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  • ¿Cómo puedo usar bien mi dinero?

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  • ¿Cómo puedo usar bien mi dinero?
  • ¡Despertad! 1989
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¡Despertad! 1989
g89 22/1 págs. 13-15

Los jóvenes preguntan...

¿Cómo puedo usar bien mi dinero?

“HOY en día, a los jóvenes de este país se les está criando para que gasten.” Esta fue la conclusión a la que llegó el encuestador Lester Rand después de llevar a cabo un estudio sobre lo que gastan los adolescentes de Estados Unidos. Según Rand, los jóvenes estadounidenses gastaron del orden de 39.100 millones de dólares ¡en tan solo un año! ¿Y adónde va a parar todo ese dinero?

Los investigadores norteamericanos Norman y Harris contestan: “Algún tipo de diversión, particularmente la música, es lo que ocupa los primeros lugares de casi todas las listas. [...] Los adolescentes que conducen un vehículo gastan la mayor parte de su dinero en gasolina, reparaciones y mantenimiento general. Muchísimos otros gastan su dinero en lo que se conoce como ‘comida basura’, especialmente en pizzas, refrescos y hamburguesas. Parece que las chicas gastan en ropa más que los chicos; y, por supuesto, las adolescentes son imprescindibles para la industria de los cosméticos”.

Hay que admitir que el mantenimiento del automóvil, la comida y la diversión pueden ser gastos perfectamente legítimos. Pero, ¿son sensatos todos los gastos en que incurren los adolescentes?a ¿Y pudiera darse el caso de que las obligaciones económicas de un joven que trabaja vayan más allá de comprar cosas para sí mismo?

Cómo gastar con prudencia

Pongamos por caso el ir de compras. A la mayoría de los jóvenes les gusta, en especial si disponen de dinero para gastar. Sin embargo, ¿es lo más prudente comprar todo lo que uno quiere y ve?

En una encuesta llevada a cabo en Inglaterra entre 600 personas, se observó que el 62% de los encuestados con edades que oscilaban entre los quince y diecinueve años eran compradores impulsivos, por lo menos de vez en cuando. (Adolescence, otoño de 1982.) Sin embargo, el comprador prudente piensa de antemano en lo que necesita. Entonces, ¿por qué no hacerse una lista de lo que hay que comprar y limitar las compras a lo que se ha anotado en ella? En su libro Options, las autoras Shaw y Berry recomiendan además lo siguiente: “Cuando vayas de compras, lleva solo el dinero suficiente para comprar lo que realmente necesitas o lo que decidiste comprar antes de salir de casa”.

La revista Adolescence también comentó que a la hora de comprarse ropa, los consumidores de más edad buscan prendas de buena calidad y prácticas, mientras que los jóvenes se interesan más en que estén de moda. ¿Es ese tu caso? Si lo es, cambia un poco el criterio que sigues. Antes de gastar el dinero que tanto te ha costado ganar, piensa en cuánto va a durarte la prenda que quieres. ¿Durará unos cuantos años, o pasará de moda en cuestión de meses?

Preocúpate también por la calidad. Un artículo barato de poca calidad a la larga puede costarte más, pues quizás tengas que repararlo o reemplazarlo. Compara lo que te ofrecen en diferentes sitios. Si se trata de ropa, fíjate en el tipo de fibra de que está hecha la prenda. ¿Con cuánta frecuencia habrá que llevarla a la tintorería? ¿Se puede lavar en casa? Estos son factores que deberían tomarse en consideración antes de hacer una compra.

Una joven llamada Lyshondra ha aprendido de sus padres la valiosa técnica de saber comprar. Ella dice: “Suelo ir a comprar con mi madre; ella me ha enseñado a buscar los artículos rebajados para que el dinero me cunda más”. Otra táctica es demorar las compras hasta finales de temporada, cuando hay muchas rebajas. Phyllis, una mujer joven que ya tiene mucha experiencia en buscar gangas, añade: “No puedo recordar haber comprado algo al precio normal. Siempre busco gangas, y me gustan las tiendas de ropa de segunda mano. ¡La gente cree que mi ropa es nueva!”.

Ayuda con los gastos de la casa

¿Tienes un trabajo de media jornada o de algunas horas después de la escuela? Si es así, ¿gastas todo tu dinero en ti mismo, pues razonas que tus padres tienen la obligación de mantenerte? Sin embargo, ¿cuándo fue la última vez que ellos gastaron dinero únicamente en sí mismos? ¿No comparten la mayor parte de sus recursos con la familia? ¿No sería razonable, entonces, que echaras una mano con los gastos de la casa?

“Yo lo hago”, respondió una joven llamada Stephanie cuando se le formuló esta pregunta. Ella y otros tres miembros de su familia son testigos de Jehová y sirven de evangelizadores de tiempo completo. “Es necesario —dice Stephanie—, y además sirve de entrenamiento, porque dondequiera que uno viva tiene que contribuir para sufragar los gastos.” Un joven de nombre Albert añade: “Esto solo es parte de mi responsabilidad. Si no viviese en casa, tendría que hacerlo de todas formas. De modo que opino que es mi deber contribuir libremente”.

Es cierto que quizás tus padres no esperen que lo hagas. Pero un joven llamado Tommy hizo un comentario muy sensato: “Creo que es lo justo. Ellos me trajeron al mundo y se han ocupado de mí hasta ahora, así que yo debería hacer algo para recompensárselo”.

Las bendiciones de la generosidad

“El que es generoso, prospera; el que da, también recibe.” Esto es lo que dice la Biblia en Proverbios 11:25. (Versión Popular.) Cuando cobras, tal vez sea tentador pensar en todas las cosas que podrías comprarte. No obstante, Jesús nos recuerda: “Hay más felicidad en dar que en recibir”. (Hechos 20:35.)

Hay que reconocer que se debe ejercer equilibrio en este aspecto. La generosidad no significa gastar todo lo que uno tiene hasta quedarse en la penuria. “Gasto un montón en regalos, y el dinero se me va volando —se lamentó un joven—. En eso es en lo que creo que se me va el 85% de mi dinero.” Sin embargo, nunca olvides que Dios toma nota de los actos de bondad que se hacen con buenos motivos. En realidad, Proverbios 19:17 dice: “El que muestra favor al de condición humilde le presta a Jehová, y Él le pagará su trato”.

Proverbios 3:9, 10 resalta otro aspecto en el que puedes mostrar generosidad: “Honra a Jehová con tus cosas valiosas y con las primicias de todos tus productos. Entonces tus almacenes de abastecimientos estarán llenos de abundancia; y tus propias tinas de lagar rebosarán de vino nuevo”. En tiempos bíblicos, a los adoradores de Jehová de Israel se les instaba a contribuir voluntariamente las primicias de sus productos agrícolas. Esto servía para mantener a los sacerdotes levíticos que servían en el templo de Jerusalén. Aunque hoy día los testigos de Jehová no adoran en un templo literal, comprenden que para mantener sus lugares de adoración (llamados Salones del Reino), también se necesitan fondos. Un joven de dieciocho años llamado Albert dice: “Me puse la meta de contribuir algo cada vez que voy al Salón”.

El lazo de la envidia

Entendemos que no todos los jóvenes disponen de los recursos económicos para comprar y gastar como se ha explicado aquí. Y cuando uno no tiene lo que otros parecen tener, es fácil sentir envidia. Por ejemplo: un joven de nombre Darnell admite: “Tengo la tendencia a mirar lo que tienen los demás y decir: ‘¡Vaya!, eso sí que es bonito’”. Pero en lugar de dar vueltas al asunto, él trata de contrarrestar esos sentimientos.

No, el simplemente desear cosas bonitas no es pecado. Pero, ¿dejas que el no poder comprarte algo que quieres te haga sentir desdichado? ¿Llegas a sentir cierto resentimiento hacia los que tienen más que tú? Si eso es lo que te sucede, recuerda el consejo de Jesucristo registrado en Lucas 12:15: “Guárdense de toda suerte de codicia, porque hasta cuando uno tiene en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee”.

Ten en cuenta que siempre habrá quienes tengan más que tú. El querer vivir al mismo ritmo que el vecino únicamente te causará angustia y muchos dolores. El apóstol Pablo nos recuerda: “Porque nada hemos traído al mundo, y tampoco podemos llevarnos cosa alguna. Teniendo, pues, sustento y con qué cubrirnos, estaremos contentos con estas cosas”. (1 Timoteo 6:7, 8.)

El dinero puede ser muy útil si se mantiene en su debido lugar. Aprende a ahorrar. Aprende a gastarlo juiciosamente, con cuidado. No hay duda de que el dinero es necesario para la vida y puede hacerla más cómoda. De todas formas, como se expresó un joven llamado Matthew: “El dinero tiene su lugar, pero no lo es todo. No es la cosa principal. Es cierto que necesitamos dinero para vivir, pero nunca debería ponerse por delante de nuestra familia o de Jehová”.

[Nota a pie de página]

a En la revista ¡Despertad! del 22 de diciembre de 1988 se trató sobre la conveniencia de hacerse un presupuesto y ahorrar dinero.

[Comentario en la página 13]

Los jóvenes estadounidenses gastaron del orden de 39.100 millones de dólares ¡en tan solo un año!

[Fotografía en la página 15]

Si tienes un empleo, ¿contribuyes voluntariamente para sufragar los gastos de la casa?

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