: mientras que algunos están dispuestos a cooperar, otros las ven con total desgana. Es posible que tú sientas cierto resentimiento de que te pidan que utilices tu tiempo libre para algo tan “aburrido” como limpiar y lavar. Sin embargo, las tareas domésticas son esenciales para la buena administración de una casa, tanto si te parecen una diversión agradable como si crees que son una intromisión irritante. Cuando los miembros de la familia no están dispuestos a cooperar en desempeñarlas, surgen dificultades y tensiones.

Tu ayuda es importante

Quizás te cueste creer que algo tan tedioso como sacar la basura pueda significar tanto. Pero hasta las tareas más rutinarias son importantes, pues contribuyen a un hogar más agradable y ayudan a mantener los objetos de valor en buen estado. En su libro Moi, ta mère (Yo, tu madre), la autora francesa Christiane Collange subrayó este punto con cierto toque de humor: “Resulta pesado tener que recoger las cosas y cuidarlas. Pero si no lo haces, ellas se toman la revancha, y entonces se ensucian, se rompen o se pierden”.

Tu cooperación amorosa también puede aliviar la carga de tus padres, quienes, en muchas ocasiones, tienen que cumplir con un trabajo de media jornada o de jornada completa. Si les ayudas con las tareas de la casa, podrás llegar a comprenderlos mejor. ¿Cómo? Dominic, joven de dieciséis años que vive cerca de París, explicó: “Cuando echas una mano a tus padres, empiezas a darte cuenta de por qué están cansados. Cuando llevas varias horas haciéndolo, puedes ponerte en su lugar y comprender que están verdaderamente cansados”. Ten por seguro también que tus padres agradecerán tu apoyo.

Cultiva fuerza de voluntad

Las tareas domésticas también pueden verse como una lección que te enseña la vida, un ejercicio diario de fuerza de voluntad. Es cierto que los beneficios no siempre son inmediatos. Pero recuerda: tus esfuerzos por cumplir con tus responsabilidades te depararán recompensas en el futuro. Como dice la Biblia: “Bueno es para el hombre soportar el yugo desde su juventud”. (Lamentaciones 3:27, Biblia de Jerusalén.)

Sí, tienes que cultivar fuerza de voluntad, una personalidad capaz de resistir las presiones de la vida adulta. Así que deberías comenzar cuanto antes a desplegar buenos hábitos de trabajo que te permitan valerte por ti mismo, aunque eso signifique reducir tu tiempo de ocio.

Stéphanie admitió: “Normalmente no me gustaban las tareas de la casa. Me decía: ‘Si no quieres, no las hagas’. Pero mi criterio ha cambiado. Ahora me doy cuenta de que ayudar en casa me enseñará a convertirme en una persona responsable, y eso me será útil después”.

Si eres un chico, no te enfades porque tus padres te pidan que hagas tareas que normalmente hacen las chicas. Y lo mismo les aplica a las chicas con las tareas llamadas “de chicos”. Tus padres pueden creer oportuno que sepas hacer una amplia variedad de trabajos domésticos. Con el tiempo, cuando seas adulto y vivas por tu cuenta, posiblemente te alegres de haber aprendido todas esas cosas. Además, no es ninguna deshonra que un chico sepa coserse un botón o que una chica sepa clavar un clavo en la pared. La Biblia registra un detalle interesante en Juan 21:9-12. Allí dice que Jesucristo preparó una comida para sus discípulos, una tarea que en tiempos antiguos generalmente estaba reservada a las mujeres. (Compárese con Proverbios 31:15.)

Ponte en su lugar

“Por mucho que lo intente, mis padres nunca están satisfechos”, se quejan algunos adolescentes que se sienten frustrados. Sin embargo, el problema puede radicar en que los padres y los hijos simplemente no hablan el mismo idioma. En su libro L’autorité des parents dans la famille (La autoridad de los padres en la familia), John Rosemond hizo este comentario pertinente: “¿Qué significa ‘limpiar’ una habitación? Los padres piensan que los hijos lo saben, pero el concepto que tiene un niño de lo que es ‘limpio’ nunca es igual al de sus padres [...]. Si ciertas tareas tienen que hacerse diariamente, el darles una lista de cuáles son esas tareas evitará muchas discusiones inútiles. Una regla definida con claridad siempre resulta más fácil de obedecer”.

Normalmente, la ayuda que tus padres necesitan puede dividirse en dos categorías: 1) tareas para la familia en general, como poner y quitar la mesa, fregar los platos, limpiar la casa, cocinar, ir a la compra, sacar la basura, arreglar el jardín; 2) tareas personales, como por ejemplo, hacer tu propia cama, ordenar tu habitación, recoger tu ropa y limpiarte los zapatos. Si no estás seguro de lo que tus padres esperan de ti cuando te piden que hagas algunas de estas últimas cosas, pídeles que te lo especifiquen más, y hasta, si es necesario, que te hagan una lista. Recuerda que se suele emplear más tiempo en discutir sobre las tareas que en realmente llevarlas a cabo. Dos jóvenes franceses, Côme y Dominic, lo expresan así: “Cuanto menos trabajo hacemos, menos queremos hacer y más nos quejamos de tener que hacerlo”. Por eso, cuanto más deprisa hagas tus tareas, más a gusto se quedarán todos, incluso tú.

Pero, ¿qué puedes hacer si piensas que tus padres exigen lo imposible de ti y casi nada de tus hermanos? Seguramente, debido a tu elevado sentido de la justicia, eso te sabe mal. Pues bien, ¿por qué no buscas un momento apropiado para hablar de ello francamente con tus padres? Quizás descubras que tus hermanos disponen de menos tiempo que tú debido a que tienen más deberes escolares que hacer y un horario de clases más apretado; o tal vez tú eres el más fuerte y el que goza de mejor salud. ¿Es eso motivo para que te sientas disgustado?

¿Y si piensas que las tareas domésticas te consumen demasiado tiempo? En ese caso, calcula las horas que pasas viendo la televisión, escuchando tu música preferida o leyendo. Es posible que necesites reorganizar tu manera de invertir el tiempo del que dispones.

“Todo empezó —dijo Steven— cuando mis padres me pidieron que me ocupase de mi habitación y fregase los platos.” Steven encontró esa asignación aburrida. Pero aprendió que con una buena organización de su tiempo, podía terminar sus tareas sin mucha dificultad.

Complace a Dios con tu trabajo

Si ayudas en casa, estarás honrando a tus padres como los niños y adolescentes israelitas de tiempos bíblicos. Por ejemplo: Raquel, la hija de Labán, cuidaba de los rebaños de su padre. Las hijas de Reuel —o Jetró— tenían la responsabilidad de sacar agua para abrevar el rebaño, un trabajo tedioso y agotador. (Génesis 29:9; Éxodo 2:16.) Los chicos también recibían formación práctica. Por ejemplo: José, el padre adoptivo de Jesús, seguramente le enseñó el oficio de carpintero. (Mateo 13:55; Marcos 6:3.)

Al igual que en tiempos antiguos, si apoyas de buena gana a tus padres, podrás recibir bendiciones. Considera el relato bíblico de Rebeca. Cuando el siervo de Abrahán le pidió un poco de agua, Rebeca respondió de inmediato. No solo le dio de beber a él, sino que se ofreció de buena gana para sacar agua y abrevar a sus camellos. La Biblia dice que ella “corrió vez tras vez al pozo para sacar agua, y siguió sacando para todos los camellos de él”. (Génesis 24:15-21.) La caravana constaba de diez camellos. Cuando uno piensa que un camello puede beber entre diecinueve y veintiséis litros de agua al día, es obvio que Rebeca debió sacar del pozo veintenas de litros de agua para abrevar a todos los camellos. No obstante, su buena disposición hacia el trabajo le reportó bendiciones. Fue escogida para ser la esposa de Isaac y tener parte en el desenvolvimiento del propósito de Jehová de producir la Descendencia que bendeciría a la humanidad. (Génesis 22:18.)

Ten por seguro que cuando participas en las tareas domésticas, Dios también se complace en tus esfuerzos diligentes por ‘honrar a tus padres’. (Efesios 6:1, 2.)

[Fotografía en la página 20]

Se suele emplear más tiempo en discutir sobre las tareas que en llevarlas a cabo

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